Renée se alejó y negó con la cabeza.
-Mi sitio no está en la base sino aquí. Dentro de poco habrá mucho que hacer. Vosotros os habréis ido y alguien tendrá que encargarse de los heridos. Será mejor que te vayas y deprisa, pero sin mí.
Entonces, se acercó a ti.
-Cuando regreses, te estaré esperando -te dijo, a sabiendas de que seguramente, no lo harías, o que ella quizás no estuviese viva para volver a estar a tu lado. Pero no había más que decir. Ambos sabíais lo que estaba en juego y también que en la guerra, vivir era un lujo que todo el mundo no podía permitirse.
Tal vez era porque no quería separarse de ella tan pronto, que en su egoísmo quería arrestarla a la base, pero Renée tenia razón aquel no era su sitio.
-Volveré. Te lo prometo. Dijo antes de terminar de soltarle la mano, algo que le costo muchísimo. -Cuidate por favor. Le rogó antes de salir a la carrera del piso.
- ¡Capitán salgamos de aquí! - Le sugirió a van Agstein, aunque más que una sugerencia, sonaba a orden. - ¡Si toman La Rochelle, podemos olvidarnos de la misión!
Podía ser que la nave tuviera desperfectos, faltara parte de la tripulación y también alguno de sus mando, pero si esperaban demasiado era posible que ya no pudieran zarpar. Debían valorar si era más importante quedarse en puerto y defenderlo o cumplir de inmediato su misión. Para Strauss la respuesta era clara.
- De la orden capitán. - Le dijo en tono serio y mucho más calmado.
A Max le costó llegar al submarino. Tuvo que cruzar media ciudad entre bombardeos, casas derruidas y gente cayendo como moscas a su paso.
Un par de veces incluso pensó en detenerse a ayudar, pero no podía hacerlo. No podía parar ahora.
Cuando llegó al submarino, todos los demás estaban entrando a marchas forzadas para salir de allí como fuera. Strauss le estaba pidiendo la confirmación al capitán y éste, parecía estar pensando lo que debía hacer.
Igual que un capitán es el último en abandonar el barco, si es que lo hace, le cuesta igualmente abandonar a sus hombres, y con Agstein sabía de la valía de Weitzmann, aunque aún no hubiera regresado... Y había un asedio de por medio. Ante los comentarios del contramaestre y del primer teniente, Peter sabía lo que debía hacer, pero durante un segundo, acarició la posibilidad de rendirse, de ser prisionero de los americanos, de dejar la Guerra... Y descansar...
Luego, Max apareció, y de pronto, se vio mucho más capaz, ya no tenía excusas para con el deber.
-¡Maldicion, Max! ¿Donde estabas? Derek, ¡Vamos! Ahora sí... -pareciera que recuperaba energía y aplomo por momentos, tras el instante dubidativo que terminara ter la llegada del segundo teniente. -La misión es más importante que la Rochelle. Vámonos. ¡Quiero a alguien en los cañones del submarino mientras salimos de puerto, quiero a todos listos para inmersión de urgencia, navegaremos hasta la noche sumergidos, mismo rumbo que a la llegada! ¡Vamos! ¡Muevanse!
von Agstein se irguió, desafiante, ante las explosiones lejanas, ordenando y mandando. Se le veía en la mirada que en parte estaba encantado de estar de nuevo en la ame, y en parte, cansado de... ¿qué? ¿De salir tan temprano? ¿De pelear? Se dirigió al submarino, sin dejar de dar órdenes, y vigilando que nadie de los suyos quedase fuera.
Con toda la mierda que estaba cayendo en La Rochelle dudaba que aun siguieran esperando, pero allí estaban. Max no sabia si sentirse aliviado, quizá hubiera sido mejor que se marcharan sin él. Ahora no estaba demasiado centrado, pero debía concentrarse. Esos hombres dependían de él.-¡Lo siento Capitán! Podemos irnos. Le dijo mientras cruzaba la pasarela. -¡Vamos chicos ya sabéis como funciona esto! ¡Pongamos este submarino en marcha! Espoleo a los hombres.
Antes de meterse por la escotilla echo un último vistazo fuera y deseo volver a encontrarse con su Renée, como le prometio.
Detén se alegró de que Max hubiera llegado a tiempo. Él ers bastante más despreocupado que él y mucho más alegre. No serían nunca grandes amigos, pero la nave necesitaba ese contrapeso. Max y Detén eran puntos opuestos y la tripulación los necesitaba a ambos.
- Llegas tarde. - Le dijo muy seriamente. - Pero me alegro de que llegues. - Le dijo mostrando una sonrisa y quitandole hierro al asunto.
Acto seguido Derek corrió hacia la torre del U-Boot para introducirse en el submarino. Debían zarpar cuanto antes. La misión no podía esperar más. El destino de la nación estaba ligado al suyo propio y ahora gran parte del éxito alemán en aquella guerra, dependía del capitán, de Max, de el mismo e incluso de Martin. Detén estaba realmente emocionado ante las perspectivas que tenían por delante.
