Partida Rol por web

TRANSCURREN SEIS HORAS:

AÑO: 783 D.

MES 2: METAGITNIÓN.

MENÓS PHTHINONTOS: LA DÉCADA DEL MES QUE SE ACABA.

DÍA: 29 ENÉ KAI NÉA.

HORA LOCAL: 03:50.

El Rey Hades (el holograma que le representaba al menos) pareció vibrar antes de observaros a todos y, acto seguido, negar con la cabeza.

- Debemos reanudar las conversaciones. En todo caso, capitán Merc, conviene intentar relajar nuestra rabia. Son varias las delegaciones que hemos sufrido pérdidas importantes, pero no serán nada comparadas con las posibles consecuencias de esta reunión. Sea como sea, estamos en vísperas de acontecimientos devastadores. En virtud de esa realidad, os ruego que os moderéis, al menos, hasta que entre vos y el emisario persa pueda determinarse qué ha ocurrido exactamente. Por otro lado- Hades miró un instante a Urban, asintiendo- El emisario Urban de Gólgota habla con palabras sabias. Me gustaría saber si los persas saben algo de la IA que nos atacó, en cuanto a ese tema, estoy indagando junto a mi Ministra de Exteriorers sobre la naturaleza y motivaciones de esa inteligencia. Espero poder decirles algo cuando mis indagaciones terminen.

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No había recibido una respuesta clara y pública a sus últimas palabras en aquellas horas, lo que le producía sentimientos encontrados. Sin embargo y por el momento, el suprahumano no tenía mucho más que añadir a la situación. Mantuvo un discreto silencio dejando que otros que habían hablado menos adelantaran sus opiniones y mostraran lo que pensaban.

El capitán de los mercenarios entró con mucha energía demandando explicaciones debido a lo sucedido en el exterior pero no era un tema que demandara el pronunciamiento de Arcadia de forma directa. Por ese mismo motivo Helicaón no se pronunció y dejó que el resto hablaran. Los problemas con los persas eran los más urgentes de resolver, máxime con el emisario allí presente, por eso debían colocarse las cartas sobre la mesa.

Sin despegar los labios, el arcadio observó primero al representante de Gólgota que demostraba ser tan pragmático como de costumbre y a continuación observó al Rey Hades.

—Concuerdo con el rey Laertes. Lo más prudente para el bien de la reunión, sería que el capitán Melpurgis de su versión de lo sucedido.

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Ladi, al igual que el resto de los presentes en la sala de reuniones, pudo observar la furibunda entrada del capitan Melpurgis, soliviantado por el ataque persa cuando se acercó a inspeccionar el acorazado partido por la mitad en el portal de entrada a La Marca. El embajador había dado una versión de lo acontecido, tratando de justificar su actuación contra la nave de los mercs. Ahora llegaba el momento del careo entre Zirus y Expurgare, inevitable por mucho que se intentará llamar a la calma al corsario, a punto de haber perdido la vida y la nave a manos, o disparos, persas. Lo que referían Laertes y Urban, aunque no deseado, iba a ser ineludible.

Sin embargo, como bien decía Hades, aquello no debía degenerar en un conflicto directo y abierto sin haber tratado todo con el asirio. Por mucho que le pesara a Melpurgis lo que más convenía a la Alianza era que, tras el cruce de acusaciones, se guardara la última palabra para el final. Cuando su mente y su corazón no estuvieran tan alterados y su respuesta final fuera fría, meditada y calculada. Y la más conveniente para el Racimo, a ser posible.

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Aunque hubiese querido quedarse a descansar, como anfitriona no podía permitirse no estar cuando Melpurgis atracara de nuevo en la Iculisma. Además, se sentía en parte culpable pro lo que había ocurrido, aquel "malentendido". Entendía el enfado del merc, pero esperaba que entrara en razón, como así intentaban hacerle ver los que habían intervenido.

- Capitán, ¿están todos bien?-Se interesó por su nave y tripulación.- Caoban, disponga de todos los medios necesarios que el Capitán requiera en caso de que haya que reparar su nave y atender a heridos.- Comunicó a su Administrador.-Parece que hubo un fallo en las comunicaciones...- Dejó caer cuando el el merc estuvo más cerca de ella y un poco a modo de disculpa no se sabía si de su parte o de los persas.

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La imagen de la pantalla apenas había cambiado en el tiempo de espera, de hecho había continuado en silencio la mayor parte del tiempo y únicamente algún efecto visual preprogramado era toda señal de que no se hubiera bloqueado en aquel punto. Aún así, el embajador no había llegado a presentar sus pruebas, por lo que no dejaba de ser comprensible que no hubiera vuelto a mencionar nada, siquiera ante el regreso del capitán mercenario.

