Partida Rol por web

Dark Heresy: Capítulo Segundo.

Planeta Acreage: Olrankan.

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08/03/2013, 18:26
Acreage: Olrankan.

TERCIO VERIDIO:

- Estás dentro del almacén y de momento no has volado por los aires...

- Ahora a registrar a esos dos. Sólo uno de ellos parece un mutante menor realmente, el otro, Smeed, podía pasar por humano normal y corriente.

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08/03/2013, 18:30
Insignia Inquisitorial.

TERCIO VERIDIO:

- Encuentras dos revólveres de bajo calibre. No pueden haber sido manufacturados en el planeta, pero tampoco son objetos caros o de especial valor. Cualquier escoria mercenaria de fuera del planeta podría tener una de estas armas. A uno le quedan tres balas, al otro dos.

- Cada uno lleva además doce balas de revólver extra y doscientos Tronos.

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08/03/2013, 18:42
Intius Varnias.
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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08/03/2013, 18:41
Tercio Veridio.

Tras recoger todos los objetos de valor, nunca se sabe cuando uno va a necesitar un arma adicional y el dinero nos venía francamente bien, traté de comprobar lo que Titus había aventurado. Por el momento el edificio seguía en pie, aunque no podía estar seguro de no haber activado algo al entrar. Me parecía que aquellos tipos no eran tan listos como para planear algo así (o probablemente no tenía los medios para hacerlo) pero todo podía ser, si lo que guardaban allí era valioso lo normal es que hubiera medidas de seguridad.

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08/03/2013, 18:59
Xerxes von Braun.

Xerxes se apartó dejando vía libre a Intius para que hiciera lo que instantes antes le había ordenado hacer a él. No había tenido tiempo suficiente de hacer nada, pero si ahora había cambiado de opinión y quería encargarse él de ello, siendo el líder era perfectamente libre de tomar esa decisión. Además en aquella situación no tenía demasiada importancia, aunque esperaba que en otras su carácter voluble no se convirtiera en un inconveniente.

Al girarse se percató de que Arlan estaba en el suelo y frente a él había un charco de vómito. Aquello podía ser una prueba más de que lo que había afectado a Vladimyr era contagioso. Así que se alejó un poco y se cubrió nariz y boca, solo por si acaso.

- ¿Alienígenas?- preguntó y su mirada se desvió hacia los extraños perros que habían sido abatidos antes de que les alcanzaran.- ¿Se refiere usted a esos xenos, señor Hex?

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08/03/2013, 19:08
Arlan Hex.

Escupió a un lado un grueso gargajo y se puso torpemente en pie. Ni pidió ni obtuvo ayuda, alma solitaria en todo momento. Su mirada centelleó roja cuando se volvió hacia el Munitorum.

-No, no me refiero a ellos -las cuerdas vocales recién recuperadas sonaron más ásperas de lo habitual, incluso para él-. Pero no quisiera distraer de lo importante -había oído el crujido bajo los pies de Tercio y tras una escueta mirada al almacén, se alejó unos metros-, ni repetir innecesariamente una misma información.

Se sentía débil y su cabeza palpitaba con un incipiente dolor que prometía transformarse en jaqueca.

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08/03/2013, 21:39
Sargento Vladymir Ostrogov.

Parecía que el psíquico tampoco se encontraba en su mejor momento. Quizá en otras ocasiones el vostroyano se habría planteado acercarse, pero su debilidad, unida al hecho de que aún recordaba lo que el psíquico desató cuando aquellos canallas les emboscaron al llegar al planeta, le frenaron.

Además, aún estaba sobre la mesa la posibilidad de saltar por los aires.

-Los explosivos nunca han sido mi fuerte. ¿Cómo sabes que hay o puede haber?

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09/03/2013, 01:40
Inquisición.

TERCIO VERIDIO:

- Oculta de Perspicacia +10 para ver si es seguro adentrarse más en el oscuro almacén.

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09/03/2013, 01:44
Acreage: Olrankan.

- Veis como Tercio se agacha junto a los dos cuerpos y los saquea. Recoge al parecer dos revólveres, balas y una sustanciosa cantidad de dinero que se guarda en sus propios bolsillos sin disimular su avaricia.

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09/03/2013, 01:45
Olrankan: Sabueso Alienígena.

- Vladymir e Intius ocultan los cuerpos de los dos animales xenos entre las basuras del fondo del callejón.

- Después empujan a los dos cadáveres que Tercio acaba de saquear, lo suficiente para que los cinco Acólitos (más el aspirante probatorio Xerxes) puedan entrar y cerrar la puerta por dentro.

- El interior es oscuro y francamente maloliente.

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10/03/2013, 10:13
Intius Varnias.

Junto al Vostroyano se encargó de esconder los cadáveres de los sabuestos en el fondo del callejón de donde habían salido. Tras eso arrastraron los cuerpos de los mutantes al interior del almacén. Gracias a Tercio ambos seres estaban aligerados de peso, pero a Intius no le importaba que su compañero se quedara con lo que había encontrado siempre que no fuera de interés.

-¿Algo de interés? Le preguntó a Tercio para después mirar el interior oscuro del almacén. Olía realmente mal, pero ahora todo aquello no importaba, necesitaban mirar que había allí.Que alguien busque una luz o un interruptor, necesitamos mirar que hay aquí y donde pisamos.

Todavía tenían la sospecha de que el almacén albergara explosivos o trampas. Él mismo se adentró despacio y con cuidado tanteando el suelo y fijándose en cualquier cosa fuera de lo normal, debía asegurarse que aquel sitio era seguro para el grupo.

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10/03/2013, 10:15
Intius Varnias.
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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10/03/2013, 11:11
Tercio Veridio.
- Tiradas (1)
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10/03/2013, 12:05
Sargento Vladymir Ostrogov.

