Partida Rol por web

[D&D 3.5] El Destino de Lucarrion

Prólogo. Sir Haldir.

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14/06/2018, 17:52
Sir Alois

No obstante, algo parecía haber cambiado en aquel hombrecillo. Sir Alois se plantó ante Hilda con mirada impertérrita. No se movía un ápice y parecía estar esperando a que la mediana acabara de reírse de él en su cara para hacer algo. Sir Haldir no podía deducir el que, pues conociendo a Sir Alois como lo conocía, no parecía que pudiera tomar una decisión tajante. Menos en los últimos tiempos.

Sin embargo, hasta la propia Hilda pareció percatarse de aquella mirada altiva. Dejó de reír de golpe y aunque le costó su expresión jocosa acabó por mutar en un rostro de preocupación. Hilda miró a Sir Haldir ante el acoso de aquella mirada altanera, en busca de un auxilio que no halló. Realmente se había pasado con Sir Alois y hasta aquel hombre podía defender su honor.

- Hilda… - Habló con tono solemne. – Me marcho junto a Sir Haldir. Tú haz lo que creas. Quédate en mi casa o vete. Vende mis cosas o déjalas donde están. Pero que sepas, que nuestra relación… - Se lo pensó dos veces antes de calificarla. - … ¿tóxica? ¡Sí, Tóxica! Ha acabado. – Miró entonces a Sir Haldir. – Tengo una túnica perfecta para ti, viejo amigo. ¿Me acompañas?

 

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14/06/2018, 17:54
Hilda

- Pero... - Hilda compungida, trató de replicar. Sir Alois chistó la lengua girándose para darle la espalda. - Sir... - Sir Alois se giró clavando sus ojos encolerizados sobre ella y alzando su dedo índice.

Los ojos de la criada se abrieron de par en par. Nunca antes había visto así a Sir Alois. Casi parecía tener seguridad en sí mismo. Si no le conociera diría que era una persona con temple y aplomo y no aquel hombrecillo indeciso que se dejaba pisar por cualquiera al que estaba acostumbrada. 

Ella le miró con odio y le alzó la mano llena de ira. A ella no le chistaba nadie y menos aquel viejo al que había tenido que cuidar durante los últimos años. Esa casa era suya y todo lo de Sir Alois era suyo, pero no porqué él se lo cediera, sino porque se lo había ganado aguantando sus babas de anciano mellado. ¡Sería todo suyo cuando muriera! Para lo que Hilda esperaba que no quedara mucho.

Tanta fue la rabia que el desplante de Sir Alois causó en ella, que se atrevió a alzarla la mano. Su mano abierta fue directamente hacia el rostro de Sir Alois, pero en el último momento, aquel hombre le agarró con fuerza por la muñeca impidiendo una nueva deshonra. Sotó el brazo de la mediana con violencia y esta casi cayó al suelo.

¡Me vas a pagar ésto! - Dijo entonces la mediana. - ¡Ya lo creo que lo harás!

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14/06/2018, 22:15
Sir Haldir

—No, no lo harás —respondió Haldir, en un tono calmoso que contrastaba fuertemente con la tensión de la escena—. Sólo te ha pedido que empieces a tratarle con educación. Y sería una petición razonable aún en el caso en el que él no fuera tu patrón. Que lo es.

»Nosotros decidimos quién gana nuestro respeto, Hilda, eso está claro. Pero eso no implica que podamos ser maleducados o crueles con todos aquellos que no lo tengan. 

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19/06/2018, 15:15
Hilda

- ¡Tú no sabes lo que he tenido que aguantar! – Exclamó aquella mujer a la vez que su rostro se transformaba en una mueca llena de ira y resentimiento. - ¡No lo sabes!

Fue en ese preciso instante cuando se lanzó en dirección a un sorprendido Sir Alois. Hilda apretó los dientes mientras escupía fuego por los ojos y braceaba con sus uñas dispuestas a rasgar la piel de su señor. Sir Alois o se hizo atrás, permaneciendo impertérrito y mirando con desdén a aquella mujer que acababa de perder los nervios por completo.

Sir Haldir tuvo que intervenir para que ambos no llegaran a las manos. Como pudo, al estar entre ambos, tuvo que placar a Hilda. Aquella mediana luchaba con fuerza por librarse de su presa y arremeter contra Sir Alois. Era realmente escurridiza y el invitado a aquella casa, tuvo que emplearse a fondo para evitar una desgracia.

