Partida Rol por web

Dicen que los zombis no son muy listos y tampoco huelen mucho mejor que las ratas. Si decides moverte como si fueras pisando mierda y pasar al lado de los zombis como quien no quiere la cosa, abre tu testamento y léelo en alto.

Toda skaven conoce la sagrada maniobra que no es retirarse, que es darse la vuelta y de espaldas al enemigo, ¡cargar!...

¡Por la letrina! Pena de pelaje azulado nuevo.

¡Dale sabueso! 

Dentro de la letrina más cercana. Página 26

Tus inteligentes ojos amarillos buscan una respuesta a la peligrosa situación en la que te hayas. Recorren la sala sabiendo que solo un intelecto superior como el tuyo puede encontrar la clave. Y no tardan en hacerlo.

Los zombies son muchos, pero lentos y poco inteligentes en su avance intentando cumplir las órdenes de su creador y comerse, ya que están, tu cerebro han dejado sin proteger la salida más evidente. Los pelos de tu cola se erizan de emoción, torpes criaturas esos cuerpos-muertos no son rivales para un skaven de tu categoría.

El guantelete adivina tus pensamientos y con esa voz sexy y cruel te advierte "Los ultrapitufos no huyen".

¿Qué sabrá un guantelete por muy mágico y poderoso que sea? Te dices a ti mismo, mientras realizas de un modo perfecto la maniobra skaven de cargar hacia la retaguardia. Giras, apoyas las cuatro patas sobre el suelo y con un magistral salto te lanzas directo hacia la salvación que ofrecen las alcantarillas.

Esas estúpidas y lentas cosas-muertas no se lo esperan, sonríes con suficiencia cuando te das cuenta que vas a lograrlo

Y en ese momento la voz vuelve a resonar en tu mente: "La cobardía es el primer paso a la herejía" - "Activando ORDEN 66"

El guantelete vuelve a activarse y te provoca una descarga eléctrica de tanta intensidad que tu cuerpo combustiona expontáneamente, consumiéndose y conviertiéndose en simple polvo negro en apenas unos pocos microsegundos sin que puedas hacer nada por evitarlo.

FIN

Miras a un lado y a otro. Como nadie te ve, te vuelves a la página anterior y haces como si nada hubiese pasado.

Drogas. Esto lo vamos a solucionar con drogas, piedra bruja, Mañocao y más violencia.

Dale Tortugo! Amos Mañooooo!

Por la Gran Rata Cornuda, que situación tan desesperada. Pareces estar contra las cuerdas, pero no es nada que no puedas arreglar con las dos pedazo de armas que te has agenciado, soplete y guantelete, y más si te esnifas ese polvo de piedra bruja que tienes tan bien guardado para estas ocasiones de vida o muerte... pero... ups... parece que la piedra bruja se ha mezclado con la muestra de Mañocaos que te dieron el otro día. El chocolateado polvillo marrón ha corroído la bolsita donde venía y ahora es todo un mezclum de Mañocaos Brujo...

Si tienes ganas de suicidarte tomándote una mezcla tan inestable, esnífate un poco de cacao para meterte en la situación de Titus y pasa a la página 15 del cómic "El Asombroso Spiderman: El Peligro de las drogas".

Sientes un cosquilleo extraño en lo más profundo de tu mente, como si acabara de pasar algo que no debía y, al mismo tiempo, no. Lo ignoras centrándote en la idea que acababa de venir a tu mente. Recuerdas con nitidez el anuncio de Cabal Vision patrocinado por el Consejo de los Trece: "Los ganadores van hasta las cejas de drogaína". Necesitas una buena ración de piedra bruja para salir de esta. Agudiza los sentidos y aclara la mente. Por suerte llevas una dosis de polvo de piedra bruja refinado en los bolsillos, porque ingerir la que sirve de combustible al soplete además de dejarte con un arma menos sería el equivalente a beber aceite de motor en lugar de un saludable refresco como la Orcola.