Vladymir encendió la linterna que llevaba acoplada su rifle láser, e hizo un barrido con la luz por la sala, en busca de cualquier cosa. 

-¿Y dices que hay minas? ¿Cómo podemos encontrarlas?

Lo cierto era que al vostroyano no le importaba morir en combate, y estaba casi seguro de que ése sería su fin... Pero ser despedazado por una maldita mina no era algo especialmente heroico ni de lo que enorgullecerse. 

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10/03/2013, 12:48
Arlan Hex.

No sabía siquiera cómo, pero se encontraba dentro del oscuro almacén. Ante las palabras de Intius, rebuscó en su petate y extrajo dos linternas y una quimilámpara. Se quedó con una de las linternas, que encendió rompiendo con la oscuridad reinante, y ofreció el restante juego de luces a los otros.

-Están a vuestra disposición, si las queréis -dijo mirando en torno suyo-. Pero antes de seguir y si bien es evidente que a nadie parece importarle, lo cual deja muy claras ciertas cuestiones, hay algo que debo comentar en relación a lo que se halla en la raíz de este problema al que nos enfrentamos -no quiso dar opciones a preguntas ni protestas o excusas. Había algo que debía relatar por el bien de la misión que se les había encargado. Las apetencias personales del psíquico pasaban así a segundo plano-. No entraré a exponer los detalles de cómo lo sé. Ni siquiera necesito que se me crea, aunque sería altamente conveniente, especialmente si deseamos sobrevivir, si deseáis sobrevivir. Y sobretodo, si ansiamos cumplir con la voluntad del Emperador. Lo que voy a relatar es cierto, tanto como que nos hallamos en Orlankan -dijo someramente-. He detectado la presencia de una mente alienígena, una psique poderosa, fría, peligrosa. Muy peligrosa. Ignoro dónde se encuentra, si bien no debe de ser muy lejos. Esta psique está impregnada por una esencia salvaje y por la avidez. Avidez por la carne muerta. Hablo de una inteligencia implacable, frente a la cual hay que guardarse pues detecta y aprovecha la corrupción y miedo humanos para satisfacer sus necesidades. Es la mano que sujeta los hilos de esta función, quien se halla, me atrevería a decir, tras las muertes que tratamos de dilucidar. Obviamente no actúa sola. Hemos sufrido el ataque de algunos de lo que diría no eran sino sus esclavos. Y seguramente no serán los únicos. Esta inteligencia absoltamente alienígena es dueña de una fisonomía que no el permite exponerse. Razón por la cual no es difícil deducir que hay más marionetas en la representación. Imaginad un cuerpo tubular, un gusano de grandes dimensiones, dotada en lo que sería su cabeza de una gran boca y un único ojo. Es el horror encarnado. No puedo dar más detalles -en ese punto se frotó el entrecejo-. Solo que debemos tener mucho cuidado.

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10/03/2013, 13:14
Inquisición.

- No os sentís capaces de afirmar o desmentir que la estancia pueda estar minada o llena de trampas explosivas.

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10/03/2013, 21:45
Titus Nihilius.

El almacén es un lugar oscuro y los peligros que temía que escondiera no parecían disiparse al pasar del tiempo. Me quedo en mi posición, vigilante y atento mientras el resto de mi grupo comienza a avanzar. Voy mirando con mi espada en las tablas sueltas para ver si hay dispositivos abajo, pero no encuentro ninguno, manteniendo aun la idea de que el lugar es peligroso.

Después de unos minutos mis compañeros encuentran lo que parece ser un pequeño alijo con pertenencias de las personas asesinadas. Armas, municiones, objetos e incluso blindajes se amontonan y nos brindan la opción de equiparnos. Espero a estar seguro de que no hay tiradores esperando y comienzo a ponerme en movimiento. Me levanto de mi posición, me acerco al alijo y cojo la munición de fusil de caza. Tercio toma los fusiles vacíos y algunos de mis compañeros se ponen las protecciones, cosa que ignoro. Permanezco en ese lugar, cubriendo la única puerta a donde se dirigen mis compañeros. Ellos la atraviesan y espero pacientemente sin ver ninguna amenaza. Veo como debaten acerca de algo que no logro oír, por lo que me acerco y cruzo la puerta, casi empujando a Itsua hacía el pantano que se extiende frente a nosotros.

Por lo que logro oír, hay un lugar en el pantano donde llevaban los cuerpos en un pequeño bote de remos que está junto a nosotros. Decidímos que cuatro de nosotros irán en el bote a la isla y el resto esperará e intentará cubrir con armas de largo alcance. Después de unos minutos de debate, iremos Arlan, Intius, Von Braun y yo en el bote, quedando Tercio y Vladymir esperando. Le paso a Tercio diez balas antes de irnos para que pueda cubrirnos, mientras le digo que las cuide, pues son valiosas. Un arma de esas bien usadas es un enemigo muerto cada disparo, por lo que debe apreciarlas. 

Intius e Itsua comienzan a remar mientras voy en proa apuntando con mi bebé. Pronto llegamos a la isla que yo no había divisado debido a la espesa bruma que cubre la zona. Atracamos en un embarcadero pútrido y pestilente, del que me bajo junto para ver un disparo de láser pasar por mi hombro y escucho que una bestia se queja pero no muere. Al bajar la veo y le disparo, pero mi disparo sale alto y el sonido que produce mi arma, a pesar de su silenciador, es demasiado para mi gusto. Un disparo posterior de mis compañeros le acaban.

Mis compañeros comienzan a bajar del bote cuando Von Braun resbala y queda agarrado del embarcadero. Itsua también resbala por un movimiento repentino del bote y cae al agua antes de que cualquiera de mis compañeros pueda tomarle. Yo miro al frente cuando escucho el sonido de alguien cayendo al agua y giro con gran velocidad, atrapándolo del manto cuando su cabeza ya está dentro del agua. Lamentablemente mi bebé queda inestable sobre las tablas e Intius intenta recogerlo y termina de botarlo. Cae sobre un Arlan aun desorientado que no logra tomarlo a tiempo y va a caer al fondo del pantano.