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19/06/2018, 15:15
Sir Alois

- Gruñe lo que quieras Hilda. – Intervino al fin Sir Alois. – Nunca te he tratado mal. Te he tratado mejor de lo que merecías de hecho. – Tomó aire. - ¡Esta es mi casa y deberías estarme agradecida!

Sir Alois dio un paso al frente acercándose un tanto hacia su amigo y su empleada. Ésta pareció enloquecer aún más de lo que ya lo estaba. Sir Haldir recibió un golpetazo en la boca. Hilda estaba trepando por su persona y se había hecho paso hasta su cabeza. De hecho, su cadera ya estaba a la altura del cuello de Sir Haldir y su entrepierna estaba pegada a su boca.

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19/06/2018, 15:16
Hilda

La fuerza que demostraba aquella mujer era sorprendente. Sir Haldir empezaba a perder el equilibrio mientras los pisotones, codazos, rodillazos y pellizcos de aquellas menudas manos se sucedían sin que casi le diera tiempo a respirar.

- ¡Suéltame! – Le gritó Hilda al pobre Sir Haldir. - ¡Suéltame que lo mato! – Amenazó.

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24/06/2018, 12:17
Sir Haldir

—¡Hilda, para! ¡No quiero hacerte daño!

Él era un caballero. Aunque en sus aventuras se había topado con muchas mujeres tanto o más peligrosas en combate que un hombre, no iba a hacerle daño a una sirvienta. De modo que tenía que estar conteniendo su fuerza mientras que la adrenalina recorría en oleadas el pequeño cuerpo de la mediana haciéndola dos veces más fuerte.

Vio el catre de Alois por el rabillo del ojo y tuvo una idea. Giró y echó su peso hacia las puntillas de los pies en aquella dirección. Si derribaba a la mediana contra la cama no la haría daño. Sujetarla por las muñecas, con el beneficio de su mayor peso, debería ser relativamente sencillo.

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06/07/2018, 16:44
Narrador

Debería ser relativamente sencillo. Eso fue lo último que Sir Haldir pensó antes de iniciar su maniobra maestra por tal de inmoviliza a aquella fierecilla de metro veinte. Las uñas de Hilda rasgaron su piel en el preciso instante en que aquella mediana percibió las intenciones del caballero. Acto seguido fue una dentellada en el glúteo derecho la que hizo chillar Haldir.

¿Cómo habían llegado las fauces de la mediana hasta su trasero? Era toda una incógnita, pero lo cierto es que cuando Sir Alois decidió intervenir, se desató definitivamente el caos. El bueno de Alois, se acercó a Sir Halir tratando de agarrar a Hilda para separarla de su amigo. Lo cierto fue que un codazo involuntario de Sir Haldir le partió el labio a Sir Alois.

El caballero se derrumbó contra el suelo y Sir Haldir, sin saber lo que había sucedido dio dos pasos hacia atrás tropezando con éste. Sir Haldir se vino abajo cayendo con todo su peso sobre su antiguo mentor y Hilda rodó por el suelo hasta golpear contra una estantería donde se guardaba una vajilla completa. La estructura venció inclinándose irremediablemente hacia los tres ocupantes de la estancia desparramados por el suelo.

Sir Haldir rodó a un lado y Sir Alois se protegió en el suelo enrollándose como un armadillo y ocultando su cabeza entre sus brazos. La estantería finalmente se vino abajo en el momento en que Hilda se puso en pie armada con una daga procedente del equipo de Sir Haldir. Los ojos encolerizados de la mediana miraban con sadismo a Sir Alois en el momento en que la estantería le golpeó contra la espalda violenta y ruidosamente.

El estruendo de platos rotos y cubiertos chocando contra el suelo, fue audible en muchos metros a la redonda. Sin duda oídos curiosos estarían atentos a cualquier nueva sacudida en la casa de aquel excéntrico caballero y su escandalosa criada. Aunque lo cierto era que visto lo visto aquella tarde, sin duda los vecinos debían estar acostumbrados a riñas.

Sir Haldir ya repuesto de los arañazos y el mordisco se puso en pie sacudiéndose la ropa. Sir Alois salió de debajo de los escombros aparentemente ileso. El anciano se miró las manos y se palpó el cuello y la espalda. Al mirar sus manos no estaban ensangrentadas. Buena señal. La que no era tan buena señal era otra, pues Hilda no daba ninguna enterrada bajo la estantería y la vajilla hecha añicos.

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07/07/2018, 22:44
Sir Haldir

—Eh... —titubeó Haldir, una vez se hubo recuperado de la conmoción—. No pienso mirar ahí debajo a ver si respira. Todo tuyo.

