Partida Rol por web

- Renata acaba de terminar su tercer y último examen de Códigos Inquisitoriales. La tercera y última oportunidad. Suspendió los días 60 y 90.

- Kurt ha decidido no presentarse en ninguna de las tres ocasiones, de momento, pues no se siente aún preparado y prefiere no perder convocatorias. Seguirá siendo un simple Aspirante hasta que se sienta capacitado para presentarse al examen.

- Finalmente, Kurt decide intentarlo por primera vez el mismo día que Renata se enfrenta a su tercer y último intento.

Tras el desayuno, el Adepto Asclates os convoca a la sala de reuniones de este subnivel.

- "Enhorabuena a los dos. Ayer superaron el temido examen de Códigos Inquisitoriales. Renata, para usted era la tercera y última oportunidad. Kurt, usted lo ha logrado a la primera.

Vladymir, ha hecho usted un buen trabajo como entrenador para ambos. El periodo de formación elemental para Acólitos inquisitoriales recién reclutados está a punto de concluir.

Tan sólo les falta por afrontar una prueba más. La Predestinación Imperial. En un subnivel profundo de esta instalación cada uno de los dos será sometido a prueba por un Vidente ciego de la Inquisición. Si la superan, recibirán la Predestinación Imperial, un proceso al que no todo el mundo sobrevive. Aunque la mayoría sí.

¿Están dispuestos?" -

En cierto modo, las palabras del vidente suponían un alivio. Al final, los códigos habían entrado en la cabeza de ambos aspirantes y habían podido incorporarse a la Inquisición... Aunque Renata había estado cerca de quedarse fuera. Correspondió con un leve asentimiento al cumplido de Asclates, y permaneció atento escuchando sus palabras. Ahora sólo les faltaba, efectivamente, la predestinación. 

Miró a ambos aspirantes, esperando su respuesta. Seguramente dirían que sí, de hecho, no se le ocurría otro desenlace después de todo aquello. Pero asintió levemente, incitándoles a terminar aquello, como una especie de gesto seco de ánimo. 

-Nos ha jodido -dice Kurt. Luego, ante la expresión de estupefacción del adepto y de Vladymir, el ex legionario abre mucho los ojos-. Quiero decir que sí. Claro está. De cabeza. 

- Kurt es el primero en llegar hasta el solitario y silencioso ascensor.

- Cuando entra, el ascensor le conduce a un profundo subnivel. Al abrirse de nuevo las puertas, todo está oscuro, apenas iluminado.

KURT:

- Te despiertas sin saber dónde estás ni cómo has llegado hasta aquí.

- Cerca se escucha un goteo. El ambiente es húmedo y frío. Está todo muy oscuro y el aire es agradablemente fétido. Huele a pantano, huele al hogar. A Crepúsculo.

Kurt sonríe. Se lleva el índice izquierdo hasta la escarificación de su frente mientras busca con la derecha la empuñadura de su hacha.

KURT:

- Tirada de Voluntad +10.

Renata se limitó a asentir cansadamente. No tenía ni ganas ni fuerzas para más.

Una hora después, el ascensor se abre para Renata.

Vladymir guarda silencio, supone lo que le espera a la Aspirante, pero no puede ni debe decir nada.

Con una última mirada al que ha sido su instructor, las puertas de metal negro del ascensor se cierran y el mundo de Renata queda sumido en la oscuridad.

RENATA:

- Te despiertas en un lugar húmedo y oscuro. Huele a vegetación y antigüedad.

- Te parece que estás en unas ruinas xenos.

KURT:

Intentas coger tu hacha monofilo, que está cerca de ti, pero cuando la alcanzas se convierte en docenas de gordos gusanos, algunos te muerden y se introducen bajo tu piel. El dolor es espantoso.

- "Ah, Huesos Rotos. Bienvenido de vuelta a casa, bienvenido a la Cañada del Ahorcado." -

Grito. Dolorido, sí, pero también furioso. Grito y lucho, arrancándome los gusanos a bocados.

KURT:

- Durante no se sabe ni cuánto tiempo, pero te parecen días, la bruja de tortura, te atormenta, te somete a toda clase de abominables vejaciones y te sume en algo vergonzoso para ti: te sume en el miedo.

