Partida Rol por web

Dark Heresy: Capítulo Primero.

La Cámara de los Horrores.

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04/12/2010, 23:35
Escalpelo Mecánico.

DESARROLLO DEL ASALTO 21:

- Arlan baja al piso inferior y se acerca a la puerta principal.

- Arlesha comienza a mover la silla de ruedas con dificultad hacia la escalera (donde están los interruptores generales del piso de arriba). Mueve 2 casillas por asalto.

- Tercio sigue a Arlan y llega también hasta la puerta principal.

- Tauron se esfuerza al máximo en llegar a las oficinas. Logra mover la silla de ruedas 3 casillas.

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05/12/2010, 22:26
Iniciado Tauron Faith.

Viendo que el lider no reacciona ante la presión y la inminencia de lo que podria ser el final, me dirijo decidido en sobre la silla de ruedas hacia la oficina, para asi contactar con la Unión de Trabajadores.

"Estoy seguro de que puedo hacer que nos ayuden a acabar con los herejes. Creo tener la capacidad y el discurso para eso."

Me muevo lo mas rapido que puedo, con una nueva vitalidad, venida de la decisión y el espiritu.

Notas de juego

Sigo moviendome hacia la habitacion, ya me avisas si alcanzo a llegar en este asalto o en el siguiente.

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06/12/2010, 12:27
Lazerus-20-Silon.

[Me veo en la obligación] dijo el tecnosacerdote antes de que todos los agentes de la inquisición descendieran al piso inferior [de volver a recordaros nuestra otra alternativa. Podría colapsar el sistema del piso de abajo y hacerlo estallar, pero si he de hacerlo debeis decidirlo ya. Si nos vamos a quedar encerrados en esta sala no tendría sentido, pero igualemente estaremos aprisionados aquí...]

Mientras aguardaba una posible respuesta, Lazerus tomó su carabina láser, y comprobó que todo estuviera correcto y en su sitio. Después, simplemente, se dedicó a vigilar desde su ventana el exterior, agazapado de tal modo que apenas se le viera la cabeza desde la calle.

Notas de juego

Asalto 21: Vigilo la calle

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06/12/2010, 17:26
Vladymir Ostrogov.

Vladymir continuó arrastrandose penosamente con la silla de rueda como unica forma de transporte.

"Usaremos la opción de los explosivos como ultima opción en el caso de que no podamos contenerlos abajo"

Vladymir trataba de buscar alguna cobertura tras alguna de las mesas de operaciones.

"Tauron, llama a quien te salga, pero que no te distraiga de que lo mas importante ahora es luchar."

Notas de juego

Continuo moviendome, intentado llegar a 13,25

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14/12/2010, 22:56
Arlan Hex.

Diario personal de Itsua Cadian.

La predestinación a la que estoy abocado me dice que el dolor que inflige una bala es el éxtasis comparado con la condena eterna. Tal vez sea cierto, pero cuando rememoro aquellos días, sé que en más de una ocasión deseé que el cansancio me venciera, que una bala pusiera fin a aquella agonía y que si la condena eterna era mi postrer y definitivo destino, cuanto antes me enfrentara a ello, mejor. Pero no estaba solo.

Sus nombres aún perduran en mi memoria. Tauron, Tercio, Lazerus, Arlesha, Vladymir. Tres de ellos más muertos que vivos, aferrados a este lado tan solo por la fuerza de su voluntad indomable. Por ellos peleé, por ellos saqué fuerzas de la flaqueza, por ellos renuncié al uso de mis poderes psíquicos para no ser, una vez más, irremediablemente atraído por el canto de sirena de la disformidad, del caos, de la herejía. Un error, un fallo y mi propia condena eterna hubiera sido la suya.

¿Cuánto tiempo pasé recorriendo aquel infecto hospital, recopilando pruebas inculpatorias, descubriendo los sórdidos experimentos secretos que allí se llevaban a cabo, intentando sanar a la arbitradora extrayendo su gusano y devolviéndole una libertad temporal? Ya no lo recuerdo. Solo sé que hice lo que tenía que hacer cuando nadie más parecía capaz de hacerlo.

Me veo descendiendo con Tercio, el indomable, frívolo y poco dispuesto a aceptar órdenes bribón que nos acompañó en aquella misión, por el pasadizo que había descubierto oculto en una pequeña habitación y que conectaba la planta superior con la inferior. Aún soy capaz de sentir el frío de la barra de hierro con la que pude atrancar la puerta principal del hogar de refugiados una vez que mi compañero dio con la llave que la cerraba. ¡Qué firme parecía entonces! ¡De qué poco sirvió!

A una puerta siguió la otra, la secundaria, con la cerradura destrozada por mis anteriores disparos de láser. Sin nada mejor a mano, mi pobre y vulgar hacha sirvió de cuña en un vano intento de demorar la más que segura llegada de nuestros enemigos cuya presencia vino confirmada por el lejano sonido de unos disparos contra la fachada principal. Tercio caminaba hacia la escalera de acceso al segundo piso. Sé que apagué la luz y que avancé en su misma dirección iluminado por el haz de mi linterna. Pero Tercio se detuvo. ¿Por qué lo hizo? Supongo que en primera instancia por el mero hecho de desobedecer las órdenes taxativas de Vladymir. Un privilegio que alguien como él podía permitirse. Un privilegio que yo jamás podré llevar a cabo salvo si deseo acabar consumido en una pira acusado de traidor y hereje. Pero fuera como fuera, él permaneció abajo y yo subí. Ambas decisiones, fruto de la naturaleza de cada uno resultaron ser las adecuadas.

Arriba solo había oscuridad, apenas rota por una quimilámpra enfocada hacia mí en aquel momento, y como un perro demoníaco guardando la puerta de acceso, Vladymir, malherido y en silla de ruedas, con un aspecto patibulario con su crecida barba y su mostacho desordenado. Aun a sabiendas de que era yo me exigió una contraseña que solo uno de los nuestros podría haber formulado. Tal vez fuera una muestra de humor. Conociéndole, sé que me hubiera disparado sin pensarlo dos veces de no haber respondido adecuadamente. A cambio obtuve una granada.

Avancé, rehuyendo las ventanas, escuchando vagamente a Tauron hablar por teléfono y colgar crispado el mismo tras una desafortunada apuesta personal, buscando un lugar adecuado desde el que poder dar una adecuada bienvenida a nuestros enemigos. Las balas sonaban bajo mis pies. Después supe que Tercio se encargaba de preparar una fiesta en la planta baja. Arriba, las balas tableteaban contra la fachada. Apagué mi linterna, tomé aire y me acerqué al negro hueco de una ventana justo cuando la puerta principal caía con un ruido atronador bajo el impulso de una fuerza irresistible. A la vista, tres abominaciones y tres falsos magistratum. Cometí un error y obtuve un acierto. Calculé de forma desafortunada mi parábola y la explosión solo afecto a los monstruos, si bien, no tengo duda de que los daños que les infligí, fueron severos y quizás determinaron nuestra posterior salvación. Al menos, eso quiero pensar aunque sé que de ellos solo uno llegó hasta nuestra posición y eso fue gracias a Tercio.

Se oían voces, gritos, disparos pero me evadí de todo mientras avanzaba de nuevo hacia las escaleras tras haber bloqueado el acceso desde la planta inferior a la superior a través del pasadizo. No sé cuánto tardé. Duró una eternidad de escasos minutos. Cuando llegaba, la voz de Tercio a través del comunicador informaba que pronto estaría con nosotros.

Justo a tiempo. Tras él, una de las monstruosidades quien solo tuvo oportunidad de respirar una última vez antes de que Lazerus acabara con él.

Fue el primer golpe de suerte antes de que la mala se cebara en nosotros. Mi pistola láser se convirtió en algo inútil. Después supe, cuando fue reparada, que un componente interno se había desajustado. El arma de Tercio se encasquilló. Y uno tras otro erró en sus disparos. Sin posibilidades, corrí hacia Vladymir, tomando su pistola láser como mi única forma de ayudar en algo en la batalla que habría de estar casi por exterminarnos. Y es que la última abominación nos atacaba.

