Partida Rol por web

Primavera del año 644 de la Primera Edad del Dualismo.

Morada del Cofrade Gambrinus. Entorno a la media noche.

El humo del puro de Gambrinus enturbiaba el ambiente ya de por si cargado de su despacho. Se trataba de una estancia bastante amplia en la pequeña casa del mago, la más amplia de hecho. Si bien el espacio no era algo que le sobrara a su vivienda, la estancia más grande era la que empleaba para acumular la gran cantidad de tomos arcanos, tomos no arcanos, artefactos, inventos y cachivaches en general, que había estado acumulando durante toda su vida.

Los ojos se le cerraban. Llevaba horas leyendo y consultando un manuscrito que había sacado de la biblioteca de la Cofradía sin llevar a cabo el procedimiento reglamentario para extraer dicho libro de su estantería. Para Gambrinus, el proceso burocrático que entrañaba el préstamo de uno de aquellos tomos, era demasiado tedioso. Por suerte para él, su cargo dentro de la Cofradía le permitía llevar a cabo ciertas irregularidades sin que nadie dijera nada.

“Exorcismos, anclajes, rituales y otros conjuros relativos a las almas”, por Fraderioc Nictup, alienista. Después de casi cinco horas de infructuosa lectura lo único que había podido deducir de su lectura era que aquel Fraderioc Nictup no era más que un farsante y lo poco remarcable que se podía destacar era la notoria capacidad de engaño que había hecho servir para titular aquel manuscrito, que sin duda alguna ni se molestaría en devolver a la biblioteca.

Aquel enano cascarrabias metido en el cuerpo de un mediano cerró con fuerza aquel tomo. Entonces dio un sorbo a su copa de brandi y se puso en pie para estirar las piernas. Caminó por la estancia hasta detenerse justo frente a una ventana que daba a la parte frontal de su casa situada en una de las mejores zonas de la ciudad, un barrio residencial llamado, el Hogar del Aposentado.

Lo que vio al mirar a través de los cristales de su ventana le llamó poderosamente la atención. Se trataba de un rostro conocido. Sabía por los recuerdos de Gambrinus que entablaron una gran amistad hasta que se produjo el Evento Verde, pero uno de los más suspicaces desde que despertara en el sanatorio. Se notaba que aquel clérigo se preocupaba por él y que trataba de entender el cambio que había sufrido su personalidad. Sin duda sospechaba algo, pero Borgrim no estaba dispuesto a que lo descubriera.

Fue entonces cuando recordó que Ab-Rahim quería verle y de hecho habían concertado una cita esa misma tarde. No le hacía especial gracia  a Borgrim acudir a ella, pero no tuvo la ocasión de decir que no, pues había sido un sirviente de la Cofradía quien le había comunicado tal cita. Cuando encontró aquel tomo en la biblioteca, olvido por completo aquello enfrascándose en la lectura.

Fue entonces cuando tocaron a la puerta. Ab-Rahim no se iría de allí fácilmente. Sabía que Gambrinus estaba en el interior de su vivienda. Había visto luz desde la ventana y posiblemente también su silueta. No hacía falta recurrir a los dioses para saber aquello.

Gambrinus se quedó mirando la puerta con el ceño fruncido. ¿Cómo podía haberse olvidado de la reunión? Estaba empezando a ser descuidado y eso no era algo habitual en él. El mediano sintió un nudo en el estómago, esa era el tipo de cosas que hacia el alocado propietario de ese cuerpo. Era recto y de fuertes valores, pero si no había acabado siendo un paladín era porque estaba un poco loco.

El mago negó con la cabeza, no podía seguir por ese camino. Bastantes cosas estaba asimilando de su rival como para encima ahora empezar a ir en contra de su propia naturaleza. Sin levantarse de la mesa dio una calada a su puro. Ab-Rahim podía ser un problema. No era tan inteligente como él, pero si perspicaz. Más que Gambrinus y más que Borgrim. Por eso hacían tan buena pareja en el Despacho.

