Partida Rol por web

Me dirigia con paso decidido hacia la puerta, cuando uno de nuestros anfitriones se detuvo a hablarnos, poco antes de que un hombre con aspecto del norte nos hablase. Luego de que el hombre importante hiciese lo que claramente es una pregunta, contesté lo unico que podia decir acerca de su discurso:

 - "What?"

Miro alrededor mio viendo si es que hay alguien que pueda traducir lo que dijo.

 -.Tal vez el este?.-Ansgar miró a los demás, esperando una respuesta y evaluando al resto de vástagos, al parecer extranjeros en la ciudad.

Una vez equipados, los vástagos de estos dos peculiares grupos salieron en dirección a su destino una vez el Senescal les dió un último mensaje del Principe: "Aquel que traiga una prueba de la muerte de un VII será recompensado con creces".

Con esas palabras en la mente, el grupo de Tarek el "Leal" y el de Alatos el "Horror de Acero" partieron en sus respectivas direcciones, bajo una noche que auguraba muerte y sangre. Todos en mayor o menor medida tenían sus armas a mano, sus espaldas vigiladas y sus dioses en sus pensamientos...

"...Pero hay cosas en la noche peor que unos cuantos bandidos o alborotadores"

Paseaba inspeccionando el cuchillo que le había sido lanzado, aunque no lo miraba del todo, miraba más al infinito que al cuchillo en sí. Pensaba en todo lo que había ocurrido esa noche,  el tipo muerto que ella tenía que haber protegido, el asesino que tenía una clara sospecha de quien era o podía ser. Sabía aún así que era totalmente inútil perseguir a aquel asesino aunque herido, sabía bien poco de él, y aún así debía ir a informar a "sus superiores". Así que se dirigió al caballo, montó y rápidamente se dirigió hacia donde estaba la mujer a la que debía informar.

La Consejera escuchó el relato sobre el encuentro con los Asesinos con sumo interés, mientras Lydia se deshacía en detalles sobre la situación, el enemigo, el arma... Y el colgante. Aunque la joven Sombra no lo hubiera dicho hasta el momento, Artifex temblaba por dentro como ella, ante la posibilidad de que esas maquinas de matar estuviesen cerca.

- Me has servido muy bien joven Lydia, ahora ve a buscar al grupo del árabe y tráelos de vuelta, nuestro Príncipe necesita hablar con ellos... Por hoy basta de cazar bestias asquerosas. Ve y prepárate para tu cometido... Oh, y gracias por tu presteza. - Dijo con una sincera sonrisa. La Sombra no podía negarse a pensar que quizás había encontrado a una patrona poderosa en la consejera del reino. E intentando despejar su mente, se encontró preparandose para salir de nuevo, y una leve pasada, provocó que su piel de porcelana tocase la daga del asesino, una extraña sensación que la hacía sentirse confusa.

Vio como aquella mujer que parecía ser tan importante, temblaba ante la mención de lo ocurrido, no parecía ser buena señal, quizás más tarde se ocupase de investigar más por su cuenta de aquel "asesino".

Asintió a Artifex, la misión que ahora la requería no parecía muy difícil, conducir al rebaño de nuevo hasta allí, no parecía difícil, aunque igual alguna de esas ovejas no fuera tan conformista, como ella esperaba. Así que sin más se dirigió hacía el lugar donde se encontraban.

Tras la caza de los Cultistas, nuestros protagonistas volvieron al Palacio en Villa Tortossa, para tener audiencia privada con el Príncipe. Había que exponer lo acontecido en esta aciaga noche, relatar el crecimiento de actividad cultista, el interés de VII en posar su sombra alrededor de la ciudad. Todos los presentes tenían en mayor o menor grado de ostensibilidad un gran temor cerca de su no-muerto corazón. El Principe de Jerusalén, como siempre con su máscara, habló claro desde su asiento entronado, tal como en la llegada a la Ciudad por parte de los protagonistas:

- Habéis servido bien a mi Reino, amigos mios. Pero los enemigos que esta noche habéis combatido no duermen, no descansan, cuando se trata de amenazar nuestros progresos e intentos de paz. En buena hora, habeis llegado para poder poner fín a tamaño mal. Ahora, debo pediros un servicio que espero que todos aceptéis. Avisad a las Alianzas de lo ocurrido, investigad lo sucedido y traed o matad a los culpables... ¡Sin piedad! -El Principe recuperó la compostura.- Todo el que acceda, gozará de mi gratitud y de beneficios, podeis contar con ello. ¿Alguna duda?