Con un extremo esfuerzo logro sacar al psíquico del agua y subirlo al embarcadero. Quedo en el suelo sumamente cansado, mientras Von Braun también logra subir sin terminar de sumergirse en el agua. Intius me tiende su escopeta en compensación de mi arma y se lo agradezco aunque es un artefacto burdo y primitivo ante mi arma, pero es mejor que nada. Estamos en lo que parece ser cierta calma cuando escuchamos que uno de los perros nos huele y corre a atacarnos. Con la escopeta en la mano le disparo cuando llega a estar a quemarropa y le reviento entero con la potencia del arma, regando el lugar de pedazos asquerosos de un inmundo xeno.

Es el momento de comenzar a movernos. Tomo uno de los remos y mido la profundidad del pantano en la zona que cayó mi rifle. Son como tres metros, pero en este momento no tenemos tiempo para recuperarlo, por lo que sigo con la escopeta. Avanzamos hasta llegar a la puerta de lo que parece ser un molino, la construcción más imponente de la zona y donde indica nuestro psíquico que está el enemigo. No dudo de sus poderes pues no trabajaría para la Sagrada Inquisición si no fuera bueno en lo que hace. Camino hasta allá y cuando llegamos, notamos un fuerte olor a cadáveres y el sonido de lo que parecen ser más de esas criaturas.

Insisto a mis compañeros y líder que deberíamos ir por el resto de nuestros compañeros. Después de unos segundos, el líder me encuentra razón y comenzamos a retroceder al embarcadero donde Intius sin perder nada de tiempo se sube al bote y comienza a remar. Me mantengo con Von Braun cuando noto que Itsua no está con nosotros. Luego escucho su grito desde el molino y corro hacía él. Cuando llego veo a cuatro de esas criaturas repugnantes salir del molino y a un veloz Von Braun disparando a uno de ellos con su revolver. Avanzo impetuoso hasta quedar muy cerca de dos de ellos y le disparo a uno con mi escopeta, reventando su cabeza de un disparo. Rápidamente dos de los animales corren hacía mí para atacarme y logro esquivar sus ataques pero están demasiado cerca para dispararles con la escopeta, por lo que la guardo y saco la pistola automática que obtuve de los asaltantes que nos recibieron en este planeta. La saco y disparo a uno de los enemigos, a la vez que Itsua aparece desde el otro lado del molino disparándole a la misma bestia. Luego descargo todas las balas que puedo en el ser a mi lado, impactándole cinco mortíferas balas que acaban con su vida en un instante.

Todos los rivales están muertos y corro para ayudar a Itsua a moverse hacía el embarcadero mientras indico que el lugar es peligroso para quedarse. Tomo al psíquico desde abajo del brazo y lo apoyo sobre mí mientras empiezo a caminar rápidamente. El hombre me lo agradece y le respondo que ya perdí a mi bebé por él, por lo que no le dejaría morir tan fácilmente. Sonrío por mis palabras y se siente extraño hacerlo tras tanto tiempo. Llegamos al embarcadero y pronto llega el resto de nuestro equipo. Informo de la situación pasada pues ellos habían escuchado los disparos. De manera metódica recargo mi pistola y la guardo, luego recargo la escopeta y se la devuelvo a Intius, finalmente recibo un fusil de caza, triste consuelo por lo perdido y comienzo a avanzar junto al resto con él en la mano.

Llegamos nuevamente a aquel molino pero esta vez estamos todos listos para el combate. Abro la marcha cruzando el umbral, cuando veo a uno de esos sabuesos xenos correr directamente hacía mí. Ya está a menos de tres metros, por lo que rápidamente apunto mi arma contra él y disparo, reventando su cabeza completamente. Luego todo se vuelve caos, pues mis compañeros entran para apoyarme y son atacados por estas mismas criaturas, las que están en un buen número. Aprovechando que mis Tercio e Intius mantienen a las bestias a raya para darme espacio de disparar, lanzo un tiro en contra de una de las bestias más rezagadas, dándole con mi tiro pero no derribándola. Un poco más de precisión al apuntar y mi disparo le atraviesa el cuello para matarla en el acto. Me muevo hacía el lado y apunto en contra de otra de las bestias, pero Tercio se pone en medio y mi disparo por poco le impacta si el granuja no fuese lo suficientemente rápido como para salirse de la línea de tiro antes de que yo apretase el gatillo. El animal es acabado por Tercio y solo queda uno de ellos, ya herido. Apunto y disparo, derribándolo como un cadáver antes de que el sonido de mi arma se disipe por completo.

El combate ha terminado al parecer en este momento, pero aun no encontramos más que a las mascotas de la criatura que debería estar detrás de todos los ataques y probablemente de muchas ignomínias más a las que debemos poner fin de una vez por todas.

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14/03/2013, 14:29
Intius Varnias.

Tras ocultar los cuerpos de los perros y meter a los agresores dentro del almacén cerraron la puerta tras de si. Todo estaba oscuro y seguían sin saber si aquel sitio estaba minado o plagado de trampas. Miró a su alrededor y buscó entre la oscuridad. Desde allí no se veía nada.

Solo hay una forma de averiguar si hay algo.

Intius caminó hacia el fondo pisando con cuidado y atento a cualquier ruido que pudiera parecer sospechoso. El Emperador le había guiado y protegido hasta el momento, así que estaba seguro de que seguiría haciéndolo ahora. Y si esa no era la voluntad del Emperador tampoco podría hacer nada por evitarlo, no merecía la pena romperse más la cabeza, al fin y al cabo aquello no parecía más que un simple almacén desvencijado.
Las maderas crujieron y temblaron bajo sus botas de arbitrador a medida que avanzaba y cada paso parecía mas peligroso y mortal que el anterior. Pero llegó al fondo y nada había pasado.

