Partida Rol por web

La ambición y mi corazón aventurero me mueven más que la razón. Sin ningún sentido común le entrego los trastos. 

Veamos el destino en la 37...

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Papa Legba te mira sonriente, aumentando tus esperanzas de que funcione tu treta. Extiende sus manos para que le entregues los objetos, lo que haces rápidamente, pues los tenías preparados, y empieza a estudiarlos con detalle recitando unas palabras ininteligibles para ti.

Ves animado como asiente con la cabeza al comprobar la tela, pero su rostro se oscurece decepcionado con la uña y el pelo. En cambio, al estudiar el anillo su expresión te resulta difícil de definir, aunque su media sonrisa tiene buena pinta.

—Bueno, Íñigo de Ulloa, no es lo que esperaba pero algo podremos hacer.—​​​​​​dice guardando la tela, uña y cabello en un zurrón. Mira otra vez el anillo y te lo ofrece—Ten. Esto tiene un poder extraordinario. Cuanto te lo pongas lo sentirás. Es la recompensa por tus servicios.

Tomas el anillo y te lo colocas. En seguida notas una vitalidad y fuerza jamás sentidas antes. Miras a Papa Legba agradecido aunque él empieza a reírse como un maníaco. No lo entiendes. Entonces vas a hablar, pero no puedes. En su lugar sale una llamarada de tu boca que te abrasa por dentro. Cuando vas a llevarte las manos a la garganta tampoco notas que te respondan. Las miras y compruebas horrorizado que están en llamas.

—¿Pensabas que me engañarías, infeliz? Sellaste tu destino con tu engaño y este anillo. ¡Arde en vida para saber lo que te espera en el infierno!

Tu agonía fue dolorosa, pero corta. Tu últimos pensamientos fueron de arrepentimiento y de duda. Cuántas malas decisiones en tu vida. Y pese a saber que acabarías mal, nunca imaginaste acabar así.

Fin

Bueno...si eso...casi mejor que te largas, sonriendo de oreja a oreja, has cumplido tu misión y en este lado de la isla apesta a muerto. Hasta la vista, papi. Que te espera un trago de auténtico y poderoso grog en la taberna de la página 23...

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Esperas que las culebras hayan distraído a Brie y no te haya llegado a ver. Aunque lo haya hecho, parece que la han distraído lo suficiente para dejarte poner algo de distancia entre vosotros. Realmente no pudiste oír si te siguieron ya que estabas ensordecido por el atropellado latir de tu corazón.

Quizá no tenga importancia puesto que ya estás delante de Papá Legba, con anillo añadido y todo. Te ves envuelto por la verde reverberar del pasaje en el le encontraste por primera vez. Delante de ti Papá Legba y aquellas dos tumbas. Detrás de ti, misteriosamente y existiendo al mismo tiempo, el cementerio en el mundo de los vivos.

Te mira extrañado - ¿Ya estás aquí? Has tardado poco. ¿Has tenido problemas?

Aún te falta el aliento y peor aún, temes que tu voz te delate. Así que giras vigorosamente la cabeza de un lado a otro en señal de negación, varias veces.

Entonces - te dice - ¿me has traído algo?

Aro, aro, aro. - Le contestas deseoso de entregarle lo que traes y marcharte cuanto antes. Y le muestras el trozo de tela, la uña y el cabello. Papa Legba asiente satisfecho al tocar la tela, pero luego te mira con suspicacia al tomar entre los dedos la uña y el cabello. Los huele y les da un lametó inquisitivo. - No son son de Jean-Baptiste, hummm, pero son de alguien con quien se acostó recientemente con él, han mezclado jugos y sabores y esencias.... mmmm ... a efectos prácticos es como si fuese él ... mmmm ... será suficiente. Muy bien - prosigue ordenándote - Excava someramente en tu tumba, justo a pie de lápida, encontrará un ataúd pequeño, del tamaño de un conejo. Coloca los objetos dentro.