La noche era avanzada cuando volvimos a Villa Tortosa después de la caza de cultistas. Mis hachas aun goteaban sangre, fluido que no solo manchaba mis armas, sino también gran parte de mi cuerpo. Al llegar, entregué mis armas como era costumbre, me limpié a pesar de no estar acostumbrado a esa conducta de gente elegante e ingresé en la reunión.

Mis costumbres son rústicas, al igual que mi Ingles mal hablado y mis métodos. Cuando se nace en la pobreza, se cría en la delincuencia y solo se conoce el oficio de soldado, en el que se mata porque es el trabajo y solo se disfruta del pillaje posterior, los modales sobran.

Después de escuchar las palabras del Príncipe sin entender nada y la posterior traducción al Ingles, le respondo a su majestad en voz alta, con mi puño derecho en el pecho:

 - "We found some trash in the streets, nothing we can't clean."

Sonrío con evidente malevolencia de haber disfrutado de la matanza de los cultistas, para luego continuar, aun más orgulloso:

 - "I'll follow and obey you in this mission and anything your Majesty orders me. Be assured."

Luego se escuchó que los traductores pasaron mis palabras al latín y a los otros idiomas de los presentes en la reunión, de tan diversos orígenes como en el mundo conocido hay. Me mantengo firme mientras mis palabras traducidas resuenan en el lugar, pues estoy orgulloso de pertenecer a esta alianza y seguir a hombres poderosos como el Príncipe.

El viaje no fue nada mal,no el combate que Ansgard esperaba...pero algo fue,solo espero en su fuero interno que el proximo vástago no se rompiera en dos como la manteca al igual que este.-Husch...-Susurró en su idioma el gigante cuando entregó su peto y sus pesadas armas a los criados entrando en la sala con una capa de pieles como abrigo.-Príncipe..-Habló en latín con cierto deje extranjero en la voz,animado tal y como la sonrisa en su vampírico rostro demostraba.

Eso ultimo le agradó de sobremanera,encontrar,conocer y sacar de las calles a las ratas que molestaban la paz de su descanso en aquellas tierras...lugar al que por fin estaba comenzado a querer.-está bien,acabaremos con ellos en cuanto se nos presenten oportunidades.-cruzó los brazos sobre el pecho esperando algo más,observando a los demás vástagos¿serian como el?¿tendrían otros linajes o vendrían de tierras aún mas lejanas que la suya?dudas y preguntas cruzaban la mente soñadora de aquel gigante nórdico.

Aun me dolian, bueno podia fingir que me dolian ciertas heridas que me habian inflingido.
Una habia cruzado mi rostro de arriba a abajo y me hubiera echo perder uno de mis ojos si hubiera sido humana. La sangre y el descanso habian ayudado. Vestida con una tunica blanca mas bien casi un vestido podria decirse, como los que usaba cuando aun vivia estaba alli frente al principe. Aun algunos de mis compañeros me causaban intriba sobre todo Alatos, podria ser incluso uno de mis descendientes, hijo de uno de mis hijos.

Hago una leve inclinacion y sonrio.

Mi principe estare gustosa de llevar las noticias a las alianzas y de investigar para vos todo lo necesario. Deberia avisar a mi sire y murmuro algo en gales casi entre dientes Dana arwain fy llaw i ddinistrio fy ngelynion 

Sabiendo el idioma que allí se hablaba normalmente, le parecía un falta de respeto no hablar de manera que el principe la entendiese de sus propios labios, por lo que dejo su lengua materna apartada de momento.

