Partida Rol por web

Cliff se detuvo al instante nada más ver a esa figura. Su respiración se aceleró aún más y miró a los lados tratando de localizar el sonido de la máquina de escribir. Cerró incluso los ojos tratando de aislar los sonidos que se enmascaraban el uno al otro. La figura se acercaba por momentos hacia la posición de Cliff como si pudiera olerlo o detectarlo de alguna forma. Tras dar un par de pasos, descubrió un pasillo que ocultaba con su propia figura y de donde provenía la máxima reverberación del sonido de la máquina.

Cliff miró hacia atrás y vio como Tony y Chief lo seguían. Cerró los ojos y negó con la cabeza un segundo antes de comenzar a andar hacia la figura¹. Pasó muy cerca de ella en el pasillo en dirección al sonido de la máquina. Tanto que durante algunos instantes pensó que aquella cosa, que apestaba a descomposición como descubrió cuando estuvo lo suficientemente cerca, podría escuchar el latido incesante y acelerado de su corazón. Pero no fue así... la criatura continuó hacia el lugar donde había estado Cliff y por donde, instantes después, aparecerían Tony y Chief, que alcanzaron a ver a Cliff perderse por una puerta en mitad del pasillo sin volver la mirada atrás.

La monstruosidad encadenada dudó un momento antes de lanzarse, con su movimiento espasmódico, hacia la esquina donde momentos ambos estaba el trío. Por fortuna ellos ya se habían escurrido al interior de un pequeño despacho repleto de polvo, cerrando tras ellos la puerta de madera que incluso conservaba el cristal esmerilado sobre el cual unas letras de imprenta informaban de su función: archivo.

Aquel archivo era un espacio amplio repleto de estanterías en los que se apilaban cientos de carpetillas de cartón atenazadas por telarañas. Había una amplia mesa de roble negruzco sobre la cual reposaba una pesada maquina de escribir Olivetti. El ruido provenía de ella y, de hecho, cuando se aproximaron constataron como las teclas bajaban y subían como si unos dedos fantasmales e invisibles se afanasen en escribir en la hoja de papel amarillento que se desplazaba por el rodillo.

Paciente: Clifford Percival Oswald.
Fecha de nacimiento: [Tachado] 13 de agosto de 1938
Fecha de ingreso: 6 de junio de 1986.
Familiares: Malocm Oswald (Hermano)
Médico a cargo: Doctor Eugine Lovecraft.
Análisis preliminar: El sujeto presenta desorientación, pérdida de memoria y un estado menor de catatonia. Responde a los estímulos y conversaciones pero se comporta como si le costase ubicarse o entender quien es o donde está. Ha reaccionado de forma violenta ante su propio reflejo en el espejo. Revisando su cuadro médico no se encuentra ningún problema psicológico en él o en sus familiares inmediatos, por lo cual no se descarta que su actual estado se deba al efecto adverso de algún tipo de estupefaciente de especial virulencia. Según su hermano, que fue quien lo ingresó tras encontrarlo la policía vagando por Greenwood, ha tenido algún problema por consumo de alcohol pero nunca por drogas de mayor intensidad.

11 de junio de 1986

Ha recibido la visita de [tachado] pero no parece reconocerla. Muestra un especial interés en saber en que año estamos, dejando claro que comprende que su problema de amnesia lo mantiene desubicado. Reacciona con desconfianza ante las enfermeras y médicos.

13 de junio de 1986

Empieza a reaccionar de forma positiva a su reflejo, como si se resignase a reencontrarse con si mismo.

15 de junio de 1986

Ha pedido que le traigan sus cosas personales, artículos de revistas y libros escritos por él. Creo que ayudará positivamente a su autoreconocimiento.

20 de junio de 1986

Aparte de sus propios informes el paciente demuestra un interés desmedido por las revistas populares actuales.

30 de junio de 1986

El paciente empieza a recuperar su memoria y ya se reconoce a si mismo. Ha mejorado de forma ostensible y hay razones para ser optimista con su recuperación.

La máquina seguía tecleando pero en ese momento escucharon, claramente, como el ruido de las cadenas se aproximaba a la puerta del archivo.

Tony había tirado de Chief con tal fuerza que casi lo había llevado en volandas al pasar a toda velocidad antes de que aquella figura de pesadilla se lanzase hacia donde estaban ellos.

Una vez en el archivo, se acercó curioso hacia la máquina de escribir, moviendo lentamente los labios mientras leía lo que iba apareciendo en el papel.

