Partida Rol por web

El viaje había sido para algunos corto, para otros largo y para otros una eternidad, incluso siendo vástagos. Los carruajes eran vehículos lentos que tardaban semanas o meses en recorrer las distáncias que os separaban de vuestras metas.

Los seis carruajes se paran frente a las murallas de la ciudad de Pest y es donde por primera vez os veis entre vosotros, los elegidos de un patrón misterioso, urdido por vuestros Sires.

Veis como las nubes se alzan por encima de vuestras cabezas, y el suelo está humedo a vuestras pisadas. El olor del grano y el ruido de los comerciantes llegados de lugares lejanos llegan a vuestros sentidos.

Y allí estais los seis, junto con el sirviente de cada uno de vuestros Sires.

Salía tranquilo del carruaje con una sonrisa cínica y un gesto solemne, vestido con ropas elegantes algo holgadas para la comodidad. Tenía el pelo rubio ligeramente corto con una barba poco poblada recorriendo mi mandíbula. Era un tipo de una complexión ligeramente delgada, sin mucha corpulencia que miraba con sus ojos esmeralda al resto de compañeros.

-Vaya vaya vaya...-

Mencionaba en Eslavo oriental mientras los observaba detenidamente.

-Así que seremos compañeros... No se si podréis entenderme- Hice una breve y leve pausa antes de meditar mis palabras, señalándome ligeramente -Vladimir Skorovich- Tras ello hice una leve reverencia y luego miré a los compañeros que allí estaban.

-¿Me entendéis así?- Mencionaba primero en Eslavo -¿Así?- Pronunciaba después en húngaro -¿Quizás así?- Pronunciaba en Rumano y por último -O quizás... ¿Así se comprendan mis palabras, compañeros?- En Báltico

Bajo del carruaje con gesto serio mientras observo la plaza.

Seis carruaje con otros tantos sirvientes y otros tantos vástagos.

-Parece que estemos todos cortados por el mismo patrón, tal vez literalmente...

Escucho al rubio alardear de conocimiento idiomático y decido establecer un idioma lógico para la conversación.

-Estando donde estamos seguramente lo más adecuado sea el húngaro ¿No cree?

Digo en húngaro.

-Mi nombre es Teodor Orzcy, un placer.

Ramírez era, sin duda, la nota discordante del grupo.

A diferencia de sus pálidos camaradas, seguramente de procedencias caucásicas del este de Europa, la tez de Ramírez de procedencia mas al oeste era mucho mas bronceada y estaba mucho mas curtida por el viento y el sol a pesar de su condición de inmortal.

Iba ataviado con ropas modestas y desgastadas, de predominantes tonos azul marino, y sin ningún estilo determinado o calificable, mas bien prendas reunidas de diferentes estilos y modas.

Su largo y descuidado pero negro iba recogido en una coleta no muy bien acabada mientras su larga y desdeñada barba ondeaba al viento de la noche.

Al bajar del carruaje su atención pare ser mas atraída por los diferentes puestos de comerciantes que por sus supuestos nuevos compañeros y permanece ensimismado en sus pensamientos con la mano izquierda reposando sobre el pomo de su vieja espada mientras se atusa la barba pensativo con a derecha.

Finalmente las voces de sus compañeros parecen sacarlo de su ensimismamiento y se decide a intervenir.

-- Soy Sancho Ramírez, a su servicio -- dice a nadie en particular en un húngaro con extraño acento incalificable mientras hace una reverencia y un ademen con la mano derecha

- Y yo que esperaba una cita íntima...

Doy unos pasos seguros hacia mis compañeros mientras gesticulo amistosamente y esbozo una sonrisa lobuna sobre mi puntiaguda perilla a la vez que el bigote púlcramente recortado se arquea formando una expresión afectuosa. Las largas horas de viaje no habían hecho mella en mi sentido del humor.

La capa de viaje oscura ondea a mis espaldas dejando entrever las ropas de cuero negro ajustadas que visto y botas altas del mismo color. Unos pendientes plateados enmarcan las delicadas facciones de un rostro completamente simétrico.

