Partida Rol por web

Todos escucharon como los ogros se encerraban al otro lado de la celda. Uno de los ogros, al ser el carcelero, tenía las llaves de las celdas consigo y viendo que el combate estaba más que perdido, decidió simplemente cerrar la puerta y esperar a que todo pasara. 

Todos se fueron desplazando hacia la entrada del complejo de las celdas. Todos menos Yoon-Shun, que prefirió quedarse sola en una zona apartada, viendo por delante únicamente el horrendo culo de Margarita y tratando de comprender algo que había escuchado. El monje desfigurado siguió a Tarkhan y Elliferum simplemente se quedó ahí quieto, tratando de recuperar el aliento.

Parecía que los otros dos ogros estaban bien atrapados y no les molestarían por un momento. Belbara miró un instante a la puerta reventada preguntándose si acaso entrarían por ahí, en masa, más problemas verdes. Al ver que no era así miró a los ogros caídos, tan feos y asqueroso, malolientes y ¡enormes!

-Buen brazo. Luchas bien- felicitó a su modo a Valyëvan. Como digna seguidora de Brook sabía reconocer a un guerrero valeroso, y la semielfa, pese a su sangre contaminada, había demostrado ser una de esos. -¿Me ayudas a registrar a esas moles asquerosas?- preguntó a su compañera pelirroja mientras miraba a los ogros negros empapados en su propia sangre pestilente -Tal vez lleven llaves o algo que nos pueda servir o darnos una pista sobre donde están mis enanos - Porque sí, eran sus enanos, ella estaba allí para salvarlos y para algo más, si era posible. Eran sus enanos, eran su futuro, Brook se lo había susurrado al oído mientras nadie miraba.

De alguna manera, todo había salido bien. Respiré más tranquila y miré a mi alrededor, buscando a Aenifer y viendo a Alex y a Eli. Sonreí y me acerqué a este último, colocando mis brazos en sus hombros, saludándolo efusivamente.

-Me alegra verte con vida, viejo guerrero. Parece que la muerte tendrá que esperar un poco más si quiere alcanzarte -le dije, feliz de haber recuperado algo de lo que habíamos perdido.

Los cuerpos de los ogros yacían en el suelo y la voz de Belbara se elevó por encima de todo lo demás, felicitándome por la batalla. 

-Tú tampoco lo has hecho nada mal, enana. Está claro que tu raza debe sentirse orgullosa de ti -le dije, devolviéndole el comentario -. Sí, veamos si tienen algo de utilidad.

Me agaché sobre ellos y empecé a registrarlos. Había que salir de allí pero todavía disponíamos de algo de tiempo.

Armaduras de pieles muy rudimentarias y mazas enormes eran el armamento que portaban aquellos monstruosos ogros. Uno de ellos portaba también un juego de llaves, posiblemente de las celdas. Además, encontraron en un saco, algunos trozos de par mohosos una rata y un anillo dorado. Pero realmente, no portaban nada más que pudiera serles de utilidad.

- ¿Nos vamos a ir dejando a esos dos allí encerrados? - Preguntó el Anjo. - Si no les damos muerte darán la alarma y toda la fortaleza sabrá que estamos aquí. O tenéis una ruta de escape o será mejor que nos quedemos a pelear. - Dedujo el norteño.

- Gracias por sacarme. - Dijo el anciano una vez Aenifer logró abrir su puerta.

Tardó un poco más de lo normal, pues el culo del bisonte era un verdadero impedimento para forzar la cerradura, pero al final pudo conseguirlo. Aquel hombre, el cual estaba en los huesos, salió de la celda cojeando. Era evidente que estaba mal nutrido y que le costaba hasta el mero hecho de respirar, pero por otra parte parecía feliz de ser libre. 

- Me llamo Gaderick. - Se presentó. - Llevó aquí muchos meses. Pensaba que nunca más saldría de la celda... - Dijo con un nuevo brillo en los ojos. - ¡Pero me equivocaba! ¡Gorant os ha enviado en mi búsqueda!