Si quería seguir tranquilo con sus investigaciones y con su nueva vida tenía que poner tierra de por medio. Seguía demasiado constreñido por la vida de Gambrinus y eso empezaba a ser un problema. Llevaba tiempo dándole vueltas a una idea e iba que tener que ejecutarla. Pertenecer al Despacho le estaba dando más problemas que beneficios. No parecía que en la cofradía fuera a encontrar un libro que solucionara sus problemas.

Encima de la mesa, junto a la copa de brandy, había un barril de cerveza en miniatura con remaches y un pequeño grifo en plata. Gambrinus estaba tan sumido en sus pensamientos que no vio como un liquido dorado comenzaba a salir de él. Un liquido que era capaz de violar todas las leyes de la física.

Oripell, su familiar.

—Bueno, ¿qué?—susurró— ¿Vas a abrir o no? Bastante tienes con que se te haya olvidado la cita como para que sigas comportándote como un raro. No me augura un futuro muy bueno si te pillan, ¿sabes?

La relación entre Oripell y Gambrinus era muy peculiar. Se querían y detestaban a partes iguales, como un matrimonio de más de treinta años. Posiblemente porque en el fondo los dos eran dos pobres desgraciados a los que el mundo les haría cosas horribles si no se protegían el uno al otro. Pero también se ayudaban mucho, el elemental de cerveza hacia muchas veces de consejero de Gambrinus y por su lado el mediano le permitía  a Oripell conocer mundo.

—¡Cállate!—le espetó a su familiar mientras se levantaba de la mesa—¡Ya podrías habérmelo recordado en vez de echarte una siesta!

El mediano se acercó a la puerta, sonrió de oreja a oreja (o al menos lo intentó) y abrió la puerta. Ahí estaba Ab-Rahim, como se temía. Así que no le quedó otra que componer una expresión de disculpa, cosa que por otro lado tampoco se le daba bien.

—Lo siento amigo mío—lo saludó—. Me enfrasque con un libro y cuando me quise dar cuenta ya había pasado la hora de cenar. Pasa, pasa, ¿quieres tomar algo? ¿Agua? ¿Brandy? ¿Vino? ¿Quieres beberte a Oripell? Estaba durmiendo en vez de recordarme las cosas como haría un buen familiar.

—¡Eh!—exclamó indignado Oripell—¡Bastante tengo con que os bebáis a mis hermanos como para que ahora encima me ofrezcas a mí!

El elemental ya había salido completamente de la mesa y saltó hasta el hombro de Gambrinus. Era una suerte que no manchase al tacto, porque si no el mediano se dejaría un dineral en la lavandería.

—¡Hola Ab-Rahim! No es culpa mía, los elementales de cerveza necesitamos dormir dieciocho horas al día. Es por culpa del alcohol.

Ab-Rahim estuvo a punto de declinar la oferta de su compañero y amigo. De hecho ya tenía la mano preparada para hacer un gesto de negación, cuando cambió de idea. Se llevó la mano al mentón y miró unos segundos a Gambrinus.

- Si… - Asintió. - ¿Podría ser un brandy?

Aquella pregunta dejó descolocado al mediano. No es que fuera poco habitual ver a aquel veterano clérigo consumiendo algún tipo de bebida espirituosa, sino que hasta la fecha, Borgrim pensaba que era totalmente abstemio y en los recuerdos de Gambrinus que podía consultar, no había ninguno de Ab-Rhaim sujetando una copa de licor o tan siquiera una cerveza.

No obstante, nunca era tarde para empezar a degustar los pequeños placeres de la vida. Cosa que mucha falta le hacía a aquel recto y estirado personaje. Por lo tanto y pese a que no esperaba tener que hacerlo, Gambrinus se encaminó en busca de uno de sus mejores brandis y le sirvió un trago en una de las pocas copas limpias que le quedaban.