Le sigues el rollo deseando terminar rápido. Por alguna razón quiere que hagas tú las cosas, será parte del embrujo. Quitas un poco de tierra y enseguida das con ese pequeño ataúd. Al abrirlo ves una figura de trapo que se asemeja al gobernador Jean-Baptiste. Dejas el trozo de tela, la uña y el pelo sobre la figura, dentro del ataúd.

- Tu tumba y dentro de ella el muñeco vudú de tu enemigo. Así es el ritual. Muy bien Íñigo. Cierra el ataúd y cúbrelo nuevamente. Vuelve cuando tengas algo de sus putos muertos para añadirlo y habremos terminado.

Piensas que si le cuelas el anillo, todo habrá acabado. No te da tiempo a asimilar la información cuando tus manos y tu lengua están en movimiento.

- Nononono, si ya lo tengo, lo tengo... yaestá, aquíestá, miracomoestá, mírame, míralo, elanilloestáenmimano, elanilloestáenelcofre, míralo, mírame, se fue, me voy, me fui.

Y antes de terminar has metido el anillo en el ataúd junto a lo demás sin dejar que Papá Legba lo examine. Has cerrado la tapa, lo has cubierto con tierra y estás corriendo alejándote de allí por donde has venido, pantano a dentro gritando.

- Lo he completado todo, lo he completado. He cumplido. Todo en orden, todo correctoooooooo.

Se levanta un fuerte viento. El cielo, antes despejado, se llena de nubes cenicientas y espesas acompañadas de rayos con fuertes tronidos que hacen saltar gotas de la superficie del pantano.

- Pero ¿Qué has hecho desgraciadoooo? - Escuchas gritar a Papá Legba a tus espaldas.

Corres y corres entre los árboles hasta que súbitamente te estampas contra la mismísima Brie Rochefort-Larson quien venía siguiéndote el rastro. La miras y ella te mira y te sonríe con los ojos pícaros, tal vez le gustas. En cualquier caso tras ella vienen el mismísimo gobernador y media docena de hombres.

Los engranajes de tu cabeza empiezan a girar a toda velocidad.

¿Intentarás convencer a Jean- Baptiste de que te siga al cementerio y llevarlo ante Papá Legba para hacer el ritual correctamente esta vez?¿acaso es eso posible?

¿Decides que tú y Jean-Baptiste estáis al fin y al cabo en el mismo bando (el de la cruz y los vivos) y tratarás de enfrentar junto a él lo que sea que se viene encima?

Cogerás a Brie y escaparás con ella a vivir una vida de pasión y aventura mientras Jean-Baptiste y sus hombres plantan cara a lo que sea que has desatado.

Estas y mil otras ideas desesperadas bullen en tu cerebro. No tienes tiempo para reflexionar, ¿qué harás?

Está claro que hacer. Si le cuentas una mentira al gobernador y a sus secuaces para mandarlos contra Papa Legba y huir miserablemente como buen pirata, ve a la página 64

Has compartido un momento de intimidad intenso con la rubia lagarta Larson, algo que une a una pareja, allí ella, en cuclillas, con sus necesidades. Después de eso...Ni siquiera el gobernador ha llegado a tanto. Supones, claro. Ves en sus ojos astutos el peligro y la aventura, pero a ti siempre te han buscado las mujeres malotas. ¿Abandonará Brie una vida de lujos por otra de pasión y fechorías mil?

Pues no. Eres pirata y ladrón sagaz. Si le arrancas el collar de perlas a la chica y sales de espantada por el otro camino, corre veloz a la página 45

Oye, que para algo tienes El Sable del Padre de tu Abuelo
¡Vamos a enfrentarnos a lo que sea que hayamos liberado, en la Página 14

La ocasión la pintan calva. Que se maten entre ellos. A la página 64

Página 64

Aún en el suelo por el encontronazo con la guardaespaldas, y totalmente rodeado por los otros guardias, empiezas a farfullar excusas de todo tipo para salvar tu vida. Brie Rochefort-Larson te observa con desprecio, espada en mano, y crees que tu final está cerca, pero el gobernador le pone una mano sobre el hombro:

—Espega—le dice.

