Partida Rol por web

Son las 10 de la mañana del día siguiente a vuestra fiesta. Confluís en el convento de San Felipe el Real, en cuya iglesia tenéis una cita, un rato antes de la misma.

El mentidero está ya en pleno auge, y se discute de todo lo divino y lo humano: cuándo llegará la flota de Indias, qué traman los nefastos protestantes en Flandes, si el Turco sube o baja, o si fulanita o menganita le han puesto los cuernos a su marido.

Pedro sin nada que hacer durante el día ahora que el tercio estaba licenciado y con pocos cuartos que gastar en tabernas y mancebas llego pronto a la iglesia , se apoyo sin reparos en la pared y espero a sus compadres a la sombra .

De uno de los mercadillos, degustando el último trozo de desayuno - golosina y fruta -, muy animado (en comerla), emerge Alicio, destacando su altura por encima del populacho común.  Sus ropas, con los acentos rojo y negros de rigor, no han cambiado mucho (puede decirse que se parecen demasiado) a las de antenoche.  Ve a su amigo y le saluda.  En sus enormes y amigables ojos pardos salta la emoción.

Saliendo entre la multitud aparece Francisco, guardando unos reales y sus dados en un bolsa.
Al llegar donde sus compañeros saluda y dice:
-Algo de informacion consegui pero nada relevante, cuando esten todos aqui lo hablamos

Al escuchar tales nuevas, Alicio frunce el ceño, puede que preocupado, puede que no.

Al cabo, sale un seminarista por una puerta lateral del convento y, dirigiéndose a vosotros (de quienes parece tener una buena descripción), os indica que le acompañéis al interior. En una sala anexa a la sacristía hay dispuesto un opíparo desayuno. Aparte del letuario (mermelada de naranja) y el aguardiente típicos de esta colación, hay jícaras de hirviente chocolate, pan recién horneado, bollos dulces y salados, pastelones de carne, y frutas variadas. El seminarista os dice que os acomodéis, que el padre Aguirre vendrá en seguida.

El padre Ataúlfo había llegado tarde, por diversos motivos. La noche anterior, para desazón de Jorge, había terminado algo alumbrado por el vino de la invitación, y por un par de jarras más que cayeron de camino a la iglesia. Se conocía demasiado como para saber que luego vendría la resaca, que se presentó puntual por la mañana.

Con ella tuvo que convivir durante la misa, procurando no hacer visajes ni bostezar. Luego, con evidente prisa, tomó su sombrero de canal y partió hacia San Felipe del Real, llegando justo a tiempo para ver como sus "compañeros" entraban en la iglesia, y les siguió justo antes de que el seminarista cerrara la puerta.

-Disculpen vuesas mercedes, pero el deber reclamaba -dijo una vez dentro, limpiándose el sudor.

Para su sorpresa, dentro había preparado un desayuno, junto a la sacristía. Y aunque él ya había desayunado a la hora de prima, no despreció la posibilidad de comer de más, que era su afición y al mismo tiempo su cruz. El chocolate era como una prueba, para él, semejante a las tentaciones de nuestro señor en el desierto.

Pero, a diferencia de Jesús, él no tenía demasiada voluntad para aquel tipo de cosas.

A Alicio les son claras las intenciones del cura con los alimentos, y (luego de saludar a sus compañeros de vida), raudo y veloz comienza a degustar antes de que ese vendaval hecho hombre se lo lleve todo.

Veis pasar al padre Aguirre, todavía con la casulla puesta, obviamente de camino a la sacristía para cambiarse.

Asoma la cabeza un momento por la puerta para decir: sírvanse VV.MM., que yo me les uno en unos momentos.

Cuando el confesor de palacio se asomó, él estaba con las manos en el chocolate. Reflexionó un momento sobre su frase, y aquello de "me les uno". Suponía que el jesuíta no había desayunado, y sería muy grosero por su parte el dejarle sin nada, como anfitrión que era.

Procuró pensar en otra cosa, mientas notaba el típico sudor frío que le daba al contener sus impulsos. Había que dar buena imagen, y disimular. Entonces, cayó en la cuenta de que llevaba una casulla morada. Eso significaba que había oficiado una misa de muertos o una penitencia, al no ser adviento ni cuaresma.

En realidad fue un sólo éxito, y fue un 8.

VM debe pulsar el botón de "sin desglosar" al lanzar los dados, para ke le sume todos.

