Partida Rol por web

Threev se queda arrodillado tras el poderoso impacto del puño de Adams. Un esbozo de sonrisa queda patente en su rostro mientras va recuperando las fuerzas. Ya casi volverá estar al cien por cien. Lo percibe y se alza sobre sus piernas con cierto esfuerzo para acercarse a los matones. Sus cuerpos inertes, sus cabellos erizados y ése maldito olor a quemado que emanan. Eso es poder. Ha sesgado el mal que habitaba esta sala en unos instantes. Un juicio habría llevado meses, incluso para haber salido de la cárcel en cuestión de un año por buena conducta y los jueces corruptos o amenazados. Ahora funcionan las cosas.

Mientras, Adams se inclina sobre su compañero. Cogiéndole de los brazos lo baja al suelo sacándole de la incómoda postura. Coloca sus dedos en el cuello y percibe un pulso. Débil, pero pulso. Ahora espera que los daños no sean graves. Se acerca y le llama por su nombre confiando que sea un desmayo y no haya entrado en coma. Tras varias llamadas Taylor no responde. Adams, un tanto afectado por ver a un compañero caído se recuesta sobre la pared cerrando los ojos unos instantes maldiciendo a Threev. Observa su pistola, la idea de vengar a su amigo se hace fuerte por momentos cuando una voz, casi un susurro le interrumpe sus pensamientos.

- Whiskey.... -

Adams no da crédito, su compañero ha hablado. Comprueba el contenido de su petaca y acercándole el recipiente al rostro le vierte el líquido en su boca. Tras un tosido, la vida va volviendo al maltrecho cuerpo de Taylor. Mareo y náuseas tratan de dominarle pero Sean parece un hombre de piedra. Con voz un tanto carraspeada contesta al otro detective. - Ya estoy bien socio, un poco de esta medicina y me recupero de lo que sea -

Pasan varios minutos mientras Taylor se encuentra en condiciones de seguir. Cuando ya estáis casi listos para continuar, un sonido parece llegar por el estrecho pasillo por donde antes habéis llegado a esta estancia. Parecen pasos ligeros y numerosos. Al parecer, el peligro aún continua. Y persisitirá mientras el payaso domine el edificio.

El detective Adams oyó pasos en el pasillo ya recorrido, al principio pensó en que serían refuerzos, pero al no oír órdenes, comunicaciones por radio y por la forma de moverse, adivinó que se trataba de más de los secuaces del payaso.

Frank, con ánimos renovados por la recuperación de Taylor terminó de cargar su arma, la guardó y cojió una de las avanzadas máquinas de muerte que hacía escasos minutos los matones utilizaban contra ellos.

Más vale que esto siga funcionando...

- Sean, quedate en la retaguardia, no te expongas directamente, estás muy jodido como para aguantar aún más cosas, y tú maldito loco, ten cuidado con lo que haces o el próximo en recibir un tiro no será uno de esos matones...- Adams susurró las palabras mientras ayudaba a Taylor a moverse y se ponía en una buena posición de tiro para ver y estar cubierto, pero siempre con un ojo encima de Threev. No le importaba que los matones estuvieran muertos, pero arriesgar la vida de los compañeros a cambio, era otra cosa...

Sean por fin se reincorpora. Paladea el sabor del licor en la boca. Le sabe todo a cobre, como el que acaba de sentir como el corazón se le paraliza por momentos. Y puede que así haya sido. Mira fijamente a Frank, que en estos momentos se deshace en improperios hacia el causante de toda esta masacre que hay en la habitación. No es precisamente Sean el ejemplo de que el fin no justifica los medios, pero hay barreras que jamás deben traspasarse. Gordon, Bats, ellos mismos... todos deben saber cual es el límite. Es lo que les diferencia de proteger las calles o tener un pijama naranja reservado en el penal.

- Gracias, colega. Te debo una muy, muy gorda - sonríe y lanza una ahogada risotada que solo percibe Adams - tranquilo, no estoy yo como para heroicidades.