Sujetando el soplete con el sobaco, rebuscas con tu mano libre en los bolsillos y extraes la papelina de piedra bruja pero... oh oh... ¿por qué es mitad verde pistacho mitad marrón tierra? Ay, mierda, piensas recordando la última rueda de prensa de los Mañocaos Revenido y las muestras de Mañocaos que entregaron a todos los asistentes. Venía en una bolsita de plástico, pero el polvillo de cacaos parece haberla corroído completamente ¡y se ha mezclado con tu deliciosa piedra bruja!

Respiras agitadamente sin saber qué hacer hasta que ves que un par de los zombies están tan cerca como para presentarte a las distintas caries de sus podridos dientes.

—¡Aaaah! ¡Maldición-maldición! —exclamas embozándote la mano entera llena de peligrosa e inestable mezcla contra el hocico y aspirando fuerte.

Tus ojos se abren como platos y se iluminan con el color verde de la piedra bruja como si fueran versiones pequeñitas de la mísmisima Morrslieb. Notas como pulsos de electricidad recorrer tu cuerpo mientras tu mente se aclara y tus músculos parecen expandirse. Te parece que los zombies a tu alrededor se hacen más pequeños hasta que te das un coscorrón contra el techo y te percatas de que eres tú quien se ha hecho enorme. Admiras tus nuevos y potentes músculos mientras los zombies se detienen confusos. Esta mierda es buenísima, la vas a tener que registrar. Mañocaos Brujo... buah, vas a sacar una pasta en royalties de esto.

El guantelete mientras tanto parece estar susurrando algo dentro de tu mente.

—"La mutación es como el décimo paso a la herejía, te has saltado unos cuantos. Activan..."— se corta la incordiosa voz en cuanto tu mano es tan grande que revienta el guante desde dentro, que chisporrotea y cae al suelo en pedazos.

Vaya por dios. Ya no vas a poder venderlo. Al menos ahora tienes fuerza suficiente para cargar con toda la caja fuerte, supones. Pero sigues rodeado de enemigos.

Agarras a uno de los zombies y lo estrujas con tus manos desnudas. El pobre apenas puede musitar un leve "Viva Hodrum" antes de ser reducido a pulpa entre tus dedos.

—¡BRRRRRUTALLLLLL! —oh, qué catchphrase más buena, piensas para tus adentros. Se te empiezan a acumular las visitas a la Oficina de Patentes de Altdorf.

Empiezas a repartir puras hostias a rodabrazo contra todo lo que te rodea. Sean zombies, elfas de costumbres libidinosas o inocente mobiliario inerte, todos aprenden a las malas lo que es estar delante de una rata ogro desquiciada. En apenas segundos ya no queda nadie (ni nada) en pie.

Resuellas, babeante, y arrancas la caja fuerte de la pared llevándola contigo hasta la calle. Pero... ¿y ahora qué?

Eres el elegido. Es la hora del inframundo. Tu empieza a matar y los skavens saldrán a tomar lo que es suyo. 

Pasa a la primera página del Ratocalipsis de San Miceo

Viendo lo ciclado que vas, decides dejar de lado la caja fuerte y hacer una visita al Juezz Dredd para volver a discutir las condiciones de la apuesta.

Lee la letra pequeña en la parte de atrás de la papeleta de apuestas 

Las mutaciones sufren el famoso dicho skaven "lo que fácil crece fácil se cae". Así que mejor llevar el contenido de la caja del prestamista a tu guarida ahora que aún estás a tope de piedra bruja.

Abre el refranero skaven por una página aleatoria, cuenta el número de palabras esdrújulas y continua leyendo por la página que coincida con ese número de palabras.