Ahora que todo se habia calmado un poco teniamos algo de tiempo para organizarnos. Los enanos no estaban alli y teniamos que encontrarles y aquello ogros podian saber donde estaban. Solo que nadie hablaba ogro.

O si?

Le ofreci a Gaderick algo de comer y beber y una pocion de curacion. Parecia necesitarla y nosotros no podiamos cargarle si teniamos que luchar, era mejor que al menos pudiese correr porque aun no habiamos salido alli.

- Por casualidad  usted no habla ogro, verdad? Le pregunte al recien rescatado.

Con la mirada en Alex le di a entender que necesitabamos cerrar esta puerta donde estaban los ogros o tal vez abrirla para interrogarlos si es que alguien podia comunicarse con ellos.

La puerta estaba cerrada pero estaba segura que entre Alex y yo podiamos abrirla o tal vez derribarla con el bisonte.

- Tarkhan, Yoon, hay algo que puedan hacer para entender a estas bestias?

Si no habia forma de comunicarnos con los ogros entonces le diria a Alex para clausurar esa puerta y que no pudieran salir y avisar a los demas. No podias perder mucho tiempo o todos los ogros vendrian por nosotros.
 

Se guardó las llaves, seguramente eran las de las celdas que ya habían abierto, pero nunca se sabe. Por lo demás todo eran porquerías, no había nada aprovechable.

-Tsk, nada- se lamentó. Aunque en realidad tampoco sabía qué había esperado encontrar. 

Valyëvan había terminado con aquellos dos ogros con suma facilidad. ¿Ocurriria lo mismo con los que estaban en aquella habitación encerrados por aquella mole peluda? Miró a la semielfa, pelirroja como ella, empuñaba un hacha, como ella... 

-¿Alguna vez te has planteado dejarte barba?- le preguntó mientras dirigía con clara intención la mirada a la puerta que bloqueaba la bisonte. Podria parecer una pregunta estupida para quien no supiese leer entre líneas, o para quien no conociese en absoluto a la enana. Y es que no podía negarse que empezaba a sentir algo distinto al desprecio por aquella joven semielfa.

—¿Que yo te dije qué? —poreguntó Tarkhan al monje, sumamente confundido—. ¿Qué estatuilla...? ¡Oh! ¿Esa estatuilla? ¡Pero si la hicieron pedazos! ¿Y por qué la querría nadie? Era el juguete de un niño pequeño.

Pequeño, asustado y muy, muy solo. Un Tarkhan muy distinto al que era ahora. También era el juguete que lo impulsó a ser el mejor mago en toda Gea. Aún distaba mucho de alcanzar un objetivo tan alto, pero desde luego le había encumbrado desde las más bajas cotas de la miseria hasta una posición de éxito.

La pregunta de Aenifer le sacó de su ataque de introspección.

—Puedo entenderles utilizando un hechizo, sí —replicó el Gato Sonriente de Anza—, pero no puedo hacerme entender a menos que ellos hablen orco.

Se encogió de hombros.

—No estoy seguro de que tengan nada interesante que decir. Pienso que sería mejor intentar encerrarlos ahí dentro de algún modo.

El moje parecía desorientado ante las palabras del mago anzano. Parecía no entender que era lo que estaba sucediendo y lo más extraño era que Tarkhan parecía sincero cuando decía que no sabía de que estaba hablando y tampoco entendía demasiado bien la importancia de la estatuilla.

- Vi... vinieste a Hanamtsu hace dos meses... - Dijo desconcertado. - Dijiste que viniera a... aquí y bueno... - Dejó de hablar y se rascó la cabeza. - Me entregaste la estatuilla. ¡La misma de cuando eras pequeño! - Negó con la cabeza. - Me dijiste que te la trajera aquí... - Se encogió de hombros confuso. - ¿Por qué sino estaría yo en esta parte del mundo? No entiendo... no entiendo nada...