-Mi familia se ve sumamente honroda de servir a su majestad, en lo que este en nuestras manos- aunque realmente esperaba tener otra misión menos bélica y más social, ya habia suficientes guerreros entre mis compañeros.

Asintió ante la muestra de respeto que sus nuevos súbditos (y los no tan nuevos) sentían hacia su persona. Luego, les indicó en tono claro lo que debían hacer:

- Me alegra ver tanto espíritu de entrega entre mis subditos, ahora partid hacia todas las Alianzas de la Ciudad y avisadlas del peligro que corremos. Tenéis mi autoridad para ir en presencia de cada uno de mis consejeros.

Después de escuchar cual es la misión que nos encomienda nuestro Príncipe en este momento, pienso un momento decidiendo a cual iré a hablar. La verdad es que hay varias de esas que no me gustan, pues a pesar de haber sido abrazado y ser ahora una criatura de la noche inmortal, no he perdido lo supersticioso que era como soldado y no me gusta meterme en lo que yo mismo llamo "Casa de Hechiceros y Brujas".

Una vez me he decidido a hablar con los más normales de la lista, insto a uno de los traductores a que pase mis palabras a Latín:

 - "I'll talk to Liberals and tell them about the events tonight in the streets of Jerusalem. Trust me."

Luego miro al resto de los presentes, esperando a que cada uno declare la Alianza a la que irá a avisar acerca del ataque de los cultistas y de como los presentes lucharon contra ellos de forma valerosa y arrojada. El Príncipe debe de estar orgulloso de como le hemos servido y puede estar seguro de que le seguiré sirviendo con igual devoción y lealtad como hasta ahora, siempre y cuando yo mismo obtenga beneficios por ello.

Miró al que empezó primero escogiendo, y sonrió al percibir lo que no le gustaba de las opciones que tenian.

-Yo prefiero el Circulo dela bruja- Dijo sin más, era simplemente el primero que se le había venido a la mente, después de todo era hablar tampoco tenía que ser muy difícil.

Ahora caminar mas, hacer mas cosas y hablar con los consejeros.
Dividirnos no es bueno, no en estos momentos despues de conseguir las heridas que tenemos.
Mi señor si no hay inconveniente ire a ver a vuestro Senescal aunque si alguno de mis compañeros quiere que le acompañe ire despues de que el o ella lo haga.

Me gustaria hablar con Alatos a solas, su sangre podria ser la mia, la de ese hijo que tuve y me arrebataron antes de ser transformada.

Tarek asintió ante el Príncipe y miró a sus compañeros:

- Yo iré a ver a la Hermandad de la Serpiente junto a los que quieran dirigirse allí. Que sea buena idea o no, como servidores de Su Majestad, es algo que no decidimos ni pensamos. Liberales, Lancea, Serpiente y Bruja, al menos hay uno para cada grupo.

Ansgard sonrió ante las palabras de la pálida mujer tatuada.-curiosamente tengo el mismo destino que ella,así que prestaré mi espada en su compañía.-hizo un amago de reverencia y se arrebujó en sus ropas.

Miró al que acababa de hablar, parece que no iría sola, bueno así el viaje sería menos aburrido, solo esperaba que no la retrasase, cuando tena una misión, se la tomaba muy en serio, pero no parecía de esos que se lo tomaban todo a broma, de hecho parecía bastante serio, y una espada más, nunca venía mal.

Asintió a Ansgard, entornando los ojos, y sonrió.

El camino a donde se encontraba el Refugio de los Liberales era tenso debido a lo sucedido un rato antes por las calles de la ciudad. Alatos miraba sobre su hombro mientras caminaba, con sus pasos resonando en las piedras del camino. Creyó ver sombras en dos momentos distintos, pero presupuso que era su imaginación. Finalmente, a lo lejos, vió la entrada al lugar y apretó el paso, hasta encontrarse tocando a la puerta del lugar, de donde un guardia le abrió y le preguntó por el motivo de su viaje, antes de hacerle pasar hasta donde se encontraba su líder, Artifex.

- ¿Qué te trae por mis dominios, guerrero del Príncipe?