Partida Rol por web

Iba a responder a Dessie cuando unos golpes sonaron en la puerta. Natalie se removió inquieta, un tanto molesta por la interrupción pero, sin decir nada, simplemente observó a la monja mientras atendía a quien había llamado.

La monja, al igual que Natalie, también se sobresalta. La conversación estaba adquiriendo unos tintes que no necesitaban de ninguna interrupción.

- Dudo que podamos continuar nuestra charla- dice sonriendo la monja. Alarga la mano, cogiendo la de Natalie brevemente y apretándola con afecto.- Continuaremos en otro momento, si te parece. De todas maneras, dependiendo de quien sea y de lo cómoda que te encuentres, sientete libre de quedarte o irte. Aquí serás bienvenida.-

Dicho esto, la monja se incorpora, se coloca el velo y se viste correctamente -Ante todo no solo hay que ser correctos y educados, también hay que aparentarlo.- dice a la joven, a la vez que le sonríe y le guiña un ojo. Luego se dirige a la puerta a recibir a los recién llegados.

Cuando llegamos a la iglesia Elliot decide quedarse a rezar y le observo unos instantes desconcertada, pense que me acompañria pero quizas ¿Se habia enfadado? Bueno no estabamos de acuerdo en esto ultimo y tenia sus razones pero realmente me hacia sentir extraña, que no estuviera a mi lado me molestaba y quizas bastante.

Antes de ir a buscar a la monja le dije una ultima frase

-Esta bien, pero cuando quieras unirte puedes venir, me gustaria..-

Llegue hasta la habitacion donde estaba dessie para golpear la puerta y esperar su contestacion, me parecia que no estaba sola

La monja abre la puerta, encontrándose casi de sopetón a la viuda.- ¡Marie!- exclama, a la vez que la abraza brevemente y con cariño - Qué sorpresa. No esperaba más visitas a estas horas.- Dándose cuenta de que está en el portal, obstaculizando a la visitante.- ¡Santo Padre! Estoy perdiendo los modales, por favor, pasad y contadme.- En ese momento franquea el paso a la recién llegada, pudiendo ésta ver el interior de la habitacion de la monja.

La habitación que ocupa es pequeña, sencilla, pero suficiente. Hay dos zonas claramente delimitadas. Una parte limpia y ordenada donde puede verse una cama hecha, un pequeño orinal debajo y con una caja de madera haciendo las veces de mesilla en donde hay una jarra i unos trapos para las abluciones matinales. El único signo de cierta riqueza es un crucifijo mediano de hierro muy mellado y oxidado por la parte baja, como si hubiese sido agarrado y usado de muchas formas diversas.

La otra parte de la habitación está presidida por una gran mesa grabada a cuchillo por todas partes de oraciones, retazos de la Bíblia y protecciones varias, llena de hierbas, ungüentos y objetos varios que darían mucho que pensar, si no fuera por la cruz de madera que la preside. Unos libros se encuentran amontonados apresuradamente en una esquina de la mesa.

En toda la habitación hay una única silla, que se encuentra ocupada por Natalie, con un cuenco en las manos. Enfrente de ella la cama parece arrugada, con otro cuenco de barro encima, como si alguien hubiese estado sentada allí momentos antes. -No tengo mucho sitio - añade, al ver que ambas vistantes se cruzan la mirada - Pero puedo serviros unas hierbas calientes o agua.- dice, afanándose al interior de la habitación y avivando unas áscuas que tenía en el interior de un cazo metálico bajo la mesa.- Afuera la noche es fría, pero no tanto si es buena la compañía.- entona con alegría.