Cuando termina de levantarse, comprueba sus heridas que no son pocas. Observa que su piel tiene un tono entre negruzco y rojizo, y huele como cuando te dejas un trozo de carne fuera de la nevera demasiado tiempo. Sus dientes rechinan y con cada movimiento de sus músculos el dolor se ceba con él como si hubiera soportado una paliza. Una paliza de al menos 10.000 voltios cruzando su cuerpo. Es entonces cuando su mirada se cruza con la de Threev. Le lanza uno de esos envites que en la calle harían cagarse de miedo a cualquiera de esos que trapichean en callejones y locales de mala muerte. Su cuerpo está sosteniendo una tensión que lucha por salir afuera, pero que Sean de alguna forma logra contener.

- Y a ti, pedazo de cabrón, más te vale irte reservando una suite en Arkham con vistas al patio para cuando quieras salir de aquí, o yo mismo te sacaré en una puta bolsa de plástico y no necesariamente entero.

Acto seguido comprueba munición, gira el tambor del revólver y se dispone a ponerse en marcha.

Mientras los agentes Adams y Taylor avanzan a la siguiente sala, clavando miradas de odio y palabras de venganza sobre el Fiscal, según pasan delante de él, Threev no parece hacerles el menor caso. Simplemente, ha sacado su teléfono móvil, y llama a varios números.

- Si, soy Threev, agente. Hemos perdido a todos los hombres en esta sección. Quiero que envieis un destacamento en un minuto, y que vigileis el espacio aereo sobre el edificio Wayne con los helicopteros como acordamos. - Threev comienza a caminar, mientras sostiene el teléfono con la mano derecha y el arma con la enguantada mano izquierda. - De acuerdo... No, no, ya he dicho que nada de explosivos. Si. De acuerdo.- Cuelga y guarda el teléfono, mientras sigue a los agentes.

Pasa al lado de Taylor mientras este, gravemente herido, queda en la retaguardia. - Vamos socio, - bromea mientras le da una palmadita en el hombro- pensaba que un tipo duro como tu sabría cuando son necesarias medidas drásticas. Esto ya no es una ciudad, es una jungla, e impera la Ley del más fuerte. Si queremos que caiga el Joker, más nos vale preocuparnos menos de nosotros mismos y más de el payaso...

En el centro de la sala, los sonidos provinientes del estrecho pasillo os ponen en alerta de nuevo. No hay tiempo para el descanso en esta locura de cemento y metal. Recargáis vuestras armas mientras el nuevo Fiscal de Gotham hace uso de su terminal movil para solicitar refuerzos. Adams incluso extrae de las manos rígidas de los matones un arma de tecnología avanzada.

Sin embargo, el sonido no es como de unos pasos normales. Parecen de zancada corta y ligeros. Pronto tenéis que parpadear para dar crédito a la imagen que fluye por vuestras retinas. Una tropa de pequeños monos disfrazados de payaso irrumpe en la estancia. Sus andares con las pequeñas manitas alzadas resultan irrisorias. Un curioso ejército para intentar deteneros. Bajais las armas pero no dura mucho la relajación pues las espaldas de los simios portan unas curiosas mochilas. La inconfundible forma de varios cartuchos de dinamita con el típico reloj adosado a éstos os pone la piel de gallina. Es entonces cuando oís con claridad el tic tac que se acerca hacia vosotros con los inexorables pasos de los monos. Os miráis pensando en disparar a los simios, pero eso no detendría los relojes, y además podríais errar e impactar en algún cartucho. Sin duda, Joker tiene mortales ocurrencias.

Dedica de nuevo una mirada de odio hacia Threev cuando este le da una palmadita en la espalda.