Pese a los esfuerzos de Tauron, Lazerus y Vladymir la criatura permanecía en pie, desprendiendo un olor que jamás he de olvidar, como no olvidaré el terrible puñetazo que descargó destrozando los azulejos del antiguo hospital a escasos centímetros de nuestras cabezas. Pero el horror estaba por llegar cuando una bala de fuego amigo impactó en la cabeza de Vladymir, salpicando mi cuerpo con su sangre, y asistiendo impotente a ver cómo se desplomaba sobre su silla como un pelele sin vida. Y sin tiempo a respuesta alguna, me atacó, sus ojos rojos brillando furibundos. Falló, pero el miedo convirtió mis huesos en mantequilla.

El tableteo repetido de un arma me sacó de mi estupor a tiempo de comprender que Tercio, una vez más, bendecido por no sé que extraña gracia acababa con el más poderoso de los enemigos aún en pie. Y su gracia me bañó pues el enmascarado acólito de cara de porcelana recibió un impacto directo de mi miserable arma. En mis mejores sueños aún puedo ver su máscara resquebrajarse y caer, dejando a la vista un rostro quemado y salpicado de bubas a punto de reventar. Y aunque intentó atacarme su esfuerzo fue baldío y un nuevo disparo, lleno de odio y dolor, acabó con su herética vida. Solo entonces pude ver que estábamos rodeados por los cuatro magistratum que permanecían en pie. Y sus armas cantaron una atroz música a cuyo son debimos bailar, reservándome a mí, la peor y más larga de las piezas, pero cuya ejecución, por la gloria del Emperador, supe o pude resistir incólume.

Pero estábamos heridos, maltrechos, algunos moribundos, uno prácticamente muerto. Y aún así, abatimos a dos. Solo teníamos a dos enemigos y uno de ellos, desarmado a esas alturas. Casi sonreí, confiado en la victoria. Craso error que un disparo se encargó de demostrar. Sentí como si mi cabeza estallara por el impacto de una bala. Afortunadamente, no fue grave, pero la sangre caliente manaba con fuerza, resbalando por mi cara. La herida ardía y retrocedí dejando caer mi linterna. Una sorda explosión atrajo mi atención, involuntariamente, y vi caer inconsciente a Lazerus con su arma casi volatilizada entre sus manos. Y creyendo que aquel era el comienzo del fin, los vi huir. Nadie podrá llegara creer jamás que, en momentos así, al borde de la desesperación y sumido en la más lenta de las agonías, uno desee reír. Pero así es.

Solo dos podíamos intentar detener su huida. Tercio y yo. Y cada uno por un camino, inició su particular persecución. Corrí, agotado, al borde del desfallecimiento, hasta el otro extremo de la habitación. Lazerus, recién recuperado de su desmayo, se unió a mí. Fueron segundos eternos hasta que conseguí descender a la planta baja, a tiempo de escuchar un tétrico sonido de huesos rotos y un gemido. Recé porque no fueran de Tercio, ignorante de cuanto ocurría en medio de aquella oscuridad. Dejé una luz en el suelo, antes de que alguien cayera sobre mí aplastándome. Pensé en un último enemigo agazapado en la oscuridad, pero su olor le delató. Lazerus, el torpe pero noble adeptus mechanicus, había caído sobre mí desde el pasadizo. Y entonces, a la débil luz de la quimilámpara vi a un último enemigo correr, buscando la huida. Lazerus consiguió interponerse y una bala sonó demasiado cerca de su capucha. Incluso en medio de aquel caos, supe reconocer el sonido de la pistola de Tauron. Pero no era lo peor. El magistratum, mostrando una sonrisa triunfante, disparaba a bocajarro contra mi compañero. Mis ojos sin párpados no apartaron  la mirada y la gracia del Emperador volvió a cubrirnos. Su arma se había encasquillado. No oía, no veía, no sentía. Tan solo me levanté, alcé el arma y disparé.

El dolor que inflige una bala es el éxtasis comparado con la condena eterna.

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15/12/2010, 00:34
Tercio Veridio.

Tercio apuró la bebida que tenía en el vaso.

- ¿Que cómo fue la segunda parte del asalto? Buf...

Tercio frunce el ceño, haciendo un esfuerzo por recordar. La tensión del momento hacía que algunos instantes aparecieran largos y sumamente detallados, pero otros apenas habían dejado su huella en la memoria. Empezó a repasar lo último que había ocurrido.

- A ver, aún quedaba uno de esos monstruos biomecánicos en pie. Se abalanzó contra mí pero me dio tiempo a derribarlo antes de que llegara. Sólo tuve que echarme a un lado cuando se dobló sobre las rodillas y estampó la cara contra el suelo.

Tercio hizo una pausa en la que dejaba ver una leve sonrisa para disfrutar ese recuerdo. El recuperador de cadáveres había caido al suelo con un gran estrépito que sonaba a victoria. Una victoria bastante costosa, y eso la hacía particularmente memorable.

- Los muy hijos de puta, no veas cómo se comían la muni... Menos mal que llevaba cargadores de sobra, y aún así, aunque no paraba de guardarme balas para después, casi me quedo sin munición en el rifle. Como último recurso tenía las pistolas, la mía y la del Director con silenciador, la verdad es que la cogí pero no le había hecho mucho caso, prácticamente porque no había tenido tiempo. Y al final, joder, una pistola es una pistola, no hay comparación. Oye, descargar una buena ráfaga a casi cuerpo a cuerpo, mientras el retroceso te castiga las manos, viendo saltar trozos de hereje en todas direcciones... Joder, hay pocas cosas que pagan eso, es una sensación que las armas más modernas no te dan... Por más que las láser hagan ruido y tengan sus propios efectos especiales...

- El caso es que nos habíamos quedado solos en el refugio. Habían escapado dos enemigos, un cara-porcelana y el que tenía pinta de ser el jefe, un Mechanicus jodidamente retorcido. Arlesha lo llamaba "El Cirujano". Y viendo el percal de pruebas y documentos que habían dejado en el refugio, y sabiendo que tenían a los Magistratum comprados, sabíamos que vendrían al poco a por nosotros. Así que nos pusimos a preparar la defensa.

- Arlesha estaba desnuda encima de una mesa de operaciones y la cubrí con el abrigo. Una cortesía, una caballerosidad sin importancia. Lo normal es que hubieran tenido que arrancármelo de mis dedos muertos, pero tenía pinta de haberlo pasado muy jodido. Me acuerdo porque después lo único que pensaba fue en recuperarlo, jajaja. - Terció rió ruidosamente. - Pero después de eso, mientras registraba en busca de su equipo... sí, para que pudiera devolverme el abrigo, exactamente... y otras cosas que pudieran ser importantes, me quedé dormido.

Tercio se puso serio. Quedarse dormido en mitad de una misión no es algo de lo que sentirse especialmente orgulloso, y si la situación se entendía mal podría costarle su reputación.

- Es que estaba bastante jodido, entre la falta de sueño, las carreras que nos echamos cuando nos atacaron al volver del piso de Saul y las heridas del combate anterior, el lho... Ni siquiera recuerdo si me dormí de pie o en el suelo. Pregúntales a los otros por qué no me despertaron antes y por qué lo hicieron como lo hicieron.

- El caso es que me despertó Arlan un par de minutos antes de que volvieran los herejes con refuerzos del Magistratum. Y claro, como ya no había tiempo me dieron estimulantes. No sé si fue lo mejor, pero mi mente - Tercio señaló su cabeza con un dedo resaltando la palabra - funciona mejor cuando pienso las cosas con calma.

Tercio se recostó en la silla en la que estaba. Controlando sus pausas y el lenguaje no verbal, ejercía un control sutil sobre la conversación, acaparando la atención y el interés de su interlocutor.