- Lazar Damjanich.

Mi voz suena con una calidez grave que no se corresponde con mi complexión esbelta, y que a su vez resulta del todo natural.

Matei descendió de su carruaje haciendo gala de su noble porte con sus aparentemente sencillos y cómodos ropajes, pero evidentemente eran de bastante buena calidad a juzgar por los oscuros ribetes negros que formaban un complejo dibujo sobre su túnica púrpura oscura. Con todo, su rostro no mostraba la propia actitud grandilocuente de los sangre azul, sino aparecía envuelto en un halo de autoridad del tipo que se gana sangrando y luchando en un campo de batalla.

-Buenas noches, mi nombre es Matei Basarav, natural de Pest. Bienvenidos a Hungría a aquellos que no fuerais de esta tierra.- se presentó formal y rígidamente, enlazando las manos a la espalda pero pareció saludar a cada uno de los presentes con un asentimiento de cabeza. Hablaba un húngaro perfecto propio de quien, como decía, era nativo de la tierra.

Markus es un hombre de complexión delgada, no especialmente atlética, en apariencia en el comienzo de la treintena que viste ropas sencillas y denotan una posición de sirviente bien considerado, quizás como escriba o como contable de algún señor.

Su pelo castaño cae lacio hasta la altura de sus hombros con un corte cuidado.

Sus ojos azules transmiten cercanía y empatía, una sinceridad y calidez que rara vez se encuentra en un vampiro. Su mirada acompaña sus palabras y los gestos de su cuerpo, haciendo que su interlocutor sienta que le está prestando realmente atención plena a lo que dice, no que meramente esté esperando su turno para hablar.

Su un atractivo no destacaría entre una multitud pero tampoco desagrada, aunque a causa de una cierta inquietud interior hace que de inicio no cause una impresión tan buena como pudiera (Apariencia 1).

Tiene un porte seguro de sí mismo, como si en todo momento se sintiera como pez en el agua y supiera cuál es su lugar en la situación. Va pulcramente aseado y bien afeitado. Su piel mantiene aún el color de los vivos y su tacto es cálido (Buen Color); bien podría pasar por un humano hasta al más atento de los vástagos.

Su voz es dulce y suave envuelve a su audiencia casi hipnóticamente, quien se queda prendada de su timbre melodioso (Voz Encantadora), tiene el tono de quien está acostumbrado a estar al cargo y tiene la seguridad de saber que se debe hacer (Líder Nato). Ello unido a su apertura natural y su atención a los demás hace que sea más fácil confiar en él y que las defensas sociales caigan con más facilidad al tratar con él.

Siempre servicial con quien se dirige a él con buena educación, contesta de manera igualmente exquisita. Con quien se dirige con menos educación muestra una paciencia extrema, casi proverbial, no dejando nunca que su compostura se altere.

Al salir de su carruaje mira a todos los presentes. Sonríe para sí mismo cuando Vladimir pregunta si pueden entenderle, pero antes de que pueda demostrar si realmente le ha entendido, Teodor propone con todo el sentido que nos manejemos en Húngaro. Algo atrae irremediablemente su mirada a Lazar, a quien observa fascinado por unos segundos antes de sonreír encantadoramente a tal portento de la belleza que se ha dignado a andar entre ellos. Le cuesta unos momentos más lograr desviar su mirada de aquel para poder dirigirse con educación a todos sus nuevos “amigos” en un Húngaro con ligero acento germano.

- Mi nombre es Markus Lenz, natural del Sacro Imperio Romano Germánico. – se presenta con una leve inclinación de cabeza a todos, omitiendo su clan como el resto, aunque no le parezca educado considera mejor no sobresalir de las demás – Es un placer conocerles a todos, señores. – dice a todos, pero con su mirada buscando de nuevo a Lazar. 

Uno a uno los vástagos se van presentando, pero uno de ellos llama la atención de Ramírez, sin saber bien porque no le quita ojo.

Conforme el resto se van presentando, me acerco algo más al grupo del que me había quedado algo retirado.
Tal vez atraído por el mamarracho de la barbita y los pendientes que pese a sus pintas, parece ser más gracioso y de buen tratar.

