Partida Rol por web

Ya había caído el anochecer a esas alturas, y el frío de esas horas calaba bastante. Con la cautela usual que tenías, fuiste acercandote a la casa. La tienda estaba de puertas cerradas, y dentro las luces apagadas, lo cual fue bastante decepcionante.

Pero al dar vuelta la calle para ver el resto de la pared de la casa pudiste observar que otra puerta seguramente mas "particular" para el hogar estaba entre-abierta. A unos metros del lugar, sentada en un banco largo de piedra pegado al muro, estaba aquella mujer, la madre del cazador. Tenía un abrigo grueso puesto, y cargaga al perro que otrora fue de Jane Gray. Pero no estuvo sola mas de unos segundos, ya que la puerta se abrió con cuidado y alguien mas conocido para él salió también al exterior. Gracias a la iluminación de las farolas de la calle, pudiste ver sin dificultad que se trataba de Nauj.

En este periodo de tiempo que ha pasado, puede apreciarse ahora que Nauj se aleja dela señora, a dar una vuelta por los alrededores. Una oportunidad perfecta para abordarle, sin duda. Aunque también la mujer se ha quedado sola, por las cercanías esta la siempre molesta guardia, velando por la seguridad aún a estas horas. No por nada esa era una de las ciudades mas seguras...

Por las cercanías se escuchaba el ambiente animado de una taberna, música de piano y llegaba el particular aroma del tabaco. Seguramente el establecimiento no estuviese lejos. Otra opción, por supuesto, era seguir vagando por la fría calle, o buscarse algun sitio donde pasar la noche.

Bolg se había quedado escondido y dubitativo ante la presencia de Nauj ablando con la mujer. No sabía que decirle a su amigo, y no quería que lo convenciera para que volviera con él, no al menos mientras Inzar estuviera a su lado.

La mente de Bolg, no paraba de maquinar planes descabellados para ejecutar su venganza. Las horas pasaban, y decidió buscar un lugar cercano, pero a suficiente resguardo de los elementos.

Una luz pareció ir creciendo en su retorcida mente de goblin. Si no podía acabar con Inzar, tal vez pudiera acabar con su madre. Si aquella idea le gustaba cada vez más. Una cruel sonrisa de dibujó en el rostro marcado del pequeño guerrero.

La idea era simple, y a la vez compleja de realizar, pero el tiempo, parecía que le sobraba. Lo primero que haría a la mañana siguiente, era conseguir los ingredientes necesarios para prepara un potente veneno. Por suerte, los venenos que conocía, no necesitaban de preparativos demasiado refinados.
Una vez hubiera conseguido la mezcla, la idea era escabullirse en la cocina de la mujer, y verter el veneno en su comida. Con un poco de suerte, el brebaje haría su efecto, y si no, podría rematarla con relativa facilidad.

El rostro y los ojos de Bolg centellearon ante su idea de venganza, hasta su amigo Nauj hubiera encontrado desconocida la expresión que ahora se dibujaba en la cara del goblin.

Conforme se perdía en sus pensamientos y sus pasos avanzaban, podía ir apreciando que dormir en la calle no sería nada acogedor. Quizá en el campamento de refugiados le dejaran sitio, aunque corría riesgo de encontrarse con el soldado al que le había dicho sobre ayudar en el lugar. Aún le quedaba dinero claro, y eso le abría la opción de pasar otra noche confortable en una habitación. "El ratoncillo" estaba algo lejos, pero nada del otro mundo. En ese momento pasaba por delante de la animada taberna, dejandola de lado. Aunque empezó a notar que tenía algo de apetito ya, despues de todo practicamente no había probado nada en todo el día.

Su complot tendría que esperar a la hora del desayuno seguramente.

Bolg llevó sus pasos hasta el campamento de refugiados, con un poco de suerte conseguiría algo de comida y refugio para esa noche. Pues el poco dinero que tenía, se lo había dado a Nauj, y solo le quedaba el colgante que había encontrado tras matar al ogro.