- Yo fui en primer lugar a por mis armas y a por mi abrigo, corriendo por toda la sala aún con el subidón. No sabía si iba o si venía. Como cuando intenté ponerme el abrigo y ni siquiera lo había cogido aún. Arlan, por su lado, había tomado la iniciativa y estaba intentando dirigir el cotarro. Hacía lo que podía pero todos estaban cansados y no respondíamos muy bien. Los demás tenían algunas ideas sobre cómo fortificarnos: abrir las ventanas del piso superior para hacer de francotiradores, bloquear las puertas del piso de abajo y la verdad es que no dio tiempo a mucho más. Poner trampas habría estado bien, pero sin tiempo y con sólo una granada no había muchas opciones. Bueno, estaba la opción definitiva de hacer saltar el refugio por los aires, o prenderle fuego, con nosotros dentro, claro.

- Y lo de hablar con la Unión de Trabajadores para pedir ayuda fue idea mía.

Aquél era otro punto delicado que había que tratar con cuidado, y Tercio se inclinó sobre la silla para acercarse a su interlocutor, gesticular más legiblemente y facilitar la comprensión.

- Por supuesto que yo no contaba con soltar la bomba de que éramos Inquisidores. No podíamos demostrarlo por el comunicador inseguro y menos a unos pandilleros, y además, ante ese grupo de camellos y traficantes de subcolmena, normal que se acojonaran, como hicieron. Pero mira, - Tercio contaba con los dedos - teníamos un motivo para que se involucraran, teníamos dinero para comprarles, podíamos haberles ganado por su avaricia ofreciéndoles el botín de lo que hubiera en el refugio y la comisaría, e incluso por su orgullo porque les podíamos dejar apuntarse el tanto del derribo del corrupto Magistratum local. Y además, quería hacerlo yo.

- No es que no disfrute pegando tiros y reventando cabezas de herejes, joder, me encanta... Pero pasando tanto tiempo en primera línea acabas recibiendo, y eso no me gusta. Prácticamente en toda la misión me habían puesto en la segunda línea en todas las cosas de hablar, que es lo mío... y sin embargo acababa delante cada vez que había tiros y ostias. Y yo tampoco soy un puto Marine... Joder, entonces no era... - Tercio escogió con cuidado las palabras - mucho mejor que cualquier soldado recluta medio... Si me acabé cargando a tanto hijo de puta fue más por cojones y por la Gracia del Emperador, que por talento... Pero eso es lo que hace que uno sea uno más o el Puto Número Uno. Recuérdalo...

- El tema en esa situación fue que me mandaron bajar a atrancar puertas porque era de los pocos que aún podían andar, y la delicadísima tarea - Tercio resaltó las palabras - de hablar con las bandas la intentó Tauron. Vale que la situación era desesperada y que él era la segunda mejor opción, después de mí por supuesto, pero ya casi desveló nuestra tapadera en el hostal y ni siquiera es oficialmente un agente. ¿Quién le dijo si podía hacerlo, y le autorizó para identificarnos? Yo no lo sé...

Soltó un sonoro suspiro, mitad desconocimiento mitad incomprensión, antes de continuar.

- Pero bueno, yo ya estaba abajo, con Arlan, cerrando las puertas. Terminamos y Arlan se subió. Junto a todos los demás. Oye, eso era una locura, quedarnos todos arriba, en una ratonera, donde la mitad de la primera línea es gente malherida. Con todos los que eran... - Tercio resoplo. - Suben todos a la vez, cubiertos por los gigantes y abriendo camino con ellos... como tanques atravesando trincheras. - Hizo el gesto con el brazo, de un avance sin oposición.

- Así que me quedé abajo. Iba a cargarme al menos al primer hijo de puta que intentara pasar. Como que me llamo Veridio. Aunque estuvieran los gigantes tirando la puerta principal abajo. - Tercio se estremeció sólo de recordarlo.

- Los de arriba, al menos, consiguieron retrasar un poco a los Magistratum que les devolvían el fuego, y les colaron una granada a los gigantes, aunque no derribó a ninguno. Eso hicieron entre cinco.

- Y yo, abajo, conseguí rechazar a los que entraban por la puerta trasera. No pude cargarme al primer hijo de puta, que fue un Magistratum, pero luego, a los gigantes, que entraron por la principal después de hacerla saltar por los aires a base de puras ostias, a esos sí que me cargué al primer hijo de puta gigante, diez veces hijo de puta. - Tercio mostraba una expresión mitad de angustia y de excitación. - Sí, gracias también a la granada que tiraron desde arriba, ahí estuvieron finos. Ah, y también me cargué al segundo hijo de puta. Y herí al tercero. - Tercio forzó la ironía en el tono de voz e hizo un gesto, levantando ambos brazos, señalando la obviedad y lógica de la situación. - Es que era abajo donde había que mostrar más resistencia, donde puedes golpear y aún retroceder y reagruparte, sin tener que jugarte el todo por el todo.

- ¡Ah! Y no olvidemos la última y definitiva gran estrategia de trabajo en equipo. Mira que les avisé de que subía: "Eh, que voy a subir". Mira que dije la contraseña que había puesto el lider para que supieran que era yo y no un asaltante: "Em-pe-ra-dor". Mira que me arriesgué, rompiendo el silencio radio que podían tener interceptado, cosa que no hice ni para decirles que bajaran a apoyarme al principio. Pues me dejaron el camino iluminado para que no me perdiera... je... otra gran oportunidad de morir acribillado a balazos. Si llegan a dispararme de un poco más cerca no me fallan. Pero es que si no llego a decir nada, hubieran sido Vladymir y los otros los que me habrían volado la cabeza. Total, por otro incidente de fuego amigo... - Si lo de antes fue más una mueca de exhalación de aire, ahora Tercio rió de verdad - Sí, es que tuvimos algunos más después... Aún me parece increíble que no muriera nadie...

- En fin, arriba ya estábamos todos preparados para el último asalto. Ésta era la definitiva, aunque estaba la salida de emergencia que dejó el Cirujano, los más heridos no podrían ni llegar ni bajar por ella.

- Y empezó bastante mal... armas encasquilladas, balas perdidas o que rebotaban en las armaduras enemigas... Yo acabé usando todo el arsenal que llevaba encima: el rifle, ambas pistolas, el machete... Bueno, todo menos el cuchillo pequeño y las nudilleras. Pero es que ésas no son para combatir, son para vacilarle a la gente y para pegarle a civiles... jejeje... - Ésa fue una risa totalmente auténtica, relacionada con otros hechos pasados que no venían a cuento pero cuyo recuerdo siempre era grato. - ... y para poco más. Si en ese combate hubiera tenido que recurrir al cuchillo, mejor hubiera sido que lo usara para cortarme yo mismo el cuello. Después de haber visto cómo dejaron a Arlesha, sin duda, mejor morir por el Emperador antes que dejarse hacer.

- A lo que iba, el combate definitivo. Todos juntitos al pie de la escalera para comernos la primera granada que llevaran, que menos mal que no tenían. Siendo Magistratum no tenían por qué tenerlas, pero aún así... como atrincheramiento no era gran cosa. Y la iluminación maldita, por culpa de la cual casi me matan, que sólo iluminaba una pequeña parte de la escalera, en cuanto la cruzaban quedaban otra vez a oscuras, con lo que dispararles era más cosa de intuición y suerte que de puntería. Bueno, hay que decir la abrieron cuando terminaron de subir todos los enemigos, jajaja...

- El primer gigante que subió cayó, pero el otro se nos puso cuerpo a cuerpo enseguida. Casi deja a Vladymir sin cabeza, aunque... jejeje... no adelantemos acontecimientos. Y detrás del gigante venían el cara-porcelana y los Magistratum corruptos, y los hijos de puta éstos no venían mal pertrechados, con carabinas y pistolas automáticas.

- El caso es que ya teníamos arriba a la mitad. Arlesha y Tauron más retrasados, Lazerus a un lado y Vladymir, Arlan y yo en primera línea, para entrar a cuerpo a cuerpo con los que entraban. Algunos de los asaltantes entraron a cuerpo a cuerpo y los demás a pegar tiros.

- Y ahí sufrimos la primera baja: Vladymir. Pobre. Un "accidente". Uno de esos muchos, sí, sí... jeje... Un tiro lejano. Una bala perdida que no pertenecía ni a agentes de la Inquisición ni a sus enemigos... ¿Cómo que de quién? ¿Me estás prestando atención? Si ya te lo he dicho. Bueno, no pasa nada, Vladymir tampoco es que muriera inmediatamente por la herida. El pobre Tauron en toda la misión se estaba cubriendo de gloria, por donde iba la liaba...