-Aquí no hay nada, tan solo unos sacos.

Era todo lo que podía ver en la penumbra. Itsua se acercó siguiéndolo de cerca y le tendió una quimilámpara.

-Ten, la necesitarás.

-Gracias. Respondió mientras cogía la fuente de luz, sería útil para ver que había dentro de aquellos sacos.

Él y Itsua se pusieron a mirar aquel rincón del almacén y enseguida llamó su atención un gran montón de ropa ensangrentada y algún que otro objeto personal de escaso valor.

-¿ Creéis que pertenecían a los desaparecidos? Preguntó Itsua mientras inspeccionaba y abría unas cajas cercanas. Hay armas. Fusiles de caza. Y están en buen estado. Y munición. Treinta balas.

Intius a su vez rebuscó entre los sacos que había visto al llegar al fondo del almacén y encontró un par de chalecos antifragmentación y dos mantos antifragmentación que parecían servir aún.

-Aquí hay dos mantos y dos chalecos antifragmentación. Anunció a sus compañeros.

-Uno de esos me vendría bien. Las armas, mejor que las use quien sepa hacerlo. Le respondió Itsua.

-Coged lo que necesitéis, yo ya tengo el mío. Dijo golpeándose el pecho donde llevaba su chaleco.

Siguió rebuscando por la zona y encontró un montón de Tronos de oro. Con lo justos que habían estado de dinero no les vendría mal aquello, además deberían buscarse la vida para volver cuando terminaran la misión. Mientras tanto Itsua se colocaba uno de los mantos y Tercio y Titus rechazaban la protección de los chalecos pues no los necesitaban. Todo aquello parecía pertenecer a las víctimas desaparecidas y el rastro de sangre llevaba hasta una puerta que permanecía cerrada al fondo del almacén. Tercio acercó la oreja para escuchar lo que había al otro lado mientras cuestionaba el modus operandi de los asesinos.

-¿Por qué se cargarían a mercenarios y no a gente de la calle? Sería mucho más fácil alimentar a ese bicho con pordioseros.

-No discriminaban, buscaban matar, simplemente. No parece haber un objetivo definido. Respondió Itsua, ya con el manto enfundado por completo.

-¿Y que hacían con los cuerpos? Preguntó Intius haciendo notar a sus compañeros como el rastro de sangre se dirigía hacia la puerta. Veamos que hay tras la puerta, estad todos atentos.

-Esa psique alienígena no es humana. Sus verdaderas motivaciones se me escapan. En cuanto a qué hacían con los cuerpos, seguro que pronto lo sabremos. Le respodió Itsua.

Todos se centraron en la puerta y Tercio apoyó aún más la cabeza para escuchar hasta que algo parecido a un cienpies estuvo a punto de colarse por su oreja.

-!Argh! !Quita bicho! Protestó mientras lo apartaba de un manotazo.

-Shhh. Le recriminó Itsua, no sabían lo que había al otro lado y debían ser discretos.

-Escuchas algo? Le preguntó impaciente Varnias.

-He oído como agua corriendo... Quizás sea el pantano.

Intius iluminó el suelo del almacén en aquella zona para ver como las tablas de aquella parte estaban de un asqueroso color marrón y hedían terriblemente, además había una gran cantidad de bichos por allí. Era evidente que los cadáveres habían sido arrastrados por allí y sacado fuera del almacén por aquella puerta.

-Bien, abramos la puerta entonces, estad preparados para cualquier cosa, no creo que se llevaran a las víctimas muy lejos.

-Mejor vamos de uno en uno, estas tablas no tienen pinta de aguantar mucho peso. Sugirió Tercio.

-Ok, yo iré primero entonces, cubridme. Dijo Intius asintiendo ante la recomendación de Tercio y colocándose en posición para abrir la puerta.

-Esperen. Titus se acercó, se había mantenido en la puerta vigilando todo y atento a cualquier cosa que pudiera ocurrir para cubrir a sus compañeros, pero ahora necesitaba un nuevo ángulo de visión para poder hacerlo si iban a traspasar aquella puerta. Esta vez no me interfieran la línea de tiro como antes.

-Lo intentaremos. Dijo Intius sonriendo a Titus.

Arlan iluminó la puerta y Varnias cogió con seguridad el picaporte y comenzó a girarlo. Cuando cedió tiró de la puerta que se abrió arrastrando la porquería y suciedad que había acumulada en el suelo del almacén y dejó franca la salida hacia un pequeño embarcadero y los pantanos. Un pequeño bote estaba atado a unos metros.

-Creo que habrá que remar. Murmuró Intius más como un pensamiento en voz alta que como una certeza. Se quedó taponando la puerta mientras el resto preguntaba con curiosidad.

-Ten cuidado donde pisas Intius, las tablas están podridas. Volvió a advertirle Tercio.

-¿Es seguro? Preguntó Titus, que desde su posición no era capaz de observar lo que había afuera.

-¿Ves algo, Intius?

Se dio cuenta que estaba allí en medio taponando el paso y la vista con su cuerpo.

-Solo veo un bote.

Contestó a las preguntas de sus compañeros y dio unos pasos hacia delante para dejar sitio a sus compañeros. El embarcadero era pequeño, así que no entrarían todos a la vez.

-¿Que pensáis? Preguntó Varnias cuando Itsua y Von Braum aparecieron junto a él en el embarcadero. Claramente los rastros de sangre conducían a la pequeña embarcación. Se llevaban los cadáveres en la barca. Dijo finalmente Intius.

-Sí, ¿pero en qué dirección? Y en esa barca solo caben cuatro personas. ¿Qué vamos a hacer? Preguntó Itsua interesado por el siguiente paso a dar.