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09/07/2018, 11:38
Narrador

Sir Alois miró a Sir Haldir y tragó saliva. Tomó aire y tras inclinar la cabeza a un lado volvió a mirar el mueble tumbado y se agachó junto a éste. El caballero cogió por debajo el mueble y lo levantó no sin esfuerzo debido a su peso. En ese preciso instante el rostro ensangrentado de Hilda se abalanzó sobre él.

La mediana, armada con un trozo de vajilla en forma de puñal, trató de apuñalar a su amo. El anciano se apartó como pudo esquivando el ataque, no obstante cayó al suelo de culo. La mediana, armada con ira asesina y atacada por un brote de demencia extrema, no se detuvo de su intento por acabar con Sir Alois.

El caballero se arrastró hacia atrás llegando a quedar aprisionado contra la pared. Mientras tanto pataleaba por tal de evitar las embestidas de aquella furia de metro y veinte. En sus intentos por acabar con Sir Alois, le provocó algunos cortes superficiales en las piernas y cuando iba a salta sobre su amo con toda la intención de hundir en su pecho el fragmento de vajilla, Sir Haldir intercedió.

Atónito ante lo que veían sus ojos, el antiguo discípulo del agredido tardó algunos segundos en reaccionar. Cuando lo hizo fue propinando un soberano empujón a la mediana. Esta salió despedida contra la pared, pero ni el trompazo que recibió sirvió para detener su avance. Egorilada como estaba, le dedicó una mirada de odio a Sir Haldir fijándole como nuevo objetivo de su cólera.

Hilda cargó contra el caballero como un trasgo furibundo. Sus ojos ensangrentados a la par que su rostro denotaban sus ansias homicidas. Sir Haldir se vio en la imperiosa necesidad de desenfundar su arma. Sin embargo, la asombrosa velocidad con la que Hilda se movía le impidieron hacerlo a tiempo. Sir Haldir se vio acuchillado y muerto por un momento, pero la intervención de sir Alois en el último momento salvó su integridad física.

Ni Sir Alois, ni Sir Haldir supieron muy bien como sucedió todo. Fue rápido y confuso, pero lo cierto es que regresó el silencio y la calma al domicilio del caballero del Rubí en un abrir y cerrar de ojos. El rostro de Sir Haldir se tiñó de gotas color carmesí al igual que parte de su indumentaria. La cabeza de Hilda se desprendió de su cuerpo ante la atónita mirada del invitado a aquella casa. La cara aún más perpleja de Sir Alois se descubrió entonces ante Sir Halidir al mirarle con asombro y temor. Sir Alois tragó saliva y bufó mientras contemplaba el cadáver descabezado y sujetaba su ensangrentada espada.

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11/07/2018, 22:23
Sir Haldir

Sir Haldir miró a Alois con compasión. Él mismo había pasado por algo parecido a lo que acababa de ocurrirle a Alois. Pese a sus diferencias, podía imaginarse cómo se sentía.

Una parte de sí mismo tomó nota de que, pese a su edad, su mentor hubiera sido capaz de decapitar a la mediana con un filo relativamente ligero como una espada. Y había sido un corte limpio. Hacía falta mucha fuerza para eso.

—Ha sido en defensa propia —fue lo único que alcanzó a decir el caballero rubí—. Se había vuelto loca e hiciste lo que debías. Deberíamos llamar a la guardia y contar lo que ha ocurrido.

Notas de juego

EXIJO que el guardia con el que hablemos tenga tu cara.

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13/07/2018, 10:48
Narrador

No hizo falta llamar a nadie. Los gritos y el alboroto que había generado la pelea entre Hilda, Sir Alois y Sir Haldir alertó a la vecindad. Ellos se encargaron enseguida de ir en busca de los miembros del cuerpo de la guardia que velaban por la seguridad y la buena convivencia en el distrito de Altozano.

Para cuando Sir Haldir sacó la cabeza al exterior, pudo ver como un nutrido grupo de hombres de armas se dirigían raudos hacia el domicilio de su antiguo mentor. Estaba siendo guiado por un hombre calvo y de corta estatura. Sin duda quien había alertado a la guardia de los incidentes que se estaban produciendo en aquel lugar.