- Ni - saca el revólver - se - le encañona en la sién - te - pone el dedo sobre el gatillo - ocurra volver a tocarme, monstruo. Si esto es una puta jungla, tú eres la peor de las jodidas hienas. Sigue jugando conmigo, mierda trajeada... - sonríe desquiciado, una sonrisa que Frank pudo ver antes, cuando interrogaban a uno de los matones.

Es entonces cuando ve la esperpéntica imagen de los monos aproximándose hacia ellos cargados con explosivo suficiente como para volar una estación de metro. ¿Qué coño podían hacer ahora? Quizá retroceder y dejar que esos simios volasen en pedacitos pequeños dejando aquello hecho un estercolero. No había tiempo para trazar un plan, y los artificieros poco podrían hacer con aquella armada simiesca condenada a volatilizarse cuando el reloj diera su último tic.

- Si nos metemos ahí dentro igual estamos más acorralados aún - le comenta a Frank mientras da un par de pasos hacia atras.

Adams cogió el extraño artefacto, parecía que su funcionamiento era sencillo y apuntó, vió la discusión entre sus dos compañeros y cuando estaba a punto de reaccionar, los tambaleantes simios aparecieron en escena cargados de explosivos. Frank consiguió mantener su dedo fuera del gatillo durante unos instantes para evitar un disparo "explosivo".

Sin duda el Joker ya está tomando partido en el asunto...

- ¡No hay tiempo Taylor adentro!- El tiempo corría y los temporizadores no ahcían más que agrandar el sentimiento de agobio que emanaba la extraña escena, con un movimiento casi empujó a sus compañeros para ir hacia la camara abierta quedando él el último para entrar. Pero aún así, el detective siguió pensando, en cuanto estuvieran dentro (y más les valía ser rápidos) le pegaría dos tiros al primer mono intentando provocar una explosión y la consecuente reacción en cadena.

La sala de seguridad les daría bastante protección, pero no serviría de nada si los monos se acercaban lo suficiente...

Después de apretar el gatillo rápidamente, con la misma velocidad el detective cerró la puerta tras ellos, la cual estaba sujetando con la otra mano mientras lanzaba los proyectiles contra los simiescos enemigos, para evitar el golpe de la explosión.

Threev ni se inmuta cuando Taylor le encañona con el arma. - Como vengo diciendo... -dice señalando la puerta por la que entran los monos- ¡...esto es una jungla!

Junto con Adams y el renqueante Taylor, Threev se lanza al interior de la sala acorazada, y observa como Adams comienza a disparar a los simios explosivos. El Fiscal deja el trabajo de campo a los agentes, y se fija que la cámara acorazada da a otra sala, por lo que se adelanta a investigarla, mientras los policías tirotean a los monos.

Cuando los simios están ya muy cerca de nuestros protagonistas, éstos consiguen entrar en la cámara quedando Adams rezagado a voluntad para frenar la amenaza vestida de payaso. El estrecho pasillo hace que os apelotonéis en el intento de entrar. Es Threev quién pasa primero a la nueva sala superprotegida. Taylor, muy pegado al nuevo fiscal sigue con un pensamiento vengativo en su mente, quizá un tanto aturdida por la conmoción sufrida hace unos pocos minutos. Adams sigue con su idea de frenar la cómica horda que les siguen los pasos y con su nuevo arma intenta realizar varios disparos. Pero la mala suerte le ha acompañado esta vez, pues cuando aprieta el gatillo el arma emite un sonido que revela falta de munición. No podrá acometer su acción. Al parecer, las prisas han impedido que compruebe el cargador. Con la frustración en su rostro no puede más que cerrar la puerta justo cuando los relojes suenan al únisono con un clásico ring!