Brie, sin guardar su arma, se aleja un paso de ti y se coloca detrás tuya. A su señal, te indica que te levantes y mires al francés. En seguida notas un tirón en el cinto: la mujer te ha quitado el sable de tu abuelo con el engaño más elemental del mundo. ¡Céntrate Íñigo!, piensas enfadado contigo mismo.

—Te di una opogtunidad y me engañaste. Ya sólo pog eso debegía matagte. Mas tienes suegte. Algo le hiciste a mi leal Bgie que la enfadó teggiblemente. Aunque no me dice que es, me configma que usaste algún tipo de agtilugio mágico. Como compgendegás, cgeo figmemente en ella y quiego gespuestas. ¿Qué objeto es? ¿Dónde está?

Mientras te suelta su rollo el inoportuno gobernador, tú tan solo piensas en seguir corriendo. ¿Qué más da lo que cuente? Haces un poco el paripé para ganar tiempo y le cuentas algo de Papa Legba y de lo ocurrido hasta ahora. Curiosamente, ves que el francés parece creerte y te presta atención, hasta el punto de que te va a ofrecer un nuevo pacto.

Sin embargo, un rápido deslizar sobre las hojas y un grito de dolor os sorprenden a todos. Te das la vuelta y contemplas horrorizado como una sombra gigante con forma de serpiente ha desmembrado a uno  ​​​de los guardias. Varias sombras más, con formas de otros animales, hacen lo propio con los demás comenabos del francés, quien huye como alma que lleva el diablo hacia la espesura. Sólo Brie, usando tu sable, parece capaz de defenderse... y defenderte. Quizás esa sensación de flechazo fuera real, no lo sabes. Pero decides imitar al gabacho y dejar a la guardaespaldas a su destino.

Ésta, al verte abandonarla, te llama pidiendo ayuda. La ignoras y escuchas un grito de rabia desde su dirección. Inmediatamente después, una punzada de dolor te atraviesa la zona lumbar. Al mirar ves la daga de la mujer atravesándote la tripa, tras un gran lanzamiento, supones.

El dolor te hace caer al suelo de rodillas. Al levantar la mirada ves a Brie yacer en el suelo muerta, y que de su cuerpo sale una sombra directa hacia a ti. Será tu última visión, acompañada de una risa abominable, versión horrible de la de Papa Legba, o eso crees. Pero ya da igual 

FIN

Si contar trolas y salir por patas no es la solución, entonces no sé como se sale de esta encrucijada. Dejaré que decidan los dados. 

Pues ha salido un 2. Con el sable agarrado con fuerza, vamos a plantar cara a la amenaza en la página 14

Página 14

"Se van a ir a tomar por el..." y sabiendo que frente a ti tienes a los gabachos y por detrás tienes a todos los embrujos que el inframundo puede conjurar, decides que vas a irte a lo grande.

Desenfundas el sable del Padre de tu Abuelo, y decides que vas a irte con las botas puestas, llevandote a cuantos enemigos puedas por delante

Mas... algo sucede. De nuevo, el tiempo se detiene, pero esta vez es distinto.
No es como antes, un acto de brujería infame nacida de la superstición de estas tierras, sino un milagro que viene de tu ascendencia. Y ves frente a ti a quien menos podrías esperar.

Al Padre de tu Abuelo. Portando su adarga antigua, su lanza en astillero, y su invencible yelmo. Su piel parece ser un álma misma en la gloria. Hecha de pura plata traslúcida.

"Veanse, que en aqueste paraje de las indias, la mia progenie se enfrenta a la brujería y al francés. Más non deberes de preocuparte, Buen Íñigo, Vástago del Vástago de mi Vástago con la más fermosa de las doncellas, pues el honor de mil ancestros camina de tu lado"

Parpadeas. Una vez
Luego otra.
Una tercera vez más. Si existe un Deus Ex Machina, esto debe de serlo. Pero sólo puedes proceder una única palabra, y esa palabra es

"¿¿¿MANDEEEEEEE????"