Varnias no estaba seguro de lo que debían hacer ahora. Escrutó el pantano y buscó por los márgenes y orillas que estan al alcance de su visión. El ocaso se aproximaba y se les estaban agotando las horas de luz. Mientras tanto alguien estaba intentando salir al embarcadero, pero allí ya no entraba más gente, era demasiado pequeño.

-Debemos coger la barca y ver hasta donde iban. Dijo finalmente Intius.

Suponía que el lugar no estaría muy lejos y confíaba en poder encontrarlo. Fue Von Braum quien iluminó el camino a seguir.

-Debemos dirigirnos a allí. Dijo señalando a un punto en la lejanía. Podemos ir en la balsa, en la que solo entran cuatro personas, o llegar allí a través de un puente en mal estado.

Mientras intentaba encontrar el punto al que Von Braum se refería decidió entrar en la barca para dejar más sitio en el embarcadero, si seguían empujándose alguien acabaría en el agua. La barca estaba equipada con un par de remos.

-Que alguien me ayude a montar en la barca. Esto es inestable. Dijo Itsua.

Varnias se giró hacia él y le tendió la mano para ayudarle a bajar al bote. Cuando el psíquico bajó hizo lo propio con el próximo compañero que deciera entrar con ellos.
Al parecer podrían ir a su destino en bote o atravesando un puente de una calle cercana, así que Titus y Tercio le preguntaron a Xerxes por ello. Así podrían tener rutas alternativas. A pesar de las dudas de Tercio, Von Braum parecía muy seguro del punto al que debían dirigirse, así que Varnias aceptó de buen grado la información.

-Podemos ir unos en la barca y el resto id andando por el puente. Dijo, ya que todos no entraban a la vez en la barca. Von Braum nos guiará hasta allí. Hay que llegar a la isla que él dice.

La entrenada vista del cuestor distinguía entre las brumas una isla e incluso un embarcadero al otro lado, así que ese sería el punto donde debían ir. Pero de momento tan solo Itsua y él se habían subido a la barca, quizá el resto prefería ir andando por el puente.

-¿Alguien más se viene en bote? Preguntó finalmente con uno de los remos en la mano y dispuesto a comenzar a remar. Parecía que el resto no estaba muy convencido de aquella opción.

- ¿Estáis seguro de que preferís ir en bote? Aunque en mal estado hay un puente. Puede derrumbarse. Si. Reflexión Von Braum mientras decidía que hacer.

-Será mejor no forzar la delicada resistencia del bote... yo iré por el puente ¿Quién viene conmigo? Dijo finalmente Tercio.

-Creo que si ellos usaban la barca, será lo mas seguro. Dijo Varnias, al que la barca seguía pareciendo la mejor opción de todas a pesar de las reticencias de algunos de sus compañeros. Aquello pareció decidir definitivamente a Von Braun.

-Como usted diga, señor Varnias. Respondió el cuestor mientras le ayudaban a subir al bote junto a ellos.

-Von Braun, señala la dirección de la isla para que todos sepamos donde ir. Dijo mientras cogía el segundo remo. ¿Quien quiere el otro remo?

Tercio estaba a punto de subir a la barca pero pareció arrepentirse en el último momento.

-Me lo he pensado mejor... creo que os esperaré aquí.

Intius asintió y se preparó para comenzar a remar en cuanto alguien cogiera el otro remo, aunque podría hacerlo perfectamente él solo si hacía falta.

-Nos veremos en la isla, buscad el embarcadero.

La profunda voz de Vladymir le detuvo con una advertencia que no logró distinguir.

-Alto, hay peligro ahí delante.

-¿Delante? ¿Donde? Contestó el arbitrador sin ver nada en el horizonte.

-En la isla. Perros alienígenas. Contestó

Parecía que había más de aquellas criaturas esperándolos en la isla y eso era un verdadero problema. La barca no era muy estable y necesitaban al menos tomar tierra para poder luchar contra los perros.

-Titus ¿Puedes darles desde aquí? Preguntó Varnias a su francotirador mientras Itsua preguntaba la cantidad de perros a los que tendrían que enfrentarse en la isla.

Al parecer había la menos media docena de ellos, lo que representaba a priori un reto bastante a tener en cuenta, por eso sería mejor tener cobertura mientras llegaban y desembarcaban. El puente no parecía convencer a ninguno debido a su mal estado, y caerse al agua no era una opción pues estaba llena de serpientes.

-La única solución viable, sería hacer dos viajes. Sugirió Itsua.

Era una buena idea, aunque Intius seguía preocupado por el primero de todos, debían poder llegar a la isla y desembarcar en condiciones de seguridad para aventurarse a un segundo viaje. Estaba seguro de que el Emperador estaba con ellos, pero aún así debían hacer su trabajo lo mejor posible.

-El Emperador nos protege. Titus, ¿Puedes disparar a los perros desde algún sitio? Dijo para animar a sus compañeros y que recordaran que un destino aún mayor les esperaba si cumplían con los designios del emperador. Quizá puedas encargarte de ellos desde el puente, tu no pesas mucho, si no puedes alcanzarles desde aquí claro.

Nadie parecía decidirse e Intius estaba dispuesto a ponerse a remar hacia la isla cuanto antes, opinión que compartía Xerxes, cuanto antes fueran más luz podrían aprovechar.
Cuando estaban a punto de romper la cuerda que ataba el bote al amarradero Titus decidió acompañarlos en el primer viaje. Iría a la proa vigilando con su rifle y dispararía en caso de necesidad.

-Bien, pues ya estamos todos. Dijo Intius al ver la barca llena. Nos acercaremos a la isla para que Titus pueda disparar a los perros.

Itsua se colocó a su lado y cogió el remo que quedaba libre mientras sus compañeros les deseaban suerte y hacían los últimos intercambios de armas y munición.