Sin perder tiempo, Johann desapareció en las entrañas del submarino; no había tiempo para leer el informe del inventario, o del más crítico listado de reparaciones realizadas y pendientes... En lugar de ello, recorrió de proa a popa la nave, preguntando al personal de a bordo por el estado de sus áreas de responsabilidad: Estado del casco proel, donde sufrieron los daños por las cargas, niveles de combustible y lubricantes, de agua potable, alimentos y torpedos, estado de las baterías y de los motores, y en general, cualquier cosa que comprometiese la nave...
... Parecía un hurón recorriendo una madriguera, hasta que pudo regresar en busca del Capitán, para hacerle un informe verbal, sumamente resumido, con lo fundamental...
-¡Herr Kapitan!, ¡Nave lista para hacerse a la mar!
... Y se volvió corriendo hacia la sala de máquinas; para salir de puerto necesitarían los diesel; y en cuanto tuviesen profundidad bajo el casco, al poco de salir por la bocana, sumergirse. Iba a ser una carrera peligrosa contra el reloj.
Sentía sonidos sordos, los de la artillería, e incluso oía explosiones, quizá en el techo de la gran estructura que les protegía... iban a abandonar el lugar más seguro en centenares de kilómetros a la redonda, para jugarse de nuevo el pescuezo...
-Con lo bien que estaba yo anoche... -masculló, olvidada ya la resaca...
Vale, asumo que la nave está al 100% y que no tendremos sorpresas por una mala soldadura...
La nave no está al 100% ni de coña. jajajajaajaja
Vaya!... pues venga, suelta por esa boquita de piñón lo que tenemos que saber... que he quedao como el listillo de la clase...
Ahora que se hunda como el barco de los piratas de Asterix...
Al amparo de la alarma y los bombardeos, uno por uno fuisteis entrando en el submarino y de ahí, teníais que alejaros lo más posible de La Rochelle para sumergiros y conseguir estar a salvo.
Mientras os alejabais del lugar, tocaba comprobar como habían dejado el barco y a todas luces parecía que en realidad, apenas habían tocado nada. Vamos, que teníais lo justo para seguir.
Una vez fuera de los astilleros, las bombas empezaron a caer a vuestro alrededor. Los aviones sobrevolaban la ciudad y las explosiones podían verse por todas partes.
jajajajaja pobres.
Se metieron como pudieron en el submarino, y comenzaron a moverlo. Había que salir de allí, y parecía que toda la aviación aliada estaba atacando La Rochelle, y los cañones estaban haciendo temblar la estructura de hormigón... Von Agstein metió prisa a los marineros, y presión para salir del puerto... No quería que le detuvieran justo ahora, era un momento crítico...
Cuando Martin mandó el informe del estado de la nave, Peter maldijo por lo bajo, y se dio cuenta de la ratonera en la que estaban. Con un navío parcheado y quizás capado en su capacidad de lanzar torpedos, eran blanco fácil para cualquiera que quisiera ir a por ellos por superficie... Comenzó a dar órdenes en ese sentido: -Que me aspen, malditos sean los aliados, con estos daños... Quiero a un equipo día y noche reparando el submarino, y por Dios, piloto, tome dirección a la zona donde podamos sumergirnos lo antes posible. Todos atentos a los distintos puestos y problemas en la salida.
Vamos... Ya embarcados... No podían caer justo ahora...
A la espera de salir del puerto, el agua salpicaba por todas partes y las olas creadas por las bombas que caían, sacudían el submarino de un lado a otro. De cualquier manera había que salir de allí.
Un par de bombas cayeron a escasa distancia de vosotros. Ahora os habían visto, así que o salíais rápido, o quizás no pudieseis hacerlo nunca.
Motivo: Booombaaaaa
Tirada: 1d10
Resultado: 4 [4]
En las manos de Max estáis. XD
-Esto no es nada. Hemos salido de cosas peores.Dijo tratando de dar animos. -Eugen sigue la ruta marcada. Manos firmes. Lo has hecho mil veces dame una mas. Dijo a su camarada. Solo necesitamos un poco de suerte. Mensiono casi para si mismo.
Las bombas caian cerca. Demasiado cerca. Ya les habrian visto y eran un blanco demasiado goloso. Debian "desaparecer". -Capitán buscando profundidad para sumergirnos. Informo. Aguanta. La ultima palabra la dirigio al submarino.
Tirada oculta
Motivo: Percepción
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+3)=12 [9]
Suerte no me falles! ;)
Desde el movil.
...un solo impacto cercano... y todo a la mierda...
Era consciente de la jodida realidad; eran un blanco obvio, sumamente goloso para cualquiera que se fijase en ellos; tenían que ganar velocidad, salir de la zona de puerto, sumergirse y maniobrar... era la única forma de salir con vida de esta.
Johann miraba ansioso el par de motores diesel, atento a cualquier anomalía, y engrasando aquí y allá, nervioso, como el resto de los que estaban en las entrañas del barco... no podía sino esperar ansioso a oir la orden de inmersión, aunque le preocupaban los parches aplicados al casco; no habían podido comprobar su resistencia ni su estanqueidad, así que... tenían que tirar de fé
... Y mientras, sentían como las ondas expansivas de las explosiones no demasiado lejanas, se transmitían al barco a través del medio líquido.