- Aeny... - Alex llamó la atención de la pícara. - ¿De qué habla el viejo? - Le preguntó desconcertado. - Creo que lo mejor es salir de aquí cuanto antes. Me gustaría recuperar mi equipo, pero sinceramente, no se donde está y me conformo con salir de aquí con vida. 

- Por mi, nos cargamos a esos ogros y luego salimos por patas. - Intervino Eliferum. - Si les dejamos con vida, tarde o temprano saldrán de la celda y podrán contar al los otros lo que ha pasado. No creo que juegue en nuestro favor dejarles vivos. - Negó con la cabeza. - Encerrarlos... ¿Cómo?

Con los ogros fuera de combate, quedaba sobre todo aclararnos sobre los pasos a seguir a continuación, pero me hizo gracia el cambio de actitud de la enana y su comentario. Al decir lo de la barba, la miré muy seria y entonces, estallé en una sonrisa.

-Mejor no, creo que no me favorecería, pero estoy bastante segura de que debo tener algo de sangre de enana, corriendo por mis venas porque solo así se explica que luche tan bien una -le dije, devolviéndole el cumplido y sintiéndome bien dentro de aquel extraño e improvisado, pero ya casi familiar grupo.

Mientas tanto, no me estaba enterando de demasiado de lo que hablaban Tarkahn y su amigo, pero estaba de acuerdo con Alex, si bien esperaba que no sirviese de precedente.

-Hay que salir de aquí antes que después. Esos ogros pueden quedarse donde están porque si son tan estúpidos como para venir detrás de nosotros, será porque tendremos cien más de los que defendernos. Así que larguémonos ya de aquí, antes de que tengamos que volver a luchar para sobrevivir.

Me aparte un poco con Alex, tomandole las manos.

- Estoy feliz de haberte encontrado pero no podemos irnos, primero tenemos que encontrar a un grupo de enanos que no sobrevivira sin no los ayudamos. No podemos irnos son ellos.

Mi voz era determinante. Sabia que no podiamos enfrentar a todos los ogros de la montaña pero irnos no era una opcion, Belbara lo sabia, Valy tambien.

Y no era prudente avanzar con un anciano y Yoon, por mas valerosa que fuese, no podia seguir arriesgando a esa niña. Y aun asi separarnos seria insensato.

Mierda....

Cuantas celdas pueden tener los ogros? Los enanos tienen que estar cerca....

Fui hasta la puerta donde estaban los ogros encerrados para asegurarme de bloquear aquella puerta. Si dañaba la cerradura les seria mucho mas dificil salir.

¿Salir? Belbara no estaba segura de haberlo entendido bien, pero ¿Acaso estaban pensando en volver por donde habían venido?

-Solo podemos ir para adelante. La única salida que conocemos ha sido reducida a cenizas y desemboca en las fauces de un dragón. Suerte con ello- dijo algo enfurruñada al humano más joven. No podía exigir a los varones vovit que se uniesen a su causa, es más, creia que eran malas influencias para las dos semielfas, pues ellos eran los que querían saquear la antigua ciudadela enana. Pero era consciente de que le fastidiaba la posibilidad de que Aenifer y Valyëvan se fuesen con ellos, dejando a Belbara, Tarkhan i Yoon solos, bueno, tal vez con aquel vejestorio también.

-No sabréis nada de un grupo de enanos ¿no?- preguntó sin muchas esperanzas a los que habían sido liberados.

- Si, lo entiendo... - Dijo Alex. - Supongo que le debemos mucho a Tarkhan. Sin él... - Resopló. Le costaba decir aquello. - No habríamos sobrevivido sin él en estas tierras tan hostiles, pero...

Realmente aquel joven parecía preocupado. Había sido hecho prisionero de aquellos monstruos sin escrúpulos y aunque todavía parecía bastante entero, no sabían a que clase de terribles prácticas habría sido sometido. Estaba feliz por ser rescatado, pero algo en él había cambiado. Se le notaba temeroso y controlaba constantemente su entorno, como esperando que de cualquier sombra brotara un horrible ser para torturarle. Sin duda, tardaría bastante en volver a ser el mismo.