Con un simple rincón se conformaba, y un cualquier comida sería buena. Pues era un goblin, y estaba acostumbrado a comer mal, y a dormir sobre la fría piedra. Si, y con las fuerzas recuperadas, pondría en marcha su plan.

Había algo que también preocupaba al guerrero, había crecido en su cabeza la idea de que Nauj estaba en peligro. Al principio no le presto atención, pero una vez que sus ideas se sosegaron, y su plan ya había sido trazado, tuvo tiempo de pensar en ello. El maldito drow tenía la intención de acabar con él, y eso Bolg no lo podía permitir. Mañana, sin falta, tras conseguir los componentes necesarios para el veneno, y prepararlo, intentaría localizar a su amigo discretamente, y advertirle del peligro.

Por esas horas el campamento estaba sumido en el silencio. Huyendo del frío, la gente de allí se había refugiado o bien en las viviendas, en tiendas de campaña, o simplemente alrededor de una de las múltiples fogatas que ahora estaban saplicadas por aqui y por allá en aquel lugar. Había guardia también allí, valga la redundancia, pero se limitaban a sus rondas sin molestar el descanso ajeno.

Podía ir a intentar averiguar por un lugar en alguno de los complejos para habitar o quizá acurrucarse cerca de alguno de los fuegos con relativamente pocas personas alrededor. Al menos estas parecían las mejores opciones en cuanto al descanso. Algunos estaban cocinando, podía percibirse el aroma de carne asada, pescado y hortalizas entre otras.

El pequeño goblin se acercó al primer fuego acogedor que vio. El frío se le calaba en lo huesos, y quería reconfortarse con el calor de la crepitante hoguera. Deslizándose en las sombras, se plantó junto al fuego, y saludó con un ligero movimiento de cabeza a los allí presentes.

- ¿Podrían darme algo de comer? Soltó repentinamente ante la atónita mirada de los comensales. No estaba muy acostumbrado a tratar con pataslargas, y no sabía muy bien como reaccionarían. Por eso mantenía su guardia alta, aunque no más que de costumbre.

En aquella pequeña congregación estaban sentados solo dos individuos un hombre bastante grande aparentemente humano, al menos con esa escasa luz y en esa pocisión. A su lado, manipulando unos cuantos pinchos con vegetales y carne entremezclados estaba una chiquilla en una edad bastante tierna, probablemente oscilando apenas los 11 años.

La niñita se volteó curiosa mirandole y luego esbosó una sonrisa ámplia.

-¡Eres pequeño! -comentó animada, al parecer comparando a ojo su altura con la tuya- ¿Te sientas con nosotros? -ofreció.

El hombre le contestó apenas con un gruñido gutural, pero al parecer tu presencia le era indiferente.

- Zi, zi. Me quedaré aquí, zi no oz importa... El pequeño goblin miró a la cría humana con cierta curiosidad, al parecer no le intimidaban ni su fea cicatriz, ni el montón de hierro que portaba encima.

- Tengo hambre... añadió el guerrero mientras se acomodaba junto al fuego.

Echó una rápida mirada al hombretón, sopesando la amenaza que supondría en una hipotética pelea. Aun así, no tenía demasiadas opciones, así que se resignó con la compañía que le había tocado.

- ¿Me daráz algo que comer niña? Los ojos del goblin volvieron a buscar la mirada de la cría humana.

Se veía en efecto que la churumbela estaba bastante desenvuelta paracontigo. Tenía una sonrisilla tímida pero alegre, y señaló los pinchos. Ahora, mas cerca y prestandole mas atención se le podía ver bien la ropa, común entre humanos. Una camisilla de tela café sobre la cual había un saco pequeño y mono, pantalones hasta el tobillo de piel peluda para el frío seguramente, y mas abajo calzaban los pies unos botines de cuero. Ojos verdes y despiertos se encargaban de escrutar los comestibles y una pañoleta estaba en la cabeza, sobre el cabello claro.