- Y con Vladymir inconsciente, la cosa se ponía aún más chunga por momentos. Jajaja - rió de repente - ... es que el pobre desgraciado... no, ahora sólo quiero decir que es que tenía mala suerte... mala de cojones... no que fuera un indeseable... De hecho, es un buen soldado. Ojalá hubiera sido mejor general, pero tiempo al tiempo. Lo que pasa con él es que en vez de caerse al suelo como la gente normal cuando se queda inconsciente, él se quedó sentado en la puta silla de ruedas en la que estaba descansando de la ostia que llevaba de antes. Y aunque servía de barricada para evitar que subieran, pues también estaba en mitad de la línea de fuego. Y no se llevó ninguna, después de eso. Increible. El favorito del Emperador, te lo aseguro.

- Ellos seguían llegando y nosotros sólo podíamos ir cayendo poco a poco. Entre tiro y tiro pude terminar con el último monstruo. A la cabeza: ¡pank, pank, pank! Fue un alivio y una descarga total. Saber que ya no quedaban más abominaciones de esas que te podían salir por cualquier lado... Joder... - Exhaló aire profundamente, recordando aquel momento, como intentando prolongarlo. - Cayó, y le grité y le habría escupido y pateado si lo hubiera tenido más cerca. Así revelaba mi posición aún más, pero daba igual. Ya no quedaban más de esos. Merecía la pena celebrarlo.

- Al final la satisfacción duró un segundo. Cuando nos dimos cuenta, Arlan y yo, que estábamos en primera línea después de que cayera Vladymir, estábamos rodeados, con dos Magistratum para cada uno. Hasta Lazerus había retrocedido ya. Seguro que los dos pensamos lo mismo, que íbamos a morir. Buscaría a Arlan y le preguntaría, igual me leyó el pensamiento o algo. Ojalá lo hubiera hecho, porque aquel momento fue en el que mejor pensé de él desde que lo conocí. Era un psíquico, y bastante bocas, y feo como un orko, pero tenía cojones y pensaba rápido. Y en aquel momento, agradecía tenerlo cerca. No como "otras", jajaja... no quiero especificar... - dijo irónicamente - no quiero adelantar acontecimientos...

- Pues entonces, ya había tenido que dejar el rifle porque se había encasquillado, no sabía si me quedaban balas en la pistola y cuando me encaré al Magistratum más peligroso, que llevaba carabina, se me escapó el machete. Lo raro es que, con la racha que llevábamos, no le hubiera caido encima a Arlesha o Vladymir, cargándoselos. Aunque... igual sí que debió caer cerca de ella, porque parece que pensó que era un enemigo y casi me vuela la cabeza. Otro fuego amigo. Pfff. Tuve suerte y pude esquivarlo instintivamente. Aún me parece obra del Emperador que escuchara el gatillo detrás mía con todo el caos del combate...

- Después de eso, forcejeos con pistolas y demás mediante, conseguí quitarme a uno de los míos de encima, pero el otro me alcanzó. Me dejó una bonito recuerdo, otro más para la colección. Y también tocaron a Arlan, y con él ya estábamos todos jodidos. El próximo tiro, diera a quien diera, seguramente era el adiós para él. La línea de defensa estaba a punto de caer y aún quedaban tres. Me eché para atrás. Y así - Tercio elegía sus palabras y hablaba con seguridad, no prentendía quedar ahora como un cobarde que retrocede. - los maltrechos de la segunda línea podían intervenir en el tiroteo sin darme a mí. Y también tenía que recuperar el machete si quería volver a entrar al cuerpo a cuerpo a ayudar a Arlan sin arriesgarme a dispararle, porque si los demás no conseguían derribar a ninguno, prácticamente se quedaba con tres.

- Pero tuvo suerte y al final no hizo falta. Cayó otro Magistratum y los dos que quedaban huyeron. La verdad es que ellos también estaban jodidos, también habían recibido lo suyo en cuanto a armas encasquilladas y demás.

- Y esta vez, menos mal, no cometimos el error de antes y no les dejamos huir. Yo me lancé detrás de ellos, como pude, tampoco estaba para arriesgar demasiado, y Lazerus y Arlan fueron a rodearlos bajando por la salida de emergencias del Cirujano. Y los de las sillas de ruedas se fueron a las ventanas para disparar desde arriba, que tampoco podían hacer mucho más.

- Y aún así, aún pudo ser bastante emocionante, jeje... Persecución por la planta baja, sin ver una mierda... Je... Porque a ver quién es el primero en encender la luz para que le metan una ristra de tiros. Pero mira, mientras corría detrás de ellos a ciegas pude enganchar a uno de ellos con el machete. ¡Shash! ¡Sin cabeza! Jeje... Y creo que aún pudimos haber tenido otro momento divertido de fuego amigo, porque los de arriba disparaban abajo sin ver una mierda, pero hubo suerte y al final al Magistratum que quedaba lo cazaron los otros cerca de la puerta sin que hubiera más problemas.

- Y después de eso... Bueno, si te parece, antes voy a beber algo...
 

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15/12/2010, 00:38
Iniciado Tauron Faith.

Escucho un ultimo grito desde la parte inferior del edificio, luego el silencio. Aquello solo puede significar que esta penosa batalla ha terminado. Enfundo mis revólveres luchando por moverme lo suficiente para ello. El dolor aun es grande, aunque mi voluntad me mantiene en pie. A pesar de aquello, este es probablemente el momento más oscuro de mi vida.

Después de la terrible batalla anterior, en la que quedé postrado como un débil, con el cuerpo herido y el alma rugiendo, no pude hacer otra cosa que sentarme en una silla de ruedas, una sucia silla de ruedas que había sido usada para quien sabe qué oscuro fin en este antro de maldad y herejía. Aquella silla cumplía el rol de mis piernas, las que no pueden moverse libremente por la falta de energía que sufro y por todo el daño que he recibido.
 
Pero con sentarse y creer que se está bien no basta, pues el enemigo volvió y esta vez lo hizo con refuerzos. El desgraciado acolito de la mascara de porcelana que logró huir antes, volvía con los corruptos Magistratum para acabarnos. La idea que brotó del grupo fue llamar ayuda para acabar con los herejes y los únicos que parecían dispuestos a eso eran los narcotraficantes y hampones de esta parte de la ciudad, tristes almas miserables que también se habían visto intimidadas por las actividades del enemigo.
 
Nadie tenía tiempo para llamar, pero yo debía intentarlo. En mi condición actual no podía hacer nada más, no así Itsua y Tercio, que fueron los grandes artífices de nuestra victoria. Me moví como solo un miserable lisiado en silla de ruedas lo hace, y así las ruedas de la destartalada silla giraron una y otra vez para conducirme con su patético movimiento hacia la oficina en la que descansaba el comunicador con el que debía llamar. Una vez estuve frente a él, intenté usar toda mi capacidad para inundar sus corazones con la llama de la justicia y el amor por el Imperium y su sagrado gobernante, pero pronto me di cuenta de que los indignos no lo son solo socialmente, sino también espiritualmente. Mi clamor no los convenció y luego intenté intimidarlos con lo primero que se me ocurrió, pero tampoco resultó. Quizás no creyeron que éramos la Inquisición, quizás no creyeron mi mentira sobre la purga del Adeptus Astartes. De cualquier forma, la noticia era oficial… estábamos solos.
 
Mi maldición resuena en la habitación y luego de eso, supe que no podía quedarme allí sin hacer nada, así que tome mis dos revólveres y me dirigí hacia la ventana en la que los tiros volaban erráticamente hacia un Arlan que los enemigos no podían ver en las sombras. Me moví hacia allá con mi silla. Nunca antes había sido tan patético.
 