La explosión no se hace esperar y pilla a Adams cerrando la pesada puerta. Por fortuna, la onda expansiva se encarga de cerrarla por completo arrojándoos al suelos. Afortunadamente no sufrís daños pero la puerta ha quedado mellada y presenta un doblez que impedirá abrirse de nuevo. A través del grueso visor de vidrio templado, ahora con varias estrías cruzándolo, podéis ver los restos de los pequeños monos esparcidos por lo que queda de la sala. En cuanto el humo se disipa, una curiosa figura se acerca con una pequeña pala amarillo fosforito que parece de juguete. El Joker hace acto de presencia. Vuestras miradas se cruzan, el payaso no puede reprimir cierta mueca de sorpresa. Se acerca hasta la pesada puerta, ahora inutilizada, comienza a reir sin mostrar sonrisa al principio para morirse a carcajadas. Los bordes dañados de la puerta permiten oir los comentarios del psicópata:

- Vaya, no podré recoger vuestros pedacitos... Me ha costado una vida amaestrar a esos condenados monos! - Acercando su cara al cristal observa vuestro estado y con voz burlona dice: - Oh detective Taylor, debería usar bronceador, dicen que el sol es mortal, jijijiji.... Uhmmm Se rumorea que tenemos un nuevo Fiscal en Gotham... Dónde ha dejado la otra mitad? Ahhhjajajajajaja! Desde luego ha dado un nuevo look a la Fiscalía, jejeje -

- Bueno, vayamos al grano, no tenemos toda la noche y hoy tengo un invitado especial. No sé qué vestido ponerme. Pero antes de nada, un compañero vuestro ha aceptado venir a la fiesta -  Su voz se vuelve seria y grave - Seguid subiendo sabuesos, y hacedlo rápido o vuestro jefe se atragantará con la tarta. Por cierto, me he echado un nuevo amigo. Ven, saluda, no seas tímido... -

El detective McCoist entra la arruinada estancia. Camina como si estuviera absorto en pensamientos. Porta un extraño objeto sujeto a la cabeza a la altura de su frente. -Tu nueva misión será dar caza a los sabuesos. No sé si el nuevo Fiscal desea estrechar lazos con la "gente guapa". Si ves que te opone resistencia mátalo también, aunque sería una pena perder una bonita amistad. Ciao bambinos, mandadme una postal desde el cementerioooo - Y se marcha con movimientos burlescos.

McCoist parece entrar en una fase agresiva. En su mente sólo permanece la idea de acabar con vosotros. Sus ojos estudian el entorno, sabe que no podrá pasar por ahí...

¡Mierda! Pensó Adams cuando al apretar ligeramente el gatillo de la moderna máquina, el sonido que nadie quiere oír al disparar un arma llenó sus oidos.

Con rápidos reflejos se apresuró para cerrar la puerta ante la inminente explosión. Estuvo a punto de ser incinerado, hasta el nivel de sentir todo el calor en su sudorosa piel, pero la puerta aguantó el golpe y se cerró con fuerza inusitada, deformandose hasta constituir cualquier cosa menos una salida.

El pitido de la explosión sustituyó el molesto "click" en la mente del detective, hasta que el sonido de los pasos y una risa inaguantable se hizo presente. El detective había soltado de golpe la extraña arma pero ya tenía en la mano su fiel revólver.

La cara del payaso presentaba una mueca que Frank solo quería borrar a golpes, y cuando por fín recuperó todos sus sentidos, recapacitó sobre la dureza del cristal y la imposibilidad de atravesarlo con una bala.

Intentando aplacar la rabia, y no haciendo caso de las palabras del Joker que en esos momentos iban dirigidas hacia sus compañeros, el detective Adams miró alrededor para comprobar la estancia, qué posibilidades tenían, los objetos que había y cuantas salidas y entradas se veían.

Solo buscaba una forma de salir de allí para arrastrar la cabeza del payaso por el asfalto, hasta que su antiguo compañero McCoist entró en escena. Toda la rabia contenida invadió el cuerpo de Frank que no pudo evitar golpear la pared que había a su lado para descargar algo de esa furia.

- ¡Maldito hijo de puta! ¿¡Qué le has hecho!?, ¡Entra aquí y pelea maldito payaso!, ¡Si no fuera por tus amiguitos ya tendrías una bala en ese cerebro de psicópata!- Frank controló el dedo que descansaba sobre el gatillo de su arma solo frenado por la posibilidad de que la bala rebotara y se encontraran en una situación peor.

