Partida Rol por web

Sav avanzo ligeramente hacia su oponente mientras sus garras acababan de abrirse camino a través de su piel preparando su ataque

Un refilar de pájaros resuena en la lejanía. Su canto dice:

Nada

Solo

De todas formas, cuando te acercas a Ambrogino detectas algo raro en él. Es como si su pelo se moviera de una forma poco natural cuando el aire lo golpea. 

Para Bernini todo se desplegaba de una forma alarmantemente rápida.

No sabía bien que lo que tenía por delante era un problema de tres pares de cojones.

Un peligro inminente más allá de sus presunciones inocentes de no-muerto reciente y analfabeto de sus capacidades.

El maldito MAESTRO no le había enseñado ni una puta cosa de su nuevo estado y su amiguísimo intimo “Sav-el doma bichos- mismo carisma que una piedra” era todo un “as” de los monosílabos y poco dado al noble arte de la enseñanza pedagógica. – Una ciencia poco conocida en estas épocas si debemos ser honestos -.

Por ello, solo atino a acercarse pavoneándose de una seguridad que comenzaba a fracturarse como un espejo destrozado bajo el peso de una piedra y sintiendo en su interior que se estaba metiendo en la mismísima boca del Diablo como un idiota redomado y parapléjico con una espada de goma y un escudo de papel.

Pero….lo hecho echo estaba y a tomar por el culo con la suerte.

Las aves cantaron para Sav con un suave silbido, el gangrel mostraba ahora todo su esplendor liberando su bestia interior, la sangre comenzaba a hervir dentro de sí alimentando su sed. Esta solo y hasta dudo que este ahí se limitó a decir mientras se lanzaba al ataque.

Sav corrió hacía Ambrogino descargando sus garras sobre su cuerpo siguiendo el curso de su impulso para colocarse tras él.

Hay algo raro en el que fue tu amo y a medida que te acercas, te das cuenta. Se parece mucho a él: el pelo, los ojos, la vestimenta... pero no es él. Lo sabes con toda seguridad, ése no es Ambrogino y tampoco sientes ningún lazo de servidumbre que te conecte al mismo. 

Su apariencia es calcada a la del verdadero Ambrogino, pero después de tantos años a las órdenes de la casa Giovanni a ti no te engaña. Es un impostor.

El viento sopla pero no se lleva la tensión que convierte un segundo en una eternidad.

El retumbante silencio solo se ve roto por un chapoteo fugaz. Son los pies de Ambrogino cogiendo impulso sobre el charco de sangre que se había acumulado a su alrededor.

Giani trata de ver lo invisible y resolver el enigma que esconde su poderoso enemigo, pero todos sus intentos se ven truncados cuando antes de que nadie pueda reaccionar, las dos manos unidas de Ambrogino impactan en su vientre levantándolo del suelo. Las monstruosas garras en las que se habían convertido las manos de vuestro antagonista ahora salían por la espalda de Giani atravesándolo de par en par.

Sav actúa con presteza y se lanza a la carrera a la espalda de Ambrogino. Las garras del gangrel dibujan un arco horizontal y lanzan profundos cortes que desgarran las ropas y la carne del enemigo, pero dichas heridas se cierran de la misma forma que se abrieron como por arte de magia.

Todo ello ante la desconcertada mirada de Bernini.

Los tres os dais cuenta de como Ambrogino empieza a temblar fuera de control y la boca se le llena de una espuma rojiza.

Cuando haces un esfuerzo por discernir la verdad que escondía la figura de Ambrogino, su imagen se desvanece como una ilusión. Dejas de ver a Ambrogino ¿había tenido alguna vez aquella apariencia? No. Ahora ves su imagen verdadera. La de un hombre grande con una descuidada barba. Lleva unas ropas sucias de trabajador y algunos rasgos animales como sus pies en forma de zarpas, orejas peludas y colmillos retorcidos:

El ataque de Ambrogino es súbito y terrible, me hiere mas gravemente de lo que nadie me ha herido en toda mi no vida y las sombras se arremolinan a mi alrededor

-Madre, ¿eres tu?- sonrio a la sombra de mi madre, pero ella me mira con severidad, aun no es el momento, hay demasiado que descubrir, demasiado que comprender

Tienes razón madre- me pongo en pie con dificultad y acerco mi mano a la espantosa herida en mi pecho, pero no parece que sea capaz de curarla con facilidad, mejor centrarse en el enloquecido Giovanni

Recurriendo a mis dondes procuro desvanecerme a su vista y acercarme a el por la espalda

Bernini que no se enteraba de nada estaba – si cabe -, ahora mas desconcertado que lo usual y eso, hay que decirlo, ya era mucha cosa.

Pero, pobre Bernini no le juzguemos tan pronto, en este caso se debatía entre la duda y la certeza ya que “le parecía” haber visto en el rostro del enemigo que ahora tenían por delante otro rostro y otras fachas, mucho más simples y bestiales, que la del refinado y supuesto Ambrogino.

Sumado a ello, el palurdo vampiro desconocía todos los conceptos y mecanismos necesarios para activar sus “dones oscuros” y por lo tanto, dada la situación y su actual estado y si somos crueles y resumimos “al hueso descarnado” su pobre estado, justo sería entonces el decir que Bernini no era más que un pobre palurdo sucio, desconcertado, loco y, como si lo anterior no fuera poco, muerto.

Por ende hizo lo que cualquier pobre palurdo sucio desconcertado loco y, - solo si era un “Dioscuro” – muerto haría y esto es:

Ponerse a gritar como un poseso mientras movía los brazos en aspas.

¿y que gritaba el menso?, preguntaras y tu curiosidad es algo esperable.

Pues, gritaba ni más ni menos que algo más o menos como esto:

¡AMBROGINOOO – movimiento de brazos en aspas – ESCALVOBARBUDO – movimiento de brazos en aspas y saltitos – FEOROPASSUCIASPARECEOSO – movimiento de brazos en aspas sin saltitos pero dedo acusatorio hacia Ambrogino – TIENEGARRASYENORMESDIENTES!.

Y aquella era una verdad tan grande como un templo.