-Por el Emperador, que casi merecemos lo que nos pase. Murmuró Itsua.

-Debemos remar a la vez, sino la barca se tambaleará. Le dijo Intius que había escuchado lo que Itsua había murmurado, pero estaba seguro que el Emperador solo les deparaba lo mejor.

-Marca el ritmo. Respondió Itsua ante las palabras del arbitrador.

-Bien a la de tres. Uno dos y tres. Intius metió su remo al agua y empujó con fuerza mientras que le marcaba el ritmo a su compañero para indicarle cuando debía ejercer él fuerza también.

Poco a poco y con una marcha sincronizada fueron acercándose a la isla custodiada por aquellos temibles sabuesos espaciales.

Notas de juego

Primera parte.

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14/03/2013, 16:08
Intius Varnias.

El ruido de los remos golpeando el agua era el único sonido que se escuchaba durante el tenso recorrido que separaba un embarcadero de otro.
Varnias notaba resistencia de vez en cuando y como algo se deslizaba entre el remo cuando lo introducía en el agua.

-Esto está lleno de serpientes. Susurra Intius, dando la razón a Vladymir que ya se lo había advertido.

-Sabiendo que esto está plagado de serpientes venenosas, ojalá pudiéramos atraer a los xenos a estas aguas. Susurró Itsua respondiendo al comentario del arbitrador.

- Si los engendros Xenos esos se dirigen hacia la luz podríamos arrojar la linterna a tierra firme y disparar a los que se aproximen a curiosear. Dijo Xerxes uniéndose a la conversación.

-O podríamos pararnos en mitad del pantano y atraerlos al agua. Sugirió Itsua justo cuando Intius estaba diciendo exactamente lo mismo. El riesgo de que alcancen la barca pese a todo y volquemos, es elevado. Prefiero tierra a morir ahogado sin poder luchar.

-¿Funcionaría? Preguntó el arbitrador. Los que se acerquen demasiado podríamos abatirlos con nuestras armas.

Pero tanto Itsua como Xerxes estaban de acuerdo en que lo mejor sería tomar tierra y plantarles cara allí si era necesario así que Intius decidió no darle más vueltas al asunto.

-Bien, entonces tierra. Sigamos remando.

-Hay casas que parecen abandonadas en las que poder refugiarnos. Y un molino que sobresale por encima del resto de edificios.
Apuntó Xerxes mientras nos acercábamos.

-Si no nos descubren podemos volver a por los otros. Acerquémonos lo más sigilosamente posible. Dijo el arbitrador mientras Itsua asentía y compartía la misma idea con ellos.

Llegaron al embarcadero sin problema y Titus saltó agilmente al embarcadero mientras alguien disparaba contra uno de los perros. Tercio o Vladymir les estaban cubriendo las espaldas desde el otro lado.
A partir de ese momento todo sucedió rápido. Intius saltó en cuanto pudo al embarcadero y se volvió para ayudar a subir a Itsua que también estaba a punto de saltar. Pero el psíquico no alcanzó el muelle y se iba directo al agua así que el arbitrador se lanzó en plancha sobre el muelle intentando alcanzar a su compañero, si caía al agua se ahogaría con el peso del manto antifragmentación. Cuando estaba a punto de alcanzarlo vio como su cuerpo se hundía en las aguas del pantano sin remedio. Al menos hasta que sin saber como Titus agarró el manto de Itsua y lo alzó hasta el muelle, aunque en la maniobra por salvar a su compañero había dejado caer su fusil. Intius intentó alcanzarlo pero tan solo pudo darle un manotazo hasta que el fusil se perdió entre unas tablas y calló hacia el pantano. De repente Xerxes se izó también al muelle y los cuatro recuperaron el aliento.
Sin mucho tiempo para más Intius cogió la escopeta de Vladymir que llevaba a la espalda y se la tendió a Titus que se había quedado sin su rifle.

-Toma. Dijo entregándole el arma y la munición.

-Gracias. Dijo Titus, aunque no parecía muy contento con el cambio. No había otra cosa así que era inútil lamentarse y quizá los perros se les echaran encima en cualquier momento. Tuvieron que abatir un par de perros más hasta sentirse a salvo. Fue entonces cuando Itsua murmuró que lo que buscaban estaba dentro del molino. Sería allí donde tenían que ir entonces.
Pero antes de seguir avanzando por la isla debían ir a por sus compañeros. Intius volvió a la barca mientras recomendaba a los otros pasar desapercibidos hasta que llegaran todos, juntos sería más fácil enfrentarse a los perros.
En solitario volvió a por Vladymir y Tercio lo antes posible para poder continuar con la misión y acercarse a ese molino.
Al llegar al otro lado y cuando estaba a punto de saludar a sus compañeros un grito de dolor de Itsua surcó el aire. Algo estaba pasando en la isla justo en el momento más inoportuno.

-Hay problemas. ¡Rapido! Gritó Tercio mientras subía a la barca.

-¡Subid! Respondió Intius mientras les alcanzaba el remo para que pudieran subir mejor al bote. Tercio, ponte delante, así podrás disparar si tienes blancos cuando nos estemos acercando.

Vladymir cogió el otro remo y al igual que había hecho con Itsua fue marcando el rumbo hacia la isla. El camino de vuelta se le hizo eterno sabiendo que sus compañeros estaban en problemas y desde allí no podían ayudarlos de ninguna manera. Los disparos de revolver y de la escopeta resonaban en el aire una y otra vez.
Cuando alcanzaron al fin la isla sus tres compañeros estaban esperándolos en el muelle listos para ayudarles a subir. Titus volvió a ser crucial al ayudar a subir a Tercio cuando este no había conseguido subir. Lo mismo hizo Itsua con Vladymir. En aquellas condiciones de nervios y oscuridad se les estaba antojando más difícil subir a un muelle que acabar con los malditos perros alienígenas.