Algo desconsolado ante el rufián al que ha ido ha parar el orgullo de su casa, intenta explicarte el percal: Estás destinado a la grandeza, no a retozar con Brie (Aunque si se tercia la ocasión, pues se terció ¿Que más decir?) ni servir a un gabacho, ni mucho menos a perecer en la soga como un bellaco.

"Grandes aventuras te esperan, y puedes acabar siendo señor de esta ïnsula, si abrazas el sentido de esta espada, el camino de la caballería. Si aceptas el camino de la caballería, yo y cien mil ancestros te ayudaremos en tu búsqueda del honor, oh vástago del vástago de mi vástago"

Contemplas el sable del Padre de tu Abuelo, y decides que es el momento de...

Camino de la caballería, búsqueda del honor... ya sólo de pensarlo te salen sarpullidos.

No hay trato. Los piratas sois siempre de truco. Le dejas claro que eres el dueño de tu destino y que si no te va a ayudar sin contraprestaciones, que se vaya haciendo a un lado. 

Ve a la página 50.

¡Por todos los infiernos y las barbas de los mil diablos que te recorren la sangre! Das un salto atrás, sorprendido, temeroso, infinitamente perplejo.

-¿Qué magia es esta?- ¿Has sido drogado por alguna de la esencias de esa furcia o los vapores del pantano te nublan el poco entendimiento que resta en tu sesera? 

El fantasma del ayer te visitaen hora maldita. No puede ser más que una señal del destino, que te indica el buen camino. 

Si caballero quieres ser armado, pronto, corre, a desfacer este funesto tinglado, vieja toledana en mano.

Pues eso, a la 44 que te vas.

Saltarías sobre tu espada para huir de este entuerto, pero eso es demasiado cobarde hasta para ti. Si decides hacerte el muerto y que te olviden, ve a la página 17.

¡ A las Página 50 pues !

Página 50

Para una vez que le echas coraje y vas de frente a morir con las botas puestas llevándote por delante a cuantos te sea posible, aparece otro jugador en escena y trata de llevarte al huerto. Y es que estás harto, hartísimo de que cada uno te quiera conducir en su dirección como un asno. Eres un pícaro y un pirata. La vida te llevó por este camino, que si no es el más honorable, es uno que te permite ser libre.

- No, no y nooo. Estoy harto. Aparta de mi camino -  Le dices en la cima de tu irritación - Me enfrentaré a lo que sea yo solo y haré lo que me de la gana. - Tienes la cara roja de ira. - Aparta te digo.

Tu ancestro, el caballero de la triste figura y el caballero de los leones, aguarda hierático sobre su flaco rocín a que te adhieras a su causa sin dar señales de haber escuchado tu respuesta. Así pasan unos segundos de silencio, cuando se digna a bajar la mirada de nuevo y arengarte.

- Vamos, hijo, no te hagas de rogar, arrodíllate y haz tu juramento de seguir el camino de la caballería, dedicar tu vida a desfacer entuertos y regirte por el honor y el amor ideal a tu dama que veo tienes una a tus espaldas que no desmerece tu adoración platónica.

Ese fantasma está sordo o loco.

- Que no te digooooo. Aparta de mi camino. Dispersa tu encanto y déjame afrontar mi destino.

La figura espectral te dirige una mirada de contrariedad y luego se dirige a su orondo escudero. - Parecióme oir que se negaba. ¿Acaso he oído mal? - El escudero niega con la cabeza.

Así que tu antepasado descabalga, se quita la celada descubriendo su rostro enjuto y se acerca a ti.

- No me disgusta que quieras enfrentarte sólo a la amenaza despertada por el embrujo, digna del mismo Frestón. Cargar en solitario frente a tamaña amenaza como Amadís de Gaula en su batalla contra el Rey Abies es una gesta digna de nuestro linaje y si fueses en ella muerto, yo mismo te abrazaría orgulloso en tu llegada al paraíso. Mas renunciar al ideal de la caballería....

