Partida Rol por web

Desde lo alto del submarino, la brisa azotaba vuestros rostros y el mar estaba en calma. Era como si de repente, hubiese llegado la paz y la guerra fuera tan solo un mal recuerdo.

Para el capitán, no solo era un soplo de aire fresco en el sentido literal, sino también en lo que se refería a su espíritu. La guerra le estaba carcomiendo por dentro y ya empezaba a notarse desde fuera. Para Strauss, en cambio, aquella paz significaba únicamente que la victoria estaba más cerca. Martin apenas recordaba ya como era respirar aire que no estuviera enlatado y Max... bueno, él se conformaba con llegar pronto y poder disponer de tiempo libre para dejar de ser él por unas cuantas horas.

Todo estaba en calma.

Mientras disfrutabas del remanso de paz, mirabas también, como era tu obligación, a través de los prismáticos. Siempre que estabais fuera, vuestra obligación era otear el horizonte en busca de aviones enemigos o cualquier barco que pudiera parecer un objetivo o un problema.

Cuando te moviste hacia el este, tus ojos, a través de ellos, se fijaron en un punto en el cielo que parecía hacerse cada vez mayor. Era casi como una mota de polvo en la lente. Entonces apareció otra mota, y después otra. 

Aviones enemigos, como solía decirse, a las tres en punto, que en pocos segundos estarían sobre vosotros.

El cielo azul, el mar. Estar allí arriba sintiendo el viento en la cara era una sensación reconfortante.

Max permanecía atento al este, su sector de vigilancia. Todo parecía tranquilo. Hacia calor y el sudor le caía por la frente molestándolo. Se lo seco con manga del jersey dejando de mirar por un instante. Cuando de nuevo volvió a fijar la vista en el horizonte allí estaban. Era casi como una mota de polvo en la lente. Entonces apareció otra mota, y después otra. 

-¡Aviones enemigos a las tres en punto, se acercan! Max los señalo instintivamente aunque no hiciera falta. En la torre empezó el desalojo, había que darse prisa y sumergirse. Quien quedara fuera no lo contaría.

Max era un adicto a la adrenalina, a las emociones fuertes. En esos momentos no podía disimularlo. -¡Que vienen! Hahahahahaa.  Se reía a carcajadas. Era como un adicto recibiendo su dosis.

Aunque estaba mirando por los prismáticos, Peter von Agstein no estaba en realidad buscando enemigos sino estaba descansando de la tensión de la batalla anterior. El mar, su tamaño e inmensidad, siempre la habían hecho disfrutar y olvidar los malos momentos. Con la mirada perdida en el horizonte buscaba más que otros barcos un momento de pausa, deseando volver a La Rochelle y de ahí a Munich para ver a su familia. Su postura era rígida, atenta, vigilante... pero su mente estaba por fin descansando tras un largo viaje infructuoso. Gracias a que no había enemigos cerca podía disfrutar, como en otros tiempos, de la mar.

-¿Alguno de ustedes ve algo? Creo que por ahora, tenemos vía libre, señores. Me gusta verle aquí, señor Martin, se que se esfuerza mucho para tenerlo todo a punto. Dijo, mientras seguía observando y pausandose con el oleaje del mar. Le daba paz. ¡Ay! ¡Si Alemania fuera quien de poder instaurar de nuevo su dominio de los mares...!

Y entonces, allí estaban. El no los había visto, ya que miraba hacia el lugar de donde venían, y fue el teniente Weitzmann quien se dio cuenta... ¡Venían aviones! Y debían ser enemigos, por lo que... -¡Muevanse señores! ¡Rápido! ¡Los quiero dentro más rápido de lo que pronuncian muerte! 

Tendría que correr, pero... ¡Ay! Su pequeña cojera...

