Partida Rol por web

No todos acompañaron a la Directora del Despacho de Integridad Mágica al Torreón sede de la Cofradía. El enano y la elfa decidieron marcharse a sus hogares. Deseaban preparar sus equipos y despedirse de sus familias. Los que si siguieron los pasos de Wilhermina fueron además de Sir Haldir, primer interesado en el registro y Niren, que se había pronunciado al momento de la propuesta del primero, se sumaron Gambrinus y Sir Alois.

La sede de la Cofradía se encontraba en el centro del distrito de Altozano. Concretamente en la plaza que reunía los lugares más importantes de Avetria. El palacio real de Bythuador, el templo de Lux y el templo de Tenebris, la torre que servía como sede de la Cofradía de Magia y Hechicería de Bythudor y también el palacio que el rey había cedido gentilmente a la orden Rubí para que llevara a cabo su actividad tras sus muros.

Fue la propia Wilhermina quien les acompañó a los aposentos del mago Rataxes. Éstos se encontraban en uno de los niveles más altos de la torre. Pese a que la directora insistió en que las dependencias de Rataxes ya habían sido registradas sin hallar nada de relevancia, tampoco se opuso a que los elegidos para aquella misión pudieran hacer un nuevo registro.

Ascendieron las escaleras hasta el sétimo piso de la torre. Wilhermina les condujo a través de un pasillo tras abandonar el distribuidor y se detuvo al fondo del mismo junto a una puerta de dos hojas de madera y con aldabas circulares. Sacó una llave de una bolsa que contenía gran cantidad de éstas y abrió la estancia del mago Rataxes.

El interior de la habitación resultaba ser un lugar bastante ordenado para el común de lo que eran los magos. Se trataba de una habitación en dos niveles. Un nivel inferior donde se hallaba el escritorio del mago, diversas estanterías y un sillón de gran tamaño y de apariencia muy cómoda. El nivel superior se accedía hacia el fondo de la habitación a través de tres simples escalones que daban a un balcón exterior al que se salía por una puerta de vidrio y una sala anexa que servía de dormitorio.

En la zona izquierda de la sala inferior, se hallaba el sillón de gran tamaño junto a una ventana de forma circular. Estaba cerca de varias estanterías y de la chimenea en esos momentos apagada evidentemente. En aquella zona también se encontraba un narguile y el techo estaba algo oscurecido, posiblemente por la acción de los vapores de la shisha. Sin duda el lugar preferido del mago para relajarse, leer y fumar.

En la zona derecha se hallaba el escritorio, junto al cual reposaba una banqueta. No había ni un solo libro o pergamino suelto sobre la mesa, pero si un tintero y una pluma y un candelabro con varias velas apagadas. A los lados del escritorio había dos estanterías repletas de tomos antiguos y tras el escritorio una nueva ventana circular con vistas a los jardines de un palacio anexo.

Sobre sus cabezas pendía una enorme lámpara circular de araña con decenas de velas consumidas. Observaron entonces que en las paredes se encontraban inscritas algunas runas, realizadas con una tosca escritura. Sobre sus pies se hallaba una alfombra de calidad de color rojo, a juego con la tapicería del sillón y las cortinas.

Subiendo los escalones que daban al dormitorio se podía observar el interior del mismo. Se trataba de una estancia no demasiado ostentosa. Presidía la habitación una cama doble con sabanas color granate y dosel a juego con las cortinas que ocultaban la luz procedente de otra ventana circular. Junto a la cama se encontraba una mesilla de noche y en la pared opuesta a la ventana un gran armario. Por último, a los pies de la cama había un arcón de madera.

Tras un segundo vistazo, pudieron observar algunos detalles más como era, un pie situado junto al sillón destinado posiblemente a soportar una bola, un cajetín junto a la puerta repleto de llaves y una jaula en el suelo justo detrás del sillón.

Cajetín con llaves: comparitmento secreto llave grande

Chimenea con cosas quemadas (localización pirsmide? Isla? Templo?

