Partida Rol por web

Motel Marrows, pasada la medianoche, en algún punto de la Nacional 65 al sur de Greenwood

Se habían alejado de unos cuantos kilómetros de Greenwood y de la malograda casa. Ahora, en una de las habitaciones que habían alquilado en aquel motel de carretera, escuchaban por la tele una breve noticia sobre un pequeño incendio cerca de la ciudad. Las primeras declaraciones eran que seguramente el dueño de una cabaña, un viejo taxidermista retirado, había tenido un accidente que había provocado una deflagración mortal. De momento la cosa no había trascendido más allá de esa definición: accidente.

Por su parte Reba se recuperaba en la habitación contigua. Su brazo tenía unas quemaduras muy feas y la inhalación de humo les pegó un buen susto pero luego se recuperó bastante bien de las secuelas físicas. No tanto de la impresión. La mujer parecía profundamente afectada por todo lo sucedido y había declarado su intención de coger mañana el primer autobús de vuelta a Dallas. No compartía el entusiasmo por llegar al final de la investigación que había mostrado Cliff. Para ella aquello era, simplemente, demasiado. Así que se retiraba.

Sus tres compañeros decidían ahora que debían hacer. Antes de fallecer Prunty había dado mucha información. Quizás demasiada. ¿De dónde había salido aquella criatura? No podía ser obra de la casualidad.

¿Qué harían ellos ahora?

—¿Qué queréis hacer? —preguntó Cliff—. No estoy seguro de querer escuchar las grabaciones pero de lo que sí estoy seguro es que quiero llegar al final de todo esto y, quizá, llegar a encontrar alguna explicación. ¡Esa criatura no era normal! Y lo que dijo Prunty sobre la mentira me afana aún más a descubrir esa verdad. Con todas las consecuencias.

Cliff aspiró profundamente de su pipa todavía recordando aquella criatura de la casa de Prunty y aquella otra en la de Sugarman.

—La última pista que tenemos de las grabaciones apunta a Jackson. Una de las cartas habla de que quizá Alphonse entregara las grabaciones a "sus amigos en Jackson". Pero, ¿quienes eran sus amigos? Podemos llegar hacia allí a través de Alphonse. ¿Su cantina quizá¹?

Tony estaba sentado cambiándose las vendas, pensando en todo lo que llevaban vivido estos días. En cómo eso había afectado a Reba y cómo les afectaría a ellos en los próximos días.

—¿Creéis que esto va a ser lo habitual? —preguntó ignorando el tema de a dónde ir— ¿Será cosa de este pueblo o qué? Joder, yo llegué bastante ilusionado con el tema este. Y ahora estoy curando mis heridas en un puto motel... —por momentos parecía que Tony estaba abocado a la misma conclusión que Reba, y volvería a su vida de estafador, normal y corriente, pero según terminó de colocarse las nuevas vendas se levantó de la silla con fuerza— ¡Y una polla! Venga, hay que revisar hasta el último rincón. Nos vamos a enterar de qué es lo que pasa, ¡y nos vamos a hacer de oro! —añadió casi como si fuera el final triunfante de un discurso político— La cantina nos faltaba, sí. Estuvimos en el hotel... ¿Vamos?

A la preocupación de Chief por la desaparición de las cenizas se sumaba ahora el ver cómo el aguante de Reba había llegado a su tope y la pobre mujer consideraba que no aguantaba más.

- Prunty estaba obsesionado con el Klan... - recordó Chief con tristeza, habiendo dedicado unos minutos a rezar por el alma de aquel pobre hombre. - ¿Podrían ser se trataran de los amigos de Alphonse?

Miró a Cliff, quien había prestado algo más de atención a aquellos recortes sobre la mesa, por si corroboraba su pensamiento o lo descartaba.

- Un camino de espinos parece esperar a todo aquel relacionado con esas grabaciones. - dijo ante las palabras de Tony. - Seguramente lo cierren como un accidente pero somos recién llegados y con varias heridas y quemaduras, por lo que tampoco pasaría mucho más tiempo en este pueblo. ¿La cantina no formaba parte de la pensión?