Los otros son clasificados según estereotipos rápidos que ya veremos si con el tiempo se confirman.

El de noble cuna, el diplomático, el gracioso y el otro, que parece latino.

Al acercarme unos pasos se pueden observar mejor mis facciones.

Rondando el 1'70 no se puede decir que sea un gigante, aunque para la época esta bastante bien.
De complexión robusta visto ropajes adecuados para alguien que vive sin agobios aunque sin comodidades excesivas, cuero mayormente, útil y resistente.

Mi tez más morena de lo habitual en estas latitudes y mis ojos ligeramente rasgados y mi cabello oscuro y recio denotan ancestros más cercanos a las estepas asiáticas que a Europa, pero el húngaro que acababa de usar parece fluir sin acentos.
Posiblemente descienda de los pueblos que de asentaron al este del reino cuando esté ni siquiera lo era.

Todos presentíis, que Lazar parece un hombre de bien, lleno de confianza, que os la traspasa y quereis tenerlo a vuestro lado como un buen lider.

Podeis observar como los comerciantes y campesinos que quedan por la zona, observan vuestra comitiva. Sobretodo lanzan miradas a Lazar, y observais que mueven la cabeza afirmativamente, como si ese hombre les hubiera entrado por los ojos.

Incluso uno de los guardias de la puerta se acerca a vuestro grupo, a unos 10 pasos de vosotros y le mira directamente.

Señor, las puertas van a cerrarse en breve, si quereis pasar ahora es el momento.

Dice haciendo un gesto, invitandoos a entrar a la ciudad.

Observaba detenidamente a mis nuevos compañeros con una ceja alzada, sonriendo ladino mientras permanecía cerca ciertamente, observando a los habitantes con una ceja levantada, mirando un momento mi reflejo en un charco antes de acercarnos a las puertas. Tenía ganas de ver a mi sire y además a quien le había hablado.

-Y decidme compañeros... ¿Cuales son vuestras capacidades?-

Preguntaba juntando mis manos, apoyando las puntas de los dedos entre si para dar leves toquecitos durante el camino al almacén que aparecía en el mensaje.

--Eeeh...si, creo que deberíamos marchar en pos del lugar de encuentro -- dijo Ramírez molesto consigo mismo por no poder dejar de mirar a Lazar.
-- Basarav, ya que vos sois oriundo de la ciudad, ¿podeis guiarnos?

Como si las miradas de los presentes no me incomodaran en absoluto, actúo con total naturalidad y asiento a las palabras de presentación de Markus, escuchando distendido a los demás hasta que el guardia se me acerca.

- De acuerdo, gracias.

y despido al guardia con una sonrisa, mientras me giro hacia el grupo y señalo a la puerta.

- Veamos que nos depara la noche, no?

Con un gesto invito a mis compañeros a atravesar las puertas de la ciudad, y yo mismo me encamino hacia las entrañas de la antigua Buda.

- Ahh.. que ganas tenía de estirar las piernas ¿Venís de muy lejos?

Ignoro la pregunta de Vladimir, pues no es adecuada ni acertada y sigo a Lazar a quien si respondo.

-Yo llego de la.region cercana a Kolozsvar. Algo más al este todavía.
¿Que hay de vos?

Levanto una ceja intrigado por la revelación de la procedencia de Teodor. Sus rasgos eran indudablemente exóticos pero por alguna razón, adjudiqué aquel hecho a su condición de vástago y no a lo más obvio, que el tipo había venido de tierras lejanas. El nombre de su ciudad no me sonaba, así que no se debía encontrar en las inmediaciones del territorio que yo conozco.

- De Visegrád, unas horas al norte siguiendo el Danubio.

Respondo también a su pregunta mientras miro de reojo al resto. Los demás tenían rasgos más parecidos a los habituales de tierras húngaras, pero me había parecido oír algún acento peculiar durante sus presentaciones ¿Serían solo de distintas regiones del país o también vendrían de mundos distantes?