No sabía muy bien que hacían allí arriba. Tomar la fresca y pasar el rato, no era algo que contribuyera a que Alemania ganara aquella gloriosa guerra. A Derek le gustaba divertirse, claro que si, pero durante las patrullas le gustaba concentrarse únicamente en la misión y ser productivos cuanto más tiempo posible. No obstante, tras aquella batalla, breve pero intensa, se habían ganado aquel respiro.

Un respiro que duró muy poco, por desgracia. Mientras la brisa fresca marina golpeaba suave contra el rostro de Strauss, Max pareció detectar algo. Aviones enemigos sobrevolaban el cielo y en breves instantes les abatirían si no desaparecían de inmediato.

¡Vamos, vamos! - Gritó tratando de desaparecer cuanto antes de la línea de tiro. - ¡Debemos sumergirnos! - Alertó al personal del U-Boot.

Poco dura la alegría de poder navegar en superficie... es lo que tiene emerger a plena luz del día, que corres el riesgo de encontrarte una patrulla aérea antisubmarina... Por eso, en este sexto año de guerra, lo normal es emerger de noche y navegar sumergido de día...

A la voz de alarma, todo le mundo sigue el procedimiento tantas veces ensayado: sin aglomerarse ni crear tapones, rápidamente, todos entramos por las escotillas, mientras se prepara todo para una inmersión de emergencia.

La tripulación sabe lo que se hace, por fortuna, y corren a sus puestos sin que sea necesario decir mucho más.

Aunque a mí, lo que me preocupa, es saber el estado de carga de las baterías.... llevábamos mucho rato navegando con los diesel, pero hay que estar seguro de que la carga acumulada sea suficiente; al menos para llegar bien hasta la noche, cuando deberíamos poder emerger sin problemas...

... Siempre y cuando no nos hayan visto... aunque hay una cosa que me extraña...

-¿Eran varios? Mierda... Verdammt!  ¿habéis visto si eran monomotores?

... Porque de ser así... podría haber un portaaviones británico cerca, y esos no suelen ir solos... suelen más bien ir mal acompañados... para nosotros

Uno tras otro, tras el aviso de Max, fuisteis entrando en el submarino.  Johann Martin volvió a abajo rápidamente, como si en realidad, estar lejos de sus máquinas fuese lo antinatural y su lugar se encontrase en la oscuridad, rodeado de aceite y pistones. Max también entró con rapidez, pero por desgracia, Strauss, poco entrenado en las acciones que debía realizarse en un submarino, se entretuvo más de lo debido intentando identificar al avión, mientras el capitán le instaba a que se metiese de una maldita vez.

No fue el único. A pesar de haber dos accesos en la cubierta, habían salido tantos marineros a respirar que entrar se antojaba ahora una operación más lenta de lo esperado.

Eso permitió que los tres aviones se aproximaran y diesen una primera pasada sobre el submarino. 

Eran de la RAF.

Sin duda, os habrían identificado y ahora estarían comunicando vuestra posición a todos los barcos aliados del Atlántico, aunque vuestra prioridad en aquellos momentos era sumergiros para evitar males mayores.

- ¡Británicos! - Exclamó mientras señalaba los aviones de la RAF. 

Odiaba a aquella escoria británica. Eran débiles, borrachos y orgullosos. No consideraba que ser un hombre orgulloso fuera malo, él lo era, pero uno tenía que tener motivos para estar orgulloso y desde luego que hacía mucho que el Imperio Británico era una vergüenza. Al menos eso creía él.

- ¡Rápido, todos adentro! - Gritó a los asustados hombres que corrían por sus vidas.

Los agudos ojos de Strauss le permitieron distinguir con facilidad el tipo de avión del cual se trataba. 

Spitfire. 

Últimamente, era lo que más veía sobre los cielos. Solo esperaba que logrando la supremacía bajo las aguas, recuperasen el crédito perdido sobre ellas.

Rápidamente volvió a su puesto; poco más podía hacer, que asegurarse de que no se fastidiaba nada... pero tenía un miedo, que los malditos aviones les lanzasen algún tipo de mierda; desde simples balas que rebotarían inofensivas contra el casco, a algo más dañino... cualquier cosa con capacidad de perforar acero; desde proyectiles perforantes de 20mm hasta bombas ligeras, pasando por cohetes...