Algo ha debido hacer reaccion entre la piedra bruja, el mañocao y lo que quiera que fuese el guantelete ese raro. Tu pelo va cambiando del azul o una tonalidad más turquesa, mientras tus musculos se van volviendo cada vez más prominentes, mientras creces de tamaño, dejas atras el tono turquesa y te adentras en los tonos esmeralda brillante... Tu rugido gutural llena la calle...

- ¡¡¡ Titus APLASTAR !!!

¡Rasga el libro, rompe la ventana y salta por la ventana!*

_{*ViejoMundo Ed. no se hace responsable de los daños materiales o personales que se deriven de seguir estas instrucciones tan precisas.} 

Viendo lo ciclado que vas, decides dejar de lado la caja fuerte y hacer una visita al Juezz Dredd para volver a discutir las condiciones de la apuesta.

Lee la letra pequeña en la parte de atrás de la papeleta de apuestas 

La letra pequeña en la parte de atrás de la papeleta de apuestas

Sientes un poder absoluto corriendo por tus venas. Miras tus brazos y encuentras más músculos de los que aparecen en el libros de anatomía del mastodóntico minotauro. ¿Quien va a ser capaz de detenerte ahora? Miras la caja fuerte a tu lado y sueltas una risotada, pensando en que apenas unos segundos antes has estado a punto de jugarte la vida por hacerte con su contenido y ahora sabes que puedes lograrlo todo. Absolutamente todo.

¿Por que no empezar tu nueva era dejándole claro al engreído del Juez Dredd cual va a ser su posición en el imperio Titusiano? Al fin y al cabo él es el responsable de que ahora mismo seas la criatura más poderosa sobre la tierra y tú eres un tipo agradecido. Le mostraras tu gratitud nombrándole ministro de sanidad y le enseñaras su nuevo puesto de trabajo en las letrinas del estadio del Sesame Sewers Pals, dónde se pasará el resto de sus días (que tampoco serán muchos).

Sales en busca de Dredd dejando un rastro de desolación a tu paso. Lo que queda de los zombis no serviría ni de repuesto para un equipo de no-muertos, las paredes de los edificios que dejas atrás ya no servirían ni de valla para la casita de veraneo de un mediano. Lo último que escuchan tus victimas antes de ser descuartizadas por tus manos desnudas es una risa maquiavélica. ¡Eres puro poder! ¡Simplemente imparable!

Destrozas el muro, el jardín, algún que otro perro que pasaba por allí y a los guardias del juez Dredd, mientras te abres paso hasta la entrada de su villa (con fachada frontal reventada de paso).

— ¡DREDD! ¡Trozo de mierda de un Nurgle con diarrea! ¡Ven aquí que quiero decirte lo que opino de esas apuestas tuyas!

Desde tu posición elevada sonríes pensando lo que vas a hacerle ahora al engreído del juez y luego al tipo ese de las quinielas y... ¡Espera un momento! ¿No estaba esa lámpara antes algo más cerca? Y esa mesa, ¿no parecía mucho más pequeña hace unos segundos? Temiendo lo peor miras dónde hasta hace poco se encontraban tus prominentes músculos y ya no te parecen tan prominentes. ¿Que esta sucediendo?

En ese momento el mismísimo juez Dredd, cargando el arma más grande que hayas visto en tu vida, y un grupo de su milicia personal hace su aparición en lo que queda de hall de entrada. Hasta ahora no te habías dado cuenta de lo bestiajos que parecen esos tipos.

¿Que harás?

Tan cerca, pero tan lejos.

Solo necesitas un minuto más. Vamos, vamos, seguro que te queda un poco más de ese polvo entre los jirones de la camisa. O quizá entre los nudillos, esnifa lo que hay en tus nudillos, en lo que queda de la camisa y el pantalón. Inspira fuerte. Tiene que quedar algo por ahí. El tiempo de levantar el puño y dejarlo caer sobre su señoría Dredd.

Ponle una velita a San Nurglete y vuelve a leer esta misma página a ver si el texto es un poquito más largo. Solo un parrafito más en el que aplastas al juez Dredd "ya nunca más afortunado".

