Partida Rol por web

Caminando de madera solitaria bajo aquella luna "glitcheada" se encontraba Tsumiko "Virus" Komachi, tratando de comprender qué era lo que estaba pasando en el lugar, tratando de ganar tiempo para poder finalmente descansar, y quizás dar una última visita a la tumba de su media naranja con anabolizantes.

No tenía grandes planes, ni fabulosas ideas. No tenía tampoco inteligentes razonamientos ni pensamientos de alivio o esperanza. Y sobretodo, tampoco tenía sueño. Así que sólo di un paseo nocturno por la playa, rememorando en mi mente la sonrisa de Katsumoto, y las fantochadas que le daban cuando se le iba la olla, en eso en verdad se parecía a mí. Recordaba aquella vez en el caso de los baños, el de Neku, cuando por lo visto saber el género de Tafuna Iwa era información vital que ninguna de las dos nos habíamos enterado que había que compartir, y Katsumoto se puso a gritar alzando los brazos: '¡EL SECRETO, EL SECRETO!' Rememorarlo me hizo soltar una carcajada, una gota efímera de alegría nostálgica, empañada rápidamente por la cruda realidad. Tafuna Iwa se había sacrificado para nada. Katsumoto estaba muerto y yo iba en camino detrás. Si es que siquiera estábamos vivos. Si es que no estábamos muertos ya. Si es que siquiera mis recuerdos eran reales. Si es que siquiera yo era real. Cuando descubres que tu existencia es la de un avatar virtual, te vuelves excesivamente nihilista.

Tras dar un paseo nocturno playa arriba y playa abajo, tras volver a arrodillarme unos minutos frente a la tumba de Katsumoto, finalmente me dirigí de vuelta a mi habitación (bueno, la suya) a descansar.

Si es que siquiera los avatares virtuales pueden descansar.

Caminando de madera solitaria bajo aquella luna "glitcheada" se encontraba Tsumiko "Virus" Komachi, habiendo hecho tiempo más que suficiente como para estar lejos de miradas indiscretas y habiendo ahondado en sus recuerdos, si es que realmente eran suyos, para poder ir a descansar en la habitación de su difunta media naranja.