Cuando entro no puedo evitar darme cuenta de los detalles de la habitacion que posee la hermana, es bastante osca y sencilla como marcaria cualquier orden, aunque un poco mejor y sobre todo mejor que algunos cuchitriles que poseen algunos parroquianos por aqui.Veo que esta acompañada de natalie y aunque me parece muy extraña la asociacion tampoco me extraña del todo, al fin y la cabo, a veces las pecadoras necesitan de consejo esperitual y a veces la religion de poner de nuevo los pies en la tierra. Las saludo a amabas con la cabeza antes de entrar

-Hola hermana , natalie, vengo a hablaros..No estoy segura si te habras enterado ya, intuyo que si pero ha vuelto a pasar, ha vuelto a desaparecer alguien o quien sabe mas. Pero como siempre no nos han comentado nada, vengo a preguntar si sabe algo y si no a que nos acompañe a enterarnos , sinceramente hermana estamos muy desanmpados los que no pertenecemos a la iglesia o somos de la guardia-

No puedo evitar darme cuenta de la cantidad de frascos que tiene encima de la mesa, podrian parecer incluso pociones impias

Parándose a medio camino de la mesa, escucha atentamente las palabras de la viuda. - ¿Otra desaparición? Virgen Santa... - dice a la vez que se sienta en la punta de la cama, como si le fallasen las piernas. - Por favor, Marie, contadme todo lo que sabéis: quien ha desaparecido, como lo habéis sabido, de dónde salen los rumores... Natalie y yo estábamos aquí y no hemos sabido nada más desde que salimos de la Taberna- añade, con voz preocupada y rostro serio.

Intentó no mostrar su extrañeza al ver entrar a la viuda en el cuarto. La saludó con un movimiento de cabeza sin saber muy bien si lo más sensato sería irse o quedarse, pero al escuchar el motivo de la presencia de Marie prefirió quedarse.

- En realidad yo estaba presente cuando un soldado llegó a la taberna con la noticia. Lo siento hermana por no habérselo comunicado antes...

Cuando oi a la monja sorprenderse tanto mire un segundo a natalie, llevaba aqui un buen rato hablando con la hermana ( a juzgar por el cuenco en sus manos) y ¿No le habia dicho lo mas importante que ha acontecido en las ultimas horas? Termine de escucharlas a las dos antes de contestrar

-Bueno yo tampoco se mucho mas, vinieron a buscar al capitan y el padre se fue con ellos. Solo nos dijo que esta vez se trata de una mujer y su hijo..Hermana tiene que acompañarnos, si va usted nos enteraremos de algo mas, nadie le dice que no nunca a una monja- Hice una pausa mirandolas fijamente

-No podemos seguir en la ignorancia, nuestra vida depende de ello, no podemos esperar a caer uno a uno como moscas-

Mientras escucha a las dos mujeres, la cara de la monja es todo un poema. Inicialmente, cuando se entera de la noticia, una palidez macilenta se adueña de su semblante, apagándose su mirada y mostrando pesadamente todos y cada uno de los años ya vividos. Pero al oir el nombre del párroco y del capitán, súbitamente una chispa enciende sus ojos. Entrecerrándolos casi como dos redijas, aún así puede verse claramente la llama de una fuerza de voluntad forjada a fuego y espada.

Entonces, con la dignidad propia de nobleza de alta cuna, se levanta imperturbable, caminando lentamente hacia la mesa, con el rostro en alto. Arrodillándose frente a la cruz de madera puede oírsela rezar en un suave murmullo - Domine, miserere nobis certamen ut diabolum. Donec dilexit ones super benignitatem tuam et enutriat. Et si inciderit in aequo proelio in nos misericordia tua.- Dicho esto se levanta, posando una mano con suavidad sobre unos de los libros, acariciándolo con ternura. - Así que el párroco y el capitán, ¿eh?- dice, sin preguntar a nadie en particular.

Los segundos después se vuelven casi una auténtica locura. Con una energía inusitada la monja agarra una bolsa de cuero, metiendo en su interior varias hierbas y objetos varios que estaban sobre la mesa. Después se dirige al cajón, cogiendo con fuerza la cruz de hierro,- Aún queda trabajo por hacer, vieja amiga.- embutiéndosela en el cinto, como si de una espada se tratara.