Crees que el Juez Dredd no te ha visto transformarte de nuevo a la más rídicula y debilucha versión de tí mismo, así que decides optar por la clásica estratagema hacerte el longuis y fingir que el responsable ha sido otro y se ha ido por allí, ¿no lo ves?

Si quieres probar cómo de afortunado y trolero te sientes hoy, mira detrás de tí, ¡un mono de tres cabezas! Va en serio, gírate y pídele la continuación de la historia.

Corre, corre y sigue corriendo sin mirar atrás mientras tus patas sigan teniendo fuerzas.
Súbete a la rueda chillona del salón y haz veinte minutos de ejercicio mientras lees la página 32.

¿Acaso creias que una simple deformacion estructural sería capaz de eliminar la cohesion interna de las particulas nanocristalinas de las que esta conformada la matriz de distorsión armonica de tensores sobrealimentados del guantelete de Maernus?

Se que no has entendido nada... lo que quiero decir es que los trozos azulados del guantelete te han venido siguiendo. 

Sabemos que has sido un niño un poco travieso, pero como veo que lo de la mutación ha pasado, vamos a ser tolerantes... por esta vez... La proxima vez limitate a las drogas aprobadas por el CODEX.

Por cierto, vuelvo a estar cargado.

Los trozos del guante saltan a tu mano y se recomponen como si tal cosa.

Metete el dedo en la nariz y sopla con fuerza sobre un papel. 

Luego sigue leyendo.

Ya finalizando la historia, vamos a ser un poco tácticos. Te devuelvo la pelota, maño. ¡A ver que haces!

Mira detrás de tí, ¡un mono de tres cabezas! Va en serio, gírate y pídele la continuación de la historia.

Crees que el Juez Dredd no te ha visto transformarte de nuevo a la más rídicula y debilucha versión de tí mismo, así que decides optar por la clásica estratagema hacerte el longuis y fingir que el responsable ha sido otro y se ha ido por allí, ¿no lo ves?

Si quieres probar cómo de afortunado y trolero te sientes hoy, mira detrás de tí, ¡un mono de tres cabezas! Va en serio, gírate y pídele la continuación de la historia.

Recuperas por completo el "control" de tu mente, sin delirios de grandeza por los esteroides mañocaóticos. Estás desnudo entre un montón de escombros, al haberse rajado tus harapos con la transformación. Al parecer el montón de escombros es... bueno, era, la casa del Juez Dredd y habías venido aquí a darle una lección. Recuerdas con nitidez haber tomado la decisión, pero te preguntas porqué hiciste algo tan arriesgado cuando la regla número 1 para un skaven que se precie es "nunca estés en la línea de frente".

—Tonto-tonto... estúpido y sarnoso succionador de alcantarillas... —te recriminas a tí mismo.

Ahora tienes a un buen puñado de los matones del Juez mirándote fatal, con palos y cadenas en las manos. Con esos rostros duros y llenos de cicatrices parece que pudieran masticar piedras sin inmutarse. Pero lo peor el es propio Dredd, que te mira frío despiadado desde detrás de los ocho cañones de la ametralladora gatling con la que te apunta. Hay que ver qué cañones tan grandes, menudas balas deben de disparar... piensas mientras tragas saliva sonoramente.

Con un hilillo de voz, un pequeño gallo aderezando tu ya de por sí aguda voz, señalas en una dirección inespecífica.

—V-vaya bruto salvaje, ¿n-no? ¿Alguien le ha cogido la matrícula? S-se ha ido por allí, si corréis igual lo alcanzáis...

Paralizado por el terror, los únicos músculos que consigues mover son los de tu cara para formar una estúpida mueca que asemeja una sonrisa de complicidad. Oh, espera. También se mueven tus esfínteres, que se relajan y te meas y cagas encima mientras los cañones de la gatling empiezan a girar cogiendo velocidad.