Sir Alois se acercó entonces hasta la puerta de entrada a su destartalado domicilio. El caballero parecía realmente preocupado ante los últimos acontecimientos. Era una figura notable, pero explicar lo que allí había sucedido no sería fácil. Suerte que Sir Haldir estaba como testigo y que también era un hombre de notoria credibilidad. Fuera como fuera, ya nada podían hacer salvo esperar a la llegada de aquellos hombres y exponer lo sucedido.

Quien encabezaba el grupo de guardias era un hombre muy alto que rondaba los dos metros y que imponía respeto con su sola presencia. Sus ojos eran oscuros e inquisidores, algo que no parecía bueno para los intereses de los dos caballeros. Tenía poco pelo sobre la cabeza, lo que compensaba con una frondosa barba que empezaba a vetearse en blanco y unos rizados cabellos que sobresalían por el cuello de su camisote. Lucía una armadura ligera adornada con el escudo de la ciudad y enfundada en una vaina portaba una espada larga.

Tras él se hallaban otros cuatro guardias, los cuales parecían estar bajo su mando. Ninguno de ellos concordaba con el estereotipo de un soldado típico. De hecho aquel extraño grupo parecía sacado más bien de los despojos que nadie desea tener bajo su mando, que de una unidad profesional a la que encargar la seguridad de una zona tan importante como la que se encontraban.

Uno de ellos tenía la piel bronceada aunque con amplias zonas más claras, sin duda tenía un problema de piel. Otro era orondo como un tonel y jadeaba empapado en sudor como un gorrino. Un tercero era algo más veterano que el resto y de sus orejas sobresalían larguísimas lianas de pelo negro. Sus ojos eran pequeños y a diferencia de los del líder de aquel grupo, denotaban estupidez. Por último, el cuarto de aquellos soldados era un joven atlético y de cabellos morenos, que no obstante se movía de forma afeminada y al ver a Sir Haldir sonrió ampliamente.

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13/07/2018, 11:31
Eldwin Manar

- Buenas tardes. – Saludó el oficial al cargo de aquel pelotón. – Soy el oficial al mando de esta patrulla de la guardia del distrito de Altozano. – Miró con disimulo de arriba abajo a Sir Alois y luego a Sir Haldir. – No sabía que trataba con caballeros rubí. – Expuso. – Lo cierto es que hemos recibido un aviso por parte de un vecino. Dice que se han escuchado gritos y rotura de vajilla en el interior del domicilio en el que se encuentran.

- Así es… - Interrumpió con un susurro casi inaudible el pequeño hombrecillo que todavía no se había separado del guardia.

Eldwin Manar miró a aquel hombre y le hizo un claro gesto para que se mantuviera al margen de la conversación. El vecino de Sir Alois no parecía haber comprendido que una vez allí la guardia, poco o nada tenía que hacer o decir salvo callar y permanecer a expensas de lo que la autoridad pudiera requerir de él.

Tanto Sir Haldir, como Sir Alois conocían a Eldwin aunque no se podían considerar amigos. Tampoco enemigos. Habían hablado alguna vez. Se trataba de un guardia veterano con más de diez años de servicio a sus espaldas. Solía encargarse de las patrullas del distrito y en más de una ocasión habían coincido con él en las calles, en alguna taberna o incluso en sus albores de vigilancia del palacio o del recinto exterior de la sede de la orden a la que pertenecían. Era un hombre justo con el que se podía mantener una conversación, aunque severo y minucioso, lo que podía retrasar el proceso.

- ¿Ha habido algún problema en su casa, Sir Alois? – Preguntó al fin.

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13/07/2018, 11:34
Sir Alois

- Lo... - Tragó saliva. - Lo cierto es... - Miró a Sir Haldir. - Lo cierto es que sí. - Finalmente alcanzó a decir.

Se notaba que Sir Alois estaba nervioso. Estaba nervioso y temblaba, lo que se reflejaba en su voz. De hecho estaba pálido como un muñeco de cera y sudaba a mares. Era evidente que nunca antes se había visto involucrado en un asunto como aquel. También estaba claro por como miraba a su antiguo discípulo que necesitaba de su ayuda para explicar lo sucedido, pues él solo difícilmente saldría de aquel embrollo.

- Lo cierto es... - Su respiración era profunda, estaba hiperventilando y ya empezaban a notarse unos primeros síntomas de mareo. - ...que si que ha sucedido algo. El servicio ya... ya no es como antes... - Alcanzó a decir justo antes de que sus piernas flaquearan y de no ser porque Sir Haldir y el propio Manar le ayudaron, hubiera caído al suelo.

