Partida Rol por web

De capa y espada.

19 de Febrero. 18:00

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19/03/2010, 13:43
Director
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19/03/2010, 20:18
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Mientras Elvira estaba en alguna iglesia rezando por la integridad de su señora, Inés caminaba por las calles de Bruja acompañada de varios escoltas que iban de incógnito. Entre ellos Marcos de Tolosa y un Inquisidor impuesto por la madre Carmen Villaverde. A la grande no la hubiera reconocido ni su padre entre tanto manto y tanta mantilla oscura cubriéndola y ocultando tanto su rostro como su pistola bien cebada, y una daga en la cintura. Iban pues a por la traidor a de Rebeca, que se ocultaba entre la chusma Holandesa en tabernas de mala muerte. Y para ello estaban distribuidos alrededor de dieciséis hombres por todo el perímetro, alerta a impedir la salida en las calles y sobre todo, a pedir resguardo en la iglesia. Que allí todos tenían motivos para correr cuando alguien gritaran “Aténgase a la Santa Inquisición”, y las muertes ejemplares nunca estaban de más. Pero lo que a la dama le interesaba a priori era la criada que había vendido su honra por sucias monedas de un judaizante. O al menso eso era lo que esperaba que cantase.

Inés estaba más nerviosa de lo que jamás habría podido recordar. Moverse entre la realeza era fácil y sencillo, todo cuanto ella estaba acostumbrada. Más allí, incluso caminar con aquellas ropas por calles tan estrechas se le hacía penoso. De no ser por la seguridad que le inspiraba su galán, no hubiera podido resistir tanta tensión. Pero se alegró, nuevamente, de llevar la cara cubierta y que nadie fuera capaz de reconocerla. En última instancia siempre podía echar a correr.

Los últimos rayos de luz a penas se podían apreciar ya por los altos tejados de las casas. La hora se acercaba.

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19/03/2010, 20:21
Inquisidor Tomás de Abarrategui.

El inquisidor que la escoltaba no era otro que el famoso Tomás de Abarrategui, antiguo soldado vasco que había tomado la fe cuando su cuerpo empezaba a sentirse viejo para el campo de batalla. De todos era sabido que Tomás no era un gran devoto, pues conservaba el carácter y las costumbres de su vida soldadesca, hombre dado a la bebida y al juego, centraba su vida en el presente sin preguntarse demasiado los caminos hacia el reino de Dios. Para él, el cargo de inquisidor no era más que un trabajo, y quizás por eso era tan bueno en ello.

 

Como arma solo portaba una toledana, cosa que contrastaba sobremanera con sus dos acompañantes, dos hombres rudos que se diría que iba a explotar de un momento a otro, pues de cerca, escondidas entre la capa, se les podía ver dos buenas pistolas a cada uno, sin contar con la espada y daga que llevaban. Y para más seguridad, los dos calzaban a la espalda dos arcabuces.

 

Daba la sensación de que tenían pólvora para acabar con diez hombres cada uno. Pero si bien ellos podían hacer aquello, Tomás era capaz de mucho más solo con esa espada, pues en toda esa tierra alejada de la mano de Dios era conocido su destreza, que hasta se permitía la posibilidad de ser cortes y no pelear con daga (que consideraba algo de mucha bajeza)

 

Un tío avispado, letal, y a tener en cuenta.

 

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19/03/2010, 20:36
Marcos de Tolosa.

Marcos se encontraba a la derecha de Inés, y a la derecha de este, dos jaques veteranos de los que el viejo soldado había podido reclutar. Ambos se encontraban impresionados con la potencia de fuego de los hombres del inquisidor, pero se conocía que eran Aragoneses y de buena casta, así que con espada y vizcaína se desenvolverían con naturalidad en tales trances si el caso fuera necesario. Por supuesto, esas eran las armas que portaban con orgullo, y quizás con demasiada visibilidad.

