Partida Rol por web

Lo cierto es que Zora podía comprender al volpone, seguramente ella misma habría descerrajado a tiros la cerradura de la puerta si él no la hubiese abierto a patadas. Lo que no entendia en absoluto es que luego se quedase sin palabras frente al oficial del monitorum, el cual ovbiamente aprovechaba cualquier excusa para hacer gala de suficiencia y prepotencia, incluso en una situación como aquella ¡como si su autoridad se extendiese en lo más mínimo a los soldados de la guardia imperial!

 - No te preocupes - reprimio el impulso de darle una palmadita en la espalda al volpone al pasar junto a él - ya habra alguna ocasión de meterle cristales en los zapatos a ese idiota -

La joven siguió a sus compañeros en pos del funcionario, hasta el punto de evacuación. El cual estaba sorprendentemente vacio para una nave de aquel tamaño. Ella había esperado tener que hacinarse con el Emperador sabe cuantos más tripulantes de la nave, en lugar de con aquellos cuatro pilotos.

 - Zora - saludo con un escueta inclinación de cabeza a los pilotos, ignoro la baraja de cartas del rubio (si, era mono, pero como que en aquel momento tenía cosas mucho más importantes en las que pensar), e inspecciono con curiosidad el compartimento en el que se encontraban - entonces ¿como se supone que vamos a evacuar exactamente? ¿no vamos a coger una nave o algo así? - Pasado el susto inicial la tiuradora se encontraba mucho más calmada y centrada. Comenzaba a sospechar cual iba a ser el método de evacuación, pero prefería oirselo decir a otra persona.
 

Al que habían presentado como Leopold, el que gruñó, volvió a emitir ese gutural sonido y le dedicó una socarrona sonrisa a la francotiradora, a Zora - siempre me hacen gracia los soldados de infantería - acompañó esas palabras con un movimiento de sus manos, una hacía de suelo y la otra, con dedos extendidos, simulaba a un soldado corriendo y que al final caía muerto sobre su mano - Es un salto de emergencia, el hangar ha sido sellado y - negó con la cabeza con aires de suficiencia - además, si lográramos despegar, nos quedaríamos en mitad del puto espacio con el culo al aire ¿entiendes?

El "oficial" tanith parece decirme algo pero no le escucho, concentro todas mis fuerzas en no canalizar de nuevo mi ira. 

La pelirroja parece dirigirse a mi. Sus palabras me dejan descolocado mientras mantengo en mis manos el rifle de plasma y la sigo con la mirada entrecerrando los ojos. Si no fuera porque es una tanith juraría que se estaba riendo de mi.. gruño  tratando de apartar ciertos  pensamientos de mi cabeza que se interrumpen cuando la morena me habla y tengo que hacer un esfuerzo por no responder, no me gustaría ser detenido por ofender a un oficial y mucho menos conseguir que mi sargento reprobara mi actitud en tiempo record. Así que me limito a sonreir disimuladamente cuando pasa a mi lado.

Empieza el laberinto. Continúa el laberinto y al final nos llevan a una sala.. ¿de carga? En fin, da igual. En la que están los pilotos. Por sus miradas y su actitud no tardo mucho en comprender que conseguirán sacarme pronto de mis casillas de nuevo. Me encojo de hombros y escucho con atención. Me coloco cerca de mi sargento, con mi mochila colgada de un hombro y con el arma todavía en las manos. 

Ah.. sí! ya decía yo que el calvo me sonaba de algo.. pienso mirando a Malakias, el que nos ha llevado a la nave. En qué hora.. comienzo a maldecir en mi  fuero interior pero pronto comienzan los intercambios de palabras y presto atención mientras respiro despacio.

Así que se llama Zora.. pienso y observo la sala. 

Avanzaron por los pasillos a buen ritmo, por aquel enorme mastodonte de metal que era la nave imperial. Para muchos era lioso, pero no para un verdadero hijo de los bosques de Tanith. No había conocido ningún lugar en el que no fuera capaz de orientarse, y fue anotando mentalmente los giros y las distancias que recorrían, por si fuera necesario desandar el camino, aunque espera que no lo fuera.

"Izquierda, 50 metros recto, derecha, bajar 40 escalones, derecha de nuevo, 100 metros recto pasando tres desvíos y el cuarto tomar el segundo de la derecha..."

Cuando ya estaba casi seguro de que iba a perder la cuenta del recorrido, llegaron a aquel sitio. Al cerrarse las puertas y comprobar lo que había dentro, le resultó evidente que no se iban a mover de allí. Y empezó a tener un muy mal presentimiento con todo aquello. 

