Partida Rol por web

Dark Heresy: Capítulo Segundo.

Iocanthos: Desesperanza.

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28/01/2014, 09:47
[RIP] Hermana Scythia.

En cuanto Scythia observó cómo aquella máquina reventaba las puertas del asentamiento, echó a correr en dirección a la amenaza. Con la mirada, la Sororita buscó algún tipo de cobertura por el camino pero no encontraba nada.

Escuchó algunos disparos a su espalda. Supuso que Tercio o Vladymir estarían disparando al enemigo. No le importó. Ella tenía que cumplir su papel.

A medio camino se topó con el primero de los problemas. Un grupo de lugareños huían de dos groxes encabritados. Uno de los animales parecía haber recibido una ráfaga de disparos mientras que el segundo tenía sus crines en llamas. Perfecto, era el momento perfecto para una estampida. Scythia saltó entre las asustadas bestias y los lugareños. Alzó ambas manos y comenzó a realizar aspavientos mientras gritaba para ahuyentarlas. Funcionó.

Se giró y comprobó que un anciano había caído. Le ayudó a levantarse diciéndole que diera las gracias al Emperador, y se giró para observar la batalla. Los incursores habían entrado y se habían dividido.

Tercio adelantó a la Hermana y ésta maldijo entre dientes adelantándose para cubrir a su compañero mientras éste tomaba posición de disparo. Ninguno de los atacantes se les acercó. Aquello era un caos.

Scythia enfundó su pistola láser, completamente segura de que en el caos de la batalla no le sería de mucha ayuda. Aferró su espadón con ambas manos y se plantó junto a Tercio. Se sentía más segura sujetando el enorme arma de filo que usando una pistola láser. Por el Emperador que acabaría con aquellos herejes que habían mancillado el día y que pretendían socavar la reputación de la Catedral.

- El Emperador es nuestro Padre y nuestro Guardián, pero nuestro deber es también proteger al Emperador. - recitó la sororita recordando las palabras de Santa Dominica. Protegería aquella catedral con su vida.

Entonces Scythia vio al primero de los atacantes acercarse. El hombre portaba una especie de pistola primitiva y disparó contra la hermana dos veces. Ésta intentó ponerse a cubierto sin conseguirlo. Uno de los disparos impactó en la Hermana. El tipo acusó a Scythia de hereje, y la ira inflamó el corazón de la sororita. Aferró el espadón para partir a aquel blasfemo en dos, pero dos impactos del arma de Renata acabaron con él. La Hermana giró la cabeza y miró con furia a la mujer... le había arrebatado la oportunidad de segar una vida en nombre del Emperador. Pero por otro lado había acabado con un hereje, así que para Scythia estaba bien. Había enemigos de sobra.

Dos nuevos incursores avanzaron hasta Scythia y Kurt, que se había situado cerca de la Sororita. Uno de ellos golpeó a la Hermana en el brazo izquierdo con una porra. Scythia gritó algo en nombre del Emperador y golpeó con furia impactando con fuerza en la pierna del enemigo, casi amputándosela. Los dos atacaron de nuevo a Scythia que no podía defenderse de todos los ataques. Paró el golpe del primero pero el segundo le impactó en el abdomen, aunque la coraza de caparazón absorbió toda la fuerza del impacto. Scythia volvió a rezar mentalmente al Emperador y aferrando con fuerza el espadón golpeó a uno de los enemigos acabando con su vida. Bien, primer hereje que caía bajo el espadón de la Sororita.

Por el rabillo del ojo comprobó cómo Kurt se había desplazado para enfrentarse al líder enemigo, no podía ayudarla. La distracción sirvió para que la Hermana recibiera otro fuerte impacto en el brazo. Un porrazo fuerte que por poco le parte el brazo. Casi notó cómo se le dislocaba el hombro. Apretó los dientes y golpeó de nuevo con furia partiendo en dos al enemigo que le había golpeado. Ya iban dos.

Un nuevo enemigo salió de la nada y Scythia acabó también con su vida, sin piedad y sin perder el tiempo. Pero la Hermana notaba cómo las fuerzas comenzaban a escasearle. Los golpes en ambos brazos le habían debilitado.

