Partida Rol por web

El aguerrido aldeano que acababa de salir de la niebla oscura dandole un codazo por detrás a User, no cesa en su demostración de valor y con las manos desnudas lanza un fuerte golpe con su antebrazo a la nuca del enfurecido egipcio.* 

El golpe no parece afectar en demasía a éste último, pero la furia que anidaba en su interior se despierta de golpe, el brillo en su ya deforme mirada cambia de repente y una expresión todavía mas salvaje y aterradora se apodera del guerrero, es el frenesí, la bestia, no hay duda. Algo nuevo ha tomado el control y nada ni nadie podrá detenerlo.

La lengua del monstruo se dispara una vez más y cruza el aire como un latigazo cortando el viento para clavarse en el vientre del hombre que blandía la antorcha que tanto daño le había causado al vampiro.

Es en este momento, que en lugar de lamentos o espanto, el aldeano con el músculo del egipcio atravesándole en su interior siente un aumento de la adrenalina y vigor en su cuerpo. Al fin y al cabo había conseguido enfurecer al monstruo con su golpe y si moría ahora lo haría como un valiente, cumpliendo el deber de dios. Congregando todas sus fuerzas, rodea la lengua que le atraviesa con las manos y tira de ella.

- ¡Fuera de mi, demonio!

Ruge el hombre, pero sus fuerzas nos son suficiente y las manos se deslizan hasta caer a los lados del poderoso músculo del setita.

Al otro lado, el último de los atacantes directos de la pelea, lanza con su antorcha apagada un terrible golpe de palo contra el lomo del egipcio que a pesar de la potencia del impacto no parece inmutar demasiado a su víctima.

El primer hombre que había sido herido por User recibiendo una herida en el cuello al principio de la lucha, con las manos y las ropas empapadas de sangre, se desploma al suelo.

En la periferia de la plaza, Giani y Jagger cruzan sus miradas durante un instante. El malkavian observaba el combate de User desde la distancia al lado de Milos, mientras que el Brujah se marchaba corriendo calle abajo, siguiendo a dos mujeres que tras conseguir escapar de la nube de oscuridad huyen hacia sus casas.

En el resto del lugar, la mujer de detrás del carro parecía estar apuntando con una piedra en la mano, mientras el hombre más cercano a las piras de las brujas se acercaba al fuego tratando de encenderse una antorcha rudimentaria. En cambio, la primera víctima de Giani, aquel chico que se había orinado en los pantalones, tras caer al suelo se arrastra hacia el interior del tenderete sollozando y allí se esconde en posición fetal.

Dentro de la nube de oscuridad la sangre fluye y fluye del recipiente al cuerpo de Aricia hasta que después de tres largos tragos, el corazón del hombre deja de bombear el preciado elixir de la vida. Entre las garras de la Lasombra, el cuerpo del juez empieza a ponerse rígido y a perder calor, pero sus instintos asesinos todavía no se han detenido y claman violencia, aunque ahora se encuentre sola en medio de su propia trampa de oscuridad y con un cadáver entre manos.

Mientras agitar la marea de emociones ha hecho que un hombre huya como un cervatillo, ahora hace que el otro se enfrente a un leon con las manos desnudas

"que variada y maravillosa es tu obra señor"

Con paso tranquilo me acerco un poco a la chica que se dedíca a tirar piedras mientras me concentro en el aura del hombre que intenta encender una antorcha, "¿que será esta vez?"

Cuando termino de aspirar aquel fluido vital tan necesario como sabroso, levanto mi boca de la piel de aquel hombre. Sin terminar de ver bien sus rasgos por culpa de la oscuridad, lo miro con desprecio, a sabiendas de quien era, qué había hecho y por qué lo había atacado.

Reduzco la superficie de del sudario de la noche*, para poder ver mejor el combate que se produce a mi alrededor. Confundida, miro a los combatientes, si bien el más apurado parece Usher en su estado actual al estar rodeado.

Uno tiene fuego. No es el objetivo más óptimo, no con el daño que puede hacerme. Será mejor atacar a otro, cualquiera. Probablemente merece la muerte, como el juez.

Me imbuyo de sangre y ataco, esperando pillar desprevenido a otra pobre alma, para agarrarla por la espalda y desgarrarle el cuello.