"No nos irán a soltar al vacío en este puto cubo, ¿verdad?" pensó el explorador, esperando de verdad que sus sospechas fueran infundadas. 

-MkNeill, explorador del Primero y Único-dijo con un asentimiento cuando llegó la hora de las presentaciones, para después quedar en silencio observando todo en aquel lugar. 

Armand trató de olvidar aquel laberinto de pasillos cuanto antes, no se sentía cómodo en las naves y menos aún si no conocía su estructura. Esta vez no obstante, aquella monstruosidad pareció calmar al sargento, pues cómo iba a caer en desgracia una enormidad como aquella. 

Al llegar al hangar Armand reconoció a los mismos pilotos que les habían guiado con anterioridad, el tal Derrick y su copiloto Malakias - Así es caballeros, ya nos habíamos visto - Antes de que el ambiente se caldeara, algo que sin duda pasaría teniendo cerca a la escoria tanith pues es inherente a su condición, el sargento se presentó - Sargento Armand a vuestro servicio. Mi camarada Illium Kostas. Cuarto de Volpone - Sentenció, como si aquel nombre pesase como una losa, y de hecho así era. Miró al resto de su compañía y añadió - El resto son tanith, y el de las lentes el oficial del monitorum Sollus. ¿Sollus? Sí, Sollus.

Para distender un poco el ambiente, cosa totalmente recomendable en aquella situación, el sargento concluyó - Bien, parece que estamos jodidos. Dada la situación les pregunto - Armand hizo una pausa, buscando un sitio para sentarse que finalmente encontró - ¿no les importará que fume? - Y dicho esto sacó un puro de Messina y comenzó a olerlo tranquilamente.

Sollus examinó el hangar donde serían evacuados. Más o menos. Dejó que la soldadesca compadrereara, mientras estudiaba con cuidado el hangar, buscando un sitio donde desplegar sus pilas de papeles. Que fuesen a volarlos por los aires no era excusa para dejar el trabajo por hacer.

Estoy apoyado contra una de las grúas, por ahora apagadas y saludo con la cabeza cuando me nombran. Tengo puesto mi traje de piloto. Estamos en el punto de evacuación Gamma dos tres cuatro nueve, sí, el punto de evacuación Gamma dos tres cuatro nueve. Seguro.

Me levanto y les doy la mano uno por uno, para presentarme. Siempre me presento diciendo mi nombre, repito el suyo y le digo que El Emperador le protege. Menos a uno al Sargento.

- Malakias, ejército del Aire, rango de copiloto. El emperador me protege y a...- hago un pausa y miro fijamente al sargento con mi ojo "chungo". Un ojo biónico con una cruz en su superficie- no, a ti no. Ten cuidado no nos traigas la muerte a todos. Me alejo y no le doy la mano por si acaso.

Muchos dicen que soy gafe, que pasan cosas a mi alrededor, la gente muere, las cosas explotan, por eso siempre voy escudado por el emperador. El me protege a mí y a los elegidos. Otros dicen que son gilipolleces.

Punto de evacuación Gamma dos tres cuatro, nueve. dos más tres, cinco más cuatro, nueve, menos nueve, cero. No me gusta el cero. Me vuelvo a mi sitio tras la presentaciones y lo comento con mi capitán.

-Cero, Derrick, da cero, no me gusta. Me siento bien encajado en la grúa como si nos fueramos a colisionar contra un asteroide cuando salgamos del Inmaterium. Mi ojo chungo sigue fijo en el sargento.

 - "Como odio acertar algunas veces" -

Suspiro con resignación, ahora estaban encerrados en aquella bodega, y bien porque la nave consiguiese escapar o bien porque los fuesen a dejar caer sin más en el planeta lo único claro es que sus vidas habían dejado de estar en sus manos. Y para colmo al tal Malakias parecía faltarle algún tornillo, con aquella especie de presentación ritual/religiosa. El desaliento de la situación la hizo contestar al piloto hosco de igual manera.

 - Ah, pues disculpa que esta soldado de infantería en particular prefiera actuar para salvarse en lugar de quedarse sentada rascandose los huevos y esperando a que lo otro por ella - la calma de aquellos tipos, como si el asunto no fuese con ellos, resultaba irritante - pero ya veo que vosotros tenies mucha práctica en eso -

¡Qué ajetreo! Todo correr de un lado a otro siguiendo coloreadas luces para acabar...parados. Desde luego este tipo de situaciones no podían ser buenos para la moral de la tropa. Atacar los nervios de ese modo para después seguir un período de inactividad. Aburrido, incluso. Ponerse a fumar ahora era lo lógico. El vicio servía para matar el tiempo, pero Baltar lamentaba no tener para fumar algo que NO fuera lho. La situación se estaba volviendo aburrida rápidamente y él necesitaba de algún "estímulo adicional" para poder llevar el tedio. El odioso, aburrido y siempre presente tedio.

