Partida Rol por web

Dallas. 10:30. Una calle de la periferia

Un rato más tarde Cliff y Tony estaban junto al coche del primero llamando desde una cabina al número de la tarjeta que les había dado 'Ace'. Tras unos cuantos tonos se escuchó un contestador automático:

—Hola. Estás llamando a Sony Browley. En estos momentos no estoy en la oficina pero déjame un mensaje y me pondré en contacto contigo en cuanto pueda si me especificas sobre que asunto quieres tratar. ** Beeeep **¹

—¿Mala suerte? —preguntó Tony al ver que Cliff tardaba en hablarle al auricular— Ahora me dejas que llame a Ally, a ver si logro sacar algo de provecho antes de irnos... 

Cliff le dejó el teléfono a Tony. El chico estaba dándole vueltas al tema de donde podría encontrar a Ace. Le sorprendió darse cuenta de que realmente sabía muy poco sobre Sonny, y mucho menos donde trabajaba. Siempre se lo encontraba en algún garito con el don de aparecer en el momento adecuado. Alguna vez lo había llamado pero jamás había estado en su oficina. Probablemente ni siquiera la tendría, sería un teléfono en su casa.

En ese momento al otro lado de la línea descolgó Ally:

—¡Tony!— parecía animada esa mañana —Caramba, pensé que lo de anoche habría sido un coqueteo pero me alegro de haberme equivocado. Me alegra que me llames ¿qué te cuentas?

—¡Hey! ¿De verdad pensaste que era algo casual? Si llevo desde ayer deseando verte —respondió Tony mientras le guiñaba un ojo a Cliff en gesto cómplice—. De hecho, te llamo porque me apetece invitarte a comer algo. Esta noche tengo que irme de viaje un par de días y no quería perder la oportunidad de verte un rato... —otro guiño a Cliff, era casi como si necesitara remarcar cada paso como un exitazo.

Tony no sabía si podría sacar algo de provecho de la chica, pero en cualquier caso, comer había que comer, y si sacaba algo pues bienvenido... Aunque ese algo fuese un rato de sexo.

—¿Te recojo y comemos juntos?

—Claro. Pásate por mi casa a eso de las 11:30¹ y te llevo a un italiano que hay bajo mi casa que seguro que te encantará. ¡Nos vemos!

Tras colgar el teléfono aún quedaba en el aire el no tener a mano a Ace. ¿Enfocarían su búsqueda de información de otra manera o intentarían localizar a Ace?

Cliff forzó una sonrisa para celebrar el éxito de su compañero. Pero estaba dándole vueltas a la cabeza sobre ese Ace. Era un tipo fantasma al que solo se podía encontrar cuando él quería... y eso no dejaba tranquilo a Cliff.

—Vete con la chica... yo voy a intentar obtener información sobre ese Willis en otro lado. ¿Quizá en el registro de empresas? ¿Se te ocurre algo? La verdad es que no tengo muy claro como avanzar... pero seguro que se me ocurre algo.

—Sí, seguramente el registro sea la mejor opción... Porque en las páginas amarillas no habrá una discografía Willis, ¿no? —la posibilidad de que fuese algo tan simple le hizo sonreír de una forma tonta mientras miraba en la cabina por si era de esas que tenían en listado colgando— En cualquier caso, sí, en un rato te dejo solo... ¿Te llevo al registro entonces?

No había ninguna discográfica Wills por lo que Tony dejó a Cliff en el registro para luego ir a su cita.

Cliff aprovechó muy bien el tiempo. Aunque tuvo que estar toda la mañana buceando entre registros encontró a un Morgan Wills figuraba en el registro de actividades empresariales como productor discográfico y técnico de sonido entre 1950 y 1963. El finado Sugarman tendría unos 30 y pocos y la señora Painbell había dicho que era un niño de aquella, que se quedó viuda cuando el lío. Lo cual hacía coincidir fechas. Tenía que ser su Willis. ¿Seguiría vivo aquel tipo? Según los datos de las fichas había nacido en 1912, por lo que en la época de las grabaciones rondaría los 40 años. La señora Painbell había dicho que había desaparecido tras lo de su marido y así parecía reflejarlo el cese de actividad. Si estaba vivo sería un abuelete octogenario. Sería demasiada suerte para alguien al que al parecer le gustaban tanto los vicios pero, oye, ahí estaban los Rolliing Stones todavía dando conciertos¹.