-¿Que ha pasado? Oímos disparos. Preguntó Varnias con curiosidad.

-Ha sido por mi culpa. Cometí un error. Caí del molino y tuvieron que rescatarme. Respondió Itsua herido.

-Seis sabuesos están muertos e Itsua herido. Apuntó Titus.

-Lo hemos visto desde el otro lado... ¿Estáis todos bien? Preguntó Tercio interesándose por ellos.

-¿Entonces ahora solo queda lo que sea que está dentro del molino? Preguntó Varnias preocupado por los ataques de más perros.

Parecía que no serían atacados allí de momento, así que aprovecharon para recargar las armas y reorganizarse mientras discutían cual sería su siguiente movimiento. Estaba claro que el molino era su objetivo, pero había varias posibles formas de abordar aquel problema. Al final decidieron entrar cuidadosamente. Aquel molino hedía a muerte y cadáveres. Sin lugar a dudas hasta aquí eran llevados los cuerpos. Abrieron la puerta y varios chuchos se abalanzaron contra ellos rápidamente.
Intius se dirigió sin dudarlo hacia el primero que vio con el garrote en la mano. El perro se dirigía a él así que se preparó para recibir su embestida. En el último momento el sabueso saltó sobre él y sus mandíbulas se cerraron sobre su cara. Acostumbrado a las peleas en las que había que defenderse con cualquier cosa Intius reaccionó instintivamente devolviendo el mordisco al sabueso con la esperanza que este aflojara y le soltara. Así fue. En cuanto el perro volvió al suelo le asestó un garrotazo, aunque tan solo logró pillarlo de refilón pues no le había dado tiempo a calcular bien.
Tras deshacerse de ese otros dos vinieron a por él y Varnias se defendió y atacó con furia esperando que el Emperador le protegiera y ayudara contra sus enemigos.

Notas de juego

Segunda parte y última por ahora.

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14/03/2013, 17:33
Tercio Veridio.

Tras unos instantes que me parecieron eternos llegamos a la conclusión de que no había minas en el lugar, a pesar de que todo indicaba lo contrario y Titus nos había advertido al respecto. En cualquier caso nunca viene mal tomar precauciones, eso es un hecho. La cabaña no tenía mucho más por dentro, pero contenía lo justo para saber que avanzábamos en la dirección correcta. Entre unas cajas medio podridas se encontraban los restos de las víctimas: abrigos antifragmentación, ropas ensangrentadas y rifles de caza. Los rifles apuntaban que aquellos mutantes se habían cargado a unos cuantos mercenarios, aunque ninguno de ellos llevaba ninguna insignia ni nada parecido, sin embargo, allí había más ropa de la que podrían llevar seis mercenarios. Al parecer no hacían distinciones.

Mientras el resto terminaban de equiparse con lo encontrado, al fin y al cabo los muertos ya no lo iban a necesitar más, yo me acerqué a la puerta que presumiblemente conducía a la parte trasera. Antes de comprobar si estaba o no abierta decidí pegar la oreja para ver si se escuchaba algo al otro lado. Percibí el sonido del agua justo antes de que un bicho me saltara a la oreja.

- ¡¡¡Argh!!! ¡Quita bicho! – y me sacudí el bicho de un manotazo.

- ¿Escuchas algo? – preguntó Intius.

- He oído como agua corriendo… quizás sea el agua del pantano – respondí.

Pero aquel bicho no se trataba de algo aislado, en cuanto la zona de la puerta quedó iluminada pude comprobar que el suelo cercano a la puerta estaba plagado de bichos. Había restos de algo indeterminado, húmedo y podrido, incluso las tablas del suelo parecían podridas y amenazaban con venirse abajo en cualquier momento. Las manchas tenían pinta de ser sangre seca, puede que los cuerpos hubieran sido arrastrados por allí, y desde luego los bichos se estaban dando un festín con los restos.

- Bien, abramos la puerta entonces – dijo Intius colocándose delante.- Estad preparados para cualquier cosa, no creo que se llevaran las víctimas muy lejos.

El resto nos colocamos detrás de él, apuntando nuestras armas hacia la puerta para cubrir a Intius de un posible ataque. La puerta crujió pero se abrió sin problemas, dejando a la vista un desvencijado muelle construido sobre el pantano, con una barca amarrada a él. El rastro de sangre y mugre evidenciaba que los cadáveres habían sido arrastrados a través del muelle, seguramente hasta la barca para después llevarlos a algún lugar.

Enseguida Xerxes von Braun divisó una isla parcialmente oculta por la bruma, y cerca de allí, escondido también entre la bruma del pantano, podía verse un viejo puente hecho trizas por la artillería. La barca era demasiado pequeña para los seis y el puente… bueno, digamos que, a simple vista, el puente no aguantaría el peso de una mosca, parecía un milagro que se tuviera en pie.

Tras unos minutos de deliberaciones y cálculos resolvimos que lo más adecuado era ir en la barca pero en dos viajes, alguien del primer grupo tendría que volver a por el resto una vez que hubieran alcanzado la orilla de la isla. El primer grupo estaba formado por Intius, Itsua, Xerxes y Titus, este último cubría la barca con su rifle de caza con mira telescópica, claro que quizás pondría en peligro al resto si disparaba desde la barca. Antes de que partieran, Vladymir les advirtió que había divisado sabuesos xenos, como los que nos habían atacado anteriormente, en la isla, por lo que debían ir con cuidado cuando bajaran del bote. Para nosotros dos el plan era cubrirles desde el muelle, aunque pronto descubriría que no iba a ser tan sencillo.