Nuevos enemigos aparecieron y le acosaron. Intentó devolver los ataques pero falló la mayoría de ellos, y aunque logró impactar alguno sólo pudo herir levemente a uno de los atacantes.

Varios disparos acabaron por matar o ahuyentar a los pocos enemigos que quedaban en pie. El último de ellos rematado por un disparo de Tauron y otro del hermano Severus. Scythia respiraba trabajosamente y no envainó su arma. Revisó los alrededores por si quedara algún enemigo en pie, quedándose en guardia.

Finalmente apoyó la punta del espadón en el suelo y se apoyó en la cruceta del arma, resoplando. Había sido un combate duro y tenía ambos brazos en muy malas condiciones. Dudaba que pudiera combatir de nuevo hasta que se hubiera recuperado.

La mujer escuchó gritos, vio humo y fuego por varias zonas. Aquellos hombres habían hecho que el día en Desesperanza no fuera de los más felices, y sería recordado en mucho tiempo.

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28/01/2014, 10:08
Sargento Vladymir Ostrogov.

Aquel combate había sido una puñetera batalla campal, como no estaba acostumbrado a verlas desde que la Inquisición lo reclutó. 

Al principio todo había sido un caos, aunque el vostroyano sabía lo que debía hacer. Es más, sabía que esto pasaría. Si hubiera estado con el enemigo, él también habría elegido ese día para atacar, por el efecto moral y por el factor sorpresa. Sólo les quedaba, por tanto, rechazar aquel ataque. El combate fue duro, cobrándose muchas vidas, aunque afortunadamente, ninguno de los de su grupo pagó con su vida la victoria que consiguieron. 

El guardia, que era más diestro con el rifle, en determinado momento se vio casi obligado a colgarlo y avanzar con el sable, ya que estaba razonablemente convencido de que los que estaban trabados en cuerpo a cuerpo iban a ser superados pronto. Sin embargo, y a pesar de que su apoyo fue casi inútil, el Emperador les sonrió, y finalmente los enemigos mordieron el polvo. 

Finalmente la batalla acabó, pero él supo que aquello no había acabado.

-Tercio, Tauron, registrad los cuerpos a ver qué podéis encontrar. El resto, a la puerta conmigo. 

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28/01/2014, 11:09
Tercio Veridio.

Salimos de la catedral siguiendo al gentío para comprobar que el enclave estaba siendo atacado. Una multitud de tipos extraños y, sobre todo, ruidosos, se abría paso entre los habitantes de Desesperanza. No fuimos los únicos en reaccionar, los hombres de aquel caudillo Ashleen se pusieron en marcha también, y a juzgar por su apariencia y la determinación de su líder creo que habrían sido muy capaces de rechazar el ataque por si mismos. En cualquier caso, los enemigos eran herejes que pretendían sabotear una ceremonia de consagración, de modo que nuestro deber como Acólitos era como poco tratar de ayudar.

Y eso fue lo que hice, saque mi rifle y disparé a la multitud. Era imposible saber a quién le daba si es que le daba a alguien, por eso simplemente disparaba tratando de evitar a los inocentes. Los enemigos fueron cayendo en lo que calificaría como la batalla más aburrida en la que he estado nunca, a veces hasta parecía que aquellos fanáticos se morían solos.

Al final la cosa parecía que había terminado bien para lo que se esperaba de ese tipo de eventos, aunque algunos de mis compañeros estaban heridos.

- Ahora mismo, Vlad - respondí.

Y guardando de nuevo mis armas me fui acercando a los cuerpos para registrarlos en busca de pistas u objetos de valor. Como poco teníamos una montaña de cuchillos de carnicero...

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29/01/2014, 13:23
Kurt Brokenbone.

     Fuego. Miedo. Balas rozan mi piel. Un estallido a mi derecha, ¿es un...?, no, sólo estuco que salta al recibir un impacto. 

     Corro.

     Siento el sudor.