Los gusanos comen y comen, mordiendo piel y carne, haciéndote sangrar hasta que finalmente las piezas del collarín explosivo se van cayendo al suelo, inertes e inofensivas.

- "¿Ves, Kurt de Cañada del Ahorcado? El Falso Emperador te había encadenado, convirtiéndote en un esclavo. Ahora yo te libero y te doy la posibilidad que nunca tuviste, la posibilidad de elegir.

Dale la espalda a ese pútrido cadáver. Abraza el cambio, abraza la libertad absoluta, las infinitas posibilidades." -

Me acerco a la bruja.

-Valoro la supervivencia por encima de la libertad, bruja -murmuro, sin dejar de avanzar-. Pero sólo hay una cosa por encima de mi supervivencia, y es mi lealtad al Emperador. 

Alargo los brazos intentando llegar al cuello de la cosa.

-Le he servido en el ejército, en prisión, como esclavo. Le sirvo cuando hago ejercicio, cuando río, cuando bebo y cuando fumo. Y le serviré hasta la hora de mi muerte. Si pretendías comprarme, deberías haber pensado mejor en la oferta. Voy a arrancarte las cuerdas vocales a través de la tráquea, zorra.

KURT BROKENBONE:

- Despiertas sentado ante una vieja mesa de madera oscura. La estancia en la que estás es pequeña y está pobremente iluminada.

- Te sientes extraordinariamente débil, cansado física y mentalmente.

- Un Vidente ciego de la Inquisición te sujeta las manos. Escruta tu alma y pronuncia tu Predestinación Imperial:

- "La razón lleva a la herejía; la herejía lleva al justo castigo." -

Sintió cómo entraba en un estado de duermevela, una ligera vigilia en la que deseaba sumergirse, tratando de conquistar el sueño, un sueño que se había convertido en un lujo durante los largos días, que se habían transformado en semanas y después meses, de aprendizaje y memorización de los códigos inquisitoriales así que en el fortalecimiento de su cuerpo y mente a través de la instrucción recibida de Ostrogov y de Kurt. Un leve gemido brotó de sus labios al recordar a su amante pero súbitamente fue consciente de que algo no era como debiera. Humedad y un sutil aroma a descomposición vegetal impregnaron las fosas nasales de Renata que se incorporó rápidamente para de inmediato ponerse en pie. 

Antes sus ojos un panorama ignoto. Un emplazamiento que la llenó de una momentánea confusión. ¿Cómo había llegado allí? ¿Dónde estaban los demás? ¿Qué ocurría? Y sólo entonces recordó, sólo entonces fue consciente de que aquello era parte, una parte más, de su proceso de integración al servicio de la Inquisición. Y suspiró, aliviada de una parte, alerta de otra. De aquello posiblemente se derivaran consecuencias imprevisibles y del éxito o fracaso dependerían hilos de destino que marcarían su futuro. Y nada debía entorpecer su presente inmediato, su trampolín para obtener en un futuro su propia nave.

Se recompuso, atusó sus cabellos, comprobó sus protecciones y comenzó a andar en medio de aquel escenario. Si era real o  solo estaba en su mente, lo ignoraba, como tantas otras cosas de aquel mundo de servicio al emperador. Lo realmente importante era que debía triunfar haciendo lo que se esperaba que hiciera, aunque a saber qué querían de ella. Hombres. Seguro que ellos habían organizado todo aquello y no una mente femenina. Aunque eso quizá le diera una oportunidad. De ser mujeres quienes idearan las pruebas, dudaba que los éxitos fueran tantos. 

Ante sus ojos un mundo sacado del imaginario xenos. Inconscientemente acarició su malla. En fin, cuanto debiera ser, sería. Así que se encomendó al emperador, reservó unas palabras a su padre pidiéndole que velara por ella y siguió adelante como sólo sabía hacer. Sin mirar atrás. 

Unas boleadoras salidas de la nada con hebras de energía alienígena en lugar de cuerdas te golpean y te atrapan, inmovilizándote contra una destrozada columna.

El mismo aire parece rielar y del vacío surge una figura xenos.

Su voz, rica en matices, reverbera entre las ruinas, hablándote en Eldar, un idioma que conoces bien.

- "¿La pequeña mon'keigh ha regresado de nuevo para saquear las tumbas de mis ancestros? Este es un mundo maldito y perdido, aquí no encontrarás nada de valor." -