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06/10/2018, 10:29
Sir Haldir

Haldir había oído decir que Eldwin era, realidad, un licántropo hombre-oso. El Caballero de la Orden Rubí lo dudaba mucho, pero era cierto que era un hombre físicamente imponente.

Torció el gesto al ver a su maestro titubear, y se decidió a explicar él el asunto. 

—Ha habido una discusión, nacida de años de tolerar tiranía y vejaciones.

Rallaba lo absurdo que la víctima de esas vejaciones fuera un caballero de la Orden Rubí, y que la acosadora fuera una criada mediana. ¿Pero no era la vida de Alois una tragicomedia en si misma?

—Sir Alois puso a su criada en su sitio, y le ha exigido un respeto que nunca debió haberle perdido. Ella, que había bebido una copa de vino que nadie le había ofrecido, se volvió loca y agredió a Sir Alois. 

Suspiró. 

—Intentamos detenerla sin recurrir a más fuerza de la necesaria, pero se escurría como una anguila. En un momento dado de la pelea se rompió la vajilla. Ella cogió un pedazo  de plato y, usándolo a modo de cuchillo, se abalanzó sobre Sir Alois. La derribé. Se levantó y se arrojó sobre mi. La pelea había entrado en una espiral de violencia, llegando a un punto de no retorno. Entendí en un latido de corazón que era su vida o la nuestra. Y entonces Sir Alois...

Miró a su mentor y después al fornido oficial de la guardia.

—...mató a su criada cortándole la cabeza. 

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06/10/2018, 13:37
Eldwin Manar

Eldwin cruzó los brazos frente a su pecho mientras asentía con la cabeza ante las explicaciones de Sir Haldir. Aquello que estaba contando indicaba claramente un acto de defensa propia, aunque lo cierto era que la desproporción entre el tamaño, la fuerza y las habilidades de aquellos dos hombres con respecto a las características de la mediana decapitada también eran muy evidentes.

- ¿Puedo pasar? – Preguntó.

Ninguno de los dos caballeros puso impedimento alguno y el guardia se introdujo en el interior de la casa de sir Alois. Al ver el estropicio que se había generado en su interior negó con la cabeza y cuando se topó con el cuerpo decapitado y el charco de sangre en medio de la sala tragó saliva sin hacer un solo gesto más.

- Parece que está todo en orden… - Dijo entonces aquel hombre. – El servicio está muy mal últimamente sirs… ya lo creo. Estas mujeres menudas se suben rápidamente a las barbas de cualquiera. – Se encogió de hombros. - ¿Es ciudadana? – Preguntó.

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06/10/2018, 13:40
Sir Alois

Sir Alois no respondió enseguida. Sus ojos se habían quedado clavados en la cabeza desmembrada que yacía inerte en el suelo. Se le veía realmente afectado y no parecía para nada que estuviera simulando su estado. Sir Haldir le dio un pequeño toque con la cadera para que reaccionara.

- ¿Ciudadana? – Regresó del lugar en el que se encotraba su mente. - ¡No, no lo es! Estaba tratando de arreglar sus papeles para conseguirlo. Llevaba ya años a mi servicio, pero no… todavía no lo es… lo era…

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07/10/2018, 09:33
Sir Haldir
- Tiradas (1)

Notas de juego

¿Por qué es importante para Eldwin si la mediana es ciudadana o no? ¿Hay diferencias en la ley respecto a lo que ha pasado si la mediana es ciudadana? Ese tipo de cosas quiere saber Haldir. 

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07/10/2018, 13:52
Director

Notas de juego

Ciudadanos: Hombres y mujeres que habían nacido en el interior de las fronteras de Bythuador y cuyos padres eran considerados nativos de la nación, con al menos tres generaciones de ancestros nacidos y criados en Bythuador.

Los considerados ciudadanos, podían acceder a cargos gubernativos, al ejército o a cargos políticos. Sólo los hombres y mujeres que pertenecían a esta casta social podían poseer esclavos, no podían perder su condición y tenían derecho a elección de sus propios mandatarios. Por el contrario, perdían éstos derechos en el momento en que no satisfacían los impuestos anuales o cometían algún tipo de delito.

Cargos políticos: Casi desde los inicios de Bythuador se establecieron ciertos consejos locales los cuales tenían capacidad de decisión sobre pequeñas colectividades o barrios y que eran los encargados de administrar justicia, recaudar impuestos y realizar obras públicas. Estos cargos eran elegidos por las diferentes comunidades que regían y confirmados por el Rey.