- Que no te digo. Yo elijo mi destino. Aparta - Insistes.

Es entonces cuando te cruza la cara con la mano sin quitarse el guantelete. Si bien su aspecto es etéreo, el contacto del metal contra tu rostro es macizo como una bala de cañón. El sopapo es tan fuerte que se te mueven todos los dientes y por un momento crees que te los ha arrancado de cuajo. El impulso te hace volar tres varas antes de caer rodando y darte una grande calabazada con una lápida olvidada.

Te levantas lloroso y moqueando, sin que te quede ni rastro de la rabia y el hartazgo de un momento atrás.

- Ya está bien de insolencias. Elegiste el camino del valiente al esgrimir ese sable y lanzarte contra un enemigo de una fuerza tan desigual. Has abrazado la parte de mi sangre que corre por tus venas. Has elegido un destino y ya no puedes darle la espalda ni tomar solo una parte y dejar de lado el resto. Ahora ponte en pie, agarra el fierro que una vez sostuve con mis propias manos y jura dedicarte desde el día de hoy a la vida del caballero andante.

Ahora que el sopapo te ha aclarado las ideas, de algún modo, no te parece tan mala idea.

Pasa a la página 44.

Página 44

No te queda otra, hacer caso del viejales si no quieres ser la diana de su cólera y ojeriza. Si es que esa fue tu primera intención, la caballería mola. Te torciste en el camino con las malas compañías.

-Es que he sido malo, tatarabuelo, o lo que seas. ¿Estás seguro de que somos parientes? Yo no estoy tan loco.- O sí, para habar abrazado esta profesión fuera de la ley. Es que lo tuyo es vocación. ¿No habíamos quedado en que te desviaste de la senda correcta? Se nota que tu cabeza es un ovillo.

¿Podrás dejar luego el asunto, una artimaña más de las tuyas, o esto va en serio? La verdad es que se siente bien la empuñadura de la antigua toledana en la mano. La alzas a los cielos nocturnos, envalentonado. O que no te apetece recibir la ira desatada del furibundo caballero de la Triste Figura.

-¡Juro por…por mis ancestros y por mi vida, que desde hoy hasta el momento de futura y lejana muerte, seré caballero andante, o navegante, desfacedor de entuertos, liberador de viudas y huérfanos, y pobres, salvador de la virtud y hombre honrado y cabal!

Esperas que el fantasmón esté contento. Te preguntas algo en voz alta -¿Y no necesito a una novia? A una dama, quiero decir. Una Dulcinea del tó morbo. Del toboso, digo. Abuelo, ¡despierta! –Te das cuenta que el flacucho se ha quedado traspuesto, así que aprovechas para pillarle el bonito sombrero que más parece otra cosa, y montas en su caballo, que ahora es tuyo.

-Rocinante, ¿no? O lo que queda de él. Vamos , amigo, y tú, Sancho orondo, cuidado del abuelo que no lo veo para muchas más historias.

Y así, sacando pecho, envarado, con la Toledana en la mano, Pantanosa, la bautizas, cabalgas sereno y seguro, ¡cien mil ancestros te acompañan a babor y estribor!, mira, ahí los ves. Un ejército de las sombras dispuesto a derramar sus almas por ti.

¿Y ahora qué? ¿A por tu dama primero? ¿A por el mal desatado? ¿A por el hideputa gabacho? ¿A por esa ínsula prometida?

Estas lleno de orgullo castellano. Y lo mejor que puede hacer un caballero xastellano ¡Es castigar gabachos!

Vamos a por el diez en la Página 10

Cargabas contra el mal desatado y ya te has entretenido bastante. 

De frente con bríos renovados. ¡España y cierra! 

A la página 22

El gabacho debe morir, de eso no hay duda, pero antes hay otro asunto mayor. Si te lanzas contra Papa Legba y sus herejías, ve a la página 3.