Partida Rol por web

- Mensaje recibido - respondió la unidad Cerberus, archivando en su memoria que, por el momento, era el Adepto Asclates el superior más directo.- No tengo ninguna pregunta.

Se colocó junto al que sería su guía en la mansión y quién le facilitaría la información necesaria para convertirse en un Acólito. La tarea encomendada era la esperable, una célula inquisitorial debía contar con un Tecnógrafo hábil para ocuparse de la maquinaria, y no sólo era una cuestión de competencia, sólo los servidores del Dios Máquina conocen la manera adecuada de manipular la tecnología.

- Xerxes von Braun le muestra la mansión al Tecnógrafo Cerberus-v3.0. El taller, el garaje (con el coche con la parte frontal abollada por el choque contra una farola en la zona intermedia de la Espira Scorpia), y el subnivel profundo de la maquinaria son las zonas que mayor interés suscitan en el tecnosacerdote.

Vladymir saludó respetuosamente con una inclinación de cabeza al miembro del Mechanicum que les habían enviado, antes de volver a centrar su atención en Tercio.

-¿¡Perros mutantes!? ¿También aquí? Deberíamos ir a por ellos y cazarlos, ésas bestias son una ofensa a ojos del Emperador...

- "No se preocupe, Vladymir. Esas criaturas acechan en jaurías a cierta distancia, pero han aprendido por las malas a no acercarse a fincas como esta. Nos rodea un muro, un amplio terreno despejado, alarmas, sensores, servocráneos de vigilancia, servidores de combate y dos bolters pesados en el tejado. Le aseguro que no se acercarán.

En cambio, suponen una defensa adicional contra posibles enemigos avanzando a pie en solitario con intención de espiar o asesinar.

Suelen evitar los vehículos (las luces generalmente les asustan). Imagino que Tercio tuvo la mala suerte de atropellar por casualidad a uno y salirse así de la carrera." -

La estadía en la Finca Specula Maris se extiende por alrededor de un mes, donde he tomado mi tiempo para entrenar y habilitar las zonas encargadas a mi cuidado y restauración. He trabajado tan metódicamente como he entrenado, usando todo mi tiempo en mis tareas sin más descanso que mis horas de sueño.

En cierto momento Arlan, Vladymir y el Capellán ese fueron a una misión donde debían investigar ciertas marcas de herejía en esta colmena. Mientras ellos fueron, Tercio se ofreció a ir a comprar insumos y mercancías, por lo que me acerqué a él y le hablé:

 - "Necesito que vendas estas pistolas y me compres lo que sale en esta lista. No sé si sabes leer, pero aquí dice un silenciador, una mira láser, un selector de disparo, esta cantidad de municiones normal del fusil de caza, estas matahombres de fusil, y todas estas de pistola."

Pronuncié mis palabras mientras le mostraba con los dedos las cantidades de munición, por si Tercio no conoce el significado de las letras y números escritos. Luego le pasé el dinero y esperé a que llegase con lo encargado.

Ahora, un día después, llega el grupo un poco maltrecho pero completo. Tercio llega también, pero a pie, lo que no me gusta a primera instancia. Lo bueno es que trae las cosas y no resultó herido por lo que él asegura fue culpa de perros mutantes. Recojo mis cosas y saludo al Tecnosacerdote recién llegado. Por lo que sé, es de mi mismo mundo, por lo que le debo algo de respeto y me siento cómodo con su presencia, mucho más de lo que me siento con la presencia del capellán.

Le saludo con cabeza y luego me retiro a seguir cumpliendo con mis obligaciones.

TRANSCURREN LAS HORAS.

- Con ayuda de Vladymir, Tercio ha recuperado el coche que perdió. Estaba en razonable buen estado, tan sólo algunos daños en la carrocería por salirse de la carretera.

- También ha hecho alguunas compras y ventas para él y para Titus.

COMUNICACIONES INTERNAS DE LA CASA:

- "El Inquisidor Varaak ha llegado ya a Escintilla. Se encuentra viajando en un vehículo aéreo desde la Colmena Tarsus." -

- "Recordad que debéis tratar a vuestro maestro con la máxima deferencia y respeto. La primera vez que le veáis debéis arrodilláos como muestra de vuestra obediencia y lealtad. Vuestra relación él deberá ser siempre como la de un siervo con respecto a su señor feudal.

El tratamiento deberá ser siempre de vos y expresado siempre con la máxima cortesía que sea posible." -

346.810M41.

HORA LOCAL (COLMENA SIBELLUS): MUY AVANZADA LA TARDE.

El tiempo pasaba mientras todos esperaban la llegada de su nuevo señor. Vladymir estaba nervioso, como suponía que era normal en éstas circunstancias. Un Inquisidor podía ser demasiado parecido a un comisario... Y los comisarios le ponían la carne de gallina. 

En unas pocas horas, el Inquisidor Varaak llegaría allí. 

-De acuerdo, adepto Asclates, seré lo más respetuoso que pueda. 

- Todos esperan que llegue una lanzadera, cutter artillado o tal vez un valkyrie negro lleno de soldados de choque de la Inquisición, con sus características armaduras negras de caparazón con el emblema de la Inquisición en pecho y hombreras.

- O tal vez un aerodeslizador. Pero no es nada de eso. Una figura se aproxima caminando hacia la entrada principal del perímetro exterior de la finca. Dos servocráneos y dos servidores de combate acuden de inmediato.

- Poco después, las puertas del muro exterior se abren de par en par. La figura que se aproxima va cubierta por un manto negro y es enormemente voluminosa, camina sobre unas piernas obviamente mecánicas muy aparatosas y ruidosas.