Minutos después se acomodaron en el despacho de Gambrinus. Uno degusaba el humo de su puro mientras sujetaba una copa a la espera de descubrir el porqué de aquella visita. El otro se conformaba con ser fumador pasivo del nauseabundo humo de tabaco y trataba de no embriagarse con aquel fuerte brandi que su amigo le había proporcionado.

- La reunión a la que tendrías que haber acudido… - Dijo con cierta sorna el clérigo. - …era para poner en tu conocimiento cierto asunto. – Dejó la frase en suspenso buscando quizá, despertar la curiosidad de Gambrinus. – Se trata de un encargo de vital importancia. – Dio un sorbo al brandy y abrió los ojos de par en par tratando de tragar. – Las altas esferas de Bythuador han pensado en ti. El mismo rey, el mago real, el despacho de Integridad…

Dejó la copa sobre una mesa poniéndose en pie. Se notaba que aunque había acudido a comunicarle algo acerca de una misión o una tarea, no era él quien estaba más convencido de la idoneidad de la elección. Desde que tuvo lugar el Evento Verde, Ab-Rahim, hasta el momento íntimo amigo de Gambrinus, vio algo extraño en el comportamiento del mediano y con razón.  

- Todos parecen reconocer en ti, a un agente perfecto para la tarea que desean encomendarte. – Se situó junto a Gambrinus, muy cerca de él de hecho y hecho un vistazo rápido al tomo que se hallaba sobre la mesa. - ¿Qué opinas tú, viejo amigo? ¿Eres el agente perfecto, el adecuado?

Oripell saltó del hombro de su amo hasta la mesa y puso los brazos en jarra. Por decirlo de alguna manera.

—¡Pues claro que es el mago adecuado! ¡Has visto esos ojos, ese pelo, es porte! ¡Esas manos que obra milagros mágicos! ¡Y no te olvides de esa privilegiada mente! No vas a encontrar a nadie mejor Ab-Rahim.

A la cerveza dotada de vida le encantaba viajar así que cualquier posibilidad de emprender una nueva expedición era suficiente para emocionarlo y casi volverlo loco.

—¿Cuándo nos vamos? ¿Hay que hacer equipaje para muchos días?

Gambrinus había permanecido en silencio con las manos entrelazadas. La interrupción de Oripell le había dado la oportunidad perfecta para reflexionar unos instantes, así que cuando llegó que tenía que hablar levantó la mano.

—Ori...—dijo con tono severo para que su familiar se callase, después se dirigió a su "amigo"—. ¿Qué tal el brandy? Nunca te había visto beber uno.

No se fiaba de Ab-Rahim. El enano metido en el cuerpo de un mediano siempre tenía la sensación de que le estaba espiando. Y ahora literalmente parcía que le estaba poniendo a prueba. Tenía que ser cauteloso, pero precisamente esa era una de las especialidades de Borgrim. Quizás el loco de Gambrinus hubiera respondido vehementemente a la pregunta, pero él optaría por mostrar una falsa debilidad. Con suerte su compañero sentiría pena por él.

—Pues no lo sé amigo mío. No lo sé. Hace unos meses te habría dicho que sí, pero ahora no estoy tan seguro. Llevo días pensándolo, quizás me debería tomar un descanso. Abandonar temporalmente el despacho y marcar distancia. Es lo que tendría que haber hecho cuando salí del sanatorio. Me empeñé en volver al trabajo lo más pronto posible para que nadie pensara que me pasaba algo y me parece que el estrés va a acabar conmigo. Fíjate, hasta se me ha olvidan las reuniones. Aunque quizás esa misión sea lo que necesite. Salir de la cofradía y probar mis aptitudes en el mundo real. Justo lo que Alnim dice siempre.

El mediano dio una larga calada al puro y hecho el humo por la boca.