¿Alguien tiene cartas? ¿Dados? ¡Algo!

Entonces vio las cartas de Derrick. 

¡Yo juego! -exclamó, aunque no estaba seguro de si lo pensó o lo dijo.

Calma Malakias - le dijo Derrick a su copiloto, el cual ya empezaba con sus locuras... o te acostumbrabas a eso o acababas deseando tirarlo por una esclusa directo al vacío sin billete de vuelta. Los otros dos, mientras la francotiradora respondía habían sacado unas cajas bajas para usarlas de mesa y de sillas, cuatro sillas, para Derrick y los otros tripulantes y la cuarta para el doctor, el único que había demostrado interés en pasar el rato jugando a las cartas.

El otro copiloto, el que había sido presentado como Jhonson hizo una mueca a Zora y le sonrió de manera conciliadora - calma demonios, no podemos hacer nada, es lo que hay ¿qué pretendes hacer en una situación como esta? - no alcanzaba a comprender su actitud, toda aquella maniobra de emergencia estaba a manos de cientos de tripulantes y unos pocos astropatas - se encogió de hombros - se nota que sois novatos en mierdas de estas, cada cual tiene su terreno - chasqueó la lengua cuando la nave empezó a retemblar - parece que allá vamos - musitó mientras Derrick repartía las cartas

Stigga comenzó a mover la mano de nuevo en un mudo "blablablablabla" como si todo le pareciera absurdo- Esto es un sinsentido, ahora se como se siente la basura espacial -comentó a nadie en particular mientras los demás parecían presentarse y discutir, hasta que el médico preguntó por las cartas o dados y luego pareció disfrutarlo.

Con una sonrisa divertida, Stigga buscó otra caja en la que sentarse y se acercó a la partida- Tranquilos, que yo no juego, soy muy mala en eso -comentó antes de que la preguntaran si iba a jugar o no.

Armand contemplaba divertido la conversación. Bien era sabido que los soldados no soportan la espera, y mucho menos si esta viene acompañada de una más que probable muerte en el vacío. El sargento había pasado por tantas cosas que ya nada le sorprendía, o casi nada más bien, uno no sabía con qué podía toparse en esta galaxia.

Sonrió cuando el copiloto le negó el saludo, y añadió en tono jocoso - Ah! ¿no?, ¿con que no me protege? - Se señaló con el dedo índice la cara y comentó animadamente - Si tuvieses ambos ojos sanos podrías comprobar esta cicatriz. Estuve a punto de perder el ojo, quizá hasta me hubiesen puesto un implante para poder mirar como tu lo haces - Y tras una sonora carcajada se acomodó en su sitio y continuó degustando su puro.

Tras una pausa añadió - Ya que no podemos hacer nada les propongo que se relajen, a no ser, claro está, que prefieran perder sus cuartos con la tripulación. Algo que no dudo les ocurrirá - Dicho esto sacó una petaca plateada, grabada con algún tipo de inscripción, y tomó un par de tragos cortos. Paró, pensó, y tomó otros dos más.

Derrick dice que no pasa nada, y Derrick de momento sigue vivo, mucho más que la mayoría de las personas que han estado cerca mía durante estos años, así que tiene que tener razón. Tras unos segundos más hago lo que siempre he hecho, hacer caso a mi piloto. Lo miro una vez más para confirmar que no tiene ninguna marca de la muerte encima.

Me bajo de la grúa, busco un lugar plano, me acurruco encima de una caja. A los pocos segundos estoy roncando de pura tranquilidad. 

El explorador se quedó sentado en un lado, sobre unas cajas. No tenía sentido ponerse a discutir, ni tampoco divagar sobre lo que estaba por venir. Sólo podían intentar aprovechar el tiempo lo mejor que pudieran. Por desgracia, el sitio no era nada amplio. No podía pasear, y no había nada interesante que ver. Sólo le quedaba pensar en la situación y en su vida, o dormir. 

-Despertadme si estiramos la pata-dijo antes de recostarse contra otros cajones, y echarse la boina sobre los ojos. Al poco, ya parecía estar dormido. Aunque con los malditos exploradores nunca se sabía. Quizás tenía un ojo abierto y estaba listo para sacar su cuchillo... Que, por cierto, había quedado en una buena posición para sacarlo rápido, casi como por casualidad. Pero sólo había un modo de comprobarlo.