Partida Rol por web

De capa y espada.

12-Febrero. 2:00

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14/02/2010, 20:07
Director

Conocía mejor que nadie que una hoja de acero iguala al hombre humilde con el más alto monarca; y cuando los naipes vienen malos, meter mano a la toledana es recurso mejor que otros.

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14/02/2010, 20:25
Director

Doña Ines nuestra futura Grande de España disfrutaba, o aparentaba disfrutar a trasluz de la placidez de su rostro, de un sueño de los que llaman reparador en la calidez de su alcoba.

Una mano sucia, de esas que huelen a cuero, metal, y sudor, vino a perturbarlo tapándole con fuerza la boca. La habitación estaba casi a oscuras, la luna era menguante, oscura y difusa, y la única luz proyectaba provenía de una pequeña candileja a varios pasos de ella. Y ella no lo había puesto ahí, pues venía acompañada de una figura masculina, más invisible en la oscuridad que visible en luz que portaba. En cambio, el hombre que ahora estaba sobre ella cerrando la posibilidad del grito se veía mas claramente, al incidir la luz sobre él, con una nariz prominente, unas mejillas secas y sin rasurar, y una cicatriz que se adivinaba surcar la mayor parte del rostro (el cual sería menos agradable seguramente con buena luz)

El filo de una daga en la mejilla de Ines terminó de dar desgana a eso de resistirse.

-Como vuesamerced no calle, mis perros van a jalufar buenas asaduras de noble.

El deje andaluz, más la buena porción de vino y ajo en el aliento descartaba que los villanos fueran holandeses.

Mientras, un olor acre y desagradable, sin identificar se extendía por la habitación. Dios sabría que.

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14/02/2010, 20:45
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Ni en sus peores pesadillas Inés podría haberse imaginado semejante cosa. Un villano encaramado sobre ella, en mitad de la fría noche invernal, exigiéndole silencio a cambio de su vida. ¿A caso tenía elección?

Levantarse fue su primer impulso, disuadido hábilmente por el filo de la daga que rozaba su piel. De lo de chillar y resistirse se encargó el miedo, pero no pudo evitar contener la respiración varios segundos por el susto y la repulsión que le causaba la mano agena de aquel hombre, vil y traicionero, que osaba atacarla de noche. No le quedó más a la pobre y asustada muchacha que permanecer todo lo inmóvil que su cuerpo tembloroso le permitía, a la espera de una palabras que no quería escuchar ni acatar.

En cuanto a lo racional de la situación, ni atisbo de ello pudo aprecierarse en los caóticos pensamientos de Inés, que no deseaba sino que un ángel apareciera y ensartase en una lanza a aquel desgraciado hombre.

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14/02/2010, 20:47
Director

-Se me va a estar usted muy quietecica mientras alejo la daga y le ato las manos, aca mi compañero tiene una pistola muy bien cebada, así que no nos toquemos las morales y to saldrá bien.

El hombre sin esperar a la reacción de Ines, tal vez para darle confianza, tal vez embravecido por estar en situación tan ventajosa, retiró la daga del rostro y se hurgó entre los bolsillos de la camisa, con buen ruido y tintinear de armas, en busca de las cuerda.

-Lá manos, señora, que hay que atarlas.

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14/02/2010, 22:02
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés no pudo si quiera entender lo que decían. Más que entender, comprender. Cuando el hombre pidióle las manos, estando ella medio recostada en la cama, le miró con terror y los ojos humedecidos por las lágrimas que pronto manarían de ellos si no cesaba aquella locura.

- P-por Dios se lo ruego a-a vuesamerced... ma-marchaos y no habrá r-represalias - logró murmurar la joven Española con un hilo de voz.- L-lo juro...

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14/02/2010, 22:05
Director

 El hombre prestó oídos sordos al comentario de Ines pues algunas frases, en algunos menesteres, escucharlas ya venía de oficio, y atrajo para si las muñecas para atarlas, no sin cierta brusquedad. Lo hizo con manos expertas, de las que saben lo que hacen, y fuertemente.

El olor seguía ahí, en la habitación, sobre el de ya por si desagradable aroma rancio de los villanos que la acosaban.