Tantas cosas podían joderles en distinto grado... que era como para estar acojonado...

En cuanto llegó a la sala de máquinas, los que estaban fuera y habían llegado antes, ya habían puesto a los demás en antecedentes...

-¡Listos para inmersión de emergencia! ¡No os quedéis ahí parados! ¡Listos para ir los que no estéis de turno de servicio a la sala de torpedos de proa!!, hay que ayudar a que esto se sumerja lo más rápido posible!!!! RAUS, RAUS!!!!

Vale que no podía ordenar una acción así, ni tampoco participar activamente, pero conocía el procedimiento... para una inmersión de emergencia, que es lo que procedía en este caso, se usarían los timones para hincar la proa en las aguas, llenado de tanques lastrables para perder flotabilidad, y aumento de masa en proa para que el ángulo de inmersión se pudiese ganar más rápido; y esto último se lograba llenando más rápidamente los tanques de proa, y haciendo que la masa móvil, o sea, el peso de la tripulación, fuese al extremo proel de la nave.... No serían muchas toneladas, pero incluso ese poco, podía dar unas décimas de segundo de ventaja... tal era el margen que podía separar la vida de la muerte de toda una tripulación.

- ¡Son spitfires! - Gritó Strauss mientras se introducía en el interior del submarino. - Si son del tipo A, tienen ocho ametralladoras del .303. No deberían tener cohetes y no deberían ser una gran amenaza. Seguramente estén de reconocimiento. Lo malo es que alteren a la armada aliada. Cosa que ya deben haber hecho...

El ala elíptica del Spitfire tenía una sección transversal delgada que le permitía alcanzar una velocidad punta más elevada que el hawker hurricane y varios cazas contemporáneos.​ La velocidad era vista como una cualidad esencial para llevar a cabo la misión de defensa nacional contra los bombarderos enemigos.

-Verdammt! ¡Maldicion! ¡Todos adentro, maldita sea, rápido, rápido! -No es que me importase ser el último, pero éramos demasiados en el puente, y eso nos podía llevar a sufrir alguna baja, por algún empujón, fallo, caída... O disparo. -¡Con orden, vamos, vamos!... 

von Agstein observó cómo todos iban rápida y diligentemente a sus puestos, pero Strauss estaba intentando advertir él tipo de los aviones... No eran bombarderos, ni aviones torpederos, pero en cualquier caso, lo importante era que les perdieran de vista... Y evitar que les pudieran disparar, ya que se podrían tener algún tipo de modificación de munición. -¡Vamos señor Strauss! ¡Hay que perderlos de vista o tendremos encima a la cochambrosa Home Fleet encima! ¡Adentro!

Mientras espera a que entre el teniente, gritó adentro : -¡Preparen inmersión de emergencia a 200 pies! ¡A mi orden!- Esperó que el teniente entrase, para entrar, cerrar escotilla y dar la orden de comenzar. Maldicion... No deberían haber subido a esa hora del día... Pero llevaban mucho en la mar. No veía la hora de llegar a La Rochelle...

Posicionando cerca de la escalera de mano, Max ayudaba a bajar a los rezagados. Mientras lo hacia ya estaba gritando ordenes. Ya todos sabian que habia que hacer y necesitaban hacerlo rápido. -Maniobra de inmersión preparada. A su orden Capitán. Grito tras comprobar que todos estaban en sus puestos y las escotillas cerradas.

Spits... le preocupó... si eran cazas basados en tierra, es que no estaban lejos de Inglaterra; esos no suelen patrullar el océano, salvo en vuelos de entrenamiento.

