Partida Rol por web

- No sirvo ni protejo salvo mi propia vida, como muchos intentan hacer. La diferencia es que hasta el momento he tenido éxito - dije haciendo ademán de sentarme a su lado. - Soy un oficial, un comandante. Por eso tengo el privilegio de marcar mi propio camino. Aunque tú también tienes ese privilegio... ¿Hacia donde te diriges?

Tal vez lograra tener una nueva espada a mi servicio, aunque sería caro, tal vez mereciera la pena. Sin saber apenas a que nos enfrentabamos, necesitariamos cuanto más apoyo posible

"Y aquellos dos perdiendo un tiempo precioso allí arriba..."

Tras cruzar la puerta de la habitación indicada antes, tuviste el presentimiento de que les habían dado una habitación de las buenas para asearse. Bien ornamentada y espaciosa, Una alfombra de tejido vistoso estaba por el centro del lugar, formando con sus hilos la imágen de una camada de cachorros. Por la pared occidental estaba dispuesto un escritorio de roble y una respectiva silla. La ventana encima del escritorio estaba con las cortinas abiertas para dejar entrar la luz, y por ello las lámparas de cobre que pendían de soportes de las paredes estaban en ese momento apagadas.

A parte de una cama matrimonial con sábanas color salmón y un armario para ropa de aspecto provecto, podía apreciarse un umbral abierto hcia atrás. Los azulejos que comenzaban desde allí hacia el interior del pequeño cuarto aledaño daban la idea de que era el dichoso cuarto de baño.

Una de las puertecillas del armario estaba abierta a propósito dejando ver una docena de toallas cuanto menos, aparentemente los empleados habían preparado todo para que pudieran tener lo que necesitasen en aquella habitación.

Nathan levantó la vista unos instantes, observandote fijamente sin ningún recato como parecía ser su costumbre.

-Sigo la senda de la espada. No tengo un rumbo fijo, solo busco rivales dignos. Será mejor que sigas el tuyo propio.

Lo último fue dicho en un tono que no pudiste discernir. ¿Te aconsejaba? ¿Te amenazaba? ¿O quizá solo te daba una indicación sin opción a rebatir?

Al poner un pie en el interior de aquella habitación, los recuerdos de la noche anterior surgen en mi mente y por ello, doy un suave apretón a la mano de Seryu.

Con lentitud, suelto su mano y me adentro a la habitación primero que él; camino por ésta, recorriéndola a paso lento, contemplando y memorizando cada detalle y sonriéndo por la camada de cachorros que decoraban el centro de la alfombra.

Dejo el blanco y pesado abrigo encima del escritorio. Comienzo a girar la cabeza, con los ojos cerrados y masajeo los hombros con mis manos, sin duda, estaba cansada.

Lo miro por encima del hombro, sonriéndole y estiendo una de mis manos -¿Te quedarás ahí observándome? Ven aquí...-

Me apoyé sobre el respaldo de la silla que ocupaba, con una sonrisa en los labios. Mejor no trabar un nuevo combate. Mi humor no estaba para ello, y aquellas gentes tampoco. Aunque sin duda sería interesante, dudaba de que aceptara un duelo amistoso

"Este chico es una intriga en sí, rara vez vi a alguien tan dedicado"

- Bien, chico, continúa tu camino - le dije sin dejar de mirarle a los ojos - Pero no te olvides de vivir. Si te olvidas de eso, que seguro estás en camino para ello, estarás perdido

Me levanté, decidido a subir a la habitación, y averiguar que estaba pasando entre Shadar y Azur. Realmente tardaban mucho tiempo, y no nos sobraba en absoluto. Me preparé para una sarta de quejas y otras dicharacherías varias que no llevarían a nada útil, pero había que hacerlo

 El muchacho de cabello rubio quedó completamente absorto ante aquella habitación: Era grande, y muy bien decorada. Era, realmente, muy acogedora.

No se había movido ni un palmo, contemplándolo todo. No le hacía falta dejar nada: Lo unico que llevaba era aquel bastón, y lo dejó en una pared apoyado. Fue entonces cuando ella le comentó de estar a su lado, y el, no dudó un segundo.

Sonriéndole, se acercó lentamente, tomándole la mano que tenía estirada y acercándose a ella. No dijo nada, solo se quedó mirándola intensamente, y luego acarició sus labios con los de él, fragilmente, como si los labios de Syara fueran de cristal y tuviera que tener mucho cuidado. Cuando acabó con aquel leve roce, se separó algunos centímetros, muy escasos, de los labios de ella.