 

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14/02/2010, 22:27
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

En su vida habría montado semejante espectáculo, pero la situación, inevitablemente, lo requería. Inés tiró de las cuerdas, dificultando la labor de atarlas, y ya puestos comenzó a gritar y a patalear, tratando de acertarle ya de paso al buen hombre en la cara, como un conejillo en manos de cocinera a punto de ser servido en cazuela. Si habían de matarla, y morir tendría que hacerlo tarde o temprano, prefería que fuera pues de un pistoletazo a quedar a merced de unos villanos sin escrúpulos que pudieran mancillar su honra o cosas peores.

Así pues, de la boca de Inés salió un grito agudo y estridente, y trató de levantarse presa de la histeria que hasta ahora no se había manifestado.

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14/02/2010, 22:36
Director

El hombre, que no se esperaba en absoluto tanta valía en una mujer, grito hasta asustado cuando Inés se revolvió, negándose a ser atada; cosa que por cierto no paso. Lo que si pasó es que el hombre, muy enfadado y con mucho “vive dios” en la boca, le tajó la cara de lado a lado por la altura de la nariz, en represalia.

-¡No jodamos! ¿qué hacéis mentecato?

Exclamó el otro, profundamente alarmado por la acción de su compañero, sin contar el gran estruendo que se hacía por toda la cosa, que estaban donde el virrei, y esas cosas tensaban lo suyo.

-¡Me cago en san quintín que no me vengais exigiendo prisas! ¡Y a hacer lo vuestro joder!

Contexto el otro, aunque con cierta duda, mientras se apartaba con mucha prisa de abrir la puerta y mucho ruido de acero desenvainandose, de la pobre Inés, que entre el dolor, la sorpresa, y la sangre no sabía ni por donde le había venido el golpe.

- Tiradas (3)

Tirada: 2d6
Motivo: ¡Que no me atas!
Dificultad: 12-
Resultado: 3 (Exito)

Tirada: 3d6
Motivo: ¡Que si te ato!
Dificultad: 18-
Resultado: 10 (Exito)

Tirada: 1d6
Motivo: ¡Pues toma!
Dificultad: 18-
Resultado: 6 (Exito)

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14/02/2010, 22:54
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

El tajo le cayó como jarro de agua helada, haciendo que se echara hacia atrás por el dolor y la sangre que manaba de la herida que la iba a acompañar de por vida, recordándole aquella fatídica noche. Angustiada, y viendo ya que aquellos mal nacidos trataban de darse a la fuga, Inés volvió a gritar tratando de limpiarse la sangre, con tan mala suerte de ir a meter el dedo en la herida, que escoció como mil demonios.

- ¡ELVIRA! - gritó la muchacha desconsolada, con las lágrimas ya mezcladas en sangre, llamando a su Dueña y rezando porque su suerte hubiera sido mejor que la suya. - ¡APRESADLOS!

Tambaleándose del susto, alzando las manos en la oscuridad en busca de una salvación, Inés trató de llegar a la puerta.

- Tiradas (2)

Tirada: 1d6
Motivo: AUAUAU que daño
Dificultad: 11-
Resultado: 4 (Exito)

Tirada: 2d6
Motivo: AUAUAU que daño
Dificultad: 11-
Resultados: 4, 6
Exitos: 2

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14/02/2010, 23:15
Director

Un golpe en el rostro le hizo caer sobre la cara, dolorida por el impacto en una zona ya de por sí perjudicada. Se empezaba a sentir mareada y le costaba respirar por la nariz, a sazón de la sangre que le resbala por ella.

-¡Así que tenemos un jaque que quiere ir de lindo! Pues muy rápido desagrigais vos el sobaco.

-¡Lanzadlo o quien va a recibir un dios os salve, vas a ser tu y la grandísima puta que te pario!

El tiro tronó en toda la habitación, apagando la sonoridad de unos muy bien servidos insultos, y el que había tajado la cara a Inés se vio con el cuerpo en el suelo por tal desafuero. Bien aviao por una bala que le había entrado por el cuello para no salir más.

Un “ténganse a la justicia del rey” se escuchó peligrosamente cercano.

Lo último que sintió Inés antes de quedarse en silencio, aparte de mucho dolor y miedo, es como algo fangoso se le estrellaba contra el pecho, seguidos de un portazo y otro buen tiro.

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14/02/2010, 23:41
Director

Un olor rancio ascendió desde el pecho, terriblemente pegajoso, hacia Inés, que pudo reconocer ya el olor que flotaba en la habitación, pues ahora lo tenía impregnado en su cuerpo. Excrementos. Le acaban de arrojar excrementos mezclados con orín.