     El arma firme, tiro del correaje para tensarla, inspiro... fallo. Otra bala repiqueteando a mis pies. Veo un grupo de bastardos correr hacia la catedral, grito el nombre del Emperador mientras descuelgo el hacha de sus cinchas y la empuño, accionando el mecanismo de vibración.

     Algo me impacta en el estómago. Miro hacia el hombre que, incrédulo, comprueba que su golpe no me ha causado nada más allá de cierta sorpresa.

     –¿Ya? –le pregunto.

     No me responde, así que le golpeo. Le golpeo, le golpeo, le golpeo. El hacha esparce restos de cerebro, mancha mi rostro con excrecencias rosadas. Y la beso. Y la acerco a mi frente, donde la escarificación de la legión grita al universo lo que soy, y froto la sangre contra el símbolo.

     Y sonrío.

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04/02/2014, 15:53
Renata Canaglia Garibaldi.

Miró su revólver, aquel que no había llegado a emplear. Todo parecía haber terminado y a su alrededor solo había muerte. El olor de la pólvora mezclado con el ferruginoso de la sangre y el acre de las vísceras reventadas, de los cuerpos aplastados, el de la carne quemada. No era un buen espectáculo. Más bien al contrario. De sus enemigos no quedaba uno solo en pie. Pero no por ello habían salido bienparados. Muchos del campamento habían muerto, fruto del salvajismo de los atacantes o bajo las estampidas. Y entre sus filas, la sangre de los propios compañeros manchaba piel y ropa.

Enfundó el arma, sintiendo a su espalda el cañón aún caliente de su rifle encasquillado. Debería volver a hacer operativo lo antes posible. Y comprar munición. Había acabado prácticamente con su cargador, aunque no podía haber negado hacer un buen uso de sus balas. Contrariamente a lo que podría haber temido, no había hecho un mal papel y su plomo se había llevado por delante a alguno de aquellos desgraciados.

Ahora bien, ¿cuál era la razón de aquel ataque que no parecía tener objetivo alguno salvo el de la mera y ciega destrucción? Lo ignoraba, pero sospechaba que pronto tendrían alguna respuesta. Pero no había tiempo para reflexiones. Bigotitos había dado sus primeras órdenes y tocaba obedecer. De buen gusto hubiera acompañado al equipo T en sus labores de saqueo, pero no era momento para protestas o reclamaciones. Kurt estaba herido y necesitaría atención médica.

Paso a paso, felina en su altura de una hija del espacio, Renata se dirigió a la puerta, tal y como Ostrogov había ordenado.

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06/02/2014, 19:08
Iocanthos: Hermano Severus.

El Hermano Severus corre a apagar las mechas encendidas de las bombas que portaban a sus espaldas algunos de los Voceadores. Estaban a punto de estallar...

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06/02/2014, 19:10
Iocanthos: Amanecer Rojo.

Cuando el último de los asaltantes es derrotado, reparáis en el espantoso precio que ha pagado el asentamiento por la victoria. Hay decenas de muertos inocentes, zonas calcinadas por las llamas, y los gritos y gemidos de dolor resuenan por doquier. Pero sabéis que el desenlace podría haber sido mucho peor para Desesperanza.

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06/02/2014, 19:13
Iocanthos: Caudillo Kos'ke.

Aún estáis contemplando el desolador panorama cuando el Caudillo Kos'Ke cabalga hacia vosotros a lomos de su ensangrentado y mugriento perro de las arenas.

- "¡Eh, vosotros! ¿Sois los adalides que ha enviado el divino Emperador? ¿Por qué nos han atacado los voceadores? Es una locura, aun viniendo de ellos... ¿No es así? ¿Qué ha hecho Skae para enfurecer al señor de la guerra Seth?" -

El Caudillo se os queda mirando intensamente, aguardando vuestra respuesta.

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06/02/2014, 20:54
Renata Canaglia Garibaldi.

Renata se removió inquieta ante aquellas acusaciones vertidas. Ignoraba la política local y si por ella hubiera sido, ahora mismo estaría en otro planeta haciendo algo bastante más lucrativo, pero dadas las circunstancias, tocaba defenderse de los dedos acusadores que los señalaban.