No siento dolor , no siento nada excepto  la dulce vitae que  se expande por mi cuerpo restañando  mis heridas  y luego el ansia , el hambre que me sigue dominando y  contra la que ya no lucho ..Te vasssiare de tu sssangre.Acierto apenas a decir porque una vez que la lengua ha hecho presa no pienso soltar 

El denso sudario de sombras empieza a evaporarse y se deshace en un humo oscuro que se eleva y desaparece tan rápido como llegó. El sacerdote que a tientas rodeaba la luz del fuego de las piras, a penas tiene tiempo de celebrar su liberación de aquella masa de maldad que nublaba su visión; unas manos de mujer le agarran de las ropas y lo levantan del suelo.

- ¡ Bruj...!

No alcanza a terminar su insulto cuando la dentellada de Aricia cae sobre su cara arrancándole la piel y rompiendo huesos a su paso*

Al ver la mujer que inició todo aquello, dos de los hombres que estaban perdidos en el interior del sudario: uno con un cuchillo en la mano, y el otro con un garrote, se lanzan al rescate del sacerdote.

Una pedrada sobrevuela el aire y pasa silbando al lado de la cabeza de User, por poco. Entonces, las mandíbulas del egipcio se desencajan para empezar a tragar sangre. Esto sucede en el momento que uno de sus atacantes estaba a punto de lanzarle un puñetazo, el susto lo desequilibra y se hecha de espaldas encima de su otro compañero cayendo ambos al suelo con los ojos como platos.

Los dos hombres que se lanzan contra Aricia en cambio, no parecen dudar ni un segundo: el primero hunde su cuchillo a la altura de los pulmones de la chica y el otro lo remata con un garrotazo a la cara que le hace escupir una bocanada de sangre a la lasombra**

Por su parte, el hombre al que Giani intentaba hechizar no parece cesar en su empeño. Desconoces si has incentivado su testarudez, su pericia o nada de nada, pero el resultado es que el tipo consigue encenderse la antorcha con los troncos en llamas de una de las piras y se dirige con el arma hacia Aricia para unirse al rescate del sacerdote.

Sigues a las mujeres que corren, una de ellas acababa de arrancar a la otra de los zarcillos de aquella masa sombría que por tu experiencia sabías que había invocado tu compañera Lasombra.

En las calles además de las mujeres se huele el caos generalizado, hay mujeres y hombres encerrándose en sus casas. Algunos postigos se cierran con golpetazos fuertes y al fondo un hombre aprieta la pólvora en un mosquete.

Las mujeres que seguías giran una esquina y se meten en una de las viviendas.

Escupo la carne de la boca, regodeándome en el mordisco. Ahí estaba, mi venganza, mi comienzo de sed saciada. Hasta que noto el cuchillo penetrar mi piel. Me encojo, mientras mi cuerpo regenera parcialmente algo del daño recibido, y entonces recibo el golpe en la cara. Escupo los restos del mordisco anterior, y miro al tipo del garrote.

- Como osas, asqueroso mortal. - digo, al tiempo que uso mi sangre para reforzar mi cuerpo. Todavía podía matar a otro fácilmente, antes de que se diera cuenta.

Me abalanzo contra el hombre del garrote, con la misma furia que antes

.Inclino al humano para abrazarlo con fuerza y buscar una mejor posición de succión .A mi alrededor hay mas muerte , mas lucha pero ni siquiera veo a un hombre  o un enemigo en el cuerpo que sostengo , solo es un recipiente  que vaciar y me entrego a esa tarea por completo .

Todo se había ido al infierno a pasos agigantados.

Normalmente lo que haría sería irse y al infierno con todo el mundo, pero ahora mismo sencillamente no podía. Así que la mejor idea era, si aquella manga de imbéciles acababa, despejar su camino, largarse con lo que llevaban y desear que no corriera rumor de lo que había pasado; tenían suerte de que aquella ciudad no pareciera especialmente importante.

"Mierda, Mytros"

Se metió en una de las viviendas, donde se metieron las mujeres.

-¡No me ataquen! -dijo, levantando las manos un poco y mostrando las palmas vueltas- ¡No soy... eso!