Sin poder contenerse, vomitó.

- Tiradas (1)

Tirada: 3d6
Motivo: ¿Qué?!
Dificultad: 13-
Resultados: 5, 4, 5
Exitos: 3

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14/02/2010, 23:50
Director

Un criado alarmado, con un candil en una mano y un buen garrote en la otra, entró con muchas prisas a la habitación, encontrándose su voluntad extinguida ante tal desagradable escena. Tras dudar un rato y visiblemente incómodo, condujo a Inés hacia su dueña, que se ocuparía de lavarla, consolarla, llorar por ella y por tres más si hacía falta, todo ello sin dejar de mascullar que como el médico no hiciera bien su trabajo ella misma lo azotaría.

Notas de juego

Tu hermano llegá en mitad de tu cura, pálido como una vela y furioso como un demonio. Para acompañarte hacia el despacho de tu padre, donde se dejarían claras las primeras impresiones y se resolvería todo esto, con más de una persona haciendo un baile con cuerda.

 

 

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15/02/2010, 00:02
Director
- Tiradas (1)

Tirada: 3d6
Motivo: Curar esa herida.
Dificultad: 14-
Resultado: 7 (Exito)

Notas de juego

Ha dolido mucho, hasta llorar. Pero no quedará cicatriz. Tiene vuesamerced un buen cirujano.

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15/02/2010, 00:28
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Tras el primer sofoco consolado por la buena de Elvira, precediéronle más lágrimas que, por más que intentó contener su orgullo, no logró. El médico, Albert Berug, hizo un grato trabajo que satisfizo a la desconsolada Inés, y tras cubrir su herida con sumo cuidado y asegurarle que no le quedarían marcas, prometió recompensarle más tarde, cuando se resolviera semejante entuerto. Por supuesto tras la llantina vino la ira, y aquel intento en vano de manchar su honra (aunque no su cuerpo, que ya había sido enjabonado varias veces), no iba a quedar así. Si alguien no se hubo despertado por los gritos de auxilio de Inés durante la incursión, debieron hacerlo después cuando, echa un basilisco, comenzó a gritar y a blasfemar contra los traidores que se hallaban entre su servicio. Una vez limpia y vestida decentemente, en compañía de su hermano y su dueña que no se separaron de ella (ni que Inés lo hubiera querido, por cierto), fue a ver a su padre que, seguro, estaba tan ansioso como ella de saber quién había osado tramar semejante ofensa contra la futura Grande de España.
Mucho habrían de escribir los bardos todavía para finalizar aquella historia. Y rodarían cabezas, eso seguro.

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15/02/2010, 00:39
Don Juan Francisco de Osuna, Grande de España.

Inés se encontraba sentada frente a su padre, que se escudaba tras una gran mesa de buena madera donde humeaba un baso con vino caliente y especiado, para templar los ánimos, que también había sido dispuesto en una pequeña copa para Inés. La olla no había quedado muy lejos, por si querían repetir.

Su padre había hecho salir a su hermano y su dueña, que había cosas que se tenían que tratar en privado, por muchas explicaciones que se dieran después.

El otro bellaco había sido alcanzado nada más salir del edificio. El infeliz no pudo dar un par de pasos por el terreno sin que uno de los perros le alcanzase mordiéndole en la pierna y provocando una distracción fatal, pues mientras juraba a Dios y al demonio una de la espada de los guardias, que ya corrían prestos hacia allá, se le atravesase entre las costillas, matándolo inmediatamente. A la pareja de asaltadores les habían desfigurado a palos los sirvientes para después dado de comer a los perros. Habiendo encontrado, por cierto, sesenta reales entre uno y el otro, por lo que el lance les había salido bien cobrado, aunque despues hubieran de pagar mucho más por él.

En cuanto a los sirvientes, ni la ama de llaves ni dos de las criadas estaban en la casa, y nadie esperaba que aparecieran más por allí. La criada restante había sido torturada hasta confesar tan sólo que sus dos compañeras habían estado presumiendo a escondidas de encontrar un buen dinero, y que pronto iban a largarse. Tras decidir que poco más se iba a sacar de ella, Don Juan Francisco la había mandado ahorcar. Que no estaba el patio para confianzas.

Tras un largo trago dio a su hija la confianza de expresarse, que gran afrenta había sufrido la familia noche y a saber por qué.