-Si es una locura... ¿por qué pensar que la causa de ello es el abad Skae? Si vemos esta destrucción, esta muerte por doquier, si vemos a estos hombres, voceadores les llamáis, muertos por vuestras armas y las nuestras, ¿por qué pensáis que ello es responsabilidad nuestra? Yo no deseo acusar a nadie, pero ya he visto cosas extrañas en este planeta. Ayer mismo una bestia nos atacó en las cercanías y diría que estaba afectada por la misma locura que afectaba a estos hombres -dijo Renata adelantándose un paso y hablando en voz alta, con una serenidad y tranquilidad que estaba lejos de sentir-. ¿Cómo animales y hombres son capaces de entrar en una vorágine de violencia y actuar incluso en contra de sus propios instintos? No es en el abad Skae donde se encuentra el origen de este mal que sacude estas tierras. ¿Y por qué hoy? ¿Justamente hoy que se celebraba la ceremonia de la catedral? ¿Qué hay en este edificio que tantas reticencias causa en unos pocos o muchos, a sabiendas incluso de que es ir en contra de la voluntad del divino Emperador? Caudillo Kos´ke, hay que buscar la verdad y para ello, hay que atravesar las cortinas de humo que la ocultan.

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06/02/2014, 21:50
Sargento Vladymir Ostrogov.

-Sí, somos aquellos que dices. E ignoro por qué han atacado, pero mi compañera tiene razón. Algo huele a podrido en todo ésto, y sospecho que las respuestas las tendrá el propio Seth. ¿Dónde podemos encontrar a aquel que gobierna a estos atacantes?-preguntó Vladymir, con el sable aún en la mano, volviéndose para mirar al caudillo Kos'ke.

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06/02/2014, 23:46
[RIP] Hermana Scythia.

Scythia escuchó en silencio las palabras del Caudillo y las respuestas de Renata y Vostrogov.

Apoyó la punta del espadón en el suelo y dejó descansar parte de su propio peso sobre el arma. Le hacía falta un buen descanso pero quizá no fuera el mejor momento.

Tomó aire tranquilamente y esperó la reacción del Caudillo. Lo que fuera que había enajenado a los voceadores podía apoderarse también de Kos'Ke, y por el Emperador que Scythia no pensaba permitir que les volvieran a atacar. Se estaba cansando de aquel apestoso planeta alejado de la mano del Emperador.

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08/02/2014, 02:15
Iocanthos: Caudillo Kos'ke.

Kos'ke sopesa cuidadosamente vuestras palabras y os dice:

- "Sí, eran seguidores de Seth la Voz, conocidos por su fanatismo y locura. Sin embargo, atacar de un modo tan suicida no es propio de ellos.

Seth está lejos de aquí, y sus seguidores se cuentan por decenas de millares." -

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09/02/2014, 14:45
[RIP] Hermana Scythia.

- ¿Y no se puede concertar una cita con ese tal Seth? - Preguntó Scythia. - Solamente para hablar. - Aclaró la sororita. - Que sea él quien venga. - Dijo sopesando las palabras de Kos'ke. Si Seth estaba tan lejos sería mejor hacerle venir a él, antes que andar ellos perdiendo el tiempo y dejando la Catedral sin vigilancia.

- ¿Se negaría a hablar con unos siervos del Emperador? - La hermana no pretendía que se enfrentaran a las decenas de miles de seguidores de Seth, aquello sería una locura.

- Es mejor hacerle entrar en razón antes que enfrentarse a todas sus huestes. - Dijo convencida. Aunque si todos eran unos herejes no les quedaría más remedio que exterminarlos a todos.

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09/02/2014, 22:01
Iocanthos: Caudillo Kos'ke.

- "No creo que el Vai Seth accediese a venir a este enclave tan poco importante, Hermana..." -

Kos'ke calla cuando ve llegar a unos de sus jinetes, visiblemente asustado.

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09/02/2014, 22:03
Iocanthos: Guerreros Ashleen.

- "¡Mi señor! ¡Enviados del divino Emperador! Deben de acudir enseguida a la Catedral..." -

El jinete señala hacia la entrada de la Catedral, donde es evidente que está sucediendo algo importante en este mismo momento.