Mirando el reloj eran casi las 14:00. En el registro empresarial se perdía el rastro después de 1963, pero tenía bastante documentación que podría facilitar su búsqueda por otros medios².

Tony llegaba tarde. Había dejado a Cliff en el registro con tiempo suficiente pero cualquier tío que se precie tenía que llegar tarde a una cita con una chica. Si las cosas son sencillas las mujeres se aburren. Al menos así lo creía él.

Encontró aparcamiento delante del bloque donde vivía Ally. La suerte estaba de su parte. Sacó un frasco de fragancia de hombre de la guantera y un pequeño peine. Se arregló la camisa mientras se miraba al retrovisor. "Joder Tony... Estás que rompes" se dijo a sí mismo para ir con buen ánimo y una gran sonrisa. "A por ella".

Tocó el portero automático y solo se escuchó un escueto "¡Bajo!" por el altavoz. Un momento más tarde apareció la preciosa rubia de anoche, pero no iba con un atuendo de camarera. Llevaba un precioso vestido ancho de flores, muy jovial y que le sentaba cojonudamente bien.

—Madre mía... —le dijo Tony. No era un tono obsceno. La mirada tampoco. Le gustaba cómo iba y casi pareció lamentar estar aprovechando la cita para intentar sacar información. Con ese vestido parecía una chica tan inocente... Desde luego no se merecía a un personaje como él— Voy a ser la envidia del restaurante, ¿eh?

—¡Anda ya! Ven es aquí al lado, pidas lo que pidas, que sea con salsa Alfredo... Está buenísima.

Se sentaron y pidieron ambos. El restaurante no tenía apenas comensales. No parecía ser el típico sitio que se llena a mediodiía.

—Oye, perdona que apareciéramos ayer con las preguntas y tal de... Bueno, ya sabes —empezó Tony una vez estaban más tranquilos en la mesa—, pero teníamos ahí una historia pendiente de arreglar... De hecho, tú que estás más metida en el tema... ¿Te suena un tal Morgan Willis o Michael Willis de una discográfica? 

Cuando Tony lanzó la pregunta el gesto de Ally se torció ligeramente.

—Vaya... si llego a saber que era una comida de trabajo no me arreglo tanto.

La muchacha se rió al ver la reacción de Tony a sus palabras para poner a continuación una mano encima de la suya:

—Tranquilo hombre. Es broma. ¿Qué os traéis entre manos vosotros? No tienes pinta de ser de la prensa. Lo dices por Eddie ¿verdad? Sugarman, el que se colgó en su casa. Ese nombre que dices... sí. Me suena porque hace un par de semanas vino con tío muy mayor. Pensé que era su padre o algo así. El caso es que me acuerdo del tema porque Roger se puso a cien cuando lo vio, como si hubiera entrado el puto Mike Jagger por la puerta. Normalmente trataba a patadas a Eddie pero ese día fue muy amable. Me pidió el bourbon bueno, el de veinte años, que suele usar para celebraciones especiales y se lo bebieron como si fuera agua. Cuando se fueron le pregunté a Roger de que iba la movida y me dijo que ese tipo, Morgan Willis, había grabado varios exitazos cuando los dinosaurios miraban el cielo, en los años 50. Al parecer Roger tenía varios discos producidos por el paisano.

Sonrió de nuevo de tal manera que se podrían haber derretido el hielo de las copas:

—Oye guapo... si quieres hablar de esas cosas puedo presentarte a Roger si no te llevas con él. Seguro que se le llena la boca de música. Pero eso sería de noche. ¿Tienes algún plan para antes?

Guiñó un ojo juguetona.
 

Cliff se agarraba el pelo nervioso. Tenía que haber algo que se le estaba escapando pero no podía unir los puntos. Su cabeza volvía una y otra vez a aquella guitarra y le impedía concentrarse.

—Al menos tengo el puto nombre completo: Morgan Willis.

Lo cual no era mucho. Miró el reloj y ya eran las 14:00. Necesitaba tomar un trago y comer algo así que se dirigió a un bar cercano.