Recuerdo que Arlan me grito que no avanzase más hacia aquella ventana, y yo podía ver las balas destrozando el marco, pero sabia que afuera no había nada de luz, Coscarla es así, por lo que se me ocurrió una idea, una idea que por más descabellada que fuera, tenia que intentarlo. Prendí mi quimilampara y la lancé por la ventana hacia la calle. Mi tiro fue pésimo, pero la luz cayó en la calle y no se apagó, por lo que Lazerus pudo disparar y herir a uno de los agentes que estaban fuera. De algo había servido, y no fui solo una carga. Pero esta no seria la última vez que seria útil a pesar de ser un postrado.
 
Luego de que la defensa del edificio en el piso de abajo acabase, y Tercio se replegase hacia la segunda planta, tomé una posición segura, con una cobertura indestructible como era el tanque de residuos de aquel repugnante lugar. Aquella estructura sería el escudo que me protegería del fuego enemigo mientras apuntaba a los enemigos que subían la escalera. Mis disparos no fueron pocos, y en más de una ocasión acerté mis tiros, dañando a los enemigos del Dios-Emperador.
 
Lamentablemente, en un momento desesperado en el que atacan en cuerpo a cuerpo a Vladymir, quien también estaba postrado, mi disparo falló en su trayectoria e impactó la cabeza del Vostroyano. Afortunadamente, el impacto no fue nada demasiado grave y solo lo dejó inconsciente.
 
A pesar de aquel impasse, continué disparando y mi espíritu ardía de la impotencia al no poder
ponerme de pie y correr para aplastarlos bajo mi martillo o partirlos con mi espada. Necesitaba mancharme de su sangre impura, pero aquella necesidad no seria satisfecha. Aun así, me quedaba el consuelo de que seguíamos con vida y todos los herejes y sus abominaciones que vinieron a acabar con nosotros, el último bastión de la luz de la Sagrada Inquisición, yacían ahora muertos.
 
Aun así, esto aun no termina y salgo en este momento de mis reflexiones pues hay tareas que completar y aun no es momento de descansar.
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16/12/2010, 11:49
Lazerus-20-Silon.

Oscuridad. Es lo primero que vino a la mente del mecartesano Lazerus-20-Silon.

Reiniciando sistemas operativos.

Cotejando datos.

Realizando back-up del último guardado de memoria.

1% completado...

El refugio Tántalus para desfavorecidos. Sí, estaba allí cumpliendo una misión en nombre de la Sagrada Inquisición. El Ordo Hereticus. Recordaba haber acudido hasta aquella construcción, en teoría un albergue para mendigos o desahuciados. Lo que descubrieron dentro era muy distinto.

33% completado...

Disparos. Muchos disparos de arma corta. Tercio. En el piso inferior. Lazerus custodiaba una de las ventanas superiores, mientras Tercio y el psíquico cubrían la planta baja y bloqueaban las puertas. El tecnosacerdote no lograba atisbar nada en la oscura noche. Quizá, pensó, por la luz que imperaba en su posición. Además eso lo hacía un blanco fácil.

[Arlesha, intenta apagar las luces] sugirió a la arbitradora. Un desecho humano en su actual situación, pero que aún intentaba ser útil al equipo. La mujer se movió en su silla de ruedas, y procedió a apagar las luces. Un poco tarde, como atestiguó el hecho de que numerosos impactos de bala rebotaran en la posición dónde instantes antes se hallaba el tecnosacerdote.

Con la luz apagada al fin, Lazerus se asomó a la ventana más oriental y disparó su arma. El haz láser provocó un grito de dolor antes de que lo obligaran a esocnderse aún más disparos. [He dado a uno, al menos]

55% completado...

Un terrible estruendo. Y más disparos. Itusa había lanzado una granada contra los enemigos que acudían en masa al interior del refugio, mientras Tercio continuaba cubriendo la planta baja. El psíquico provocó alaridos de dolor en las filas enemigas, pero aquellos herejes impostores seguían entrando. Tercio, en un alarde de valor, acabó con varios antes de subir corriendo las escaleras, alumbrado por una quimilámpara.

[Mi quimilámpara] recordó el tecnosacerdote. [Enfocada así para deslumbrar al enemigo cuando subiera.] Fue una buena idea. Al menos les evitó ser disparados nada más subir. Porque subieron.  Muchos de ellos. Falsos magistratum, acólitos herejes, y hasta una abominación mecánica gigante. Demasiados para poder contenerlos...

78% completado...

Un disparo. Sólo uno. [¿Por qué es tan importante un único disparo?]. Vladimyr. Oh... claro... el vostroyano caído. Su cabeza reventada por un desafortunado disparo amigo. Tauron, en la lejanía lamentándose. Como si no tuvieramos bastantes enemigos ya... No importaba, en realidad. Si no acababan con la monstruosidad biomecánica ninguno sobreviviría a esa noche. Más dipasros. Itsua cubierto de sangre y aceite oscuro.

99% completado...

Finalización exitosa del back-up.

Lazerus-20-Silon se reinició con éxito. El tecnosacerdote abrió los ojos, o los injertos que tenía por tales. En sus manos chamuscadas aún humeaban los restos de su carabina láser. Había explotado mientras disparaba con ella. Podría haber muerto. Y sin embargo, lo que más lamentaba era la pérdida del valioso apuntador láser. No había muchos ejemplares de semejante tecnología ya perdida. Tendré que intentar fabricar uno yo mismo se dijo.

El combate continuaba. Sólo quedaban en pie dos herejes, que intentaban huir. Itusa pasó junto a lazerus como una bala, corriendo hacia la cama tobogán. Lazerus comprendió, e imitó al psíquico. El tecnosacerdote manipuló los controles de la misma, y ambos descendieron uno tras otro.

Itsua no escuchó la advertencia del tecnosacerdote, quizá distraído por la presencia del último superviviente enemigo. Tercio había acabado con el otro. Lazerus cayó con todo su peso sobre Arlan, si bien procedió a levantarse de inmediato. Para evitar que el hereje huyera, el propio tecnosacerdote se interpuso en su camino, y Arlan, tranquilo y sereno aún en aquella situación, apuntó.

Dos disparos. Una bala pasó a escasos milímetros de la cabeza de Lazerus. La otra se alojó en la cabeza del hereje, haciendola explotar.

La misión había concluido.

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19/12/2010, 14:06
Arlesha Rais.

Silencio.

Lo último que había escuchado eran aquellos dos disparos que resonaron en el silencio de la noche. Y después, el silencio.

Sus dedos se hincaban con sus escasas fuerzas en su arma, recien cargada y lista para disparar a través de la ventana, pero el ruido de los pasos en la huida y en la persecución habían cesado después de aquellos dos disparos. Eso solo podía significar una cosa. Sus compañeros habían terminado con la vida del atacante que había huido pero ¿a costa de sus propias vidas tambien? No escuchaba pasos abajo, no se escuchaba nada. Si ellos hubieran ganado, los escucharían subir. Si aquel engendro malparido había disparado primero, subiría a rematarles o correría por la calle en busca de refuerzos. Pero nada se escuchaba.

La espera se hizo eterna y sus dedos se aflojaron en el gatillo de su arma y en el cañón que sujetaban. El arma se deslizó de sus manos, incapaz de sostenerla ni un segundo más. Se sintió perder el conocimiento. Ganaba el dolor y la falta de sangre...Se dejó vencer por el dolor y la falta de fuerzas, el arma rodó hasta detenerse sobre sus piernas y su cabeza, vencida por la inconsciencia cayó sobre su hombro...

..........

Abrió los ojos, de nuevo había luz pero esta vez sabia lo que tenia que hacer aunque escuchó a Lazerus pedirle que apagara la luz. Reunió toda la energía de la que fue capaz y dirigió su silla al interruptor. Eterno fue el camino, pero supo que llegaría, no sabía por qué, pero sabía que era cuestión de tiempo y esfuerzo. Sudaba, su cuerpo entero le dolía, pero siguió empujando las ruedas de la silla hacia el interruptor. Sus compañeros se movían a su alrededor, algunos habían ido abajo a no sabía qué. Solo tenía ojos y fuerzas para llegar al interruptor.

......

