Partida Rol por web

La situación se estaba poniendo bastante tensa y todos ya habían dejado sus armas de lado, miró a Jeremias un instante antes de coger su Espada Sierra con cuidado y posarla en el suelo, para después hacer lo mismo con el cuchillo monofilo y alzar las manos para dejar ver que no llevaba nada más que se considerase un arma. No estaba entendiendo absolutamente nada de lo que ocurría ahora, ¿Que le había llevado a ese hombre a pensar que podíamos ser una amenaza? Todo estaba siendo de locos, pero decidió callar y observar con la respiración lo más pausada y tranquila que podía, si esos hombres decidían que no eran de fiar estaban indefensos lo que significaba una muerte directa.

La colaboración por parte de todos no se hizo de esperar... El doctor dejó su arma, lo mismo hizo Liam y solo Zora se mostró reacia a dejar su rifle de francotirador, que casi le costó un tortazo al hombre de Jeremías que se lo arrebató finalmente. Aquel montaraz no se lo tomó a mal, lo entendía, de hecho, se podía notar que todos los que estaban bajo el mando directo de Jeremías estaban actuando solo por la extrema confianza que tenían en este último, no porque estuvieran de acuerdo. 

Una vez todos estuvieron desarmados y desprovistos de armas, Jeremías se removió inquieto. Algo no cuadraba en ese momento. Se meció la barba molesto, perturbado, lanzando furtivas miradas a Logan y los demás. Negó con la cabeza repetidas veces, suspiró abatido... aquello se le había ido de las manos, fue un impulso lo que provocó que actuara de ese modo y era tal su mal estar que casi no había escuchado las palabras de los que habían hablado con una clara intención diplomática - juradme por vuestros mundos, por el Dios Emperador y por vuestra jodido honor de guerrero, que no nos mataréis por la espalda cuando durmamos... - hizo una pausa algo dramática, escupió al suelo y tosió con fuerza - si rompéis este juramento no seréis más que herejes a ojos del Dios Emperador - sentenció esperando las respuestas de ellos. 

Parecía que Jeremías había entrado en razón, para alivio de todos. Se habían librado de morir allí mismo, por un puñetero asunto carente de importancia. Sin embargo, cuando hizo mención a jurarlo por sus mundos, el rostro de Logan se ensombreció. 

-Yo no tengo mundo, aunque lo juro por el recuerdo de Tanith. Y por mi honor de guerrero y por el Dios Emperador, si quieres-dijo, algo seco tras la mención a su difunto mundo natal. 

Suspiró y frunció el ceño bastante molesta. ¿A caso eso iba enserio? Prefirió no comentar nada que pudiese molestar a nadie, era ella la desarmada y no al contrario pero aquello le acababa de sentar como una puñalada fría hacia su lealtad e integridad como Sacerdotisa.

-Juro, por mi amado planeta natal Volpone, por mi amado Emperador y por mi honor como Sacerdotisa imperial....

Recalcó eso último como si fuesen cuchillas devolviendo el golpe de palabras a Jeremías, le había sentado realmente fatal que se le faltase el respeto de esa manera.

-Que no mataré ni un aliado por la espalda mientras duerme.

Chasqueó la lengua y lo miró con reproche.

-Por aclararlo, para mi sois aliados y pensé que eramos lo mismo para vos. Lo dije al conocernos señor Jeremías... Todo aquel que luche contra la herejía es digna de todo mi respeto.

-Juró que no mataré a ninguno de los que luchen a favor del Imperio en este puto planeta de Gak -dijo Stigga antes de escupir- pero ahora espero que vosotros hagáis lo mismo. Nos habéis amenazado y desarmado sin lo que, para muchos de nosotros, es un motivo aparente. Ahora mismo mi confianza en vosotros decae cada instante que nos seguís apuntando -volvió a soltar un escupitajo al suelo mientras miraba con dureza al montaraz que la apuntaba- ¿vas a bajar el puto arma o tengo que bajártela yo?