- El hecho es que son demasiados. Se que la magia del anzano es poderosa y que junto a Valyëvan y Belbara podemos hacer mucho daño, pero siguen siendo demasiados y... - Negó con la cabeza. - Temo por tu vida Aenifer. Y por la mía...

- ¿Enanos? - Preguntó Xhu. - Si, creo que oí hablar a los carceleros sobre enanos. - Comentó. - Al parecer están en guerra con ellos. No se mucho, pero creí entender que un grupo de enanos liderados por una mujer, planta cara en el ala este de la ciudadela y bueno... - Bajó la mirada. - Por lo que decían los ogros... - Tragó saliva. - ...no les queda mucho.

- ¿Son amigos vuestros? - Preguntó el vovit. - ¡Si es así iremos en su ayuda! - Miró a Alex. Él también había sufrido en aquellos calabozos. Tanto o más que el chico, pero no habían doblegado su voluntad. Se notaba que la sangre que corría por sus venas era del antiguo linaje de los Anjo y eso le enorgullecía. Además, él había viajado hasta aquellas tierras inhóspitas con un claro cometido, encontrar una muerte honrosa y aquella misión parecía reunir las características. - ¡Pero antes tenemos que acabar con esos malditos o...!

Y aquellos malditos ogros, finalmente salieron de la celda poco después de que Margarita regresara a su plano natural. Lo hicieron gritando y profiriendo amenazas en su lenguaje gutural y blandiendo sus armas por encima de sus cabezas, tratando de parecer amenazadores y de mermar la moral del enemigo. Pero, estando en inferioridad numérica y visto lo fácil que había resultado acabar con sus dos compañeros, difícilmente lo lograrían.

Podrían haber esperado allí dentro, con la esperanza de que no fueran a por ellos, pero no, no lo hicieron. Mientras el grupo decidía que hacer, su nerviosismo aumentaba de forma exponencial y finalmente decidieron hacer, lo que mejor se les daba, enfrentarse a mamporros con toda amenaza que se les pusiera por delante.

Por su parte, el anciano Gaderick, al ver que la celda de los ogros se abría, regresó de forma inmediata a la seguridad de su celda. Supuso que estaría mejor allí, que en medio de un combate, lo cual sin duda era cierto, pero cobarde. Aunque poco se le podía pedir a un viejo desarmado y desnutrido...

Mire por un momento a Alex dandome cuenta que realmente estaba afectado. No sentia que tenia las mismas fuerzas de siempre, no era la primera vez que habia estado prisionero, hasta yo sabia lo que era estar encerrada, que habian hecho con el? Pensar en las posibles respuestas era peor que saberlo.

Pero el tiempo todo lo curaba o al menos eso queria pensar cuando me di cuenta que los ogros venian por el pasillo.

- No se cansan.....

Salte hacia la izquierda tan lleva de ira que dispararia a quemaropa, este combate era personal por lo que le habian hecho a Alex y me iba a cobrar cada segundo en esas malditas cuevas.

Todo lo que queríamos, o al menos yo, era salir de allí, pero los enemigos no hacían más que llegarnos desde todos lados. Estaba claro que en una batalla el final no llegaba hasta que todos estaban muertos y lo único que esperaba era que no fuésemos ninguno de nosotros. Después de haber recuperado a quienes pensábamos habíamos perdido, me sentía mucho mejor... por Aenifer, dado que al fin había conseguido encontrarse otra vez con Alex.

Continuaba sin confiar en él, sin verle como alguien capaz de cuidar de ella, pero al menos, lo tenía a él. Estaba segura, eso sí, de que lo daría todo por ella, así que de repente, la calma volvió a reinar en mí. Si me mataban, si mi espada se partía en dos y y mi corazón dejaba de latir, al menos me marcharía con mi honor intacto y la certeza de que ella estaría bien.

Con aquel pensamiento, agarré mi hacha de nuevo, miré a los ogros con furia y me lancé hacia el primero de ellos, en ayuda de Aenifer.

-¡A POR ELLOS!*