La cantina estaba a las afueras. Su propietario actual, Milton Iverson, regentaba el local desde hacía algunos años y nada quedaba en aquel local de lo que fuera la vieja cantina de Alphonse. Ahora se reunían peñas de forofos del equipo de béisbol local para ver los partidos en el bar. Iverson lo tenía perfectmente decorado. En las paredes colgaban banderines del equipo local¹ y varios posters de un tal Robert Chandler con una camiseta roja con el escudo de Greenwood.

Aquella tarde no había mucha gente en el local. Un tipo tomaba una jarra de cerveza en una esquina y el propietario hojeaba las páginas de un periódico.

—Buenas tardes —dijo Cliff al entrar al local².

Tony, con su habitual encanto, había camelado a una de las limpiadoras para sacar del error a Chief y encontrar la localización de la cantina en la actualidad.

La mujer, una vieja inmigrante haitiana con la piel más arrugada que el propio sacerdote y que se veía obligada a seguir trabajando para enviar dinero a su familia en la isla, se había mostrado recelosa ante las preguntas, dudando si tenían que ver con imigración, pero cuando Cliff hizo referencia a la música, recordó un local que existía cuando ella había llegado a la zona varias décadas atrás.

- Dos cervezas y una soda. - pidió amablemente, optando por no beber alcohol al tocarle conducir el coche.

Afueras de Greenwood, 09:30¹

El tipo sirvió las bebidas mientras los recién llegados echaban un vistazo al local. Era un edificio viejo que había sido restaurado varias veces y si alguna vez había sido un local de blues negro nada podía ahora recordarlo. Aquello se había convertido en el típico bar de carretera ideal para que los maridos se escapasen a ver el partido del fin de semana o los del equipo local, los Greenwood Knights², pudieran celebrar alguna victoria.

Antes de venir hasta aquí se habían despedido de Reba que, montándose en un autobus, decidió regresar a Dallas para seguir con su programa. Demasiadas emociones en muy poco tiempo, fue lo que les dijo.

- Como ha cambiado esto, ¿no? - preguntó mirando alrededor mientras el muchacho les servía las bebidas.

Chief no tenía claro qué esperaba que fuesen a encontrar, claramente no una cantina del siglo pasado donde los negros tocaban blues y jazz pero tampoco esperaba encontrarse algo más cercano a un Burger King que una evocación de Robert Johnson.

- ¿Hace mucho que... -movió la mano señalando las paredes mientras buscaba una palabra que describiera el cambio -  lo remodelaron?

El tipo levantó la mirada del periódico para servir las bebidas, contestando afablemente a la pregunta de Chief:

—No son de por aquí ¿no?— lo decía con una sonrisa, no como un reproche —Hace un par de años que pillé este local. Tendrían que haber visto como estaba. Llevaba abandonado desde que yo era un chaval. Quizás usted lo está confundiendo con el Beer & Bar que estaba en la paralela. Le pasa a mucha gente. Cerró el año pasado cuando el viejo Sam decidió jubilarse. Me caía bien pero la verdad es que su cierre ha favorecido que mi local ganase público.

Miró el sitio vacío y volvió a sonreír:

—Bueno... digamos que este momento no es el más representativo. A partir de las seis está muy concurrido y los fines de semana más. No puedo quejarme. Son Milton Iverson, el dueño. ¿Vivía usted aquí en Greenwood? ¿Familia quizás?

Tony arrugó la cara y negó de forma rápida.

—Que va —dijo Tony—, venimos un poco de turismo... Nos gusta el blues, ¿sabe? Sé que no tenemos mucha cara de que nos guste, pero nos gusta —añadió con una sonrisa—, y teníamos entendido que este local fue un sitio muy importante en su día... Tocaron músicos grandes... ¿Le suena algo de esto?

—Un whisky con hielo para mi, por favor —pidió Cliff cogiendo uno de los altos taburetes frente a la barra.