Girándose hacia Natalie,  se agacha, coge su bello rostro y le besa la frente amorosamente. -Natalie, por favor, venid conmigo. Vamos a "hablar" con unas personas, y no quiero darles motivos para que crean que os desinteresáis por lo que está sucediendo.- Acto seguido agarra el viejo y grueso abrigo, poniéndoselo. -Marie, querida, creo que el verdugo está en la Iglesia. Su enorme corpachón hace rechinar los peldaños de la entrada de una manera muy singular. Creo que podríamos ir a llamarlo, nos podrían ir bien sus fuertes brazos.-

Casi sin esperar respuesta, avanza a zancadas decididas hacia la puerta, abriéndola con tanto ímpetu que el frío aire del exterior le levanta el abrigo y apaga varias velas. Girándose hacia la viuda y la prostituta repite - Nadie le dice que no nunca a una monja... - con la mirada furiosa y sonriendo maliciosamente sale al exterior - ¡Vayamos a comprobarlo!-

Natalie observó en silencio la reacción de la monja. Cada vez estaba más convencida que aquella mujer era mucho más de lo que aparentaba y estaba dispuesta a descubrir qué escondía. Enarcó una ceja al ver como revolvía y guardaba distintos objetos que cogía de la mesa, pero lo que más le sorprendió fue el beso en la frente y la petición de que la acompañara. ¿Por qué tanto empeño?

- Sí hermana, ahora mismo vamos. –La curiosidad que sentía por todo aquello iba en aumento así que, se colocó el manto por los hombros para protegerse del frío y salió detrás de la monja en dirección a la iglesia para buscar a Elliot.- ¿Vienes Marie?

Observo la vitalidad de la monja y sonrio casi impreceptiblemente, menos mal que aun hay mujeres fuertes que nos ayuden a las que tenemos las manos atadas...

Besa protectoramente a natalie y despues me indica que vayamos a buscar a elliot, contesto a la prostituta sin recaer mucho en le marujeo que supondria esa buena relacion que existe entre ellas

-Si, vamos-

Cuando llegamos a la altura del banco en el que habia dejado a Elliot veo que sigue ahi, y sin hacer mucho ruido me acerco a susurrarle

-Vamos, vente con nosotras, iremos a ver al cura y al capitan y por fin nos enteraremos de algo-

Espero a ver si viene con nosotras cuando la hermana dessie ya ha abierto la puerta para salir al exterior, el frio es sobrecogedor

-ruega por nosotros pecadores... ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.

El verdugo se puso en pie y miró desde lo alto a las mujeres. Su expresión no cambió un ápice. Habló con voz grave.

-Sois mujeres en un mundo de perros con forma de hombres. El Capitán dirá lo que sabe a su superior, y el párroco a Dios. Dudo que si alguno de ellos sabe algo quiera compartir lo que sabe con vosotras.
No tienen porque hacerlo... y preguntando demasiado, si puede que alguien quiera provocaros mucho mal.
Insisto en que deberíais ir a vuestras casas y dejar todo esto en manos de quienes se encargan.

-De todas formas os acompañaré. No os deseo ningún mal. Quizá debería dedicarme a la guardia, a este paso, y dejar atrás... el oficio.

El verdugo se cruzó de brazos y empezó a caminar hacia el exterior.
Estaba visiblemente preocupado con la situación, más al ver que mujeres iban a meterse donde no las llamaban.

De camino al lugar de las desapariciones, mientras se tapa con el grueso abrigo para evitar el frio, al escuchar las palabras del verdugo, la monja no puede evitar disimular una leve sonrisa por la comisura de los labios.- Ah. Sabias palabras Sr. Crowley. Y no podría estar más de acuerdo con usted.- entonces, con una mirada de soslayo de absoluta inocencia, añade - Precisamente a eso vamos. A dejar el asunto en manos de quienes se encargan.-

Una vez salen de la zona iluminada de la Iglesia, puede verse claramente el brillo de sus dientes al sonreir.

El verdugo sonrió para sí mismo ante la ocurrencia de la monja.

-Eso espero, sinceramente -dijo de forma pesada y exhalando, como si para él significase algo diferente.