 -Vuestros hombres ya habrán tomado posiciones, dama Inés. ¿Marchamos?- Dijo Marcos con voz suave, que éste también iba bien preparado para el posible conflicto, pero no era algo que pudiera extrañar a Inés.
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19/03/2010, 20:41
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés se sentía algo cohibida por semejante escuadrón a su servicio y protección. Mas eran las exigencias de su hermano ante tal obra compuesta, y daba gracias que no se había presentado él con su tercio de 300 soldados a defenderla. La quería como a la que más, pero a veces ese amor le daba inconvenientes.

- A delante, Don Marcos. Don Tomás… – díjoles en apenas un susurro, haciendo un gesto con la mano para que él fueran delante.

Si ya había sido complicado atravesar la ciudad, ahora venía lo interesante del asunto. Entrar en el terreno sin que los holandeses les lanzasen cuchillas nada más poner un pie en el local. Daba gracias la muchacha de haber aprendido el idioma regional y hablarlo con la soltura más que suficiente para pasar inadvertida. Inés tomó aire y se puso recta caminando con soltura detrás de ambos hombres al entrar. Lo primero que debía eviatr era mirar fijamente a nadie. Con naturalidad, que eso de mentir se le daba bien.

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19/03/2010, 20:51
Director

Estaba ya anocheciendo, dentro de poco se encenderían las hogueras en las calles y esos serían los únicos puntos de luz, y quizás por eso, todavía no había gente fuera de las casas. El grupo paso por algunos de sus fieles, donde los jaques disimulaban bastante mejor que los soldados, hasta situarse justo delante de una de las entradas.

 

Por el camino, un borracho holandés se empezó a fijar en ellos, pero cuando ya se disponía a gritar algo uno de los rufos contratados se le acercó por detrás y de un tajo le corto el gaznate. Lo desplazó a un punto de oscuridad con total diligencia y discreción.

 

-Pues como están de motivados…- Apuntó Tomás, sin dejarse afectar por tal salvajada. Y en verdad es que el odio entre españoles y holandeses había estado creciendo hasta límites endémicos y no era de extrañar que todos tuvieran ganas de sangre con la excusa de servir a Inés y a la inquisición.

 

Y ahí que estaban, delante de la taberna, de la que llegaba una agradable olor a carne asada, cerveza y sudor, todo ello acompañado de los gritos de los soldados.

 

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19/03/2010, 21:11
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés no pudo evitar mirar como el rufián se llevaba al holandés a parte. La muchacha parpadeó un par de veces y dio varios pasos apresurados hasta situarse entre Marcos y Tomás. Que no le hacía gracia quedarse atrás.

El hedor que desprendía la taberna la echaba para atrás, pero hizo acopio de su entereza para entrar precedida del capitán y seguida de los toros de pólvora y acero. Fijó los ojos al frente y se situó al lado de Marcos cruzando los brazos en el pecho, como si tuviera todo el derecho del mundo de estar allí (que lo tenía).

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19/03/2010, 21:13
Rebeca.

La taberna era cuadrada y bastante simple, multitud de mesas redondas donde se encontraban los holandeses del barrio con una barra al fondo, y de ésta dos puertas que previsiblemente llevarían a la despensa y a la cocina. A simple vista se podía calcular que había unos quince hombres en la sala, algunos ya bastante borrachos, y todos de apariencia peligrosa. En una esquina cinco de esos hombres jugaban a las cartas.

Rebeca se encontraba tras la barra y no mostraba gran sorpresa ante los nuevos invitados, a decir verdad, los observaba con interés y prepotencia, como se observa el comportamiento de los insectos. A decir, Inés podía darse cuenta de que todos los presentes hacían lo mismo, algunos incluso sonreían abiertamente, hasta uno soltó una pequeña carcajada ante un comentario.

Marcos, Tomás y los demás se pusieron en guardia nada más entrar, listos para pasar por la posta al menor indicio de problemas. La cosa andaba rara.

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19/03/2010, 21:18
Marcos de Fournier.