- ¿Cliff? - preguntó intrigado a su amigo aunque le escamó ligeramente el apellido del médico, lo que le hacía dudar de cuánto era real en lo que allí había escrito.

Se giró hacia el investigador pero el ruido de las cadenas interrumpió la siguiente pregunta que iba a hacerle.

Tony apenas prestaba atención al papel, mirando con incredulidad cómo la máquina de escribir se accionaba sola. A estas alturas, incomodarse por una máquina de escribir era casi ridículo, pero Tony se había quedado ensimismado mirándola.

Una vez que la máquina dejó de teclear, se interesó por el papel.

—Esto habla de ti, Cliff... ¿Sigues sin recordar nada de antes? —le preguntó a su compañero.

Cliff sacó el papel del carro de la máquina y se lo extendió a sus compañeros.

—No os rendís, eh —dijo casi en el límite de la broma—. Tengo lagunas en mi pasado pero... —interrumpió la frase cuando escuchó el ruido de la cadenas—, jamás tan largas. No, joder, esto no puede ser cierto. No...

Introdujo otro folio esperando que la máquina continuara escribiendo y miró fijamente hacia la puerta, esperando que de un momento a otro aquel ser apareciera por la puerta.

—Vamos maldita máquina, escribe —gritó.

Antes de que pudiera poner siquiera el papel en la máquina los cristales de la puerta reventaron en mil pedazos mientras una cadena atravesaba la puerta. Por fortuna ninguno de ellos estaba cerca de ella y no recibieron el impacto.

Cliff agarró el folio donde figuraba el nombre del médico que había realizado su informe. Puede que, si lograban salir de allí, aquel hombre tuviese la información que faltaba¹. Cliff tenía ahora muy claro que su falta de memoria estaba directamente unida con la búsqueda de las canciones. Nada era casual. La fecha que habían puesto como su nacimiento ¡era la fecha de muerte del propio Robert Johnson!².

Pero ahora la prioridad estaba en la puerta: la cabeza de la criatura que acechaba en el pasillo se asomó babeante y furiosa con el ánimo claro de atravesarla para entrar y dar caza al grupo de intrusos.

Miraron sus opciones: las estanterías de archivadores eran numerosas y formaban un angustioso pasillo ¿habría otra salida? ¿podrían confundir a la criatura huyendo a través de ellas? ¿o quizás encontrar algo con lo que enfrentarse a aquella monstruosidad?³

- ¡Cuidado! - Chief dio un respingo cuando aquella criatura destrozó la puerta, soltándose del brazo de Tony y teniendo que agarrarse a una de las estantería para no caerse.

Mientras su mirada recorría la habitación, buscando una salida por la que tratar de salir, se dio cuenta que aquellas estanterías no estaban fijadas al suelo, lo cual era lógico si era simplemente un almacén de documentación.

- Tony. - llamó al muchacho mientras señalaba el pasillo en penumbra y a la vez movía con fuerza la estantería para que viera su idea.

Esperaba que Cliff también les siguiera y no tuvieran que llevarle a rastras aunque aquella criatura aberrante seguramente fuese estímulo suficiente para que siguiera junto a ellos.

Incluso después de que la puerta saltara en pedazos, Cliff se quedó unos segundos esperando que aquella máquina escribiera algo en ese papel. Pero no lo hizo y aquel ser se acercaba más y más tirando aquellas estanterías a su paso.

Una vez más, Cliff dirigió la mirada a la máquina de escribir y a aquel folio en blanco que había colocado en el carro. Nada pasó. Agarró el otro papel, que sí estaba escrito, y lo dobló para guardarlo en la chaqueta.

Y en ese momento le llegó la voz apagada de Chief señalando el pasillo. Había que salir de allí para poder seguir investigando aquello así que Cliff se levantó y corrió en aquella dirección.

Fue Cliff quien reaccionó antes agarrando la estantería junto Chief. Arrastraron el mueble de forma rápida contra la puerta, dejándolo caer lo suficiente como para que complicase el acceso al monstruo, mientras veían como la cadena de escurría hacia el exterior por debajo del pesado estante.

En aquel momento, Chief entendió cómo debía haberse sentido el pueblo de Israel vagando por el desierto, siendo probado en incontables ocasiones por el Señor sin llegar a desfallecer nunca.

En la penumbra de aquel pasillo, sujetandose sin apenas fuerzas a las estanterías, buscaba una salida, un camino que les llevase fuera de aquella locura.