Después de que el bufón saliera de escena el detective empezó a analizar las posibilidades que había para salir de ahí, mientras intentaba hacer entrar en razón a McCoist.

- Freddy, soy Adams, nos conocemos, resístete compañero, no hagas caso a ese loco, tu objetivo es capturarle, lucha contra esa mierda de tu cabeza, ¡Vamos!- Las palabras salían de la boca del detective con todo el énfasis que podía producir, pero su cabeza estaba buscando alternativas para salir de ahí por si no eran suficientes las frases de apoyo...

A Threev, Joker había dejado de hacerle gracía. Nunca le tuvo demasiada consideración, pero ahora se daba cuenta que aunque inteligente, actuaba siempre de forma caótica, y más como distracción de lo realmente importante, como el mago que distrae con una mano pero hace el truco final con la otra.

De modo que cuando el payaso apareció al otro lado de la puerta, el Fiscal ni se inmuto. Dejo que soltara su perorata, mientras el observaba la sala blindad en la que parecían haberse quedado encerrados. Ni cuando McCoist entró en escena, como autómata al servicio del payaso, Threev le presto la menor atención.

- ¡Dejad de seguirle el juego al Joker, agentes, y centrémonos en salir de aquí y cargarnos a ese desgraciado!. - Luego, dirige su mirada sobre Taylor- Taylor, vigila la puerta, y si ves que McCoist intenta algo, descarga tu ira sobre él y... ¡vuelale los sesos!

Despues, dirigiendose a Adams le espetó: si, ya lo se, soy un monstruo, me odiais y vais a matarme, bla, bla, bla, de acuerdo, ¡pero ahora concentrémonos en terminar para siempre con Joker!

Tras el incidente de los monos, superado sin pena ni gloria, todavía con la mente atacada por lo grotesco de la escena, por fin, lo tenían frente a ellos. Ese grandísimo hijo de puta por fin había hecho acto de presencia y seguía creer dominando la situación. Taylor saca fuerzas de nuevo de donde no las hay para convencerse a sí mismo de que no es así, de que no puede ser así.

- A dónde te voy a llevar, maldito psicópata no necesitarás el jodido bronceador - le suelta al Joker antes de que este deje la estancia.

Y es entonces cuando el payaso suelta su penúltimo as en la manga. McCoist. Totalmente dominado por las malas artes del Joker parece dispuesto a todo con tal de cargar contra ellos. Sus órdenes son claras y no parece mostrarse dispuesto a vacilar en ellas. Ese cabrón se ha hecho con juguetes muy sofisticados y si no lo detenían pronto quien sabe que más podría lanzarles.

Taylor mira a Adams que intenta en vano convencer a Freddy de que debe volver al bando de los buenos, al único bando posible cuando se juega con el Joker.

- Amigo, me temo que este no nos va a escuchar demasiado.

No sabía cuanto tiempo tendrían hasta que Freddy pudiera llegar hasta ellos. Ignorando los comentarios del de la fiscalía, quien con cada nuevo gesto iba agotando un poco más la paciencia de Taylor, el detective coge el revólver y se dispone a apuntar si la ocasión lo requiere y sea posible a las rodillas de Freddy,

- McCoist, hijo, estáte quieto, hijo. No sé que te habrá hecho ese cabrón, pero le haré pagar por ello.

McCoist parece reaccionar brevemente ante las palabras de Taylor, pero debe suponerle un gran esfuerzo mental ya que su rostro se llena de sudor. - Co... Corred. Pegadme un tiro antes de que... -

Y levanta su arma para disparar a la cabeza de Taylor. Por suerte, el vidrio de seguridad detiene la bala, que queda atrapada entre una maraña de trocitos de cristal. Taylor se aleja de la puerta con los ojos desorbitados. Sin duda, McCoist está bajo la influencia de uno de los aparatos del Sombrerero, al igual que Gordon. Nuestros protagonistas deciden acceder a la nueva cámara en busca de una salida menos arriesgada que la puerta acorazada.