-No estan listos del todo, pero si no te molestan las verduras crudas y la carne a medio cocer -hizo una mueca de asco- puedes comer lo que quieras, ¡hay mucho! Pero esta caliente también. Ged come bastante así que siempre hago de mas para envolver lo que queda como provisiones, pero hoy comelas tu.

Aquella ciudad resultaba hasta cierto punto agradable en cuanto a la hospitalidad y el trato respetuoso. Aunque fuera de ella todo siguiera su despiadado rumbo, en aquella burbuja de cristal las cosas tomaban rumbos completamente distintos. Y apreciar que el hombre que estaba sentado a un lado fue una buena prueba de ello. Tenía las orejas punteadas, pero el parecido con los pueblos elfos llegaba hasta ahí. El resto de los rasgos eran algo (bastante) bestias: gran nariz y mandíbula cuadrada, cabello enmarañado, incisivos que recordaban vagamente a los de un jabalí...

Traía puesto un abrigo de piel bastante rústico a los hombros, acompañando a una camisa que a todas luces estaba hecha de la piel de otro animal mas, al igual que los pantalones, que acababan donde a la vez comenzaban unas botas metálicas que delataban pies de buen tamaño.

"Ged" como le había llamado aquella cría, añadió solo otro sonido a la charla.

- Graciaz niña. Dijo el goblin haciendo una sonrosa demasiado exagerada. - Con poco me conformo. Y era verdad, pues aunque tenía el sentido del olfato extremadamente desarrollado, el del gusto no era el más fino del guerrero goblin.

Mientras tomaba los pinchos y se dedicaba a comerlos ávidamente, observó de reojo a aquel tipo extraño. Se parecía más a una bestia que a un humano. Pero Bolg le gustaba meterse con la gente por su aspecto, y aquella niña parecía cómodo junto a aquel tipo, así que no le dio demasiada importancia. Aunque la curiosidad le picaba, ahora mismo, no tenía ganas de hablar con nadie, su mente estaba enfrascada en otros menesteres, que para él, eran más importantes.

-¿Te agradan? Conforme pasa el tiempo los hago mejor -comentó orgullosa la pequeña, comprobando algunos de los que parecían mas cocidos y agitandolo algo para que se enfriara.  Tras unos instantes, probó apenas y tras comprobar que su temperatura era la correcta yque estaba bien asado empezó a comerlo bastante mas lentamente que tu.

-¡Me llamo Thara por cierto! Llegamos hoy y no habíamos hablado con nadie a parte de con esos -señaló a un guardia que pasaba distraído algo lejos de allí. Iba cogiendo algo de confianza, y parecía bastante abierta al parloteo.

- Zi, zi, estan muy ricoz. El pequeño goblin volvió a forzar una sonrisa, pero su expresión era más relejada. El tener el estómago lleno, y la cuerpo caliente le ayudaban en a socializarse.

- ¿Habéiz llegado hoy? ¿Dezde donde? Mientras realizaba su pregunta devoró ávidamente otro pincho de los que le había ofrecido la niña.

- Yo llegué ayer... Con un amigo... El rostro del guerrero se ensombreció un instante al recordar los buenos momentos junto a Nauj, pero la sombra solo duro un instante antes de volver a centrar su mirada en la cría humana.

-Venimos de Orem. Bastante ha costado llegar aqui, pero solo estamos de paso.

Se veía soñolienta desde hacía rato, normal siendo tan pequeña seguramente. Bostezó cubriendose la boca tras haber comido por completo uno de los pinchos. El hombretón que estaba su lado estaba devorando a un ritmo alarmante unos cuantos también, amenazando con acabarlos de un momento a otro.

-Tengo que encontrar a alguien a bastante mas andar de aqui, en unas cuevas subterraneas. ¿Porque estas solo si usualmente deberías ir con mas como tu?