Derek estaba nervioso. No lo parecía, pues lo llevaba por dentro. Si transmitía nerviosimo a la ya de por si nerviosa tropa, las cosas iban todavía a empeorar aún más. Él había hecho su trabajo, motivar a los hombres y el capitán también lo había hecho, dar los órdenes pertinentes. Les tocaba ahora a Martin y a Weitzmann. Eran ellos los que tenían que sacarles de allí. Confiaba en ellos y confiaba en su destino.
Estaba convencido que había nacido para ser parte de la historia de Alemania. Su familia lo había dado todo por su patria en el pasado. Su abuelo Hans en la guerra Franco-Prusiana y su padre, Pieter, un monárquico convencido, creía en el Emperador Guillermo II de Alemanía casi como en un dios y murió en la Gran Guerra. Ahora les tocaba a él y a su hermana darlo todo por el nuevo y carismático líder alemán. Era su momento.
Derek, de pie, aguardaba a que el submarino saliera de los astilleros y pudiera sumergirse. Sólo entonces respiraría tranquilo y podría sonreír. No si les hundían, fallarían en la misión encomendada antes de iniciarla siquiera. Morir de aquella manera sería toda una deshonra para él y para toda su familia. ¿Qué pensaría Helga de él? No, no podía suceder. Lo iban a lograr. Estaba convencido.
Afortunadamente para todos, Max llevó el submarino con habilidad, o bien resultó que tuvisteis suerte. El caso es que de una manera u otra, ninguna de las bombas que os lanzaron consiguió dañaros y a medida que pasaban los segundos, la embarcación iba ganando velocidad, hasta que por fin salisteis del canal y pudisteis empezar a sumergiros.
Solo debajo del agua conseguiríais estar seguros, porque los aviones no parecían demasiado dispuestos a daros por perdidos y continuaban persiguiendoos.
Por eso sabía que Max era necesario. Tenía sutilidades para con el Siegrich que no había visto en otros oficiales, y sabría (estaba seguro) meter al submarino por un charco de lluvia y salir indemne. O al menos, esa era la impresión que le daba cuando se ponía a dirigir el submarino con aquella precisión.
Le angustiaba las explosiones, y cada vez que oía y notaba las vibraciones, respiraba un poco más lento, angustiado de pensar que moriría allí, y no en una cama. Luego se recomponia, aunque de cara a fuera solo los más allegados podrían ver un pequeño flash en los ojos cuando aquellos pensamientos pasaban por el.
-Bien, Weitzmann, bien, nos va a sacar mejor de lo que estábamos. Gracias a ambos... -dijo, mientras seguía atentamente las indicaciones y movimientos del submarino. Venga, saldremos de esta... Pensaba a cada momento... -Avisenme para poder sumergirnos. - Dijo, instantes antes de poder dar la orden de hacerlo. Bien señores, profundidad de snorkel, pero sin sacarlo hasta la noche, funcionaremos en eléctrico hasta la noche. Cuando estemos seguros, quiero reunión de los oficiales, y Martín, en mi camarote.
- Buen trabajo teniente Weitzmann. - Le dijo a Max esbozando una leve sonrisa y dándole un pequeño toque en la espalda.
Salir de La Rochelle sin un solo impacto había sido algo casi imposible. Por muy bueno que fuera Weitzmann o mucha suerte que hubieran tenido, no lo explicaba. Derek estaba cada vez más seguro de que alguien les estaba empujando hacia la meta. No sería fácil, seguramente sufrirían bajas y verían muy negro el futuro en más de una ocasión, pero guiados por el destino, sin duda alcanzarían la victoria. Habían nacido para hacer historia y para que sus nombres fueran escritos en letras doradas en la historia de Alemania.
- Enseguida estoy con usted, capitán. - Dijo el primer teniente.
Derek dio un paseo por el U-Boot, quería ver las caras de los hombres. Quería ver cual era su predisposición para con la misión. Habían salido del puerto y lo habían hecho de una pieza. Tenían que estar alegres, tenían que estar orgullosos y sólo esperaba no encontrar una mala cara o una palabra mal dicha, pues eso realmente le pondría de muy mal humor y Derek Strauss, no quería enfadarse en un día tan glorioso como aquel.
Max apenas empezaba a asimilarlo. Contra todo pronostico habían salido de La Rochelle de una pieza. No sé lo creía y lo dejaba notar. Con la tensión casi se le había olvidado respirar.
Tras las primeras felicitaciones sonrió y cogió aire aliviado. -Gracias Capitán. Teniente. Agradeció -Os lo dije chicos, pan comido. Añadió para que le resto le oyeran.
La suerte parecía estar de su lado y de ese submarino. Ahora que tenia algo porque vivir, debía dar el máximo de sus capacidades y exprimir a aquellos hombres al límite. Cumplirían la misión... Solo faltaba por saber en que marrón les habían metido ahora.