Las palabras y actitudes de muchos no servían para calmar las aguas o tratar de apagar el fuego. Era como luchar contra un huracán soplando de manera insistente. Jeremías no culpó a nadie, sabía de primera mano como se sentían Stigga y los demás... no les culpaba. El montaraz los miró a todos pero no dio la orden de que ninguno de sus hombres bajaran sus armas, se mantuvieron en alerta y listos para abrir fuego.

La pregunta de la pelirroja hizo que Jeremías suspirase cansado y la miró largamente, cerca de un minuto eterno que pasó casi sin pestañear. Estaba reuniendo fuerzas y cuando se vio preparado para ello, actuó. El barbudo hombre se quitó la capucha y se bajó la frondosa bufanda que llevaba. A vista de todos apareció el collar explosivo que todo miembro de la legión penal llevaba, una inequívoca señal de que era un convicto. Hizo un gesto y algunos de sus hombres lo imitaron... los montaraces eran miembros de la legión penal.

Bien... - empezó de manera pausada, su voz sonaba ronca y tragaba saliva todo el rato; la tensión le había dejado la garganta seca - llegamos a este planeta de chiripa, casi como vosotros, pero no de manera tan abrupta... llegamos justo cuando la guerra civil empezaba. El Mariscal estaba aquí, con su grupo de mando y miembros del administrarum de Terra y del sector, sacando los hombres para la guardia imperial - cogió aire, cansado - en este mundo no hay ejercito de defensa planetaria, carece de interés, por ello, cuando nuestra nave llegó por una avería indeseada, el mariscal ordenó a nuestro Comisario, Kovaltz, a que nos desplegáramos y lucháramos contra los herejes - se encogió de hombros, hastiado - es obvió que perdimos la guerra, cuando tienes a un comisario que lo único que desea es ejecutar hombres y un mariscal que lo aplaudía... perdíamos más hombres por nuestros oficiales que por el enemigo. Ese cerdo de barba blanca nos mandaba a misiones suicidas todo el rato... pero el comisario no volvió de la ultima, y los pocos supervivientes que eramos, decidimos hacer la guerra como sabemos... emboscadas - el relato que contó estaba incompleto, parecía no querer hablar de ello, solo preguntas podrían sacar más información - y aquí estamos... todos somos leales al Imperio, pero para vosotros, los libres, nosotros - se señaló con su arma - no somos más que escoria, carne de cañón prescindible... así que, como espero que comprendáis, no tengo ninguna gana de despertarme con un puñal en la espalda o empujado a un acantilado... - se remangó la manga izquierda donde se vio un tatuaje del aquila imperial con un número debajo, estaba debajo del codo, pero Jeremías ascendió hasta el hombro, donde había un total de catorce cicatrices - una por cada misión suicida de la que volví... - explicó mirando a la nada, ausente, rememorando en silencio a cada camarada perdido. 

Hizo una señal y las armas de sus hombres se bajaron apuntando al suelo aunque no dejaron de sostenerlas, tensos.

-¿Y eso es todo? -preguntó Stigga, bastante molesta pues, siendo realista, esperaba algo mucho más complicado o enrevesado- No veo para qué tanto drama, bueno sí, no se como se lo tomarán los Volponitas; pero en el caso de los Tanith no hay mucha diferencia entre vosotros y muchos de los miembros de nuestro regimiento -soltó la pelirroja.

Se cruzó de brazos, en un gesto que mostraba aún más, si era posible, su cabreo.