Desde mi posición observo con fastido la situación, ese par de necios parecen dispuestos a seguir matando hasta que llegue el nuevo dia. Y los mortales, en vez de seguir sabiamente los dictados del miedo parecen empecinados en dejarse matar y prolongar esto

"supongo que habrá que ayudarles de forma un poco mas directa"

Miro a mi alrededor y me agacho un poco para aprovechar mejor mi don de sombras, oculto en estas me acerco por detrás al hombre subido al tejado y lo derribo con intención de beber algo de sangre, tanto ver a esos dos también me esta dando sed

El hombre del garrote al ver el devorador brillo en la mirada de Aricia, menea su arma sin alcanzarla. En respuesta, ésta se lanza sobre suyo clavándole los dedos en el pecho y acercándoselo a sí para no errar el ataque. La mandíbula de la Lasombra cae entonces sobre el pobre desgraciado en cuyo cuello se escucha un crujido fuerte y seco; sus ojos se ponen blancos pero eso no hace cesar a la diabólica mujer, que encolerizada se ensaña con el cadáver. Otra dentellada cae sobre el lado opuesto del cuello donde no había mordido, y parte de la clavícula izquierda sale del cuerpo de aquel hombre de camisa blanca y manos de campesino dedicado.

Una antorcha sobrevuela la cabeza de Aricia y el hombre del cuchillo hace un movimiento extraño y parece distraerse en última instancia y se gira hacia las ventanas de la casa que tiene a un lado. Ninguno de los dos ataques tiene éxito.

La sangre llena el cuerpo del egipcio con vigor renovado mientras se escuchan de fondo los berridos agonizantes del sacerdote, que de rodillas al suelo no se atreve a llevarse las manos a la cara, desfigurada y sanguinolenta.

Los dos hombres que luchaban contra el Setita y que habían caído al suelo, se levantan y comienzan a correr en dirección opuesta. Hasta ahí habían llegado sus esfuerzos por derrotar a aquel demonio.

Con un paso al frente el malkavian se funde en el aire. Caminando tranquilamente entre las sombras, se adentra en el tenderete, un puesto de artesanías del mercado en el que se había arrastrado el aldeano que enloqueció con la pasión de miedo. Es fácil encontrarlo meciéndose en posición fetal en el rincón más profundo de la tienda; sus manos sobre la cara le impedirían verte aunque no estuvieras ofuscado. Solo un loco podía comprender el infierno por el que debía estar pasando aquel desafortunado.

La mujer de cara pecada se gira asustada y en un rápido movimiento se pone por delante de la más joven de mejillas coloreadas y agarra un candelabro a su lado con el que te apunta amenazantemente.

Las dos están muertas de miedo y resoplan agotadas por la carrera mientras sus pechos se eleva incesantemente y su corazón corre veloz. Aún y separaros un metro de distancia, puedes imaginar el jugoso calor que emanan sus cuerpos.

Poco a poco mi mente va surgiendo detrás de la bestia pero no tiene la suficiente fuerza como para romper las cadenas  así que sigo vaciando al recipiente  antes de dejarlo caer al suelo una vez vaciado .Levanto la cabeza y azotando con la lengua  busco nuevos objetivos con los que saciar mi hambre .

Tras devorar el cuerpo de aquel pobre desgraciado, dejo caer el cuerpo, sin darle mayor importancia. Y noto el calor del fuego.

Me giro. Miro el hombre que ha lanzado esa antorcha. Mi cara se tuerce en una mueca de odio.

- Los héroes no vuelven a casa, mortal. - digo, lanzándome de nuevo, contra un nuevo objetivo esta vez.

El hecho de que hubiera dos jugosas presas ahí dentro no le afectaba nada que, bueno, no fueran aquellas dos jugosas presas balanceándose delante suya, presas del terror que daba un almizcle particular a la sangre y...

-¡Tranquilas! ¡Tranquilas! -dijo, mostrando las manos- Sólo... ¿dejadme atrancar la puerta, de acuerdo? No quiero que entren las brujas.

Precisamente he ido a neutralizar un enemigo ya neutralizado, pero como la bestia también chilla en mi interior opto por acallarla un poco, y de forma algo mas controlada que los dos de fuera

-tranquilo hermano, todo ha pasado. Reza conmigo-

Me cierno sobre el como intentando ayudarle y empiezo a rezar en latin en voz baja, desglosando las frases como un remanso cada vez mas silencioso y acercandome cada vez mas a su oido, y a su cuello. Hasta que al decir el amen me inclino para darle el beso

- ¡¡Aléjate!!

La mujer zarandea el candelabro amenazante

- ¡No te había visto nunca! ¡¿Quién eres?!