Oscuridad, miedo, terror, golpes, pasos debajo de su cuerpo, debajo del piso en el que estaba. Sonidos amortiguados por el estimulante que sentía correr por su cuerpo. Tensión, ansias de matar, de hacer pagar lo que había sufrido. Disparos. No tardarian en llegar. La oscuridad lo absorvía todo.

.......

Esfuerzo. Otro camino interminable hasta encontrar un lugar que la protegiera de los disparos enemigos. No tenía tiempo, estaban llegando. No quería volverse a mirar por el hueco de las escaleras porque eso le supondría perder un segundo, tal vez dos, que tardaría en llegar detrás de aquella mesa. Un segundo o dos que podrían valer su vida. Ya llegaban. Arlesha...¡aguanta! Pero supo que llegaría, ya lo había vivido antes. Simplemente no tenía que volverse a mirar y llegaría a tiempo detrás de aquella mesa que parecía encontrarse a kilómetros de distancia del interruptor.

.......

Disparos, sangre. Los vio llegar, aparecer bajo la tenue luz de la lámpara enfocada para deslumbrarlos cuando subieran las escaleras. Conocía la cara de aquel ser antes incluso de que la luz le diera en la cara y pudieran ver sus facciones. Sabía que moriría, pero había que disparar. Disparos cerca de ella, disparos que volaban hacia su posición. El arma pesaba más que nunca, era imposible moverla. Su movimientos, lentos y temblorosos, la hacian pensar que era una inutil. No sabia disparar, no iba a servir de ayuda, todo habría sido en balde. Disparo y disparó sin causar demasiado daó. Escuchaba las voces de sus compañeros, los gritos al acertarle los disparos enemigos...y ella solo podía disparar a cámara lenta, solo disparar a cámara lenta...Pensó que no vencerían, pero se agarró a la sensación que le decía que confiara, que pasara de nuevo por aquello, que el final sería suyo.

........

Oscuridad. Pero en la lejanía escuchó voces y disparos. Abrió los ojos y descubrió que no era una pesadilla más. Se había demayado cuanta más falta le hacia a sus compañeros. De nuevo. Y de nuevo sintió la vergüenza de haberse desmayado en pleno combate. Tenía que haberse acordado de aquello e intentar evitarlo esa segunda vez. Revivió de nuevo la sangre, la muerte, los disparos a sus compañeros, la sangre de Vlad y de los demás, la suerte de Tercio que le hizo sonreir.

.........

¿Por qué tenía que volver a vivirlo todo? ¿Era un castigo más? ¿Habían perdido realmente y ahora estaba sufriendo una nueva tortura de sus captores? ¿Por qué no la mataban ya y la dejaban descansar? ¿Tan dificil era? ¿Que querían conseguir con eso?

Lloró.

.......................

Lloró.

Y la sensación de sus lágrimas al caer por sus mejillas hizo que abriera los ojos. El frio de la noche entraba por la ventana abierta al vacio silencioso de la calle. El peso de su arma en sus piernas la hizo sentir el frio del metal, frio húmedo de la sangre que la manchaba. Estaba sudando. Tenía fiebre. Se habia vuelto a desmayar y estaba sola ¿o no? ¿La habrían dejado allí confundiendo su cuerpo con un amasijo de carne sin vida? ¿Habrían pensado que finalmente descansaba en paz? ¿Habrían muerto todos?

-¿Estais ahí chicos? -preguntó alzando la voz completamente ronca.

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19/12/2010, 19:48
Vladymir Ostrogov.

Un hombre delgado, de facciones cuadradas pero de piel fina, uniformado con una mezcla de estilos que jugueteaban con la rectitud del Comisariat, la funcionalidad de un miembro menor de un Alto Mando de la GI y con toques barrocos propios de la Inquisición atravesó las hileras de camas de hospital sin prestar demasiada atención a los gemidos de dolor de los miserables deshechos humanos allí expuestos.
Algún que otro servidor medicae revisaba los cuidados de los mas graves, mientras un eclesiarca daba palabras de fé y animo a los que aún podían escuchar o ver. El olor a desinfectante y a oleo sagrado resultaba contradictorio, pero muy propicio a la situación.
Dicho enjuto hombre se dirigía a una parte muy concreta de esta particular e improvisada corte de los milagros. Custodiada por guardias enfundados en túnicas turquesas, un sencillo aparte de tela separaba la estancia general de la zona de los convalecientes mas importantes, peligrosos o raros para el equipo medico del astronavio.

“-Alteus Heimell, capitán interrogador adscrito al Corpus Interno de Supervisión Inquisitorial. Me han ordenado tomar declaración de su ultima acción en combate si esta en condiciones de comunicarse.”

El burócrata militarizado no había necesitado comprobar su identificación ante los guardias del perímetro o los que custodiaban la improvisada habitación formada por apartes de hospital de campaña en la que se encontraba el malogrado cuerpo de lo que parecía ahora un anciano con la practica totalidad del cráneo envuelto en vendas. Probablemente ya lo esperaban.

“-Realizando una comparación entre lo suscrito por el resto de miembros del grupo de investigación inquisitorial al que pertenecía, nuestras anteriores entrevistas y las ordenes que le fueron suministradas, voy a realizar un breve resumen de su situación y continuaremos con el interrogatorio. Por favor, afirme o haga algún gestó probatorio a efectos de registro.”

Entonó el fino militar de oficina, mientras parecía encender algún tipo de ingenio de grabación sobre una mesa con ruedas para instrumental medico.
Vladymir trató de mover la cabeza, pero por alguna razón fue como si su cuello y su cráneo estuviesen unidos con una chapa metalica remachada a los huesos. Fue como si intentase extender unas alas de hueso inexistentes en su espalda, una función corporal que aparentemente le había desaparecido.
Se limitó a mover los ojos y su mano derecha tembló levemente. Quizas eso satisfacería al hombrecillo de papel.
“-Según los documentos ya comprobados en los modelos I-540 y siguientes, su unidad se encontraba rodeada y asediada por elementos hostiles. Bajo sus ordenes, los activos inquisitoriales descritos en el anexo confidencial Prometeo-12 se habían refugiado en un edificio de dos plantas que previamente habían limpiado de enemigos imperiales.”

Un tenso silencio sumió la conversación, Vladymir lo interpretó como que estaba haciendo algo mal o que quizás para continuar tenía que volver a dar señales de vida, por lo que golpeteo con los dedos de los pies el marco inferior de su cama de hospital. Aquello pareció satisfacer al burócrata torturador de palabras.

“-Siguiendo los interrogatorios previos, usted fue alcanzado por fuego de granada en los momentos previos a esta segunda parte del enfrentamiento con el enemigo. El actor de dicho daño aún no ha sido descubierto, si se tratase de un caso de fuego amigo se seguirían los cauces pertinentes. En cualquier caso, los daños de dicha explosión lo dejaron lisiado y lo relegaron a una silla de ruedas.”

El interrogador se levantó por primera vez en el tenso monologo, y comprobó algún dato medico en la plancha de datos a los pies de la cama de Vladymir.
“-Según han comunicado sus compañeros, usted se quedó vigilando la escalera de acceso al segundo piso mientras sus compañeros trataban de asegurar y emboscar la zona inferior. ¿Siguieron en todo momento sus ordenes y sus planes tácticos en dicha acción de combate?”
Vladymir recordaba muy vagamente todo aquello, lo único que recordaba con intensidad y fulgor era el calor que había impregnado su nuca instantes antes de perder la consciencia. Todo lo demás se le venia a la memoria mas bien gracias a las reiteraciones constantes del interrogador, a las citas de los informes de sus compañeros que a verdaderas imágenes mentales en su propia memoria.
“-Si”

Pudo articular Vladymir a pesar de lo apretadas que estaban las vendas alrededor de su mandíbula.

“-No tenemos demasiada constancia de lo ocurrido en el segundo piso tras el descenso de sus compañeros menos heridos, tan solo registros de una conversación por aire y un par de imágenes dudosamente reconocibles por la falta de luminosidad. En cualquier caso, nada de esto es importante para su informe. Sus compañeros de unidad establecieron contacto con el enemigo en la zona inferior y el combate comenzó.”

