Partida Rol por web

-No seré yo quien diga que el viejo no se está comportando raro. Y por favor, que nadie se atreva a tacharme de hereje por ese comentario. No sé si ya lo mencioné, aunque creo que sí, pero los psíquicos me dan bastante... -por la expresión de su rostro se adivinaba que la palabra a punto de ser vomitada era asco, pero pareció reprimirse en un último instante-. Respeto. Para seros sincera, siempre me ha parecido bastante especial. Introvertido y esas cosas. Pero desde ayer... Va más allá de lo de rar... digo, especial. Y si aquí la Hermana tuviera razón en lo que dice, hay algo que me gustaría saber ya que tenéis más experiencia que nosotros, que somos unos simples novatos. Por favor, no me mire así, señor Bigotitos. Hablo en confianza. No me mire como si estuviera estupenda espetada en una hoguera de brujas -dijo guiñando un ojo ante la torva expresión y mirada de Ostrogov-. ¿Posibilidades de haber sido influenciado por el otro psíquico o de haber sido... poseído? -señaló entrecomillando la palabra con un gesto de sus dedos-. Por nuestro bien creo que no debemos descartar nada. Es más, y puede que os parezca una locura. Me gustaría confirmar que nuestro jefazo se ha ido ciertamente a la Clota y no a otro lugar. Quizás incluso tengamos tiempo para alcanzarlo y seguirle discretamente. Y por favor, que nadie me apedree por lo que he dicho. Estoy segura de que si yo fuera la actuara de modo tan extraño, una idea como la de seguirme no os parecería demasiado rara -y Renata parecía estar hablando más que seriamente.

-He dicho que hablaran y aprecio su sinceridad. No voy a matar a nadie. Por el momento, creo que es más urgente revisar lo que pueda quedar de los incidentes, antes de que el tiempo borre lo que pueda quedar, o alguien se dé cuenta de nuestra llegada. Sobre las posibilidades respecto al vidente... Espero que no. Hace no tanto me encontré con algo similar-dijo el hombre-Tauron apareció al final de aquella misión, en la que me acompañaron Itsua y Valerius. El psíquico pareció influir en las acciones de algunos de los miembros, pero sólo cuando estábamos a punto de asaltar su refugio. Que algo pudiera dominarle a tanta distancia... Espero que no pueda ocurrir. Me inclino más por el agotamiento, o quizás la conmoción al sentirse "cerca" de San Drusus. 

- El grupo sale del Priorato, y se reúne ante las puertas del asentamiento.

El Hermano Lamark os sonríe en cuanto os ve llegar. Se ha equipado con un sólido bastón, un rifle láser bastante deteriorado, y cantimploras llenas de agua para todos (siete en total).

- "¿Están listos? Vamos allá." -

Hace una señal y los guardias abren las puertas del asentamiento, revelando el polvoriento yermo que hay más allá.

Ya estaba todo listo... o más bien casi todo. En el último momento, ya en las puertas del asentamiento, me palpé los bolsillos en busca de algo de especial importancia para el viaje que teníamos por delante y se ve que el Emperador tuvo a bien mostrarme que lo había olvidado en la posada.

- ¡Oh, mierda! - exclamé al darme cuenta.- He olvidado algo importante en la habitación... ¡maldita sea! Tengo que ir a por ello... ¿Podríais esperarme aquí? Será sólo unos minutos, sé exactamente dónde lo he dejado... Menuda cabeza la mía...

En un momento nuestras miradas se cruzaron. Una leve sonrisa asomó en mis labios y le guiñé un ojo con complicidad, ella entendería a lo que me refería.

- Claro, no te preocupes. Te esperamos. - respondió rapidamente y con decisión la sororita. Sospechaba de las intenciones de Tercio, y quería dejar tiempo a su compañero sin que el hermano Lamark sospechara nada.

- Los problemas no van a desaparecer por retrasarnos unos minutos, - añadió con una sonrisa... probablemente la primera que el grupo le había visto mostrar - conociéndote seguramente nos estarán espernado ansiosos hasta que tú llegues. -

La hermana se giró hacia el hermano Lamark, - Hermano Lamark, en lo que esperamos... ¿por qué no me cuenta qué tal el hermano Severus? ¿Hace honor a su nombre? - finalizó con una sonrisa y un guiño.

Era algo tan poco habitual en la hermana que el resto de compañeros tuvieron que sospechar y probablemente ahogar unas risas...

-Tercio, algún día te dejarás abandonada la cabeza en la habitación...-dijo el vostroyano con cansancio. Si querían seguir con aquel juego, adelante, pero el guardia dudaba horrores que encontraran algo sospechoso en el vidente. 