Esperó unos instantes a que el tipo respondiera la pregunta de Tony y, tras pegarle un largo trago al whisky encendió la pipa y se dirigió a Iverson.

—¿A quién le compró este local, señor Iverson? No se asuste, no somos de la policía ni nada parecido... tenemos un cliente que quiere remover sus recuerdos y varias de sus historias no llevan a un viejo bar que solía haber en esta dirección. Un bar de blues como le ha dicho mi compañero. Mi nombre es Cliff Oswald y soy algo así como un historiador musical. Y estos son mis socios.

Dio otro sorbo al whisky.

—¡Joder! Hacía tiempo que no probaba un whisky tan bueno. ¿De dónde es?

Chief sonrió al ver como, pese a todo lo que habían pasado los últimos días, sus compañeros parecían centrados en la búsqueda y Tony el Encantador y Cliff el Sabueso habían tomado la entrada que Chief les proporcionó con el barman y estaban haciendo lo que mejor sabían hacer.

Él, por su parte, se puso en pie y señaló en dirección al cartel que indicaba los aseos para excusarse de la conversación y poder moverse por el local.

Siempre había creído en la importancia de los lugares, siendo como era el pastor de una iglesia, pero ahora era consciente de cómo las personas y sus actos podían impregnar esos sitios. Y si Johnson había tocado en esa cantina, quizá quedaba algún resto de él.

Y, sin darse cuenta, comenzó a deambular por el local con la tonadilla de Johnson resonando en esa parte del cerebro que no dejaba que se grabara, como esas sombras que se ven en el rabillo del ojo pero que desaparecen al girarse.

—Vaya... pues lo compré a la inmobiliaria Robston, que lo tenía a la venta desde hacía una eternidad. Blues ¿eh? Sí, aquí en Greenwood hay unos cuantos locales sobre el tema. A mí no me va mucho, yo soy más de country ¿saben? Pero vamos... que la música no es mi tema.

El tipo se acodó en la barra. Parecía franco y sencillo. Cliff era capaz de leer sus gestos como un libro abierto: estaba claro que no sabía nada siniestro sobre aquel local y que les diría la verdad sin tener que tirar demasiado de ella.

—Cuido mucho que la bebida sea de la mejor calidad. El cliente bueno es el que vuelve.— dijo guiñando un ojo mientras agradecía el cumplido por el whisky —Pero ahora que lo comentan: de chaval me contaron que esto antiguamente era un bar de negros, mi abuelo me contó que era un sitio sórdido, donde venían a cantar y bailar. Ya saben: de aquella todo estaba más ordenado.— se calló un momento pero se tranquilizó al ver que Chief estaba ya en la puerta de los baños y no había escuchado el desafortunado comentario —Pero de eso no queda nada ya.

Efectivamente Chief había entrado en la zona de los baños. Era un pasillo estrecho con una puerta a cada lado para caballeros y señoras, y una pileta al fondo sobre la cual había un espejo en la que se podría lavar las manos. Él iba al baño pero en ese momento sintió un escalofrío y dejó de silbar la misteriosa tonada. Había sentido muchas veces ese frío que le recorría ahora la espina dorsal: un espíritu intentaba entrar en esta realidad a través del sacerdote. Pero la voluntad del clérigo lo mantuvo a raya. Sin embargo notaba una presencia fuerte a su alrededor. A veces los espíritus sólo querían dejar un mensaje pero otras eran peligrosos, violentos e incluso mortíferos. No había manera de saber de que tipo eran hasta que se contactaba con ellos.

El desafortunado comentario del barman no hizo especial gracia a Tony. No estaba claro si es que ya no tenía el cuerpo para tonterías o que realmente le parecía mal ese tono racista.

—Mucho mejor desordenado... —dijo haciendo hincapié en la palabra— ¿Y reformó todo el local o quedan zonas del anterior? —preguntó recordando la experiencia vivida en la pensión. Quizá podrían volver a ver algo más. Quizá, con Chief allí, podrían sacarle más partido esta vez.

¿Qué podría ayudar a provocar otra aparición...? ¿Música? Tony se puso a mirar por el local, a ver si encontraba una antigua máquina de discos.