—¿Tú que crees viejo amigo?—le dijo a Ab-Rahim devolviéndole la pregunta para luego repetir sus mismas palabras—¿Soy el agente perfecto, el adecuado?

Ab-Rahim miró a su viejo amigo con cierta compasión y acto seguido bajó la mirada. Era evidente que sentía cierta lástima por él, aunque eso no excluía que siguiera sospechando que las causas del severo cambio que Gambrinus había sufrido, no se debían únicamente a la conmoción sufrida tras el Evento Verde.

- Creo que en éste caso, mi opinión poco importa. – Tomó aire. - ¿No es verdad?

Ab-Rahim tomó la copa de brandy y dio un sorbo largo sin dejar de mirar fijamente a su interlocutor. Aquella mirada era una vieja conocida de Gambrinus, Borgrim lo sabía. Se trataba de una mirada escrutadora, una mirada que trataba de encontrar la verdad en aquello sobre lo que se posaba. Sí, era evidente que Ab-Rahim sospechaba algo, aunque no sabía muy bien por donde iban los tiros.

- ¿Desde cuándo fumas puros? – Preguntó el clérigo. – Te había visto alguna vez fumar en pipa, pero nunca puros. ¿Ya no fumas pipa?

—Es culpa de éste—dijo señalándo a Oripell.

—¡Eh!—exclamó molesto—¿A qué viene esto? ¿Ahora soy el culpable de todo lo que te pasa?

—De casi todo—terció con una sonrisa—. Le mandé a por tabaco y se equivocó. Así que me animé a probar uno de los puros y la cosa es que me gustó. Y también es mucho más cómodo que la pipa, no tienes ni que cargarla ni que limpiarla.

El mediano se recostó en su butacón y miró a Ab-Rahim con gesto grave.

— ¿A qué viene tanto misterio y tantas medias respuestas? A mí si me importa tu opinión. Somos amigos, ¿no?

A Borgrim no le caía especialmente bien Ab-Rahim por eso le resultaba irónico y delicioso hacer una alusión a la amistad. La charla anterior ya había ablandado al clérigo, esperaba con ésta última frase terminara por desmoronarse su actitud detectivesca. Al menos por esa noche.

No se equivocaba. Aquella artimaña dialéctica que involucraba los sentimientos de su viejo amigo, acabó por romper la pared de hielo y escrutinio que en esos momentos separaba a ambos. Ab-Rahim bajó la mirada y suspiró antes de desvelar el verdadero motivo de su visita.

- Verás, Whilermina quiere una reunión contigo. – Acabó por confesar. – No es una reunión cualquiera. Acudirán a ella el propio rey y también la princesa Mena. Estará presente el mago real, así como la propia Whilermina representando al Despacho de Integridad Mágica. – Hizo una pequeña pausa. – Sé que has intentado dejar el Despacho, o al menos lo tienes en mente. Pero no es el momento, amigo.

Ab-Rahim tomó de nuevo la copa de brandy y le dio un nuevo sorbo. Tragó con dificultades, era evidente que no estaba acostumbrado a aquel tipo de brebajes. Pero por alguna razón parecía necesitarlos esa noche.

- Te seré sincero. – Declaró entonces. – No eras su primera opción, pero la primera se negó a participar. – Hizo una nueva pausa. – Últimamente me siento cansado. Los años no pasan en balde sobre mí y lo cierto es que no me veo con ánimos. – Miró de nuevo a Gambrinus tratando de descubrir cómo le había sentado aquella revelación, aunque sin demasiado éxito. – No me está permitido desvelarte los pormenores de la encomienda, pero será un viaje largo y peligroso, con una recompensa final de incalculable valor para el reino.

—Menos mal que no es la primera opción—dijo Oripell con aires de importancia—. Está claro que si así hubiera sido a alguien se le había ido la cabeza. De hecho, él tampoco era mi primera opción de mago pero no me quedó otra. Era eso, que me bebieran  que me torturasen. Pero al final no es mal tipo. Se hace querer.

