Partida Rol por web

ARLAN HEX:

- Ves una chaqueta de Guardia Imperial en el suelo, con galones de cabo. En la parte delantera derecha pone el nombre: Schmendt, Cabo Schmendt.

Pese haber llegado a tiempo, no fue ella quien ayudó a sacar finalmente a Tauron del agua.

Iba a acompañarlo a la enfermería cuando Arlan le habla

- Sí, ya lo había pensado yo Dijo con una leve sonrisa Rezaré por su recuperación y trataré de ser de ayuda en la enfermería... ¿Cuando hable con el resto nos vemos todos allí?¿o esperareis al comisario aquí?

Tras las respuestas, marchó junto con Tauron a la zona sanitaria.

Locura, plana y simple, eso era lo que provocaba las risas y no el alivio de sentirse vivo. El hombre  meneó la cabeza, quedaba en mentes diferentes a la suya especular con qué horrores se había topado ese hombre pqra quedar así, pero el cerebro humano no puede evitar funcionar, y la palabra tentáculos parecía un incantivo malsano. - Esperen aqui si quieren refugiarse del frío, iré a ver si encuentro abrigos para todos.

Vladimir salió de la tienda y buscó a algún soldado desocupado que le indicara dónde estaban los pertrechos, en el camino observó el campamento con más detenimiento, preguntandose nuevemante que tipo de enemigo había provocado tanto caos.

Tercio observa la reacción del loco al llegar Arlan.

- Vaya, le has caido bien...

INTERIOR DE LA TIENDA:

- Vladymir se siente de repente bastante cansado. Se sienta en el suelo de la tienda y echa una cabezadita.

- Tercio recibe con un comentario jocoso a Arlan, quien está mirando una chaqueta que está tirada en el suelo.

- Lazerus parece abstraído en sus propios pensamientos.

- Arlesha lo observa todo con interés. Es extraño el ambiente de calma extrema y de locura que reinan a la vez en el interior de esta tienda.

ENFERMERIA DE LA GUARDIA IMPERIAL:

- El Novicio Tauron es conducido a la enfermería, donde le administran un reconstituyente.

- La Hermana Scythia llega poco después.

El humor de Itsua se había ido agriando conforme avanzaban a toda velocidad hacia la tienda donde se hallaban reunidos el resto de sus compañeros y la visión somera de lo que allí se encontraba, aquel hombre atado al poste central de la tienda no ayudó a mejorarlo.

Haciendo caso omiso al comentario de Tercio y reprimiendo la brusca y ácida respuesta que había pugnado por salir de sus labios, se agachó para recoger la chaqueta que yacía en el suelo. Un simple vistazo le permitió reconocer el rango y el nombre de su propietario, probablemente el mismo que tenía frente a sí y cuya mente mostraba claros síntomas de estar perturbada. Sin embargo, antes de poder decir nada acerca de su presencia allí, su rostro se vistió con una rígida máscara de frialdad al ver cómo el vostroyano se sentaba y se dormía.

- Traemos malas noticias. El novicio Tauron ha sufrido un accidente. Ha caído en una zanja llena de agua helada. Ahora mismo se encuentra en la enfermería, donde está siendo atendido. Le acompaña la sororita. ¡Arlesha! Hazme un favor. Despierta a ese... - calló durante un segundo para reconducir su mensaje - a Vladymir. Y si no lo consigues, quítale su abrigo y póntelo. Él puede aguantar el frío mucho mejor que tú y tus ropas aún estarán húmedas duarnte un tiempo hasta que encontremos un lugar más... acogedor.

Nadie les había comentado nada de lo que había ocurrido en aquella tienda, ni parecía especialmente proclive a ello. ¡Y se les llenaba la boca hablando de funcionar como un equipo!, pensó.

- Cabo Schmendt, de la Guardia Imperial - dijo al hombre atado tras acercarse a él y mirándolo con sus ojos mecánicos -. Eres tú, ¿verdad? Háblame, dime, ¿qué te ha ocurrido?

Arlesha arrugó el ceño cuando entró en la tienda y se encontró con aquel panorama. La exclamación de aquel hombre cuando Itsua y ella entraron le dio que pensar, por lo extraña y lo fuera de lugar que quedaba la expresión. Pero nada dijo, acababa de llegar y no sabia que es lo que había estado ocurriendo allí.

Ante la petición del psíquico se volvió para descubrir al vostroyano dormido en un rincón -Creo que puedes terminar la frase tal y como la ibas a decir al principio Itsua...No me puedo creer lo que estoy viendo...No puede ser verdad -terminó casi en un susurro.