Notaba la flaqueza en sus piernas, su brazo entumecido, las lagrimas rodando por sus mejillas mientras musitaba una silenciosa plegaria esperando que la luz se colara por alguna rendija que le llevase hasta la tierra prometida, hacia el mundo real en este caso.

Chief miraba alrededor con cierta desesperación. Aquel archivo parecía muy grande y oscuro pero al otro lado del mismo había tinieblas, que no oscuridad total. Eso indicaba que como mínimo puede que hubiese un ventanal o incluso una puerta secundaria. Si querían salir todos juntos de allí aquella parecía la mejor opción, aunque sopesó también la posibilidad de que alguno se ocultase tras el gran escritorio con la esperanza de que la criatura pasase de largo, aunque aquello no daría para los tres.

El golpe en al puerta, haciendo temblar la estantería, apremiaba a que se moviesen o preparasen para el eventual acceso de la criatura en aquel lugar.

Cliff volvió la mirada de nuevo hacia el escritorio donde estaba aquella máquina de escribir. Todavía pensaba que podía sacar algo de ella. Hizo una señal a los demás para que se largaran de allí rápidamente y él se dirigió al escritorio. Se deslizó bajo él pero movió la silla que se encajaba bajo el escritorio, que chilló revelando la posición de Cliff.

Apretó los ojos y se quedó en aquel lugar. Era imposible que la criatura no lo hubiera escuchado pero necesitaba tiempo para pensar en una alternativa. Y sobre todo, ver qué iba a hacer aquella cosa.

La estantería crujía con cada intento de aquella criatura. Y claramente no iba a dejar de intentarlo a menos que le diesen un motivo.

Intentando no hacer ruido, Tony se alejó de la puerta y, una vez le pareció suficiente distancia, golpeó fuerte la misma pared, intentando que se escuchara el ruido desde el pasillo.

Miró a sus compañeros y esperó, con los ojos entrecerrados y conteniendo la respiración, deseando que su simple plan hubiese funcionado con aquel ser.

Cliff parecía un niño pequeño jugando a esconderse mientras sus padres simulaban no darse cuenta de la cantidad de ruido que hacía mientras Tony decidía tratar de ganar la competición de ruido a base de golpear la pared como un orangután en el zoo.

Algo innato en su interior, algo primitivo, le informaba que aquel era el momento idóneo para escapar, mientras aquella criatura se entretenía con otras presas.

Pero la fe, su Fe, no era algo innato, era una decisión sobre el tipo de vida que quería llevar, el tipo de persona que quería ser, qué acciones quería llevar a cabo.

Y, por ello, se enfrentó a su miedo y a sus instintos y comenzó a rebuscar en busca de algo con lo que defender a sus amigos para poder salir con vida de allí. Los tres juntos.

Cuando la criatura irrumpió en la habitación la cosa se complicó de verdad. En primer lugar la estantería que la mantenía apartada salió disparada golpeando otros muebles que se derrumbaron como una especie de dominó gigantesco. Tony, que estaba golpeando las paredes, vio como varios estantes se desplomaban a su alrededor dejándolo momentáneamente aislado del resto.

El ser avanzó de forma rápida hacia la mesa y la levantó de golpe usando las propias cadenas, como si fueran extensiones de su cuerpo, haciendo que Cliff saliera despedido con ella contra la pared¹.

Por desgracia para Chief lo único que encontró a mano para enfrentarse a la criatura era una de las sillas que habían salido despedidas hacia atrás. Viendo a aquella monstruosidad que alzaba las cadenas como si fueran tentáculos metálicos le parecía una situación desesperada².

—Mierda, mierda... —dijo Tony mientras trataba de evitar que las estanterías le cayeran encima.

Cuando parecía que ya estaban algo más estables vio la escena desde algunos metros, y no era precisamente agradable. Sus compañeros iban a morir, y él después. Había que salir corriendo de allí.

Tony agarró uno de los libros que estaban desparramados por el suelo y se lo lanzó a la criatura, intentando llamar su atención y dejando el tiempo suficiente a sus compañeros para que pudieran salir de allí.

—¡Eh, tiarraco! —le gritó después de acertarle con el libro en un hombro— ¡Ven aquí que te dé tu medicina!

Pero Tony no era precisamente el tío que juega el papel de valiente, y según soltó la frase de película se puso a mirar por dónde escapar.