-Muchos de nuestros compañeros se dedicaban a negocios turbios antes de ser miembros de la Guardia. No puedo hablar mucho de los Tanith, aunque creo que alguno había; pero de los de Verghast puedo asegurar que si algunos no son miembros de un regimiento penal es porque no tuvieron tan mala suerte. Algunos eran pandilleros, otros traficantes... y luego estaba Cuu, ¿le recordáis? Me daba escalofríos solo cruzarme con él -dijo la mujer- el caso es que, y creo que hablo por todos los Tanith, mientras que sepáis que el enemigo lleva símbolos herejes, luchan junto a demonios, hacen ritos diabólicos y odian el Imperio y todo lo que lo representa, no tendréis ningún problema. Seamos realistas, Jeremías -dijo hablando directamente al jefe de los penales- ¿nos crées tan estúpidos como para acabar con aliados cuando aún tenemos un planeta entero como enemigo? ¿O quizás tan deshonrosos como para matar a sangre fría a aliados durante un combate? ¿Parezco un comisario loco de esos?.

La mujer respiró profundamente para tranquilizarse.

-No tengo ni Gak de idea de los conocimientos tácticos del "Mariscal"; pero sí sé que yo sobreviví durante toda la puta guerra de mi ciudad colmena a base de guerrilla y sin conocimientos militares, solo con ganas de sobrevivir y hacer pagar a todos esos hijos de Feth el joderme mi triste; pero tranquila, vida -había soltado una maldición Tanith en lugar de una Verghast; pero eso pasaba tras tantos años conviviendo con esos- Quitando los mandos del regimiento al que pertenezco, no he conocido ninguno que sepa como luchar de esa forma y, por tanto, ahora mismo no voy a obedecer órdenes suicidas. El Mariscal no es mi superior, y si alguna orden me parece una estupidez no pienso acatarla; pero si parece una locura y el premio es gordo, como asaltar un trozo de nave, posiblemente minado, con un francotirador enemigo esperando a cambio de tener un puto Baneblade de nuestro lado, ahí si lucharé y moriré si es necesario.

A cada palabra que Jeremias soltaba más tensa se ponía. Podía entender como se sentía en parte, pero por otro lado le hervía la sangre solo de escucharle. Los estaba poniendo en peligro a todos en ese mismo instante, si cualquier grupo de herejes los encontraban en esa situación, muy difícilmente saldrían vivos a causa de andar acorralados y desprovistos del arma preparada... Antes de decir nada Stigga ya se le había adelantado en cuanto a palabras a pesar de tener una situación muy distinta a la de los "libres", había dicho una grandiosa verdad y es que en este planeta, en estos mismos instantes...

-¿Que más dará de donde vengamos? ¿Que más dará ya nuestro pasado? Todos, aquí y ahora, todos y cada uno de nosotros luchamos por el honor del imperio contra aquellos que arrasan a nuestros amigos y familiares. Compañeros y héroes han caído sabiendo que gracias a su sacrificio la humanidad puede ser salvada. ¿Y tú temes que te matemos por la espalda? Libres o cautivos estamos aquí todos juntos. No nos diferencia nada en realidad, ¿O acaso no lucháis con coraje a costa de vuestras vidas para proteger lo que queda de humano en este asqueroso mundo medio podrido?

No pudo reprimirse, sus pensamientos salieron de su garganta como un aluvión de palabras rabiosas y frustradas, tanto que para cuando terminó se sintió aliviada y no pudo si no hacer una respiración bien profunda por la calma que sentía en ese pequeño momento, aunque aún estaba ligeramente tensa por el tema de estar sin armas teniendo herejes pululando por ahí fuera.

Jeremías escuchó a ambas mujeres hablar. Las observó con la paciencia de un depredador, aunque no pudo ocultar parte de la sorpresa que sintió. Las palabras que dijeron ambas provocaron una relajación casi inmediata por parte de muchos de los montaraces, aunque no en Jeremías, que a pesar de estar algo sorprendido, no estaba del todo seguro; aún no habían hablado los lideres de los supervivientes, Logan y Armand... 