En cuanto el bote zarpó entré en la cabaña para recoger uno de los rifles de caza de las víctimas, pero descubrí, muy a mi pesar, que no estaban equipados con mira telescópica como yo había pensado inicialmente. Eso dificultaba las cosas, pues aunque la isla no estaba muy lejos, la bruma del pantano hacía muy difícil distinguir figuras. Vladymir y yo tomamos posiciones en el muelle y seguimos el bote para protegerlo hasta que llegara a su destino. A diferencia de mi, el vostroyano consiguió fijar un objetivo y no se lo pensó dos veces antes de disparar con su rifle láser.

- ¿Lo has matado? – le pregunté yo.- Mierda… no puedo ver a esos malditos chuchos.

- No, el muy asqueroso sigue vivo – respondió él sin apartar la mirada del objetivo.

Seguramente lo intentaría de nuevo. Mientras tanto yo no podía hacer otra cosa que seguir el bote y esperar a conseguir un objetivo. Poco después Vladymir volvió a disparar y esta vez sonrió después de hacerlo.

- Un xeno menos – dijo satisfecho.

- Bien hecho – le felicité.- Espero que lleguen pronto, puede que así vea su luz y consiga un blanco claro.

Hasta ese momento la cosa marchaba más o menos bien, pero cuando vi cómo llegaban a la orilla y comenzaban a desembarcar… reconozco que me dio un vuelco el corazón. Las aguas del pantano no sólo eran pestilentes y opacas, el vostroyano nos había advertido de que estaba plagado de serpientes y otras alimañas, por lo que una caída no garantizaba la supervivencia. Vi caer a uno de ellos, llevaba uno de los mantos antifragmentación que acabábamos de encontrar, de modo que sólo podía tratarse de Itsua.

- Mierda… han caído al agua – maldije al verlo.

- ¡Maldita sea! – dijo el vostroyano.- Entonces están muertos…

- ¿Qué podemos hacer? – pregunté desesperado.

- Nada – dijo él, tajante.- Seguir cubriendo desde aquí… y esperar…

Seguí escudriñando la escena, nervioso, apretando los dientes. La cosa era todavía peor, además del que había caído, otro de ellos estaba a punto de caer, y no sólo eso, sino que habían perdido un arma que en ese momento estaría en el fondo del pantano. El tamaño del bulto al caer me hizo pensar que se trataba del rifle Titus, y si así era sería una gran pérdida, ese hombre era realmente bueno disparando. Finalmente, cuando todo parecía perdido, los dos que habían conseguido subir al embarcadero sacaron del agua al que se había caído.

- Ufff… - suspiré.- Ha faltado poco…

Continuamos nuestra labor de vigilancia, aunque yo no dejaba de preguntarme si no habría sido buena idea intentar cruzar el puente. Su estado era lamentable pero no podía soportar estar allí sin hacer nada, sólo me consolaba que Vladymir si que era capaz de distinguir a los chuchos y abatirlos. El vostroyano siguió disparando para cubrir al grupo, y éste no tardó en entrar en combate. Advertí una sombra que se acercaba a ellos, Itsua le disparó con su pistola láser aunque no consiguió acabar con ella, aunque justo cuando yo iba a disparar se escuchó una detonación de escopeta y la sombra se desplomó en el suelo.

“Ahora que han disparado me temo que atraerán a todos los bichos” – pensé.

Aquel pensamiento me hizo estar más atento aún pero de nada servía, se acercaban a una construcción que había en el centro de la isla y pronto saldrían de nuestro alcance efectivo.

- Parece que pronto vamos a dejar de poder ayudar – dijo Vladymir.

- Si, ya lo veo – respondí.- Uno de ellos debería volver a por nosotros…

- Creo que sólo queda cubrirles de posibles amenazas que quieran atacarles a traición – dijo con resignación.- O su retirada…

Tras unos minutos eternos vi como el bote regresaba, Intius remaba con todas sus fuerzas. En cuanto alcanzó el embarcadero de nuevo, Vladymir y yo nos apresuramos a subir al bote, no había tiempo que perder. Recordando que habían perdido un arma decidí llevarme el rifle de caza, Titus podría necesitarlo. Vladymir e Intius remaron todo lo rápido que pudieron, aunque al llegar descubrimos que no había hecho falta darse tanta prisa, se habían cargado a todos los chuchos.

- Vaya, no nos han dejado ni uno – dije sonriente.

El grupo estaba a las puertas de aquella edificación que había visto antes y ahora reconocía como un viejo molino. Al parecer nos estaban esperando para entrar.

Algunos estaban heridos, aunque parecía que podrían aguantar un poco más, estaba claro que los mutantes llevaban los cuerpos a ese lugar y era muy probable que aquella criatura que Itsua había detectado estuviera allí dentro. Comenzamos a prepararnos para el asalto, intercambiamos armamento, revisamos la munición y tomamos posiciones: la suerte estaba echada.

Entré detrás de Titus, que acababa de abatir a otro de esos chuchos. Me coloqué en el interior de la sala cubriéndola con mi rifle automático, había más sabuesos a la vista. El resto entró de tras de mí, pero resultaba difícil maniobrar en un espacio tan reducido. Las bestias corrieron hacia nosotros saltando y gruñendo. Una de ellas cargó contra mí a gran velocidad y mordió las protecciones que me cubrían el abdomen. Consiguió traspasarlas y hacerme una herida, pero si no hubiera sido por ellas sin duda estaría comiéndose mis tripas. El rifle se había vuelto completamente inútil, así que sin dudarlo ni un instante lo dejé caer para sacar la pistola. El primer tiro falló pero en mitad del forcejeo conseguí encañonar al animal y descargar una ráfaga entera que, literalmente, lo destrozó.

- ¡¡Ahhhh!! ¡Muere jodido bicho! – gritaba mientras descargaba la ráfaga sobre él.

Liberado del chucho, tuve libertad de movimiento para ayudar a mis compañeros, e incluso esquivar el fuego amigo. El resultado: en cuestión de segundos el grupo había acabado con todos los chuchos, si había algo más allí pronto lo averiguaríamos.