Asintió arrugando el mentón mientras hacía un gesto para que el barman rellenara su vaso.

—Le habrá resultado una ganga este sitio, ¿no? Supongo que le habrá dado para una buena reforma, Tony —dijo guiñando un ojo a su amigo que se había levantado en busca de la máquina de discos—. ¿Es usted de Greenwood, amigo? Si es así supongo que conocería a los Scott, ¿verdad? Tengo entendido que este local fue de uno de ellos antes. ¿Le suena algo de lo que le digo?

Le hizo un gesto para que se sirviera otra copa y le acompañara mientras dejaba unos dólares encima de la barra que cubrían todas las consumiciones, incluyendo la que le ofrecía al barman.

Cuando volvió a abrir los ojos, Chief notó el sudor perlando su frente y como su mano se apoyaba con fuerza contra la pared. Por suerte no había nadie en el baño aunque seguramente lo hubieran malinterpretado como un mareo.

- ¿Qué quieres? - murmuró, mirando alrededor mientras se acercaba al lavabo para mojarse la cara. - ¿Qué necesitas?

El don que le había dado el Señor era un arma de doble filo, podía traer respuestas y paz lo mismo que odio y violencia. No era la primera vez que se había despertado con varios de los miembros de su congregación agarrándole de brazos y piernas.

Allí no solo había estado Johnson, también cientos de hermanos de raza en una época donde eran considerados y tratados casi como ganado y eso tenía que dejar una impronta para nada sana.

Se lavó la cara y se miró en el espejo, viendose más viejo tras lo vivido los dos últimos días y sonrió al reflejo con un deje de tristeza pensando en Reba.

Chief se lavó la cara. El calor del agua empañó un poco el cristal. De pronto se dibujó una línea en ese espacio empañado. Comprendiendo lo que que sucedía se apresuró a abrir con fuerza el grifo de agua caliente. Cuando el espacio empañado ocupaba casi la mitad de la superficie se dibujaron unas letras:

BENGANZA

El predicador observó aquella palabra mal escrita, fruto de alguien inculto. Alguien que tenía suficiente rabia como para no abandonar su nexo con aquel lugar. Estaba claro que aquel sitio que parecía tan común tenía un vínculo con el más allá pero ¿acaso Chief era el único que podía notarlo?¹. Miró alrededor. El sitio olía a limpio, a renovado. Pero entonces se fijó en una trampilla en el techo. Estaba cerrada con un pasador pero probablemente daba a una buhardilla o almacén superior. Normalmente cuando se hace una reforma se intenta ahorrar en las cosas que la gente no verá. ¿Y si allí había algo del pasado? ¿Lo que quiera que ataba a aquel ente al lugar?²

En ese momento en el bar Tony echó unas monedas en la Jukebox³. Revisó los discos. Casi todo era country y rock actual. Pero entonces, sin que él llegase a pulsar ningún botón la máquina escogió un vinilo y lo puso en marcha. Se sorprendió al escuchar una grabación antigua. Un sonido parecido a las grabaciones de Johnson pero no era él. Cliff se volvió hacia su amigo: no era una grabación de Johnson pero reconoció al instante el tema: era 'Dead letter blues' de Son House. Un disco imposible para una jukebox y menos en aquel lugar, tal como reflejaba la cara de sorpresa del propio tabernero.

La voz de Son House desgranaba la macabra melodía:

Chief, quien no había escuchado los comentarios del candidato a miembro del Klan que regentaba el bar, no se extrañó cuando las notas del viejo Eddie entraron en los servicios por debajo de la puerta.

Al contrario, la letra le resultó apropiada con un alma atormentada clamando venganza.

Silbando levemente al ritmo de la música, comprobó si la papelera estaba anclada al suelo o podía moverla para ayudarse y comprobar si el pasador se movía.

Seguramente debería avisar a sus compañeros pero aquel espíritu podía alejarse si había extraños con él, más aún si no eran "hermanos", y solo daría un vistazo rápido...