Me da igual de donde vengáis, yo soy un criminal condenado a morir - dijo con total rudeza, esa era la verdad por muy injusta que fuera - vosotros sois libres dentro del ejercito Imperial, ¿no lo entendéis? - era la primera vez que veía a alguien que no pensaba que las legiones penales no merecían ir en primera linea contra un titan traidor, no servían para otra cosa. Jeremías se puso bien la manga que se había remangado segundos atrás. Negó con la cabeza, cansado por todo aquello, no se fiaba de ellos, le costaba hacerlo.

-Lo que parece que no entiendes tú es que no sabemos si alguno de nosotros sobrevivirá a esto y, por ende, ahora mismo todos estamos en una situación parecida. En este momento, en este lugar, las cadenas de mando no importan una mierda, importa la confianza que estás rompiendo con este acto, importa las decisiones, el valor y el luchar hasta el final contra esos bastardos de Gak -escupió a un lado con desprecio- ¿Quieres algo más? Bueno, creo que mi palabra no te da mucha fé ni la valoras en demasía, pero te aseguro que yo no me voy a quedar de brazos cruzados viendo como hacen estupideces -abrió los brazos en un gesto dramático- somos la última puta resistencia contra los herejes en este planeta, y la verdad, se resiste mejor en grupos pequeños, con una confianza plena y un líder único que da confianza. No un líder impuesto por un rango, sino porque se confía en él. 

Caminó hacia Jeremías- ¿Tú eras el oficial de tu unidad o el que se alzó como líder por necesidad entre todos tus compañeros?. Yo confío en el criterio de Logan; pero porque él es un explorador Tanith, experto en moverse en sitios boscosos como estos. Cuando toque moverse por una ciudad colmena, entonces seguiré mi criterio y o el de Zora, pues ambas nacimos y crecimos en una ciudad colmena.

Miró a los ojos a Jeremías.

-Ahora mismo todos estamos muertos, el caso es hacedles pagar bien caro por nuestras miserables vidas.

Logan se había quedado algo pensativo con la historia de Jeremías. Éso explicaba algunas cosas que le había parecido ver en Stonetown, algunos gestos... Por ello no respondió al principio, pero cuando el montaraz señaló que estaba condenado a morir, y Stigga le replicó, el explorador intervino.

-Stigga tiene razón. Ahora mismo, las condenas a muerte "importan poco". Todos estamos condenados en este maldito planeta. Pero tenemos la oportunidad de cambiar las cosas, en nuestra mano está acabar con ellos. Éso siempre que consigamos que no se lleven los tanques de Feth, claro. 

Armand despreciaba profundamente a aquellos salvajes, aún más si eran criminales. Merecerían la peor de las muertes, y él mismo habría de darsela en caso de encontrarse en una situación diferente. A los ojos del sargento eran poco menos que animales, pues un animal no traicionaba de forma racional a su raza. Se le erizó el vello solo de pensarlo - son incluso más despreciables que los Taniths.

No obstante no era idiota, sabía que para sobrevivir debían colaborar, por muy criminales que fueran. Algo que a duras fuerzas podía hacer el sargento - Es cierto que no merecen mi respeto los actos, sean cuales sean, que os trajeron hasta aquí como criminales - Armand hablaba claro, siempre lo había hecho - pero las circunstancias se imponen. En este mundo no rige la ley imperial - y por eso seguís vivos - motivo por el que ninguno somos lo que eramos anteriormente - lo que no significa ni de lejos que seamos iguales.

Por este hecho tenéis mi palabra y plena colaboración - La palabra de un Volpone era como un juramento.

Jeremías esbozó una ácida sonrisa y negó con la cabeza. En gran medida las palabras y promesas lo convencían y relajaban, la situación no había sido tan infernal como se había imaginado y en cierto modo agradeció la colaboración de los demás; pero claro, ¿cómo no iban a colaborar si lo estaban apuntando media docena de rifles láser? 