Lo último que ves es la mueca de odio y desprecio del Juez. Lo último que oyes, un estruendoso whiiiiirrrrrrr de la ametralladora alcanzando su velocidad óptima antes de disparar.

~SE MORÍ Y SE FINI~

Muy buen final, Tortugo. Me ha dado hasta pena por la rata.
Pues vamos a ver que hace Tito con ese guante que le ha estado siguiendo cual Terminator modelo T-1000 hasta la casa del juez.

- ¿Creias que me había olvidado de ti... olvidemos eso por un momentito... Por ahora tengo que garantizar que sobrevives?

Mientras parece que todas los trozos de plomo que vuelan hacia ti te van a convertir en pulpa, los trozos de metal azul han saltado a tu brazo y se han recompuesto. El guantelete se creea y parece que el tiempo se detiene...

- Vamos a intentar que no llenen tu cuerpo de agujeros.

El metal no para en ese lugar. Crece a toda velocidad protegiendo todo tu cuerpo con una especie de coraza o armadura, pero increíblemente avanzada. Para cuando los proyectiles llegan hasta donde te encuentras, todo tu cuerpo está ya encasquetado dentro de una coraza. Respiras con dificultad, pero es por el miedo. ¿Qué narices está pasando? El oxigeno fluye un poco más enriquecido y montones de agujas te inyectan sustancias que hacen parece a la piedra bruja y al Mañocao simple sal de mesa.

- No tengo tiempo para vosotros, estúpidas criaturas. 

Exclamas, solo que no es tu voz. Levantas un brazo y en el brazo llevas algo redondo y que hace pip, pip, pip. Lo tiras por encima del hombro y caminas unos pasos. A tu espalda se produce una detonación de plasma, brutal y salvaje que consume la mitad del hall principal de la mansión, creando un microagujero negro que se encarga de tragarse el resto. Hasta tu, con tus sistemas autopropulsados tienes problemas para avanzar al mismo ritmo. El agujero se disipa y detrás queda un solar.

- Bueno, problema resuelto -dice la voz-. Ahora nos vamos a casa.

- ¡Quien habla? ¡Que casa!

- Mi casa, extraña criatura. Tendré que abrir un portal y para eso tendré que consumir tu energía vital. No toda, pero si bastante.. Pero no te preocupes. Si mueres en el proceso, ¡alégrate¡ Estás sirviendo a una causa grandiosa. Tu nombre no será recordado pero... Meh, ¿para que pierdo el tiempo hablando contigo?

Las miles de agujas que te inyectaron antes te siguen inyectando... Solo que ahora empiezan a sorber. Sabes que están sorbiendo algo más que fluidos corporales. Dirías que hasta tu alma sale por esos conductos, rumbo a alimentar una extraña y mágica tecnología. Genes extraños inundan tu torrente sanguíneo y te cambian por dentro y por fuera. El dolor es inenarrable.

La armadura contempla como se abre un portal dimensional en el lugar que antes ocupaba la mansión del Juez Dredd. Aunque eso a ella no la importa. Vuelve al hogar, al servicio de su señor.  

Del otro lado del portal de contempla un mundo ajeno, con un cielo negro sin atmósfera plagado de estrellas y otras cosas que se iluminan y explotan. En tierra dos ejércitos de enfrentan. De un lado, centenares de miles de soldados lucen un azul brillante en sus armaduras. Del otro, unos monstruos horribles, inenarrables que te hacen recordar a las bestias de Nurgle...

-  Llegamos justo a tiempo. Venga. Hablaremos de tus mutaciones más tarde. Hay trabajo.

La armadura mecánica zumba y comienza a caminar hacia el portal.

Si tratas de convencer al guantelete de que se quede y se haga uno con el estadio de los Sesame Sewers Pals donde podrá luchar mejor contra el caos, pasa a la página 42.

... spoiler alert. El 42 es un spoiler alert en sí mismo...