VVVVV

Al cabo de unos minutos vuelve el padre Aguirre, ya con vestimentas más cómodas, toma asiento a la cabecera de la mesa, hace una señal rápida de bendición, y sin más ceremonias se prepara una buena rebanada de pan con miel, que acompaña de chocolate. No se anden VV.MM. con remilgos, que desayunar a estas horas no es gula, sino bastimento necesario, que llevo en pie desde Laudes, ayudando a bien morir a un hidalgo; pero como dijo aquél, va con el sueldo, remata encogiéndose de hombros. Bien, veo que estamos todos, así que empezaré a explicaros el porqué de reuniros aquí.

-Le escuchamos con atención

Mientras Sebastián nos habla del encargo, no pierdo la oportunidad de tomar el segundo desayuno, ya que el primero no fue de los buenos y un desayuno como este no se le volvería a presentar en años

Pedro compartió charleta con los compadres , algunos mas conocidos que otros hasta que la puerta se abrió . Luego la sorpresa y el volver a pensar que el clero vivia como el rey , que si no se equivocó al huir camino del seminario ... luego volvió la vista al Padre Ataulfo y la razón le volvió .

El joven no tenía hambre , la comida de ayer le sacio , los que se acostumbran a comer cuando pueden nunca dejan pasar una oportunidad , así que sin esperar al anfitrión se lanzó a por la comida , pero la fugaz aparición del empleador le refreno , pero las palabras le dieron la bendición que necesitaba , eso si no dejo que sus apetitos le cegaran y escuchó , ya que de negocios y cuartos iba la charla y de uno y de lo otro andaba escaso Pedro .

"Que fea a la faluf del hidalgo, enfonfef. Y fi la refomfenfa del tfabafo ef otfo defayuno como éfte yo ya me doy for fagado..."

Jorge contesta al jesuita con la boca repleta y un trozo de pan en cada mano. Da la sensación de que no tiene ocasión de darse festines como éste a menudo, y desde luego que lo aprovecha.

Alicio, habiéndo degustado sinfín de manjares exóticos en sus travesías, aún se decanta por los de casa.  Come mesuradamente - sin mirar a nadie -, mas, atento.  Casi que se les antoja verle las orejas moverse, como a los animales cuando escuchan.

Permitidme primero que me presente de forma adecuada, dice el jesuita.

Mi nombre es Sebastián de Aguirre y García de la Osa, Societas Iesu, capellán castrense de la Coronelía de la Guardia y confesor de Palacio. Como véis, no es que me sobre el tiempo, acaba bromeando. Soy vascongado, cristiano viejo, y nuestro Señor don Felipe IV, tuvo a bien ennoblecerme con el vizcondado de Almeida, en Portugal, por servicios prestados a la Corona que aquí no detallaré, por prolijos.

Por si tuviéreis interés, quien ayer me acompañaba en Maese Pedro es mi amigo don Andrés de Villaplana y Collado, señor de Mazalquivir y algún otro título que no recuerdo. También es cristiano viejo y ocupa el cargo de Jefe de Correos a las órdenes directas del Correo Mayor del Reino, el conde de Villamediana.

Pues bien, señores, anteayer el confesor de don Baltasar de Zúñiga erigido en ángel de la guarda, tuvo a bien prevenir al conde de Villamediana de que mirase por sí, que tenía peligro su vida. Sabido esto por mi amigo don Andrés, de inmediato dispuso para su superior una fuerte escolta, que sin embargo el conde rechazó, diciendo que sonaban más las palabras del confesor a estafa que a advertimiento.

Y aquí nos tenéis, ciertos de que se trama un complot contra el Correo Mayor del Reino, sin que éste atienda a razones para procurar su seguridad. Está fuera de caso llevar el asunto a la Justicia o a la Ronda, porque ningún delito ha tenido lugar, ni al Santo Oficio (que sí puede actuar preventivamente) porque no es un tema de fe. Por ello decidimos organizar un grupo de investigación que intente averiguar si es cierto que la vida del conde corre peligro; y si lo corre, que desarticule la trama de forma discreta (y recalco lo de discreta). Vosotros sois un grupo interesante de personas que, juntos, podéis abarcar diferentes aproximaciones a este turbio asunto, y además disponéis de una baza ignorada por vosotros mismos, que os puede resultar muy útil en vuestro desempeño.