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09/02/2014, 23:41
Sargento Vladymir Ostrogov.

Parecía que no venían más enemigos, pero las sorpresas no acababan, por lo que parecía del tono y la urgencia con que el guerrero les llamaba a todos. Con un gruñido, se puso en marcha.

-Vamos a ver que ha ocurrido. Esperemos que no sea demasiado grave...

Dejando enfundado el sable, y echando mano de su rifle, el guardia imperial avanzó hacia la catedral. 

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10/02/2014, 08:44
Iocanthos.

- El Guardia Vladymir enfunda su sable en la vaina que pende de su cinturón de combate y descuelga de su hombro el rifle láser de la Guardia Imperial para llevarlo en sus manos. Se encamina hacia la cercana Catedral. Los demás Acólitos y los dos colaboradores le siguen, lo mismo hace el Caudillo Ashleen Kos'ke.

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10/02/2014, 09:19
Kurt Brokenbone.

     Kurt contemplaba absorto el sudor deslizándose a través del cuello de Renata para deslizarse hacia los pechos bajo su ropa empapada. Vio cómo los jadeos del cansancio agitaban aquellos dulces manjares, cómo su lengua humedecía los labios secos. Vio su ceño combarse a causa del enfado, y la boca curvarse de forma deliciosa formando palabras que al legionario no interesaban lo más mínimo. La fuerte y familiar presión en la entrepierna le recordó que tenía cosas mejores que hacer que escuchar al líder de aquellos aldeanos; volvió a ver aquel sudor corriendo sobre una conocida piel desnuda y decidió que quería lamerlo hasta la última gota cuando...

     cuando...

     –¿Y ese puto jinete quién cojones es? –masculló cuando despertó de su ensoñación. Fue consciente de sus propias magulladuras, aunque las ignoró. Contempló al grupo dirigiéndose de nuevo a la Catedral–. ¿Y ahora qué...?

     Y siguió a sus compañeros cambiando el hacha de mano para poder restregar la sangre húmeda de su diestra sobre la ropa.

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10/02/2014, 10:37
[RIP] Hermana Scythia.

Mierda. Los problemas nunca venían solos. Scythia se hallaba agotada tras el combate, y tenía los brazos que daba pena mirarlos de los golpes y heridas que había en ellos. Seguramente le saldrían moratones en los dos y tardarían un tiempo en quitarse.

Resoplando por el esfuerzo, la sororita alzó el espadón y se lo cargó a la espalda, envainándolo de nuevo. No podría sujetarlo para una larga caminata y luego combatir, si es que se daba el caso. Mejor llevarlo guardado y si hacía falta ya lo sacaría en la Catedral.

Echó a correr tras Ostrogov y el resto procurando no pensar en nada. Sólo tenía que llegar a la Catedral y ver lo que ocurría. Si se concentraba en el esfuerzo físico de estar corriendo podía mitigar el dolor que sentían sus brazos.

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10/02/2014, 17:54
Iocanthos: Abad Misionero y Prelado Orland Skae.

Alineados a un lado de las puertas se hallan el abad y los hermanos eclesiásticos, Severus empuñando su hacha aún goteante y Lamark con una ensangrentada venda enrollada apresuradamente alrededor de la cabeza. Junto a él se encuentra Aristarchus, y frente a todos ellos está Esha Raine flanqueada por los demás guerreros Ashleen del asentamiento que no cayeron fuera de combate en la reciente batalla.

En el suelo entre ellos hay un voceador herido con el rostro cubierto de sangre. El voceador tiene la mirada enloquecida y murmura sin cesar; no parece ser consciente de su situación.

Una pequeña multitud se ha congregado titubeante alrededor de ambos grupos con expresiones nerviosas y abatidas.

Seguís a Kos'ke colina arriba hasta estar lo bastante cerca como para distinguir las furiosas voces:

- "No debemos dar a estos herejes la satisfacción de frustrar nuestro cometido. Terminemos lo que hemos empezado. ¡Esto no cambia nada!" - Grita el abad.