 

 

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15/02/2010, 01:07
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Ni un alma podía cantar ya. Si querían información, al parecer tendrían que acudir al diablo con finos sobornos. Con las mejillas coloradas (aunque casi no se apreciaran tras el vendaje), Inés dio un prolongado trago al vino y miró a su padre como miran los penitentes al vacío antes de escuchar su sentencia; desconsolados y rabiosos. Después de escucharle en silencio estalló.
- ¡Alguien debe saber algo! - protestó poniendo la maso sobre la mesa- Los cotilleos vuelan, las paredes escuchan cuanto se dice en todas partes. Han de pagar semejante atrocidad, y algún pobre diablo tiene que saber de dónde salieron esos canallas. ¡Quiero justicia! Quiero saber dónde estaba todo el mundo y porqué nadie los vio llegar. Se va a mover cielo y tierra hasta saberse los nombres, o no va a conciliar el sueño nadie.
Firmada la sentencia, Inés se reclinó en el asiento, cruzó las piernas y, una vez expresada su ira en palabras dio rienda suelta a sus cavilaciones, pues no conocía hombre mas cauto e inteligente que su padre para compartirlas.
- Debió ser alguien con buenas finanzas, pues tanto dinero malgastado no lo tiene cualquiera. Y con maña e influencia. Tergiversas palabras para convencer a dos villanos de colarse en la casa del vierrei no es algo que ni una cuarta parte del populacho esté dispuesto a hacer por tan pocos reales. ¿No creéis, padre?

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16/02/2010, 16:01
Don Juan Francisco de Osuna, Grande de España.

El padre la dejo hacer, no obstante, no participó en sus opiniones ni recelos, que ya tenía el pensado sus muy buenas conclusiones. Siguió sereno e impasible.

-¿Hay algún motivo para tan grande afrenta Inés?

Que, al fin y al cabo, era lo importante antes de hacer nada.

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16/02/2010, 16:16
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés guardó silencio entornando sus ojos hacia los de su padre, ligeramente confusa. Después bebió del vino antes de seguir.

- ¿A caso pensáis que merezco semejante desfachatez, padre? ¿En qué momento os he defraudado como hija para incitaros a pensar eso?- prosiguió con total serenidad - Si hubiera motivos bien los sabríais, y yo no estaría frente a vos exponiendo mis quejas. La única persona que a mi mente podría acudir sería Doña Adela Reyes, y vos ya conocéis mis redencillas con esa mujer. Nada más.

Y era cierto, a Inés no se le ocurrieron más idéas decentes que exponer.

- Bueno, sí. Tal vez todos esos infelices que no acatan que los Españoles vivamos aquí.

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16/02/2010, 22:15
Don Juan Francisco de Osuna, Grande de España.

Don Juan Francisco asintió, serio e imperturbable, moda todavía extendida entre los hidalgos españoles que se precien de hidalgos, que por aquí todavía se recordaban los viejos tiempos, los de Carlos V, que bien serio jodió al mundo entero haciéndonos un imperio.

Sin terminarse ni siquiera el vino se levantó, más como gesto de despedida hacia su hija que otra cosa.

-Tengo que controlar la rebeldía de Haarlem, así que no puedo ocuparme directamente de este desagradable asunto. He dado ordenes a tu hermano de que utilice sus influencias para ayudarte a encontrar a el culpable.- Ésto, en gran medida, ya era un desafuero, pues Inés siempre había contado con la confianza ciega de su padre, pero aparte de contar con ello, también contaba con 21 un años, cosa que tampoco se le pasaba. - No obstante, me agradaría en extremo descubrir que has sido capaz de recoger el guante por ti misma.


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17/02/2010, 12:00
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

 

 

Inés asintió a las palabras de su padre sabiendo que orgullo no era precisamente lo que inspiraba el momento. A pesar de sus palabras y advertencias, ella ya pensaba cómo solucionar todo aquello sin necesidad de ayuda, ni de su hermano ni de su padre. No estaban pues los amigos y el dinero solo para lardear.

- Que descanséis, padre.

La muchacha se levantó y abandonó la sala, mentón bien alto, con la seguridad de que aquella noche no dormiría. Pero la madrugada andaba cerca y las cartas oportunas debían salir temprano, así que ya tenía ocupaciones para distraer su mente. No era alegría lo que sentía ante la espectativa de dar con los culpables, sino vergüenza, rabia, y una necesidad de venganza que ni el peor villano tenía. Había sido demasiado poco precavida.