Partida Rol por web

Página 3

"Pongamos que creo en tus embrujos, señor..."

"Legba. Soy papá Legba, hijo. Y si has venido hasta aquí tan temprano en tu vida, es porque yo te he llamado"

Hasta tu conoces su nombre. Papá Legba. El guardián de la encrucijada. El que vigila el limite entre los vivos y los muertos ¡Incluso el mismo Barón Samedí respeta su poder!

"El gobernador piensa traer la cruz a la fuerza, y sacar nuestra influencia, la mia, la del Barón... Y hasta la de la Señora. Y eso no puede ocurrir. En principio no podría, pero el merluzo del Barón se dejó engatusar por una mortal, y le hizo un regalo que descansa roto en la tumba del Doctor Facillier. Normalmente sólo regala bisutería, pero la muchacha era una moza de ojos inquietos y lengua viperina que le manipuló en obtener algo valioso. Este tesoro es lo que la Cruz necesita para acorralar a la Calavera"

"Pero para detener al Gobernador, mi propia magia necesita un par de manos mortales. Y tu eres el que me servirá. Necesitaré de él cuatro cosas. Algo de tela. Algo de la Cabeza, Algo del Cuerpo y algo de sus putos muertos"
"Pero no estarás sólo, amigo mio" y extrae del interior de su chaqueta un RELOJ DE ARENA "Las arenas del tiempo van y no vuelven. Pero tu podrás detenerlas durante cinco minutos. Cinco y ni uno más. O acelerarlos. Tan sólo no dejes que se rompa"

El huesudo negro te ofrece el reloj. Y sabes que no es buena idea enfrentarte a Papá Legba.

"Ah, y esto te servirá" y te entrega... un viejo sable. Antiguado, parece oxidado incluso. Pero al tocarlo sabes una cosa: Es el sable del Padre de tu Abuelo, del que nunca supiste nada. Pero de algun modo, este Papá Legba te lo ha traido desde el olvido

Armado con un poder, y con el filo del Padre de tu Abuelo, te planteas cual es tu proximo movimiento:
¡Mejor no cabrear ni al Barón, ni a Papá Legba, ni a La Señora!

Es mejor permanecer en las sombras hasta el último momento. Si quieres buscar algo de sus putos muertos en primer lugar, ve a la página 16.

Tragas saliva, no respiras, el corazón se te sale por la boca. Podrás ser muy valiente pero tratar con las fuerzas del Más Allá, te atemorizada un montón. Aparte de que no has entendido ni la mitad de lo que papá Legba te ha explicado. 
Eso sí, se siente bien el sable de tu antepasado en la mano. Porque lo es, sientes que lo es, el sable de ese viejales.
Y tan nervioso estás con la situación, que se te cae el reloj de arena.
Se quiebra contra el suelo de piedra en mil añicos que saltan hasta la página 5.

El sable en tus manos te hace sentir poderoso. Tanto, que decides ir en busca del francés para empezar. Nada de medias tintas. 

Si vas a por el gobernador, ve a la página 52

¿Machacar Gabachos? ¿Donde hay que firmar?

Vamos a la página 52, con rabia y con fuego

PÁGINA 52

Envalentonado, vuelves sobre tus pasos. Cada uno de ellos te hace sentir más fuerte y aumenta tu convicción. Al salir de la cueva, sin embargo, no sabes qué camino tomar.

Maldición...

Tu arrojo desaparece por completo, falto de ideas. Te sientes derrotado por tu mala suerte y caes de rodillas, apoyando la espada de tus ancestros. No sabes muy bien porqué, pero empiezas a rezar.

—Dios, escúchame. Nunca te pido nada, pero algo más grande que yo está interviniendo en esto y me ha escogido por un motivo que desconozco. Si eres tú aquel que me guía hazme saber la direccíon correcta. ¡Inspírame, oh Señor!

Con los ojos cerrados y el sable empuñado en línea recta echas a andar guiándote sólo por lo que sientes. Al rato llegas a un camino que te es familiar y ves huellas de carros y soldados. Es el camino correcto.

Más animado, echas a andar en pos del francés y no ves una figura con sombrero de copa sonreír oculta tras un árbol.

Al final de la tarde, encuentras a tus enemigos. Han montado un campamento para pasar la noche. Tienes que pensar bien cómo asaltar al francés y, quizás obtener algo más.

¿Cómo lo vas a planear?