El maltrecho guardia imperial recordaba fugazmente el olor a cordita, el siniestro repiqueteo de las bolas de acero de las granadas de fragmentación en la pared, suelo y techo del edificio, y los gritos de esos hijos de puta al sufrir la explosión de una granada.

“-Conforme sus compañeros se replegaban y subían a su piso, ¿Qué hizo usted?”

Vladymir recordaba las quejas y protestas de sus compañeros cuando, sin saber si lo que subia era una aberración mutante o sus amiguitos del alma Arlan y Tercio, les apuntó y comprobó su lealtad.

“-Traté de deslumbrar a todo enemigo que subiese las escaleras, y ordené fuego concentrado en la zona.”

El burócrata anotó furiosamente en su tabla de datos y continuó hablando con una carencia total de sentimiento en su discurso.

“-Los enemigos comenzaron a subir, obligados a hacerlo de uno en uno por las estrecheces de su emboscada. ¿Quiere declarar usted la baja de alguno de ellos? Tenga en cuenta que se le aplicara a su expediente y a sus posibilidades de ascenso.”

A Vlad nunca le había interesado la estúpida fama y orgullo de acabar con mas enemigos posibles dentro de una unidad. Le sacaban de quicio esos veteranos amargados que anotaban con muescas la cantidad de tropas enemigas derribadas. Le parecía absurdo medir el éxito de un combate en esos términos. Él prefería pensar que un buen combate era el que había tenido el número necesario de bajas en tu propio bando para acabar con el bando enemigo. Pero nadie se apuntaría muescas por los caídos en tu propio bando. Eso sería de mal gusto.

“-No, la bestia mas grande la derribaron otros. De los demás no recuerdo.”
El interrogador asintió lacónicamente mientras garabateaba.
“-Por ultimo, en las ascuas del combate, fue alcanzado en la cabeza. ¿Puede ayudarnos a investigar dicho incidente con algún tipo de información?”
Vladymir recordaba ahora el escozor, la quemazón, el intenso pero fugaz dolor antes de la perdida de conocimiento. Pero no se imaginaba quien era el responsable de su actual situación física. Hasta que las palabras del interrogador le habían hecho reflexionar. Su herida se alojaba en la parte anterior del cráneo, no podía haber sido el enemigo, que solo venia en una dirección. Por el tipo de herida no se asemejaba a las armas de Lazerus, Tercio o Arlan. Arlesha no estaba en condiciones de disparar, eso si había conseguido esconder sus prudencias. La lista se acortaba peligrosamente a un solo nombre.

“-No, acabamos con el enemigo y es lo que cuenta.”

El interrogador lo miró intensamente unos segundos y después se levantó.

“-Eso acaba nuestro interrogatorio, buena convalecencia, agente.”

Y el individuó dejó a Vladymir en sus pensamientos y su dolor de cabeza. Mientras un nombre se le mascaba en la reseca lengua.

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19/12/2010, 23:24
CRONO.

162.810M41.

FALTAN MENOS DE DOS HORAS PARA EL FINAL DEL CICLO NOCTURNO.

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19/12/2010, 23:25
Planeta Scintilla. - Capital del Sector Calixis.

REFUGIO TANTALUS PARA LOS DISCAPACITADOS:

- Humo, el lugar parece lleno de humo, y del penetrante olor de la cordita de las armas de fuego y de las quemaduras en la carne provocadas por el láser. Casquillos de bala tirados por doquier, especialmente en los lugares desde donde se dispararon ráfagas de fuego automático.

- Olor a sangre, entrañas, vísceras desparramadas, y el olor penetrante a aceite industrial y sangre corrupta de las abominaciones biomecánicas.

- Oscuridad en el piso de abajo, rota solamente por los movimientos nerviosos de quienes portan una linterna o una quimilámpara.

- Esfuerzos por estabilizar y salvar la vida de Vlad, la bala de revólver se ha alojado en su mandíbula, dañando severamente el hueso. Necesitará atención hospitalaria completa en menos de veinticuatro horas.

- Tras el agotamiento del combate, Tauron y Arlesha pierden el conocimiento. Sería posible reanimarlos de inmediato con una nueva dosis de estimulante, aunque cada dosis fuerza más y más los límites del cuerpo, con lo que puede prolongar el posterior tiempo de recuperación física.

- Tercio tiene varias balas en su cuerpo, aunque se las apaña para mantenerse en pie, sin embargo cualquier esfuerzo por correr hará que caiga al suelo. También Arlan se siente fatigado y malherido. Lazerus parece el más entero de los tres, aunque al ser parcialmente mecánico es lógico que el cansancio y el dolor sean para él menos evidentes.

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20/12/2010, 16:46
Arlan Hex.

Cuando el psíquico vio caer al último de los falsos magistratum no pudo evitar un suspiro de alivio. A su lado, Lazerus. Poco más allá, Tercio. Ambos vivos. Y sobre ellos, en la planta superior, sus tres compañeros, a cada cual en un estado más crítico. Y la misión aún no había finalizado.

Itsua sintió deseos de gritar. Pero no lo hizo. Simplemente, apretó los puños, tomó aire y trató de pensar en lo que podían hacer. Y en lo que debían hacer. Con un seco gesto de su hombro, descargó al mochila, se acuclilló y a la luz de la quimilámpara, sacó una venda y se la puso sobre la fea herida de su cabeza, esperando de aquel modo frenar la hemorragia. Después, quitó la mira láser de su estropeada arma láser y la colocó en el arma que había tomada prestada de Vladymir, para después enfundarla. Su propia arma acabó en el zurrón, confiando en sobrevivir para poderla llevar a arreglar.

Sobrevivir. Una hermosa palabra que en aquel contexto constituía un lujo casi inalcanzable. Estaban allí por una misión que debían cumplir incluso a costa de sus propias vidas. Ellos eran prescindibles, sustituibles, reemplazables. La misión, en cambio, era de inexcusable cumplimiento. No llevarla a cabo supondría una mancha en el historial de todos y cada uno de ellos. Y en su particular caso, una lacra más que añadir a la constante sospecha acerca de su lealtad, de su fiabilidad, de la necesidad de sus servicios. Miró a Tercio. Incluso él, un bribón, gozaba de más respeto que la última hez del imperio: un psíquico de bajo estatus.

- Voy a subir arriba para comprobar el estado de Vladymir. Si aún no ha muerto, deberé estabilizarlo - dijo con su característica voz ronca tras recoger su mochila -. Y deberíamos decidir cuáles han de ser nuestros siguientes pasos. Esta misión aún no ha acabado y estamos jodidos. Muy jodidos. Del tiempo que nos queda para llevarla a cabo, casi mejor no hablar. Pero es poco. Lazerus, te aconsejo que saquees a alguno de los muertos. Quizás alguna de sus armas y su munición puedan servirte. En fin, voy para arriba. Aprovecharé para encender las luces de aquí abajo por el camino. Recoged la quimilámpara. Si no me equivoco Lazerus, es la tuya.

Itsua se separó de sus compañeros. Estaba cansado, agotado. Necesitaba atención médica e intuía que si paraba, caería bajo el peso del cansancio y del dolor. Solo la adrenalina y una voluntad férrea le mantenían en pie. Solo sabía que no podía permitirse el lujo de fracasar.

Sus pasos, tras esquivar mesas y cuerpos, le condujeron hasta la otra puerta, donde pulsó el interruptor y una luz blanca lo cubrió todo. El hacha que había usado para bloquear la entrada descansaba en el suelo, a un lado. La recogió y guardó e inició la marcha hasta la segunda planta.

La visión resultó deseperanzadora. Arlesha parecía muerta, pero su pecho subía y bajaba al compás de una errática respiración. Vladymir mostraba una fea herida en su mandíbula y restos de hueso asomaban por entre la carne. Si sobrevivía, las papillas serían su alimento durante demasiado tiempo. Empujó la silla en la que este se encontraba, alejándolo de la escalera. No tenía sentido moverlo de ella. De hecho, el psíquico dudaba de que pudiera mover aquel peso muerto él solo y en cualquier caso, el simple hecho de moverlo, quizás lo matara. Dejó su mochila sobre una de la mesas quirófano, sacó el botiquín y trató por todos los mediso de estabilizarlo.