Esa última pregunta revelaba que quizá supiera algo mas de lo que parecía sobre tu especie.

- Bueno, es largo de explicar... Pero buzcaba a una perzona, y al encontrarla, no pude cumplir mi cometido... Una mueca que pretendía ser una sonrisa se dibujó en el rostro del pequeño goblin. - Era algo que tenía que hacer solo... Y aun debo cumplir... La mirada del guerrero se centró un instante en la comida que tenía en sus manos, como si su mente se perdiera en sus propios pensamientos.

- ¿Y a quien buscáiz vosotroz? Tal vez oz pueda zer de ayuda, he viajado por eztaz tierraz y he vizto algunas gentez y lugarez. El interés de Bolg, y sus ganas de prestar ayuda, parecían sinceros, al menos de momento.

-Busco a un ermitaño que dicen que vive en las cavernas subterraneas. Necesito aprender sobre hierbas con él, de donde vengo necesitamos mucho ese conocimiento, hay mucha gente que esta enfermando a causa de una enfermedad local. Sabemos que se trata con una raíz de Adies que crece en los alrededores, pero el herbolario local ha muerto sin poder pasar el secreto a nadie. La medicina se agotó rápido y aún queda mucha gente que la necesita. Por eso yo y varios mas salimos a buscar un conocimiento de esa clase, para tratar correctamente las plantas y aprovechar sus propiedades. El medicamento era una especie de líquido, y por mas que hay quienes se comen la raíz sin mas, no les causa efecto. Tiene que ser de un modo especial...

Ahogó un bostezo, luchando contra el cansancio.

-Los curanderos no sirven de nada allá, ninguno ha podido contra la peste. Yo partí hacia aqui y en eso estoy...explorar las cavernas va a ser duro, creo...

- Conozco a un tipo que zabe mucho de plantaz... Tal vez mañana pueda acompañaroz a verlo. Bolg se quedó unos segundos pensativo, intentando vislumbrar si la idea de llevar a esa niña ante Nauj sería apropiado.

- Con un poco de zuerte pueda ayudaroz, y no hará falta que recorráiz medio paíz buscando eze remedio... Dicho esto, el pequeño guerrero dejó que la niña fuera a descansar, pues era tarde, y realmente parecía necesitar dormir.

Por su parte, Bolg se acurrucó cerca del fuego, buscando su calor y protección, mientras intentaba conciliar también el sueño.

-¿En serio? Es...¡fantasico! Te lo agradecemos mucho, como te llames -comentó sumamente animada.

Viendo que quería dormir, y también queriendo hacer lo propio ella, le dejo en paz por el momento. Durante un rato se pudo ver que charlaba bajo con el bestial hombre que le acompañaba, aunque gesticulaba mas para que comprendiera. Luego, en aquella fogata, una verdadera bendición que espantaba el frío abrazo de Zanda en aquellos momentos, pudiste conciliar el sueño sin mayores percances.

La mañana había llegado, y te despertó el ruido del ajetreo diario. La gente ya estaba de acá para allá caminando y atendiendo sus cosas, la niñita de ayer ya estaba despierta y procurando recoger sus cosas y la bestia humana que le acompañaba simplemente le miraba. Como siempre, el frío era la nota habitual, y podía ver su aliento como vaho. ¿Cuanto había dormido? No lo sabía a ciencia cierta, pero se sentía sumamente a gusto con el buen descanso que había tenido, cerca de la fogata.

Bolg se desperezó sonoramente, y con celeridad se incorporó y miró nerviosamente a su alrededor. Todo parecía estar bien, y el pequeño goblin volvió a su estado natural, que poco distaba del exhibido al despertar.

Buscó con la mirada a la niña que tan amablemente le había dado de comer. -Niña, ¿Quieres que ir a ver a mi compañero? ¿Aun te fías de mi?

Mientras hablaba, el pequeño guerrero intentaba discurrir si aquello sería realmente una buena idea.