Necesitas algo de Tela, de la Cabeza y del Cuerpo ¿No?
¿Que tal si nos escondemos en la habitación del Gobernador, dentro de su armario, y esperamos que se duerma?

Si un armario no te parece un lugar muy oscuro, puedes ir a la Página 9

En ese momento de duda, te planteas qué diablos estás haciendo aquí. Te están manejando como a un títere, el gobernador, el vudú, papá, mamá, Facillier, tus ancestros...No controlas nada de tu vida. Crees que ya es hora de que seas tú el que mueva los hilos de tu vida y tu destino.

Si eres dueño de ti mismo, toma el camino hacia el puerto y olvídate de estos espantapájaros, para embarcarte en el primer barco que necesite una espada hábil.  Eso lo encontrarás en la página 19

Si decides acechar desde la maleza y caer sobre el gobernador cuando se aparte del campamento para hacer sus necesidades utilizando la ventaja del reloj de arena. Entonces ve a la página 18.

¿Atacar por la espalda a un enemigo mientras caga? Un plan infalible.

Vayamos a la página 18

Página 18

Te preguntas porqué el gobernador no ha decidido pasar la noche en la lujosa mansión que le corresponde por su cargo. Decides que se han quedado en un esfuerzo por localizarte o buscar otro infeliz que desentierre al brujo recibiendo la maldición.

Es un pequeño campamento para media docena de personas junto a un arroyo de agua fresca que desemboca en el pantano próximo. Mejor, entre los árboles te será fácil esconderte. No tienes intención de enfrentarte a los hombres Jean-Baptiste cuando puedes darle el palo a él solo cuando salga a hacer sus necesidades. Por muy sangre azul que sea, antes o después tendrá que aflojar el vientre como el más humilde campesino.

Aguardar entre las hierbas altas, al alcance de serpientes, insectos y caimanes, te parece un suicidio. Afortunadamente has pasado muchas noches en vela en la cesta del vigía del palo mayor y trepas sin dificultad a un ciprés de los pantanos preparado para una larga vigilia.

Afortunadamente el gobernador no se hizo mucho de rogar. Nada más terminar la agitación de la cena con su charla y sus cigarros, una figura que no podía ser otro que el gobernador, se separó del campamento en busca de un lugar apartado.

Destrepaste con agilidad felina y te dirigiste a su encuentro acercándote por su espalda. El resto de los hombres no andaban lejos y no querías perder tu oportunidad, así que tan pronto tuviste a la vista sus desnudas y blancas posaderas iluminadas por la luna, sacaste el reloj de papá Legba y lo accionaste girándolo. Ahora la arena del reloj caía inexorable mientras el tiempo en el mundo se congeló.

- Ja, ja, JÁ. - reíste sonoramente mientras cubrías los últimos metros - Creías que podrías conmigo. Podrás decir a tus nietos que esta vez estuviste a punto de atrapar a Íñigo de Ulloa.

Tenías 10 minutos y no pensabas desaprovechar la oportunidad de pavonearte de aquel franchute estirado, aunque él no fuese consciente de que te estabas mofando de él en su misma oreja. Con el rabillo del ojo viste un par de culebras entre la hierba y no perdiste oportunidad de recolocarlas, una alrededor de los tobillos del gobernador y otra dentro de los mismos pantalones. Con suerte le mordería el culo cuando se los subiese y con algo más de suerte le mordería los genitales.

No pudiste contener la carcajada ante la idea. No tenías prisa, aún debían quedarte 5 minutos lo cual es una eternidad para que un bribón de tu categoría despojase a este ilustre mamarracho.

Cortaste con habilidad un pedazo de la casaca, ya tenías la tela.

Mordiste una de sus uñas, no era muy ortodoxo, pero era algo de su cuerpo.

Solo te quedaba algo de la cabeza que, como no, sería algo de pelo.

Pero al levantarle la peluca para llegar a su pelo natural, para tu sorpresa cayó desenredándose un bucle de mechón rubio, largo y sedoso.

- ¡Pero qué es esto!  - Exclamaste.

Miraste aquella figura por primera vez a la cara y más allá del disfraz, encontraste que estabas mirando unos ojos femeninos. Unos ojos que habías visto en mismo día de tu juicio. Los ojos de la guarda espaldas de confianza del gobernador. Brie Rochefort-Larson, hija de una de las chicas ataúd (casquette girls) llegadas a Luisiana en 1704. Brie Rochefort-Larson es una defensora temeraria y furibunda que idolatra al gobernador y está dispuesta a todo por él. Por ejemplo hacerse pasar por él y actuar como señuelo.