Arcon con ropa y algun regalo

armario con ropa (túnicas)

Pista: hombres serpiente, muchos libros sobre geografía de Du-Haib y Calandria, libros que hablan acerca de hombres serpiente

Niren estaba convencida de que el hecho de que los aposentos de Rataxes se encontraran en el quinto pino hacia arriba debía tener algo que ver con un posible caso de invasión: Si el enemigo veía semejante escalera se daba la vuelta y se volvía a casa. O se moría en el camino de subida.

O igual es que Rataxes era simplemente masoquista. ¿Por qué esa obsesión de los magos por las torres absurdamente altas?

No quería pensar en el pobre sirviente que tuviera que subir a servirle el aperitivo, o a limpiarle la habitación. Es más, seguramente siempre debían subir dos sirvientes, que además fuesen clérigos, y anduvieran resucitándose por el camino.

Dejó aquel hilo de pensamientos inesperadamente adictivo en cuanto cayó en la cuenta de que ya habían llegado. Y al contemplar la ostentosa habitación decidió que lo de que subiesen dos sirvientes clérigos era una tontería.

Mínimo seguro que subían cuatro.

No obstante, todos aquellos recovecos, objetos y muebles susceptibles de esconder algo le hicieron chispear los ojos con un brillo pícaro. Si había algo útil allí lo pensaba encontrar.

«Y si no habremos hecho el ejercicio de piernas gratuito más absurdo de la historia»

Entrelazó los dedos de las manos estirando los brazos hacia adelante, cosa que le hizo crujir los nudillos al voltear estas con las palmas hacia afuera.

—Esperemos encontrar algo más que su colección secreta de bolsitas de té...

Se adelantó y se dispuso a husmear hasta el último centímetro de aquella estancia.

A Gambrinus le dolían las piernas. Su cuerpo no estaba hecho para subir tal cantidad de escaleras, al menos cuando era un enano poseía una resistencia mucho mayor. Cuando entraron en la habitación el mediano le echó una mirada inquisitiva.

—Asegúrate de que no haya trampas—le dijo a Niren—. Si yo fuera Rataxes y estuviese orquestando una traición contra Bythuador me habría asegurado de destruir el contenido de mis aposentos. A no ser claro que quisiera liquidar a mis potenciales perseguidores con una serie de trampas mortales.

Entonces miró a Whilermina.

—A todo esto, ¿tenemos bajas directora?

Haldir enarcó una ceja al escuchar el comentario del mago mediano.

Curioso comentario viniendo de alguien de tu reputación, Gambrinus. Cualquiera que te oiga diría que eres un experto en traiciones y liquidar perseguidores.

Pero no pronunció el pensamiento en voz alta. En vez de ello sacudió la mano para activar un sencillo conjuro de detección de auras mágicas. Dotado de él, ayudó a la tiefling a buscar por toda la habitación.

Mientras Sir Haldir se concentraba en su conjuro de detectar magia, Niren se puso manos a la obra en busca de cualquier pista o vestigio que pudiera ayudarles en sus pesquisas actuales, siempre siguiendo el innecesario consejo de Gambrinus. Ella ya sabía lo que tenía que hacer por descontado.

La joven tiefling comenzó registrando las estanterías. En esa misión el mediano se acercó en su ayuda. Mientras la mujer se centraba en encontrar algo fuera de lugar, algún mecanismo o algo que pudiera resultarle extraño o que simplemente le llamara la atención, su pequeño ayudante se centró en los libros.

Muchos eran los libros que Rataxes había acumulado. Sin ser ninguno tomos mágicos, si era cierto que muchos de ellos trataban temas arcanos. Se trataba de viejos grimorios sobre plantas, componentes de conjuros y un sinfín de enciclopedias sobre seres mágicos o mitológicos. Pero lo que más le llamó la atención fue que entre todos aquellos libros, los que menos polvo tenían eran cuatro tomos que hablaban sobre las Du-Haib y Calandria. Vio de reojo que junto a ellos se hallaban otros dos tomos que parecían realmente antiguos escritos en un idioma que no conocía.