Un tahur jugaba a las cartas en una de las esquinas, y por los dioses que tenía toda la pinta de serlo. Vestía con lujo aunque villanamente, con unas botas de soldado que le llegaban hasta las rodillas, en la cintura llevaba una pistola de madera negra, de apariencia cara, la camisa estaba sucia y vieja, pero sobre ella se posaba un colgante de oro y una daga enfundaba. Su pelo era largo y pelirrojo, dejado crecer a la moda italiana. El negro repartía las cartas con total seguridad, con ambas manos llenas de anillos y sellos de aspectos muy distintos, y sonreía ante la llegada de Inés y los suyos. Cosa que por cierto no era muy agradable. Pues su boca estaba muy lastimada, con varios dientes rotos, otros caídos, y más de uno con rudimentarios empastes de oro para ocultar los dientes podridos y negros.

Parecía francés… y peligroso.

 -…volver…pajaros…
 
Intercambió un par de frases en voz alta, que bien se escucharon con el maldito silencio que se había instalado en la sala, en su idioma. De las cuales Inés solo pudo descifrar a duras penas un par.
 
 
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19/03/2010, 22:01
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés miró de reojo a Rebeca durante una fracción de segundos, y no pudo evitar dibujar una sonrisa. La tenían… más o menos. El problema estaba ahora en todos esos holandeses que les miraban fijamente, algunos más ebrios que otros. Pero lo que llamó la atención de la joven, más incluso que la criada, fue aquel tipo que estaba sentado hablando en francés. Le inquietaba por alguna extraña razón, aunque no le era muy difícil adivinar cual. Los franceses, herejes todos, hacían demasiadas cosas raras. Y cuando Inés decía cosas raras se refería a magia. Si había algo que odiara más que a los malditos herejes holandeses, chusma todos, eran los malditos franceses. Cuando a veces se refería a ellos los llamaba “los de la corte de las máscaras” Era imposible, entre tanta apariencia y tanta palabrería, saber por dónde iban a salir los muy mal nacidos.

Y precisamente tenía que haber uno allí, sentado con las cartas en la mesa.

Inés, considerablemente nerviosa, sentía el corazón palpitar desenfrenadamente. Retrocedió con disimulo y lentitud medio paso hacia atrás. Aquel ambiente la agobiaba. Aquello no iba a salir bien.

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19/03/2010, 22:13
Marcos de Tolosa.

Inés noto como una mano áspera, calida, de soldado, rozaba por un segundo sus dedos. Y después un susurro difícilmente audible incluso para ella.

-Te cubro las espaldas, amor.
 
Luego, Marcos se llevo la mano a la culata de su pistola.
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19/03/2010, 23:04
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés, alentada por el susurro de Marcos, respiró hondo y apretó los dientes. Si continuaba mirando a su alrededor intentando adivinar lo que pasaba por la cabeza de los presentes perdería el juicio antes de que alguien pudiera decir “maravedí”. Pasó por delante del soldado y se acercó a Tomás para indicarle quién era.

- La mujer de la barra con la cofia blanca. – le susurró sin mirar a Rebeca. – Seguidme… con discreción.

Le dirigió una mirada significativa al Inquisidor y se dio la vuelta para acercarse a la barra, dejando que Tomás pasara primero. No quería parecer que ella dirigía a la tropa, aunque estaba segura de que había dado totalmente esa sensación.

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19/03/2010, 23:10
Director

 

Rebeca fingió no apreciar que se acercaban, aunque bien lo sabían los demás, pues los ojos no se despegaban de la comitiva.
 
Inés la encontró limpiando un vaso con gesto distraído.
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19/03/2010, 23:22
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés se sorprendió de que la ignorancia llegase hasta tal punto. No parecía ni dispuesta a atenderles aunque estuvieran delante de ella dándole gritos. Pues iba a pagar cara su osadía. Le hizo un gesto a Tomás para que se acercara y la grande de España se plantó frente a la muchacha. Antes de nada agarró la daga.

- Rebeca. – la llamó – Quedáis detenida en nombre de la Santa Inquisición.

Pronunciada la frase mágica, y contando los segundo para el revuelvo, Inés saco la daga dispuesta a usarla si alguien se acercaba más de la cuenta. Contaba con que la muchacha tratara de correr.               

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20/03/2010, 22:09
Rebeca.

