Partida Rol por web

Yo he aprendido joven señora, que en una batalla todos son parte importante, desde los que estan adelante hasta los que estan atras. Ninguna de las piezas es menos importante que la otra, puede ser que tengan mas acción pero no mas importancia.

Todos nos complementamos, yo soy un sanador y mi lugar esta atras sanando y ayudando a los heridos y cuando es necesario peleando, al igual que tu tienes tu lugar en la batalla.

No te sientas molesta por no participar en la batalla anterior, en esta yo me quedare con los heridos y tu lucharas si estas de acuerdo.

Mientras una sonrisa aparece en la dura cara del enano

Tus palabras animan a cualquiera.. digo soltando una carcajada. Aún me queda mucho que aprender para poder ser verdaderamente útil, pero le pondré empeño..

El tauren es mirado con cierto recelo por las calles de la ciudad, seguramente las gentes de este lugar no estaban habituadas a ver a seres de su raza deambular "libremente" por sus calles. Así que intentó no gastar más tiempo del necesario en sus compras y volvió tras sus pasos hacia la hacienda del lord donde seguramente esperarian sus compañeros.

Esta vez no volvere a perderme...

Alkarik afectado por su ultimo fallo va a hacer lo necesario para remediarlo. El resto de la tarde se la pasara en la sala de mapas de Lord Israel estudiando el territorio.

Parece ser que la expedicion se retrasara hasta la noche... mucho mejor. Mientras las sombras nos envuelvan estaremos mas protegidos.

Rhuptus pasa la mayoria del dia deambulando por el palacio. No se atreve a salir, demasiados humanos por ahi fuera.

Terenthius tampoco abandona el palacio. Deambula haciendo sus cosas, a fin de cuentas esa es su casa.

Se cruza con Rhuptus en una de estas:

- Buenas tardes. Tu eras uno de los que salvamos ayer en el campamento, pero no recuerdo tu nombre. ¿Como me dijistes que te llamabas?

- Rhuptus. ¿y tu? - Su tono de voz era seco y cortante.

Una gran mano se posa en la espalda de Puñotorio, es la mano del tauren que lo mira desde las alturas con gesto sosegado.

Buenos dias Rhuptus, este compañero se llama Terenthius y sirvió de gran ayuda en vuestra liberación y muerte del demonio. Aunque Alkarik no estaría muy de acuerdo en un aliado de gran importancia en estos tiempos.

- De todos modos confio en que algun dia Alkarik pueda dejar de la lado las hostilidades que profesa a los de su raza. A mi me da lo mismo siempre y cuando sea por el bien comun.

- Yo ya le tendi mi mano y el me la rechazo, es un gesto que me hizo sentirme muy dolido. Y no soy de las personas que perdonan lsa ofensas nada mas de llegar. No me queda mas remedio que aguantar su compañia porque asi lo exije su señoria, pero si por mi fuese no yo les acompañaria en sus misiones siempre y cuando no sea capaz de aceptar la situacion.- Toma aire- De todos modos, muchas gracias por escucharme. Si necesitan algo aqui en el palacio no duden en pedirmelo.

- Gracias por todo Terenthius. Confio en que podamos ser todos un equipo unido.

Rodeado por el aroma rancio que desprenden los libros antiguos, desenrollo un pergamino con una representacion geografica de la zona...

- Oh, ilustre manuscrito, que en tus entrañas guardas los secretos geograficos de la zona, muestrame los caminos que nuestros pasos han de seguir para llegar a salvo a nuestro destino.

A la lugubre luz de la vela, el eco de mis palabras queda amortiguado por un arrollador silencio. Profanando la quietud de la estancia mi voz vuelve a resonar

- Sabio cartografo, que plasmaste tu conocimiento para la posteridad. Tu trabajo sera el baston en el que apoyaremos nuestros pasos, la luz que guiara nuestro camino en la oscuridad, la brujula de nuestro sendero.

De nuevo sucumbe el silencio... ahora mucho mas sobrecogedor... Mis ojos siguen cada una de las lineas del relieve aprendiendo los senderos, los caminos, las cuevas y las montañas. Con un poco de tinta reproduzco un esbozo del mapa añadiendo los detalles mas significativos del camino que hemos de recorrer.

Luego de mucho conversar con la dama le comento, creo que ya es hora de nuestra partida señora la acompaño a la casa si desea.

Mientras me levanto le pregunto -  como llego usted a esta aventura si se me permite preguntar?

Me pongo en pie asintiendo. sí creo que deberíamos entrar ya. Tras quedarme un poco pensativa respondo al enano: el conocimiento nos espera en cualquier parte, debemos ir a buscarlo y no esperar a que él venga nosotros.