Y ahí estabais acuclillados los dos frente a frente, las narices separadas apenas un palmo. Brie Rochefor-Larson con su cagada congelada en el tiempo mirándote sin verte y tú a la altura de sus ojos, cruzando su mirada, parpadeando de incredulidad y desconcierto.

Tenías la ropa, algo del cuerpo y de la cabeza de la persona equivocada. El tejido de la realidad comenzó a vibrar mientras tus diez minutos estaban a punto de consumirse.

¿Qué podías hacer?

¡Apenas tienes unos segundos!
Si quieres poner a Brie en una posición ridícula, en decúbito supino, para que no pueda perseguirte, va a la Página 9

No será lo que habías pensado, pero tampoco está mal. Decides usar la ropa de la guarda espaldas para infiltrarte y obtener lo que buscas.

Ve a la página 43

Te quedas helado, de piedra, paralizado. Mirando a esa mujer bella y fanática. Por unos segundos te quedas ahí, saboreando la idea de besarla. Segundos…

¡Segundos! Dios mío. No son diez minutos, sino cinco. ¿Cómo puedes ser tan atolondrado? Maldición...Y encima el gobernador te ha dado gato por liebre.

Bueno, eres pragmático. Tienes lo que necesitas y, total, si la Richefort se acuesta con Jean Baptiste, es como si fuese él, ¿no? Han mezclado jugos y sabores y esencias. Pues venga, te largas corriendo igual que un galgo de regreso con tu botín,  a la página 51

Si Elaine Marley dice que nos vale lo que tenemos, yo la creo. 

Guli, sácanos de esta. 

Página 51, arreando. 

Página 51

Comienzas a correr, entre los árboles, las ramas que acechan en la oscuridad arrancan girones de tu maltrecha y sucia ropa... caes, te pones el pie, y corres y corres...Miras atrás, nadie te sigue, si acaso la mirada lánguida y aburrida de una lechuza. 

Tiene todo. La tela, las uñas, el cabello rubio sedoso, conservas el sable y el reloj.  Y la vida. Madre mía. Estás por marearte, tantos días en el agujero y ahora esta carrera y las impresiones, y los miedos, y...

Horreur.

Algo de sus putos muertos. Joder. Y ahora qué. Tú corres sudando y jadeando hacia Papá Legba. Llevas lo que te ha pedido...más o menos...Que sí, que para eso eres un truhán. Y mientras vas llegando se te ocurre qué hacer, que te falta una de las cosas. Sin embargo, también sientes en el pecho una presión ominosa, una mano de largas uñas como garras que aprieta y se clava en tu carne y aprieta y aprieta buscando tu corazón. Sabes que te queda poco tiempo, que debes de salir cuanto antes de este maldito cementerio. 

Entonces tropiezas otra vez, caes en el lodo negro, ruedas y te detiene una lápida. ¿Qué pone? Ni se distinguen las letras de lo viaja que es, tanto, que hasta sobresalen huesos de la tierra oscura, y con ellos un anillo. Un anillo. Pues vale, lo coges, te recuperas y sigues tu ruta. Puedes hacerlo, puedes engañar a Legba, Que tampoco es tanto engaño.

Pero...¿Deberías hacerlo? ¿Se dará cuenta? ¿Funcionará su hechizo? Y a ti qué más te da...

-Papá Legba...Aquí tienes. Lo que pedías. Me ha costado horrores conseguirlo...pero yo nunca fallo. ¿Se lo das y usas el reloj para detener el tiempo para largarte? ¿Esperas a ver qué sucede? ¿Exiges una recompensa? Mon Dieu...Qué de decisiones...

Él te salvó la vida, tu le trajiste lo que pedía (o algo análogo e indistinguible) y es hora de marcharte con viento fresco. 

Si no esperas a que te de las gracias y pones pies en polvorosa, ve a la página 23

Espera espera espera
¿Eso de ahi detrás es Brie-Rochefort Larrson que viene corriendo hacia vosotros, con los ojos inyectados en sangre?

Si es así, intentad esconderos los dos en la Página 4

Le das lo que tienes y el anillo. Confías en que tu suerte siga siendo buena, así crees que te dará una recompensa, o al menos algo con lo que seguir.

Ve a la página 37