Despació, recorrió la distancia que la separaba del vostroyano y se quedó allí mirándole, seria, durante unos segundos -Vladimir, solo te daré tres segundos para que abras los ojos y te pongas en pie.

Arlesha tenía los brazos mojados, por el intento de sacar al novicio del charco. Le temblaban por el frio y la tentación de coger el abrigo del vostroyano era grande.
Pero inicialmente, eso no iba con ella, siempre y cuando no le diera motivos para hacerlo. Se agacho junto a él y con todas sus fuerzas le soltó una bofetada sin contemplaciones. Necesitaba entrar en calor y ese era un sistema como otro cualquiera.

El hombre mira fijamente a Arlan a los ojos y dice:

- "El ojo de mi mente se abre, y todo lo que veo es sangre." -

Después vuelven las carcajadas histéricas.

Para Arlan es evidente que el hombre ha visto demasiado y ha enloquecido. Será imposible sacarle nada.

Ante las risas histéricas del hombre Arlesha habló en voz alta, para que la escucharan sus compañeros.

-¡Lazarus! ¡Tercio! ¿Sabeis que ha ocurrido aquí dentro? ¿Que hace ese hombre hay atado y por qué delira?

Lazerus abrió los ojos sorprendido. La joven Arlesha lo sacó de golpe de su ensimismamiento, devolviéndole al mundo real. Evidentemente, no iba a admitir semejante falta de atención, de modo que se elimitó a observar qué ocurría alrededor.

Arlesha acababa de dar una bofetada al vostroyano, que increíblemente se había quedado dormido. [Debe ser por el frío, aunque se supone que estos soldados están acostumbrados a él]  pensó el tecnosacerdote.

Al otro lado, Arlan parecía enfrascado en su observación del demente guardia imperial atado al poste. [Mejor será no distraerle. ¿quién sabe qué podría suceder?] Lazerus guardó silencio, dirigiendo su mirada de Arlesha a Arlan a modo de contestación para la pregunta de la joven.

Itsua negó con la cabeza. Mostraba una expresión seria, tintada con algo que podría definirse como tristeza.

- No creo que puedan llegar a decirte nada. Imagino que entraron en la tienda y se encontraron con este panorama. Este hombre está más allá de la cordura y no hay vuelta atrás en el camino que ha iniciado su mente. Ha visto más de lo que podría resistir una mente normal. Se ha enfrentado al horror y este es su destino. Le compadezco. Su destino ya está marcado y nada puede hacerse - dijo con gravedad -. Permanecer aquí ya no tiene sentido. Las respuestas están en otras partes, aunque empiezo a hacerme un cuadro de composición. Lo mejor será que vayamos donde el Comisario. Veamos qué tiene para decirnos y para ofrecernos.

Lazerus asintió a la propuesta del psíquico, quizá la persona con la que más a gusto se encontraba entre todos sus camaradas, incluso sin haaber compartido más que un paar de palabras.

Quizá precisamente debido a eso, debido a que ambos eran seres solitarios, menospreciados y repudidados por el ser humano corriente, ignorante, que no reconocía la importancia de aquellos que, de un modo distinto al usual, servían igualmente al Emperador.

[Vamos]  dijo el tecnosacerdote en respuesta con su escalofriante voz artificial [Veamos qué recibimiento nos depara el Comisario]

LAZERUS-20-SILON:

- No sabes dónde está el Comisario, y tampoco te servirá de mucho llegar tú solo ante él.

- Tendrás que esperar a ver qué hacen el resto de tus compañeros.

El golpe en la cara lo despertó, y entre la modorra escuchó la amenaza de Arlesha y las palabras de Itsúa. Se paró automáticamente aún antes de haberse despertado del todo, y no necesitó preguntarse qué había pasado ya que lo último que recordaba eran los ojos del loco atado.

- Haced lo que querais, yo saldré de esta tienda maldita, no le miren los ojos al desquiciado o les pasará lo mismo. - Jamás se había dormido de esa manera, estaba entrenado para combatir por días mientras le quedara un resto de vida en el cuerpo, y había bastado cruzar la mirada con un loco para que sus fuerzas lo abandonaran.

Sin mirar atrás salió de la tienda y buscó a un soldado, y tras saludarlo le preguntó dónde estaba la tienda de suministros. Tenía que conseguir abrigos para sus compañeros o terminarían todos enfermos antes de que terminara el día.