Recorréis el estrecho pasillo anexo a una cámara hexagonal muy parecida a una cúpula. Una vez en su interior descubrís que debe tratarde de una cámara de prueba de material tecnológico avanzado.

En la parte inferior de las paredes se alojan componentes que parecen formar parte de algún traje de asalto o militar. Quizá para grupos de élite o fuezas especiales que puedan costearse semejante equipo. Una mesa con una gran pantalla en su superficie permite acceder a la base de datos de los resultados de las pruebas de rendimiento. Un gran cilindro parece ser una cámara estanco donde se somete a los diferentes materiales a las pruebas de desgaste. El diámetro interior alcanza el metro y medio y se puede acceder por una puerta neumática que presuriza la cámara. Lo más urgente en vuestra mente es localizar una vía de escape para continuar con vuestra misión. Pero, a simple vista, no hay más acceso que por donde habéis entrado.

A unos escasos metros, oís un ruido metálico. Según parece, McCoist ha encontrado un objeto con el que hacer palanca aprovechando los dobleces de la puerta. Podéis oir sus gemidos de esfuerzo en su empeño de abrirla...

Viendo como McCoist consigue encontrar un medio para entrar a la sala acorazada, y que ni Taylor ni Adams paracen ser conscientes de lo arriesgado que es dejarle con vida, Threev no duda en, con fría calma, levantar su arma, apuntar a la cabeza de McCoist, y disparar para eliminar el peligro que el agente lobotomizado supone.

¡¡¡BAAANNGGG!!!

El disparo resuena en la cámara blindada como un trueno.

El detective salió corriendo junto a sus compañeros hacia la cámara hexagonal, un gran espacio, decorado con una mesa, equipos de asalto, una pantalla y un cilindro que seguramente se usaría para hacer pruebas. Adams movió los ojos hacia cada rincon de la habitación mientras su cerebro trabajaba con rapidez. No había salida aparente.

Pero Frank no lo dudó corrió hacia la mesa donde se encontraban los equipos de asalto, y, esperando que las pruebas de rendimiento fueran buenas, se armó rápidamente como pudo. No se preocupó de que el traje le quedara a medida ni elegante, simplemente se vistió con la mejor protección que podía con la mayor celeridad, el tiempo era oro.

- Nos esconderemos, cuando McCoist entre, le sorprenderé y le quitaré la pistola, intentaré inmovilizarle pero necesitaré ayuda, una vez en el suelo, le quitamos la mierda esa que tiene en la cabeza, y si está pegada seguro que nuestro amigo chispitas puede joder el aparato. - Decía el detective mientras se equipaba, al final de la frase miró hacia Threev esperando que se hubiera dado cuenta de que chispitas era él, pero lo que vió no le gustó.

La mano del ayudante del fiscal estaba demasiado cerca del arma, el brazo tenso y en los ojos declaraban que pensaba abrir fuego contra el detective.

- No nos jodas Threev, no quiero cambiar un psicópata por otro...-

Acto seguido, el detective se ocultó detrás de la esquina izquierda que daba al estrecho pasillo por el que habían venido. McCoist era diestro, así que le costaría más girar el brazo hacia el detective cuando le asaltara...esos segundos eran cruciales...

- ¿Te has fijado si Freddy iba armado con algo parecido a lo que hemos visto por aquí? - le pregunta Taylor a Adams antes de que se esconda para dar ejecución a su plan. Sabía que el chico no pararía hasta cumplir la voluntad del Joker, aunque eso chocara con la suya propia. Jodido payaso... pagaría por todas las vidas que había destrozado esa noche.