Para ese entonces Sir Haldir ya sabía que en aquella habitación había cierta presencia de magia. Algo que no le sorprendía demasiado, aunque si en parte, pues Wilhermina había afirmado que aquella estancia ya había sido registrada con anterioridad. Algo un tanto extraño, a tener en cuenta que sin duda quien la había registrado tenía que ser por fuerza un arcano al encontrarse donde se encontraban.

Niren encontró en el interior del armario un sinfín de túnicas de muy diversa calidad. Lo cierto fue que había más perchas que túnicas y algunas de ellas estaban en el fondo del armario. Era evidente que quien se hubiera hecho con ellas tuvo mucha prisa por abandonar la estancia.

Lo cierto fue que para ese entonces Sir Haldir ya sabía que eran dos las auras mágicas activas en aquella estancia. La primera localizada en el arcón y la más poderosa en el cajetín de las llaves junto a la puerta de entrada. Fue en ese momento cuando Niren se acercó al arcón.

La tiefling lo examinó tan solo un momento, pero supo sin duda alguna que aquel arcón estaba provisto de algún tipo de trampa en su cerradura. No podía llegar a saber de qué se trataba, pero estaba convencida de ello.

- ¿Bajas? – Wilhermina miró a Gambrinus frunciendo el ceño. - ¿Lo dice por Liadrel e Innos? – Meneó la cabeza negando. – Simplemente han decidido fiarse del registro previo, supongo. – Sonrió antes su propia broma, mientras posaba su mano sobre el hombro del mediano de forma amistosa. – Descuida Gambrinus, no te librarás tan fácil de ellos. Han sido contratados como guardaespaldas y se les ha prometido más oro del que jamás hayan visto junto.

Sir Alois tampoco se quedó de brazos cruzados. Gambrinus y Wilhermina conversaban, Sir Haldir trataba de detectar las auras mágicas que se hallaban en aquel lugar y Niren hacía lo que mejor se le daba, saquear. Pues eso era lo que hacía mejor, aunque no le gustase como sonaba aquella palabra. Él había decidido resultar útil.

Se centró en buscar en el escritorio. Lo hizo simplemente con la mirada, pero una iluminación que pocas veces se daba en su persona le hizo observar algo. Una especie de compartimento secreto en la chapa lateral del mueble. Se acercó y la observó de cerca unos momentos. Finalmente se vio con el coraje de despegarla y encontró algo en su interior, lo que parecía ser un pergamino.

Sin decir nada a nadie lo colocó sobre la mesa y lo examinó unos instantes. Se trataba de un mapa antiguo. Un mapa de las Du-Haib y de Calandria. Algo que sin duda les podía resultar útil en su búsqueda. Por un momento se sintió orgulloso de sí mismo, pero pronto decidió borrar la sonrisa tonta de su rostro. Tampoco era para tanto aquella victoria personal.

- He encontrado algo. - Anunció mientras exhibía el mapa.

—Un momento, Niren —pidió Haldir—. Detecto un aura mágica en el arcón. Aunque la más poderosa viene del cajetín de llaves. Déjame que compruebe a qué escuela pertenecen para hacernos una idea de lo que tenemos delante.

El caballero frunció el ceño en un gesto de concentración y se puso manos a la obra. Cuando su mentor explicó su hallazgo, el sacerdote de Iakhesis miró al experto en traiciones.

—Gambrinus, ¿crees que puede ser un señuelo para despistar perseguidores o quizá Rataxes dejó esto atrás en su premura por irse?

Sea como fuere, parecía que había secretos aún por desentrañar en aquella habitación. ¿Por qué no la habían puesto patas arriba?

—Señora Magnussen, ¿quién ha registrado esta habitación? ¿Es de su confianza?

«¿Por qué clase de novata me tomas?» había pensado Niren con el innecesario aviso. No había mantenido la cabeza pegada al cuerpo hasta ahora por no desconfiar hasta de su sombra.

Tras buscar un poco, se quedó acuclillada junto al arcón observando la cerradura con los ojos entornados hasta que Haldir se acercó también a inspeccionarlo.

—Tiene una trampa—le dijo antes de girar la cabeza para mirarlo—. No tengo claro qué tipo de trampa pero tiene una. Aunque ahora que dices eso probablemente sea mágica.