Entró al bar y se acodó en la barra. Una mujer hablaba por un teléfono situado en una esquina de la barra. De la pared colgaba un listín telefónico. Cliff se encogió de hombros y se acercó al listín después de pedir un sandwich y un vaso de whisky.

Echó un vistazo. Era remoto, pero, ¿y si aparecía su Morgan Willis? Probablemente aparecerían demasiados... pero había que intentarlo.

Los gestos de Ally agradaban mucho a Tony. Era un profesional en esto del engaño, pero lo cortés no quita lo valiente, y el roce... ¡Ay amigo! El roce le gustaba. Agarró con delicadeza la mano de la chica, devolviendo el gesto cariñoso, y la sonrisa. Aunque esta última se convirtió casi en risa al escuchar que no parecía de la prensa.

—Justo ayer me dijeron que sí que parecía de la prensa... Aunque era una señora mayor y no me sonreía con esos labios que tienes tú... —añadió entrecerrando los ojos un poco para intensificar la mirada— ¿Bueno, a qué te refieres con plan para antes? ¿Quieres hacer algo ahora? —una sonrisa picarona se dibujó en el rostro del hombre— Esta noche me tengo que marchar de viaje, aunque volveré pronto.

De repente, Tony tenía casi más ganas de seguir el juego con Ally que con Robert Johnson... Joder, casi se olvida para qué venía. Malditas rubias... Había que ir a por Roger si quería saber más del tal Willis... Y de repente recordó que no lograron contactar con Ace. ¿Sabría algo esta chica de dónde encontrarlo?

—Aun así, me encantaría que me presentaras a Roger, claro. Igual que a Sonny "Ace"... No le conozco mucho pero parece un tipo muy interesante, ¿eh? ¿Con él tienes trato?

—Dices el negro ese de mirada siniestra ¿no? Roger dice que es un arreglador. La típica persona que llamas cuando tienes un problema y necesitas una solución. Me da muy mal rollo.— la chica parecía realmente incómoda hablando de Sony, más incluso que de Eddie —No suele venir mucho por el Goat pero sé que alguna vez que Roger se metió en líos lo llamó. Líos con gente muy chunga.

Enarcó un ceja como analizando a Ace.

—¿En qué estás metido realmente? Preguntas por una gente muy... ¿eres poli o algo así? Te pegaría ser un poli infiltrado o alguna movida de esas de película.
 

Cliff apuró el trago dándole vueltas al asunto. No veía un camino aparente. Revisó las notas donde había apuntado los datos que obtuvo en el registro. Nada; ninguna pista.

Eran las 15:30 de la tarde y llevaba casi veinte minutos caminando y tratando de unir los puntos. Sus pasos, en apariencia aleatorios, le habían llevado a la zona rica de Dallas. Una zona con grandes casas con amplios jardines solo accesibles a familias con un buen poder adquisitivo. Allí había acabado el viejo Robert, un antiguo policía amigo del hermano de Cliff que tuvo una buena carrera, cinco hijos y una mujer muy exigente. Había hablado un par de veces con él. Malcolm, el hermano de Cliff, trabajaba en el periódico local y más de una vez había tenido que hablar con el jefe de policía y, por aquellos tiempos, Robert era el jefe de policía de Dallas.

Y ahí estaba Cliff, delante de un cartel que anunciaba la residencia de los Smith y dispuesto a llamar al timbre para suplicar al viejo Robert. Llamó al timbre y la ostentosa campana sonó en el interior. Una mujer joven abrió la puerta.

—Buenas tardes señorita. Soy Cliff Oswald, ¿el señor Smith está? ¿Podría verle?

Un poco después estaban en el despacho de Smith. Aquel despacho, como el resto de la casa, era una demostración de lujo y ostentación. A la mujer de Robert le gustaba dejar claro que su marido podría haber sido alcalde o incluso gobernador de haberlo querido. Pero no había querido. Smith era un individuo vivaz, de caracter impulsivo, que había llegado a lo más alto en lo que de verdad disfrutaba: agente de la ley. La política no era lo suyo. Su mujer habría estado encantada de tener un marido gobernador, claro que sí. Después de todo ella venía de una familia de abolengo político. Pero aunque cediera en muchos otros caprichos domar a Robert para entrar en el ruedo político estaba más allá del alcance de nadie.