-Muy bien, esperaremos aquí. Hermano Lamark, quizás prefiera que los hombres vuelvan a cerrar las puertas, por lo que pueda ocurrir. 

- Bien, pues... ahora mismo vuelvo - dije con entusiasmo.

Y me di la vuelta y salí corriendo hacia la Clota LLorona, no quería hacerles esperar demasiado.

Nuestro camino hacía la entrada en la que nos vamos a reunir se me hace eterno, pues me duelen mucho las heridas que el demonio que poseyó a Arlan me causó. Las quemaduras escuecen en los pliegues de mi piel y la cojera característica de mi pierna no ayuda mucho a mi deficiente desplazamiento.

Mientras avanzamos, escucho las palabras hacía el Vidente Aristarchus. No me gusta mucho que se desconfíe de un superior, pero después de lo de Itsua, no está de más comprobar que la corrupción no haya invadido a nuestro líder.

Luego llegamos junto al Hermano Lamark y Tercio recuerda haber olvidado algo en su habitación. Niego con la cabeza por su olvido, pero sonrío pues un poco de humor nunca está de más para aligerar la atmósfera oscura y pesada que se mantiene en nuestras misiones. Luego pienso que en realidad puede que esté yendo a comprobar si Aristarchus está allá o está en otro lado.

Me mantengo a la espera, con actitud distraída para así no levantar sospechas frente al hombre de la Eclesiarquía.

TERCIO:

- Llegas casi enseguida a la Clota Llorona.

- "Sí... ¡Cierren las puertas!" - Ordena el Hermano Lamark a los guardias.

La hermana observó cómo se cerraban lentamente las puertas del asentamiento. Por un instante pensó en qué pasaría si Tercio no era capaz de convencer a los guardias para abrirlas luego, y sonrió ante la idea. 

Giró sobre sí misma y se dedicó a observar el terreno a su alrededor... Dudaba que nadie fuera a intentar atacar el asentamiento, de día y con los guardias en las puertas... pero nunca se sabía hasta dónde podía llegar la desesperación.

Mientras daban tiempo a Tercio a que "recogiera lo que se había olvidado", Scythia trató de centrarse en la misión y analizar los pocos datos de que disponían. Mucho se temía que fueran a descubrir al causante de todos los males tarde, y por las malas.

LA CLOTA LLORONA:

- "Buenas de nuevo, señor." -

- "Esto es absurdo. ¿Para qué tenemos que esperar ahora a Pelofino? ¿Por qué no nos vamos sin él y ya nos alcanzará? Total, un alfeñique como él no creo que suponga ninguna diferencia..." -

Saludé a Forst con la mano pero seguí corriendo escaleras arriba hasta llegar a mi habitación. Entré, cerré la puerta y conté unos treinta segundos mientras me movía por la habitación moviendo cosas de sitio y volviéndolas a poner en su lugar. Tras esos instantes, volví a salir de nuevo y esta vez pasé por la habitación del Vidente Aristarchus. Llamé a la puerta, y adelantándome a una posible pregunta acerca de mi identidad, decidí identificarme primero.

- Vidente, soy Tercio Veridio - dije.

-Porque somos un equipo, osito. Por eso mismo. Y nadie se queda atrás ni se le deja atrás. Así de sencillo -señaló Renata tomando del brazo a Kurt y apoyando la cabeza en el hombro de este. Por un instante había temido que su propuesta cayera en saco vacío, pero la rápida intervención de Tercio había dado un giro a aquella realidad-. Hermano Lamark, en la espera, me gustaría hacerle una pregunta. El solar sobre el que se ha edificado la catedral, ¿a quién pertenecía con anterioridad?

TERCIO:

Desde el otro lado de la puerta de madera te llega débil y amortiguada la voz del Vidente:

- "Estoy haciendo una adivinación. No me molestéis si no es de vital importancia." -

El Hermano Lamark parece sorprendido por la pregunta de Renata.

- "¿Que a quién pertenecía? Antes de iniciarse este proyecto no había nada en este lugar, no había asentamiento, estaba deshabitado.

En todo caso, supongo que estas tierras pertenecerían a alguna tribu Ashleen, pero por encima de eso pertenecen al Emperador, al igual que todo el planeta." -

- Mis disculpas, Vidente... sólo quería comprobar si se encontraba bien, le habíamos notado cansado esta mañana y estábamos un poco preocupados -dije desde la puerta.- Pero si se encuentra bien, me marcharé enseguida... y disculpas otra vez...