Ahora ella también quería saber quién había inspeccionado aquello.

—O eso, o no es algo muy importante—agregó a la teoría del caballero rubí, luego esbozó una sonrisa de oreja a oreja—. Claro que también puede tener la madre de todos los conjuros tejida y por eso lo dejó. ¡Oh! Pero estoy segura de que si fuese importante el Mago Real lo sabría, es más, no sólo lo sabría, sino que habría hecho los deberes hace mucho y habría disipado esto. ¿A que sí?

Apostilló lo último parpadeando varias veces como si sus pestañas fueran inocentes mariposas. Entonces se percató de que Sir Alois había hallado lo que parecía un mapa antiguo de las Du-Haib así que se acercó curiosa a husmear.

—Me refería a si alguien había muerto registrando esta habitación. No tengo intención de librarme de ellos mientras se porten como es debido.

Gambrinus se quedó pensando. Sintió el impulso de encender otro puro, le ayudaba a pensar, pero seguramente no fuera ese el lugar más conveniente. Nada de aquello tenía sentido. Ni las auras mágicas, ni las trampas.

—Buen trabajo Sir Alois—le dijo a su colega de despacho cuando mostró el mapa.

El mapa era lo de menos, si había estado haciendo estudios sobre Du-Haib, era normal que algo así estuviese en ese lugar y no se le diera importancia, pero era mejor que el hombre mantuviese la moral alta.

—Creo que alguien está jugando con nosotros—dijo mientras se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas—. Nadie del Despacho de Integridad Mágica haría un trabajo tan chapucero. ¿Pasar por alto un Detectar Magia? ¿No buscar trampas? Ese tipo de cosas son las primeras que nos enseñan. ¡Joder en el Despacho nos pasamos el día investigando magos!

El mago suspiró.

—Ahora mismo se me ocurren tres opciones—Gambrinus alzó el dedo índice—. Rarzorg nos la está jugando. Ha dicho que se ha encargado de hacer una serie de investigaciones y no las ha hecho, ¿Por qué no se ha asegurado de cubrir sus propias mentiras? ¿Por qué no nos ha impedido venir? Podría aceptar que su historia no sea sincera, pero me niego a pensar que el Mago Real haya acabado convirtiéndose en un inepto. Aunque esa sería precisamente nuestra segunda opción.

El mediano levantó el dedo corazón y miró a Whilermina.

—Aun así, dudo mucho que la directora hubiese permitido que este trabajo se llevase de una manera tan cutre sin meter baza. Y si no se lo hubieran permitido por alguna razón, ya nos habría puesto al corriente de esto. ¿Verdad directora?

El mediano alzó su tercer dedo.

—Eso nos deja la tercera opción y la que yo creo más plausible. Alguien ha estado en este cuarto después de su registro. ¿Quién? Pues por pensar podría tratarse hasta el mismísimo Rataxes. Un mago con sus recursos podría llegar hasta aquí con un chasquido de dedos. Aunque es más fácil pensar que tenga todavía hombres leales a él en Aventria. De esta forma podrían estar al tanto y  sabotear cualquier investigación que se llevase a cabo en la ciudad, eliminar amenazas y sembrar la discordia entre aquellos que le investigan. Como ahora, que estamos dudando del trabajo hecho anteriormente.

El barrilete del cinto empezó a temblar.

—Ahora no, mañana—dijo con voz autoritaria para después seguir con su disertación—. Cualquier información que aquí tengamos debe ser tratada con escepticismo y usted directora debería investigar a todos los que han hecho el trabajo previo. Tampoco recomiendo que nos separemos a partir de ahora.

Wilhermina se rascaba la barbilla ante los acontecimientos que estaban teniendo lugar en ese preciso instante. Parecía realmente sorprendida ante los descubrimientos que acababan de hacer nada más llegar a los aposentos del mago Rataxes. La señora Magnussen ignoró en primera instancia la pregunta de Sir Halois, aunque parecía más bien por estar inmersa en sus propios pensamientos que en algo deliberado.