—Me alegra verte Cliff. ¿Qué tal le va a Malcom? Hace años que no sé nada de él desde que se mudó a Washington. Desde que me retiré dejé de leer los putos periódicos. ¿Sigue en el Post?¹

—Sí, sigue en el post. Le ascendieron hace un par de años y ahora es el redactor jefe de la sección de... ¿investigación? Mira que me lo ha dicho veces pero no consigo recordar el maldito nombre. Tuvo un hijo hace unos años, todo un sinvergüenza.

Cliff sacó su pipa y comenzó a introducir tabaco en su interior.

—Le vi a principios de año. Me trae este tabaco para pipa que es excelente— dijo mientras le enseñaba la bolsa—. ¿Te importa?

Tras la autorización de Robert, encendió la pipa y comenzó a aspirar el humo.

—Se acuerda mucho de ti, ¿sabes? Supongo que sabes que soy un gran aficionado a la música blues y hace años que estoy recopilando información sobre la vida de Robert Johnson. Es fascinante la ingente cantidad de material que se puede sacar de ahí. A veces tengo que contactar con antiguos contactos de Johnson y Malcolm siempre me habla de ti. ¡Eras un buen sabueso!

Sonrió y le dedicó un gesto cómplice a Robert.

—Y, verás, es por eso por lo que he venido a verte. Estoy buscando a un tipo y parece que se lo a tragado la tierra. Era un antiguo productor musical de por aquí pero, ¡boom!, ha desaparecido y no se donde buscarlo. Se que es mucho pedirte que te impliques, y no quiero hacerlo, pero te agradecería algo de ayuda para localizarlo.

—¿Poli? —repitió Tony con una risilla— Es casi mejor que lo de periodista, ¿eh? Pero si quieres me busco un uniforme... —añadió con un guiño— Que va... En realidad me dedico a la compra/venta. Consigo algo bien de precio. Y luego lo vendo mejor. Se ve que tengo buen ojo... No solo para las chicas guapas.

En el momento en que Tony tenía que hablar más de él que de lo que le interesaba, tendía a mover la conversación a otro lado. Y viendo que todo lo interesante tendría que pasar por Roger, quizá lo mejor era, directamente, dejar de conversar.

—Por eso siempre viene bien conocer gente... Pero a la que tengo ganas de conocer ahora es a ti —le susurró justo antes de pedir la cuenta con un gesto— Conocer tu mundo... —siguió susurrando mientras le acariciaba la mano— Tu suave piel... —el gesto pasó a ser casi más pasional que romántico— ¿Es tan suave en el resto del cuerpo?

Robert se echó a reír.

—¿Tú sabes lo jodidamente aburrido que es estar retirado? Joder, Cliff, no me estás pidiendo ningún favor: me lo estás haciendo¹. Estoy harto de pasarme las mañanas mirando la tele o tumbado en la piscina bebiendo margaritas. Esto es como estar enterrado en vida. Claro que te ayudaré a encontrar a ese tipo. ¿Qué me puedes dar para empezar?

Cliff no se lo pensó. Enseguida puso a Robert al tanto de los datos que había logrado en el registro y, contra lo que él pensaba, aquello parecía suficiente para empezar.

—Déjamelo a mí. Haré unas cuantas llamadas y si te pasas por la noche por aquí probablemente ya tendré algo que darte. Con estos datos y salvo que el tipo sea un fugitivo que haya ocultado sus huellas debería ser fácil encontrarlo. Y si lo fuera... será más divertido.

Un poco después Cliff salía de la casa del viejo policía bastante más animado de lo que había entrado.

A Tony también le había ido bien a su manera. La verdad es que dentro de sus parámetros lo había bordado: algo de información y una tarde de placer con una chica enamorada. Mientras bajaba las escaleras del piso de Ally con la promesa de que la vería esa misma noche —y quizás fuera cierto aunque ni siquiera Tony tenía claro los verdaderos motivos— el muchacho iba silbando satisfecho.

La luz del sol le saludó en la calle y sin perder su buen humor se dirigió hacia un bar del centro donde había quedado en reencontrarse con Cliff. Esperaba que su compañero hubiera tenido al menos la mitad de fortuna que él en su parte de la investigación.