- Resiste Mamá Osa. Que no se diga que un vostroyano ha sucumbido a los cuidados de un psíquico - murmuró.

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20/12/2010, 18:06
Tercio Veridio.

Según bajaba el nivel de adrenalina de Tercio el dolor de las heridas aumentaba, y se preguntó si llegaría a ver el final de la misión. Ahora tenían que reagruparse y ver en qué estado se encontraban.

Tercio encendió su quimilámpara y fue a recuperar sus armas y munición. Necesitaría al menos un par de cargadores de rifle y de pistola para reponer los que había gastado, quizá los falsos magistratum llevaran munición compatible con su equipo y podría saquearlos. También tenía que comprobar cuánta munición podía llevar la pistola del director.

Al subir a la planta superior pudo fijarse en detalle en el lamentable estado de Vladymir.

- Jooder... Tenemos que ir a por esos cabrones, Arlan... - Buscó con la mirada otra silla de ruedas para sentarse, se sentía muy cansado, más aún al pensar en el esfuerzo de entrar en combate una vez más. Pero no la encontró. - El Cirujano dejará a sus guardias de retén para ganar tiempo mientras él escapa y estos tres se mueren... - Es lo que Tercio haría. De hecho, era algo que en otras circunstancias Tercio había hecho. - Así que tenemos que ir por ellos... de alguna forma... - concluyó en tono de duda. Obviamente un ataque frontal a la Comisaría era un suicidio.

Mientras pensaba en planes tan absurdos que podían funcionar Tercio se preguntó si aún podría enrolar a algunos pandilleros, y si Tauron definitivamente había roto la mascarada del grupo con ellos o aún se les podía convencer de que, si habían mencionado la Inquisición, había sido en un descarado y desesperado intento de engañarles para que actuaran para ellos.

- Si no puedo engañarles, ¿tú puedes borrarles la mente o algo para que olviden... para quién trabajamos?

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20/12/2010, 19:47
Director

- TERCIO ocupa un tiempo considerable (más del que hubiera invertido en otras circunstancias, si no estuviera cansado y herido) en recuperar todas las armas y equipo.

 

ARMAMENTO Y EQUIPO ACOLITOS LOGITIVISTAS:

1)     Pistola Automática (quedan 7 balas de 9).

2)     Carabina Automática encasquillada (quedan 2 balas de 30).

3)     Pistola Automática (quedan 9 balas de 9).

4)     Carabina Automática encasquillada (quedan 18 balas de 30).

5)     Pistola Automática encasquillada (queda 1 bala de 9).

6)     Carabina Automática encasquillada (quedan 17 balas de 30).

7)     Pistola Automática (quedan 7 balas de 9).

8)     Carabina Automática (quedan 18 balas de 30).

9)     Pistola Automática (quedan 8 balas de 9).

10)  Cargadores Pistola Automática: 10.

11)  Cargadores Carabina Automática: 8.

12)  Abrigos Antifragmentación de Agente del Magistratum de Sibellus: 4.

13)  Microcomunicadores: 5.

14)  Máscaras Respiradoras: 4.

15)  Visores fotosensibles: 4.

16)  Linternas: 5.

Notas de juego

- La pistola automática con silenciador del Director Moran usa cargadores de 18 balas (de los cuales tiene dos extra). En el actual cargador del arma queda una bala.

- La munición de las armas de los Logitivistas no parece compatible con la de ninguna de las armas de Tercio.

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20/12/2010, 20:33
Arlan Hex.

Itsua se volvió hacia Tercio ante su pregunta y tras unos segundos mirándole fijamente, sonrió aparentemente divertido.

- Sí, iremos a por esos cabrones. Así que cuenta conmigo. Además, tampoco tengo nada más interesante que hacer a estas horas, salvo cuidar enfermos y eso es bastante aburrido, especialmente cuando no te dan conversación - dijo con su sarcasmo habitual -. En cuanto a tu pregunta, si bien no sé seguro a quién te refieres, no, no puedo borrar la memoria de una persona, ni hacer que olvide. Aunque si se trata de intentar corregir algún estúpido error fruto de un nervioso y fogoso iniciado - dijo al tiempo que echaba una breve ojeada al inconsciente cuerpo de Tauron -, podría ayudarte a convencer a esas almas de lo imprudente que sería recordar. El miedo - y en ese punto su sonrisa se hizo aún más amplia - siempre ayuda a que uno se esfuerce por olvidar lo que no debe recordar. Aunque para eso, debería estar ante ellos.

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20/12/2010, 21:46
Tercio Veridio.

- Jeje... Pensaba en voz alta... - dijo cuando se dio cuenta de que soltaba sus preguntas sin contexto.

- Pues a ver si a Lazerus se le ocurre algo, y si no, nos vamos...

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20/12/2010, 23:15
CRONO.

162.810M41.

HORA Y MEDIA PARA EL FINAL DEL CICLO NOCTURNO.

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21/12/2010, 12:37
Lazerus-20-Silon.

El tecnosacerdote llevaba ya un rato en silencio, mientras Arlan intentaba estabilizar al malogrado Vladymir, y Tercio reunía el equipo y armas que habían quedado. Lazerus siempre había sido un tipo silencioso y pragmático, y hablar en aquellos instantes sólo lo distraería de su cometido actual: autorrepararse.

El tecnosacerdote había recibido daños leves en el combate, pero la explosión de su carabina láser era otra historia. Murmurando una plegaria al Omnisiah, Lazerus manipuló varias de las conexiones motrices que se empalmaban a su torso cibernético, redirigiendo la energía por conductos auxiliares, y aplicando unas gotas de óleo sagrado allí dónde la herida resultaba más grave. Terminado el trabajo, por fin, prestó atención a los dos miembros aún conscientes de su unidad.

[En efecto, la misión dista de haber concluido.] asintió mientras recogía del suelo la quimilámpara y la apagaba con mimo. Ya había perdido dos objetos preciosos en ese estúpido combate. [Debemos sacar de aquí a nuestros heridos, y dejarles a buen recaudo en algún centro médico. No obstante, eso nos haría perder un tiempo muy valioso. Por otro lado, soy reacio a dejarlos aquí. Mi intención es sobrecargar los sistemas informáticos y volar todo el complejo.]  Lazerus calló unos instantes para que los otros meditaran sus palabras.

[Aún así queda otro asunto pendiente. Con Vladymir fuera de combate, debemos asignar el puesto de líder a alguien más. Debe haber alguien que lleve la voz cantante para evitar disensiones.]

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21/12/2010, 17:47
Arlan Hex.

- No tenemos tiempo para todo eso. Es la misión o todo cuanto dices, Lazerus. Y yo lo tengo claro. La misión es prioritaria. Nosotros somos prescindibles. ¿Qué nos queda? ¿Una hora, una hora y media? - dijo Itsua -. Si queremos tener una oportunidad debemos estar preparados para el sacrificio que ello puede implicar. Estamos nosotros tres tan solo. ¿Quieres un líder? Elegid entre vosotros dos el que haya de serlo. Yo soy un psíquico y tal cargo me está... vedado - su voz se había vuelto corrosiva -. Aceptaré a cualquiera de los dos. En cuanto a los heridos, deberán permanecer aquí y confiar en que la suerte no les abandone. No hay tiempo para sacarlos de aquí, destruir el lugar y ocuparnos del enemigo. ¿Disensiones? ¿Entre nosotros? ¿Realmente aguien tiene ganas o fuerzas como para ponerse a discutir? Yo personalmente no. Si hacemos lo que hay que hacer, ¿qué más da cómo lo hagamos? Pero incluso mientras hablamos perdemos tiempo. Deberíamos ponernos en marcha ya - dijo recogiendo sus cosas y colgando al hombro su mochila, al tiempo que se encaminaba hacia la habitación del cirujano para deslizarse desde ella a la planta inferior.

Notas de juego

¿Como va de munición el arma láser de Vladymir que lleva Arlan? Lo digo para que si quedara poca, cambiar de cargador conforme avanzan.