- Lo que dices es así. - Le respondió a Niren. - El Mago sabe lo que hace y este trabajo... - Miró entonces a Gambrinus. - Parece realmente chapucero. No tiene sentido. - Suspiró pensativa. - Es evidente que el registro lo hizo gente de mi confianza. No encontraron nada relevante y bueno... - Alzó la vista cruzándola con todos los allí presentes. - Desde luego que detectaron magia y buscaron trampas. Si había dos conjuros activos en esta sala debería haberlo sabido. - Señaló al mediano. - Eso nos lleva a la tercera opción...

- Entiendo entonces que alguien ha accedido a estos aposentos tras la marcha de Rataxes y el registro. - Intervino Sir Alois repitiendo lo que ya se había dicho. - Podría ser que deseara sembrar la desconfianza entre nosotros y el Mago Real. -  Se mesó la barba pensativo. -  Es posible que hayan dejado pistas falsas. ¿No creéis? ¿De quién se puede tratar? El mismo Rataxes... ¿Tú crees Gambrinus?

«Una novata de la clase que no sabe nada acerca de qué es la magia o cómo funciona» habría respondido Haldir categóricamente a Niren si la tiefling hubiera expresado sus pensamientos en voz alta. En lo que al sacerdote de Iakhesis respectaba, incluso la mayoría de los magos eran unos bobalicones ignorantes al respecto.

—Dudo que haya sido él. Es más probable que haya sido uno de sus agentes —asintió Haldir—. Por eso preguntaba si quienes habían registrado esto eran de su total confianza, señora Whilermina. Aún podría haber traidores en palacio.

Ningún mago era tan hábil como se creía que era. Y sería un riesgo soberanamente estúpido que Rataxes volviera a Aventria. Dado que era su enemigo, prefería considerarlo como el único mago con dos dedos de frente en la corte de Téfanos.

—El arcón irradia un aura de ilusión, el cajetín de abjuración. Gambrinus, Whilermina, ¿tenéis en vuestras mangas un conjuro de disipar magia?

Niren era de la opinión de que no hacía falta esforzarse mucho para sembrar la desconfianza con el Mago Real. ¡Sólo había que dejarlo hablar! Su soltura explicándose hacía el resto.

Cotilleó el mapa mientras Sir Haldir indagaba en el asunto de las auras mágicas. Si Gambrinus o Whilermina podían encargarse de aquello, mejor. Deshacer cosas de magia para los magos.

Especialmente si eran peligrosas.

—Lo único que no me cuadra es que falta una ciudad entre Calatos y Somia que se llama Tigrit—comentó observando los dibujos—. No es muy detallado pero es relativamente actual. Aunque no he oído hablar de las ruinas de la isla del mar del Sol y... creo que el campamento forajido hace como veinte años que ya no existe.

Miró entonces a los demás.

—O sea, ¿que puede que no contenga nada y lo hayan dejado por aquí sólo para que tengamos un mal día por intentar abrirlo?—preguntó. Hizo una pausa anecdótica antes de añadir:—. Personalmente yo habría añadido dentro una piedrecita con un monigote dibujado sacando  la lengua. Vacío es demasiado soso.

—Sólo expongo posibilidades—respondió a Alois—. Como tu pupilo, yo también dudo que sea el mismo Rataxes, pero que lo dude no lo hace imposible. Y en este momento me gustaría mantener todas las opciones abiertas.

Gambrinus se levantó del suelo.

—Si, puedo intentarlo y de paso averiguar cuan poderoso es el mago que nos ha puesto estas trampas. Hacedme sitio, por favor. Y directora, por favor, mande llamar a Liadrel e Innos inmediatamente.

El mago mediano cerró los ojos, alzó las manos y comenzó a regular su voz.

—Sveron eminentis doctrum. Septem enim ex viribus magicae. Murorom at naeniam et solve fasciculos potest.

Al terminar el conjuro algo no pareció gustarle a Gambrinus.

—No ha funcionado, ¿verdad?—le preguntó a Sir Haldir.

Ese disipar magia había sido bastante birrioso. Eso lo sabían en Aventria y en Du Haib. Pero ni una palabra salió de los labios de Haldir hasta que comprobó las auras.