Cliff reculó boca arriba apoyándose sobre las manos. Le dolía todo el cuerpo y en particular el brazo izquierdo que había impactado contra la pared cuando Cliff había sido proyectado por la criatura. Aquella cosa era horrenda y Cliff tuvo que respirar profundamente varias veces antes de poder moverse. No tenía sentido pelear con aquella cosa. Si había levantado aquel grueso escritorio como si fuera papel, haría polvo de sus huesos si conseguía alcanzarle.

Pronto se dio cuenta de que la puerta por la que había entrado la criatura ahora estaba abierta pensó en salir por ahí pero la criatura estaba muy cerca de él, casi chillando en su cara. Cliff aprovechó esa cercanía y que Tony llamaba la atención de la criatura para arrastrarse por debajo de sus piernas ganando así camino libre hacia la puerta. Se puso de pie y comenzó a correr hacia allí.

Chief miraba toda la situación sin tener claro si debía ayudar a Cliff, quien comenzaba a arrastrarse hacia la salida, o a Tony, el cual parecía ser el nuevo objetivo de aquel ser pesadillesco.

Desde que habían atravesado las puertas del Second Circle, todo parecía haber sido un ataque continuo, a nivel físico y espiritual, y el que el espíritu de su padre acabara con la Biblia en la que siempre encontraba consuelo había sido como un tiro de gracia.

Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso... las palabras del Apostol Mateo retumbaron en su cabeza y en ese momento tuvo una revelación, sabía que era el mayor de los tres, quien tenía claro que su vida y su muerte estaban escritas en el Libro del Señor desde antes de nacer.

- ¡NO! - gritó clavando las patas de la silla con fuerza en el suelo. - ¡BASTA!

Se alzó en la silla, como cuando lo hacía sobre el púlpito los domingos.

- Al igual que Legión, las cadenas no te sujetaron. - ya no gritaba, si no que proyectaba la voz serena, con una mano en el pecho y la otra alzada hacia el Altísimo. - Y al igual que él, acabarás ahogado en lo profundo de un barranco.

Pero justo en ese momento, la silla tembló y Chief no tuvo los reflejos de poder mantener el equilibrio sobre ella...

Cuando Cliff intentó escurrirse hacia la puerta notó un dolor terrible que le laceraba el costado. Por un momento temió desmayarse y sólo su tremenda fuerza de voluntad consiguió que alcanzase la puerta trastabillando mientras todo se nublaba a su alrededor. Se aferró al marco para lanzarse hacia el exterior con dificultades para respirar. Intentó no pensar en costillas atravesando pulmones pero en ese momento le costaba ser optimista¹.

Y si había llegado al pasillo fue gracias a la intervención de Tony que había logrado captar la atención de la monstruosidad lanzándole unos libros. Aún tuvo tiempo de pensar en una frase que le repetía a menudo su viejo: los libros salvan más vidas que las pistolas. Se hubiera reído de la ocurrencia si no fuese porque el individuo de la camisa de fuerza se había girado hacia él y lanzaba sus cadenas como una especie de tentáculos a por su cuello. Pero en ese momento la voz de Chief proclamó las frases bíblicas y las cadenas dieron un giro hacia el predicador.

Mientras Tony retrocedía unos pasos y Cliff se agarraba con desesperación al marco de la puerta pudieron ver como su amigo era elevado por las cadenas que se enredaban a su alrededor como serpientes guiadas por el maligno, intentando arrancarle el aire de sus pulmones².

Ambos podrían huir mientras la criatura se ensañaba con su amigo pero ¿lo abandonarían a su suerte?³

El sufrimiento del viejo predicador era claro por los espamos que sufría mientras aquellas cadenas se clavaban con tal fuerza en su carne que la sangre comenzó a manchar sus ropas ya de por sí hechas polvo.

En los últimos días había vivido un exorcismo, había sido lanzado por los aires por un espíritu vengador, sobrevivido a la explosión de una cabaña y visto cara a cara con su difunto padre en lo que debía ser uno de los círculos del infierno.

El agotamiento había ido crediendo, impregnando todos los poros de su cuerpo y de su alma, y algo se había roto cuando su Biblía terminó en llamas, junto con su brazo.

En aquel momento, alzado y con los brazos estirados, casi parecía una caricatura de los cristo crucificados que se veían en las iglesias católicas que los distintos emigrantes habían abierto en Nueva Orleans.

Y entonces sus ojos, con las venas marcadas por el dolor y las lágrimas, se dirigieron a sus compañeros y levemente asintió con tranquilidad hacia ellos.

¿O había sido solo un espamo de dolor?