Cargos gubernativos: los individuos que pertenecían a dicho colectivo se trataba de personas que trabajaban para el Rey o los representantes políticos. Sus funciones eran muy variadas, desde la de mensajeros, pasando por alguaciles o hasta constructores encargados de diferentes obras públicas (normalmente arquitectos o maestros de obra, pues la casta de esclavos se solía hacer cargo de las tareas más pesadas).

Ejército: al menos un miembro de cada familia debía pertenecer al ejército. No todos se dedicaban al oficio de soldado a tiempo completo, pero los nombrados como miembros del ejército debían dedicar un mínimo de dos meses anuales a formación militar y debían mantener siempre armas y armadura en buen estado. 

En tiempo de guerra todos los miembros del ejército pasaban a formar parte del grueso de éste y en caso de asedio o necesidad, eran los encargados de seleccionar y formar a al menos un miembro de cada familia de su comunidad en el arte de la guerra. Es quizás por esta razón que Bythuador fue una gran potencia militar y nunca fue invadida.

Todos los soldados tenían derecho a unas retribuciones mínimas, en función de los meses que dedicaban a su carrera militar al año y tan solo pagaban impuestos proporcionales a los meses que no ejercían sus funciones militares.

No ciudadanos: Por otra parte, los no ciudadanos, o también conocidos como hombres libres solían ser comerciantes venidos de otras naciones e instalados en Bythuador. Cierto era que hombres libres menores podían trabajar para terceros, pero siempre lo hacían para otros hombres libres. Todo hombre libre tenía el derecho y la obligación de trabajar y de satisfacer los tributos anuales. No tenían posibilidad de acceder al ejército regular pero si podían formar parte de milicias mercenarias en caso de guerra.

Los hombres libres podían convertirse en clérigos de la iglesia dualista de Bythuador y de esa forma no tenían por qué pagar impuestos. Era una elección muy común en aquellos hombres y mujeres que llegado el periodo de pago de impuestos, no habían podido reunir lo exigido, pues el impago de impuestos o la comisión de ciertos delitos les restaba de su condición de hombres libres, convirtiéndolos de forma automática en esclavos. Por el contrario no tenían derecho a acceder a cargos políticos o gubernativos.

Los ciudadanos y los no ciudadanos no eran iguales ante la ley. Los ciudadanos gozaban de presunción de veracidad, mientras que los no ciudadanos no. Eso no quitaba que los no ciudadanos pudieran defenderse con pruebas tangibles en contra de una acusación de un ciudadano o denunciar abusos de éstos, siempre y cuando pudieran demostrarlo.

Esclavos: Por último la casta más desfavorecida era la esclava. Todo hombre sin oficio o beneficio que decidía vivir en Bythuador, así como sus descendientes en primer y segundo grado, los hombres libres que no pagaban impuestos o los que habían cometido ciertos delitos, acababan por convertirse en esclavos.

El estado se encargó de establecer los límites exigibles que un amo podía tener sobre sus esclavos. No se les podía maltratar, ni abusar de ellos en ningún sentido. Tenían derecho a dos comidas diarias, así como a la propiedad privada y en algunos casos se podía determinar un pequeño sueldo. En cambio, cualquier acto de insubordinación, dejación de funciones o enfrentamiento con los amos, podía acarrear una sentencia de muerte.

Los esclavos podían casarse con personas libres e incluso llevar negocios, pero eso no les apartaba de su condición de esclavos y no les liberaba de su debida lealtad y servidumbre para con su amo. Algunos eran propiedad del templo o del estado y otros de particulares y se adquiría la condición de esclavos por ser prisioneros de guerra o por no pagar deudas. Llevaban en el cuerpo o la cabeza una marca que los distinguía del resto de la población. En contadas ocasiones el Rey podía declarar hombre libre a un esclavo que hubiera realizado una hazaña notable e incluso darle condición de bytheño, aunque eso pasó en contadas ocasiones.

 

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12/10/2018, 22:30
Sir Haldir

Haldir exhaló casi imperceptiblemente. La pregunta de Eldwin evidenciaba su opinión sobre el asunto. Sir Alois era un ciudadano, la mediana, no. De cara a ley, Alois era inocente. Así eran las cosas, y así debían ser. 

—¿Hay algo más en lo que podamos ayudarle, oficial? —pregunto Haldir, ya recuperado—. Nos esperan en el Salón Azul.

Trataba de dar el asunto por zanjado mencionando su conexión con la realeza. Todavía no era la hora, pero sería mejor que tuvieran algo de tiempo para recomponerse después de tan desagradable incidente.