—Ori...—dijo con un tono amenazante mucho mayor que el anterior mientras en su rostro se dibujaba una expresión de furia.

El elemental de cerveza se dio cuenta de que se había pasado de la raya porque rápidamente volvió a meterse en el barril que hacía las veces de su casa. Antes de desaparecer añadió.

—¡No te cargues el viaje! ¡No te cargues el viaje o me vengaré!

Ver mundo, típico de elementales de cerveza.

Cuando Ab-Rahim confesó que era la primera opción una extraña expresión se dibujó en el rostro de Gambrinus. ¿Era molestia? ¿Extrañeza? ¿Duda? ¿Envidia? ¿Odio? Borgrim nunca consideró al clérigo alguien respetable. Su seriedad le parecía altanería y además el enano solía ser bastante prejuicioso con los no magos. Pocos habían sido los no magos que alguna vez se habían ganado su respeto. Y  eso sin contar que era amigo de su archirrival. No lo consideraba más digno que él para ese encargo. Aunque seguramente todo lo sucedido durante el Evento Verde tendría que ver. Era la única explicación.

Por suerte para él, el exabrupto de Oripell hizo que desviara su atención y el clérigo de Iakhesis no tuviera la oportunidad de ahondar más en sus pensamientos.

—Es un maleducado—concedió con una falsa sonrisa de disculpa—. Así que el rey, la princesa, el mago real y la directora del despacho. No es asunto baladí entonces. La verdad es que ahora si que haces que me pregunte si soy el adecuado.

Gambrinus se regodeó con su falsa humildad. Esa reunión era la ocasión perfecta. El momento idóneo para destacar como nunca su rival habría podido. De llegar más lejos de lo que él jamás había llegado. De empezar a marcar las diferencias.

—¿Sabes? Precisamente es un viaje lo que creo que necesito. Y si de paso sirve para los asuntos de la Cofradía y el Reino, mejor que mejor.

No pensaba que fuera posible sacarle más información al duro sacerdote, así que decidió tirar de las falsas normas sociales.

—Es tarde pero... ¿Te apetece una partida de ajedrez?

Ajedrez, así fue como empezó la rivalidad entre Gambrinus y Borgrim. Tenía que hacerse el simpático con Ab-Rahim pero al menos se llevaría la satisfacción de humillarlo con una victoria aplastante.

- Ajedrez… - Sonrió sonoramente. – Solíamos jugar largas horas. ¿Te acuerdas, Gambrinus? - Dijo con la voz pastosa.

Si no había tocado el corazoncito de Ab-Rahim hasta el momento, lo había hecho con aquella sencilla proposición. A aquel hombre parecía haberle embargado un profundo sentimiento de melancolía y tal como Gambrinus veía como su rostro se había transformado, no descartaba incluso que deseara abrazarle o incluso besarle.

- ¿Todavía conservas aquel ajedrez de jade y marfil que encontramos en la caverna del Wrym? – Le preguntó y sin darle tiempo a responder continuó hablando. - ¿Le faltaba un alfil de jade no? ¡Una pena, era precioso! ¿Aún lo tienes? – Tragó saliva y cuando Gambrinus trató de responder a aquellas insustanciales preguntas, volvió a interrumpirle. - ¡Ah, debería haber probado el brandy antes! ¡Esta de muerte! – Dijo dándole otro sorbo. - ¡Claro que quiero jugar, amigo!

Y he ahí el motivo de tal locuacidad. Se había pasado con el brandy. Y era normal que estuviera así, pues se había bebido dos copas llenas en menos de diez minutos. Para un hombre que normalmente no probaba el alcohol era sin duda demasiado. ¿La pregunta era, qué le había inducido a beber de esa manera, precisamente esa noche? Posiblemente Gambrinus nunca lo sabría. Aunque siempre podía preguntárselo.