-Necesitaba esto...

Susurró, a la vez que una de sus manos se posaba delicadamente por el rostro de la chica, acariciándolo de manera dulce y sencilla, sin movimientos bruscos, ni rápidos..

Aquel roce de sus labios en los míos, hizo que mis ojos se cerraran de forma instintiva y lenta. Un suspiro escapa de mis labios y los latidos de mi corazón aumentan su ritmo, delatando lo que sentía en aquel momento; no sólo era emoción, sino también necesidad de él.

Dejo escapar un suspiro más ante el tacto de su piel en mi mejilla. Froto mi mejilla con su mano, disfrutando aún más de aquellas estupendas caricias.

Esbozo una sonrisa como respuesta a sus palabras, disfrutándo del roce de su cálido aliento en mi rostro y mis ojos comenzaban a abrirse lentamente, para encontrarse con aquellos penetrantes ojos azules suyos... aquella mirada que me había cautivado desde el primer momento de nuestro encuentro.

Mis manos se posan sus mejillas y acorto la distancia que nos separaba -Lo necesitábamos...- susurro antes de fundir mis labios a los suyos.

Absolutamente todo el ambiente fue roto por un rugido apagado, y un poderoso batir de alas que se escuchó con una claridad atronadora. Los sonidos típicos y naturales del pueblo y del local parecieron verse apagados por aquel estruendo repentino, que provenía del exterior de la posada.

 Estaba tan cerca....

Sus palabras habían llegado a el y habían arrojado luz en su corazón. Un beso que los une....y todo acabó

Un ruido estropeó la escena: El rugido de algo inhumano lo despertó completamente de su ensueño, y de la magia del momento, mientras que ahora miraba hacia la ventana, separándose algo de ella. Trataba de abrir la ventana, si es que había, para tratar de observar la escena desde allí. Estaba algo agitado y no dejó de aferrarla de la mano.

-Eso....no ha sonado como algo normal. Debemos de volver cuanto antes con el grupo, pequeña. Algo me dice que estamos en peligro..

La vista del exterior era sencillamente inquietante, y quizá hasta aterradora: en el medio del pueblo había aterrizado una criatura impresionante, un dragón de mortecinas escamas grises. Con sus ocho metros de largo y movimientos pesados y bruscos, lo mas insólito es que traía un jinete encima. Un hombre de porte elegante, cabellos castaños y mirada marcadamente esmeralda.

Mis ojos se habían cerrado instintivamente al sentir el ligero roce de sus labios y su cálido aliento rozar mi rostro.

Había deseado aquel momento, tener nuevamente un encuentro como el de aquella noche inolvidable, donde habíamos sido uno; mente, alma y cuerpo... estaba tan cerca de tenerlo nuevamente en mis brazos...

Aquel ruido hizo que mi amor se apartara de mí. Muerdo mi labio y frunzo el ceño, molesta por aquella interrupción. Deseaba retroceder el tiempo, estar nuevamente a centímetros de sus labios, para luego detener el tiempo y olvidarnos del exterior, del mundo y ser solo él y yo.

Rosoplaba aún disgustada por la interrupción, pero sostenía su mano y lentamente, arrastrando los pies desanimada, me acerco a su lado, contemplando el exterior.

Tras ver la criatura montada por un hombre bastante elegante, asiento a las palabras de Seryu, apretando un poco su mano, sintiendo pena por tener que regresar.

Tras un largo suspiro de tristeza, me acerco a él, mirándolo a sus ojos -Tendremos que posponer éste encuentro...- susurro rozando su rostro con el dorso de mi mano -No permitiré que nada te ocurra, si tengo que dar mi vida por ti, dudaré en hacerlo ni por un segundo...- le sonrío y ahora contemplaba sus tentadores labios -Cuidaré de ti y cuando todo ésto terminé, continuaremos...- y dicho ésto, fundo mis labios en los suyo.

 El chico le sonrió, apretó su mano y correspondió al beso, pero no había tiempo de más. Así que aferró su baston mientras arrastraba consigo a la muchacha y cerraba la puerta de la posada. Acto seguido, bajaría hasta donde se encontraba aquel individuo o forma extraña.

-Vamos. No podemos dejar a los demás, o quizás son ellos los que nos hayan dejado a nosotros. En ese caso seguiremos el camino solos. No tengo miedo.

Aceleraba sus pasos, pero no la soltaba: La necesitaba para poder continuar con su viaje.