Mientras tanto echó un vistazo en el interior de aquella cámara hexagonal. Nunca había visto nada similar. Fruto de la más alta tecnología y diseño más moderno, Taylor comenzaba literalmente a sentirse como un jodido pulpo en un garaje.

- Te estás haciendo mayor para esto - se dijo a sí mismo, mientras buscaba un sitio donde apoyarse unos segundos antes de volver a echar un vistazo por si su perseguidor anduviera al acecho.

Antes de esconderse para no desbaratar el plan de Adams, Sean echa un vistazo al ordenador con las pruebas de rendimiento. Con cara de curiosidad, comienza a examinar los trajes de asalto y las pruebas a las que se han sometido. Demasiado... incluso para un yuppi estrafalario como Wayne esto es demasiado bizarro. No conocía ningún cuerpo que llevara ese tipo de armaduras ni equipos blindados... ningún comando o equipo de asalto pero... a su mente vino la imagen de un tipo solitario, cuyo traje es capaz de soportar las balas y someterse a circunstancias extremas como las que podían aparecer en aquella base de datos. Resopló y meneó la cabeza negando con el gesto. Ni de puta coña, se dijo convenciéndose a sí mismo, obviando esa estúpida y ridícula conclusión.

Adams se empieza a equipar con algún extraño componente en fase de experimentación. No puede hacer uso de mucho ya que están diseñados para incorporarse a un equipo básico la mayoría de ellos. Pero finalmente un prototipo de chaleco dotado de micro placas de una resistente aleación  le da cobertura a su torso. No le queda muy ceñido pero parece que cumple bien su papel. Tras ello, se cubre a un lado de la entrada para apartarse del pasillo. Taylor comprende el plan seguido por su compañero y decide hacer lo propio al otro lado de la entrada. Sabe bien que si no consiguen derribar a McCoist al primer intento deberán dispararle o sus vidas correrán peligro. Va a ser un duro golpe si tienen que derribarlo. Pero el caos actúa dentro de la cámara en forma de Threev. El nuevo autoproclamado Fiscal de Gotham, decide hacer frente a la amenaza de otra forma menos amistosa y desenfunda su arma para permanecer apuntando a la entrada. En el momento en que el detective abra la puerta, una lluvia de balas caerá sobre él.

En ése instante, el comunicador de Dany crepita para dar paso a la voz de uno de los agentes que ha solicitado hace unos momentos y que suben por las escaleras. – Señor acabamos de verle.... - - Sea más preciso agente - - A Batman Señor... Ha subido por el hueco de las escaleras como una sombra - - Recibido agente. Abran fuego contra él, nadie se toma la justicia por su cuenta en mi ciudad. Yo soy la justicia en Gotham – Los dos detectives se miran conscientes de la dictatorial mente de Threev. Éste sigue en su posición pues sabe muy bien qué va a ocurrir. McCoist persiste en su empeño de abrir la puerta acorazada cuando una sombra pasa a gran velocidad vista a través de la pequeña ventana de la puerta. No hay rastro del detective. Threev sonríe malévolamente. – Vamos, da la cara... – La capucha se asoma por el vidrio agrietado. Una voz seca se manifiesta a través de las pequeñas oquedades de la puerta.  – He oído que hay un nuevo Fiscal en Gotham. Pronto ha quedado Usted encerrado en una celda. Casualidad o predicción del destino? – Se lleva su mano enguantada a la máscara y activa un visor capaz de ver a través de los materiales. – Detectives, su compañero está bien, tardará un tiempo en recuperarse. Yo me encargo del Joker, encárguense del comisario. Está custodiado por el Sombrerero. Terminen su misión –

Los agentes de Threev hacen acto de presencia y se quedan paralizados unos instantes al ver al hombre murciélago. Batman arroja una cápsula al suelo y se produce una nube de humo. – Detenedle muchachos! - - Aquí! – El humo se disipa y uno de los agentes está sujetando el cuerpo incosciente de McCoist. Nada queda de Batman.