Itsua aguardaba junto a los demás la llegada del Inquisidor. Incluso el nuevo efectivo, Cerberus se encontraba allí. Su llegada casi le había pasado desapercibida, entregado como estaba a sus funciones en la biblioteca y a la meditación, un recurso al que acudía cada vez más. Sonrió para sí pensando en cómo reaccionaría aquel sujeto ante sus habilidades psi, especialmente ante una de ellas. Solo por poder comprobar la reacción del tecnosacerdote merecería la pena comprobarlo.

Y por fin las puertas se abrieron. Tan solo alcanzó a ver las sombras proyectadas por su figura antes de intentar arrodillarse. Su resentida pierna, crujió de forma desagradable ante la inoportuna e indeseada genuflexión y un latigazo de dolor atravesó músculos y hueso. La mente del psíquico, cada vez más poderosa, se alojaba en un cuerpo cada vez más deteriorado. No obstante, Itsua acabó con ambas rodillas en el suelo, en una postura de humillación absoluta ante la figura del Inquisidor. Lealtad y obediencia eran las máximas exigidas. Innecesario de parte de Asclates mencionarlo. Era la leche que habían mamado desde su nacimiento.

Y guardó silencio, pues no era a él a quien correspondían las labores de bienvenida. A fin de cuentas, era un psíquico tullido de ojos cibernéticos que hacía solo unas jornadas había visto conmutada su sentencia de muerte. De algún modo, había vuelto a nacer, pero ¿a qué había nacido?

La Agente Rais ha salido al exterior junto a los demás ante la llegada del Inquisidor. Desconfiada, mantiene su escopeta en una mano, y el mando que controla el bolter pesado del tejado en la otra mano.

Tras perder la comunicación con el vehículo del recién llegado media hora antes, Varnis se sentía un tanto inútil en la sala de comunicaciones.

Al oír que el Inquisidor ha llegado ya, sale al exterior y se arrodilla al ver la figura parcialmente mecánica que se aproxima.

La única arma que lleva es un garrote que pende de su cinturón.

El Adepto Asclates no se arrodilla, pues él sirve a otro Inquisidor. Sin embargo, mantiene una postura humilde, las manos ocultas en las mangas, y realiza una profunda reverencia mientras mantiene respetuosamente la mirada gacha.

La figura parcialmente mecánica se sigue acercando con pesados pasos hasta quedar claramente visible iluminada por las luces de la mansión.

- "¡Saludos Acólitos!

Soy el Inquisidor Globus Varaak, del Ordo Heréticus, Cábala Tiranista del Cónclave Calixiano.

Por lo que parece vosotros sois los nuevos miembros de mi Séquito." -

Se sigue aproximando con pesados pasos mecánicos muy ruidosos mientras os examina detenidamente uno por uno.

Me arrodillé al paso de aquel hombre que, más que un hombre, parecía una pelota excesivamente hinchada. Resultaba ridículo respetar a un ser tan repugnante pero, al menos su título, merecía un respeto. No dejaba de ser un elegido del Emperador, y supongo que tendría sus razones para hacerlo.

"Si le fallase uno de los servomotores de las piernas... rodaría por el suelo a toda velocidad - pensaba yo.- ¡Maldita sea! ¡Y no podría reirme o me ejecutaría!"

Traté de evitar aquellos pensamientos, al menos por el momento, y me concentré en la correcta etiqueta que había que tener presente durante un acto oficial como aquel. En el fondo, esperaba algún reconocimiento por su parte, al fin y al cabo habíamos cumplido todos los requisitos de la misión, casi sin medios y sin haber hablado en persona con él. Algo tangible sería de agradecer pero me conformaba con una bonitas palabras.

La unidad Cerberus se arrodilló ante el hombre que verdaderamente lideraba aquella célula. Aunque no estaba especialmente familiarizado con los protocolos de los Acólitos y, en general, de la Inquisición, las fórmulas de cortesía no le eran desconocidas, después de todo tendían a ser similares en todas partes. A Cerberus le gustaban las medidas estandarizadas, las cosas lógicas, le hacían sentir que tenía el control de la situación. Por el contrario, las emociones humanas, a menudo carentes de todo sentido (y particularmente en los miembros femeninos de la raza humana) tendían a ponerle nervioso. En este caso, se encontraba tranquilo, su paseo de reconocimiento había sido exactamente lo que esperaba, incluso había identificado un par de tareas de las que ocuparse en cuanto terminara la recepción del Inquisidor.

Espero con paciencia y frialdad la llegada de nuestro Inquisidor. La verdad es que nunca he visto a uno y, a diferencia de algunos de mis compañeros, jamás tampoco le había servido a otro. Me siento sumamente extraño teniendo que ser tan humilde hacía alguien pues siempre he sido arrogante e incluso a los poderosos señores del Mechanicus de Los Tornos les trataba con gran respeto pero nunca como un vasallo. Eso es algo primitivo para mi mundo natal.

Pero soy un hombre pragmático y si debo hincar mi rodilla en el suelo ante él por conveniencia o un fin mayor, lo haré sin dudar. Es por eso que cuando veo a la figura entrar, me arrodillo sin dudar en un fluido movimiento desde donde le miro. Es así como veo a un hombre que ya es más máquina que humano, cosa muy común en mi mundo, donde se admira más los engranajes que la carne.

Me quedo en mi posición mientras él pasa escrutándonos uno a uno, pensando en que él es mi amo en este momento y que le debo todo el respeto y gratitud, pues si no fuese por él, habría sido encerrado o asesinado después de mi venganza.