Hizo una señal y sus hombres se relajaron. Jeremías se apretó el puente de la nariz y los observó a todos - lo lamento, nunca he llevado bien mi condena, ni yo, ni mi unidad... pero esa historia os la contaré otro día... por ahora, agradezco y confío en vuestra palabra, y os insto a descansar, mañana tenemos que evitar que cojan ni un solo blindado - pero entonces, en ese momento, miró a Stigga creyendo recordar que fue ella la que sugirió de destruirlos sino los podían proteger - no podemos destruir esos blindados, los necesitamos para ganar esta guerra, serán nuestra mejor baza, debemos recuperarlos a toda costa... aunque los milicianos no estén preparados, los vamos a necesitar... 

Ya estaba todo dicho, y Logan la verdad no tenía muchas ganas de hablar después de aquel lamentable episodio. Tras esperar un tiempo prudencial, recogió su cuchillo del suelo con cierta reverencia, y después el rifle. 

-Mañana será otro día-dijo con tono cansado, antes de buscar un lugar donde poder echarse un rato.

Todas las revelaciones que se habían hecho hasta ahora fueron grabadas y puestas a bien recaudo en los rollos internos de memoria de T.E.R., aunque, siempre podrían "borrarse accidentalmente", pero era mejor tener un seguro, por si era necesario más adelante.

La Tecnosacerdotisa del Omnissiah se irguió ligeramente, mirando a los ojos a Jeremías. Sus lentes rojizas zumbaron ligeramente cuando hizo un pequeño zoom para apreciar mejor la expresión del humano barbudo.

"Ésta unidad no atacará a ningún aliado en ninguna ocasión o momento. Mi objetivo en éste momento es ayudar a rescatar los honorables blindados que podrían ser mancillados por el Caos. No puedo permitir que sus espíritus sean corrompidos."

No mencionó que, en cuanto alguien de los presentes le atacara a ella, o hiciera algo susceptible de ser considerado como "acto de traición" a su entender, automáticamente dejaría de estar designado por sus cogitadores como "Aliado", para pasar a "Hereje" y dicha declaración no tendría validez alguna, pero claro...éso no se lo habían preguntado.

Tampoco mencionó que le daba exactamente igual lo que les sucediera a aquellos hombres, siempre que las máquinas se salvasen. Pero éso tampoco se lo habían preguntado.

Sí que se puso a pensar en si era posible desactivar aquellos "collares". No le hacía gracia tener a alguien con un explosivo "incontrolado" cerca. *

Sin mediar una sola palabra más, pues todo lo que se tenía que decir había sido ya transmitido por parte del resto tomó sus armas con tranquilidad suspiró largamente con claro cansancio en la mirada. Pronto se tocó la nuca, sintiendo aquella sensación pegajosa y fría típica de la sangre coagulada. A pesar de que el médico había dicho antes que podía atender, con todo lo ocurrido no había tenido oportunidad por lo que fijó la mirada en el.

-Disculpa, por todo lo ocurrido no he tenido ocasión de acercarme para que me atiendas. No tengo ganas de que se me infecte, ¿Podrías echarle un ojo? Estaría muy agradecida.

Se posicionó algo cerca del médico a la espera de su respuesta, pendiente a la vez por si alguien decía o hacía algo más digno de atención como lo ocurrido hacía pocos minutos.

El doctor se acercó a la sacerdotisa con mala cara, cansado y hastiado. La tensa situación no le había sentado bien y se le veía nervioso. Mientras que los demás se iban disgregando para descansar, dando por finalizado del día, el doctor trataba la fea contusión y coagulo que tenía Valshe en la parte posterior de su cráneo. 

El diagnóstico fue rápido, con un simple vistazo después de limpiar el coagulo - estas bien, es una leve contusión - le explicó con la voz pastosa deseando tener algo de amasec con el que perderse en una borrachera. Sin añadir nada, con una actitud borde se marchó a descansar como estaba haciendo el resto... la noche iba a llegar y Valshe iba a experimentar por primera vez como eran las noches en ese mundo.