Se compuso una imagen mental de la zona en que, suponía, se encontraban del Atlántico... Probablemente no había tenido algo en cuenta, y estaban más cerca de la costa de lo que cabría esperar; ello no le gustaba...  malo era bregar con los aviones de largo alcance del Mando Costero, pero si encima tenían que preocuparse del Mando de Cazas... les iba a llover mierda como nunca en su asquerosa vida...

... Al menos, poco daño podrían hacerle los Spitfire, si solo llevaban ametralladoras...

Los aviones realizaron la siguiente pasada sobre vosotros, disparando sin descanso. A pesar de cerrar la escotilla, no todo el mundo fue igual de rápido y dos marineros recibieron una parte de la descarga de balas, cayendo al mar en medio de gritos. Pero no había tiempo para rescatar a nadie, si es que en verdad aún podía estar alguno de ellos con vida. Había que sumergirse.

Los disparos también dieron de lleno en parte de la cubierta, que a pesar de ser hermética, podía haber sufrido daños, pero de nuevo, nadie iba a salir para comprobarlo. 

Sin embargo, todos teníais muy presentes las palabras llenas de seguridad del señor Strauss, así que cuando una bomba explotó próxima a vosotros y todo el submarino se vio empujado en todas direcciones, los ojos de cada marinero y sobre todo del contramaestre, se volvieron hacia él.

Claro que no dispusisteis de mucho tiempo porque la bomba había hecho que una fuga de agua comenzara a filtrarse en la cámara de torpedos. Los gritos de alerta de los marineros podían oírse por todo el submarino.

El sonido de aquellos aviones haciendo una segunda pasada sobre el submarino y vomitando su "mierda" hizo quedar a Max en trance. Ese sonido le recordó otro, uno similar. Un mosquito zumbando en la oreja.

El segundo teniendo hubiera querido dar un manotazo a esos aviones y quitarlos de su camino, pero al igual que los moquitos, esos aviones les estarían jodiendo sin que pudieran hacer nada.

Volviendo a la realidad los gritos de los hombres alertaron de una entrada de agua en la sala de torpedos. La histeria, las carreras. En la vida de un submarinista no había lugar para el aburrimiento.

A Max tampoco se le escapo las miradas hacia el Primer Teniente. El hombre se había equivocado, pero acaso era él una enciclopedia humana... -¡Vamos! No quiero a nadie haciéndose el remolón. Hay mucho trabajo. Dijo rompiendo ese silencio tenso.

-Capitan, permiso para evaluar daños en la sala de torpedos. Solicito el joven queriendo ver los daños el mismo.

Verdammt! ¡Bastardos ingleses! ¡Dos de mis tripulantes y mi submarino! - A Peter le dieron ganas de, en lugar de cerrar la escotilla al alcanzarla, salir a por las torretas y terminar con aquellos malditos imbéciles... Uno a uno, y derribarlos, que cayeran... Calla Peter, hazte cargo de tu nave, maldicion...

​​​​​​Se cerró la escotilla, y bajo, con la mirada encendida... Perder dos hombres... ¡Que vergüenza! Tendría que pedir disculpas a sus familias, a sus hijos si los tenían... Y entonces... Explotó una bomba. Los bastardos llevaban bombas. Y les estaban... Haciendo sufrir...

-¡Os quiero a 200 pies más rápido de lo que se rindieron los polacos, malditos seáis! ¿Que sois, alemanes o idiotas? Fisher, Meyer, conmigo, vamos a reparar la vía que se acaba de abrir aquí en la zona de mando. Los demás, quiero que repareis cada centímetro de este submarino u os lanzó por el tubo 1, maldicion, ¡O por la sentina! -viendo la oferta del pobre Max, le dijo afirmativamente - ¡Perfecto, teniente Weitzmann! Pero avise de cualquier cosa, no pienso perder a ninguno más de los que me encomendaron...

von Agstein cogió unas herramientas, y mientras seguía atento a lo que pasaba y a ver qué se cumplían sus órdenes, se dirigió a arreglar el par de remaches que habían saltado en su zona... Que no serían preocupantes, comparado con lo de la sala de torpedos...