Rebeca dirigió una mirada despectiva al arma de Inés y siguió limpiado el vaso, cuando hablo, ni siquiera la miraba.

 -¿Por qué no os marcháis ahora que vuesamerced tiene oportunidad?
 
 Intentaba parecer fría e indiferente, pero Inés notaba la satisfacción brotando de su rostro, orgullosa por ponerse por una vez encima de los que siempre andan más alto que los demás.
 
Uno de los rufos hizo ademán de intervenir, pero Marcos lo detuvo con buen tiento, que quien tanto se confía por algo será. En lugar todos se llevaron las manos a las pistolas y se concentraron en el alrededor, no fuera trampa lo que allí había. Que de nada servía malgastar cañonazos con una sirvienta.
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20/03/2010, 23:33
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés entrecerró los ojos mirándola. Aquello no iba bien, y si se producía un enfrentamiento directo de ellos cinco no iba a quedar ni la ropa. Tenía que reunir a todos los hombres que tenían a fuera si querían lograr algo. Ya no era cuestión de Rebeca, les estaban amenazando.

El problema es que sabía que si salían, cuando volvieran ella ya no estaría allí. La perderían y quedaría en ridículo. La noble miró a Marcos indignada por semejante frase.

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22/03/2010, 20:55
Director

 Entonces uno de los aragoneses que acompañaban a Marcos, que como ya se dijo era de buena casta, hijo de hidalgo, y con los cojones en su sitio, se adelantó, muy con los pulgares en el cinto, al lado de pistola y espada, y con cara de mal humor. Que hay a ciertas personas que les sale al pario ocho que ochenta.

-Pues no me sale, que no está la señora hablando con aguados o pisaverdes, si no con colaboradores del santo oficio. Y el hijo de mi madre no está para que cualquiera Cobertera folla holandeses le ande tratando con el respeto debido. ¿Estamos?

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22/03/2010, 21:11
Tomás Lemoine.

-Pues tendremos un problema, queridos armer chevalier.

Apareció de una de las habitaciones de detrás de la barra, con un gran acento francés, mucha pedantería en una voz nasal, y precedido de las sonrisas con mucha sorna del bar entero. Vestía como un monje y sostenía un crucifijo que flotaba antinaturalmente, como suspendido y dirigido por brisas que solo estaban allí para él.

Era francés, era brujo, y prácticamente se creía que podía hacer cualquier cosa.

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22/03/2010, 21:40
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés vio aparecer al francés de los huevos tras la barra y calentaronsele los humos de mala manera. Que no tenían suficiente con la panda de perros allí congregada, que encima les salían herejes brujos. Y contestones. Pero no fue eso lo que más le preocupó a la grande entonces, sino qué hacía semejante chusma tan junta y tan revuelta. Que no podía ser bueno ni digno de la vista de Dios.

- No. Vuesamerced va a tener serios problemas si se inmiscuye en donde no le llaman. Y el resto de los aquí presentes acompañándole en tan buen menester.

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23/03/2010, 15:57
Marcos de Tolosa.

Ese era el problema de las demás naciones, podían superar a esa magnífica España con mucho de malo y poco de bueno, pero a la hora de imponerse todavía empezaban a hablar y a hablar más de lo necesario. Estaba claro que era una trampa, los holandeses contaban con una zona de la ciudad afín, les superaban en nueve hombres y contaban con un brujo, que a saber que demonios podía hacer. Pero aun así, primero hablaban.

Así que Marcos se acercó un paso al endemoniado francés, y en menos de una maldición percutió su pistola y le desparramo un tiro entre las cejas al hijo de perra. Que se enterasen los infieles de mierda que se las trataban con Españoles, muy dados a vender su cara la vida en silencio y sin protestar, que nunca esa nación hubo un hombre que quisiera irse al otro barrio sin desabrigar el sobaco primero.

Y así, con el francés bien callado y muerto en el suelo, empezó la reyerta con una frase del cabo de escuadra.

-¡Que me cago en todo vuestro Dios! ¡Aténganse a la Inquisición!