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Las horas pasan, mientras los políticos líderes hablan y hablan, como un fondo de frases sin sentido.

Pero yo hace rato que desconecté.

No, mi mente no está en esa sala, ni siquiera en ese mundo. Mi mente está en mi planeta, en esas personas que conozco, en la gente del ejército, de la calle... ¿Qué pasará si Ritea II es destruido?

Nunca había sentido ésta sensación. Esto que me encoje el pecho, que me hace querer volver a casa y enfrentarme a todos esos que nos amenazan. Por primera vez siento miedo.

Aún así, tengo una misión que cumplir, y la cumpliré.

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La llegada del capitán merc causó un impacto en los presentes. Expurgare se detuvo primero ante la Marquesa. No en vano, era la anfitriona...

¡¡¿Un fallo en las comunicaciones?!!

-Es una forma de verlo, dijo, y su voz era un siseo tras la máscara. Pero no eran pocas las voces que pedían calma al pirata, ya que sin duda había mucho en juego. -El embajador persa no ha elegido bien su carta de presentación, atacando a las naves que acudían a auxiliarle. Tendrá que pagar por ello, pero todo a su debido tiempo...

Después le contestó a la Marquesa. -No se preocupe por los heridos. ¡Y qué nadie se acerque a mi nave!

Su voz se alzó en la sala, pero en su voz se podía sentir algo más que enfado y rabia. Dio unos pasos más hacia el centro de la sala. -Los persas... En fin, ya hablaremos de eso. Estoy dispuesto a escuchar la versión del representante persa. Pero además después del ataque traicionero de esos cobardes, la Cuna de Perros recibió la visita de esa IA. Es casi un milagro que haya llegado hasta aquí. Y sí, a mí también me interesa qué pueden saber nuestros ... invitados ... de esa IA.

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Me permito tomar la palabra. No he sido hablador, no es mi cometido. Pero todo este asunto me interesa sobremanera. Me adelanto.

Por hacer un resúmen, Capitán Expurgare, el embajador persa afirma que el imperio de Terra viene a arrasar el racimo de vuestra mano, o con vuestra ayuda, y que Jerjes, en su bondad, nos ofrece protegernos a cambio de ser sus vasallos. ¿Es así más o menos, no?

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El embajador Ziro observa al Sargento Winston con los ojos levemente entrecerrados. Acto seguido dirige su mirada a Melpurgis y no aparta la vista.

- "Algo parecido a lo que el Sargento Winston comenta. Los Mercs solo sois unos peones en manos de la Commonwealth Terrana. Os han enviado al Racimo para sembrar el caos, asaltar y arrasar nuestros planetas. Vuestro objetivo es sembrar la discordia entre nosotros y dejarnos listos para su llegada. ¿Me equivoco, Capitán Melpurgis?" - Pregunta el embajador.

- "Tengo pruebas de ello. Pruebas que hace pocas horas mis hombres entregaron a los hombres de la Marquesa." - Añade dirigiendo una mirada a la Marquesa para que ella corrobore si es cierto o no.

- "¿Tenéis algo que decir en vuestra defensa, Capitán Melpurgis?" -

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Pero la réplica a las palabras del embajador no vinieron del capitán mercenario.

- Paciencia Capitán: Melpurgis. Yo continúo esperando las pruebas persas desde hace ya mucho.

Recuerdo ante todos sin aparente acritud puesto que el tiempo no le resultaba tan importante como el obtenerlas finalmente.

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Laertes observó como se desenvolvía la escena con aire seguro y decidido, y esa sonrisa que no parecía querer abandonar su rostro. Unos y otros, con más o menos acierto, intervinieron cuando el líder de los Mercs apareció. Sin embargo, la intervención más interesante fue la del propio embajador. El riteano había pinchado en hueso, a juzgar por el gesto del persa, aunque las palabras que dedicó a Melpurgis hicieron reír educadamente a Laertes.

-Mal juicio es aquel en el que la acusación se mueve en las sombras y al acusado se le exige publicidad, mi buen Ziro-dijo, con cierto tono de reproche-sin duda, todos los presentes querremos ser testigos de dichas pruebas. No por no fiarnos de nuestra anfitriona, por supuesto, si no porque varios ojos podrán dilucidar mejor la verdad de las mismas. Y a juzgar por las palabras de nuestro amigo Omnios, parece que no soy el único que espera. No puedo evitar preguntarme, ¿habrán venido los emisarios de Jerjes solo con aire ante nosotros?

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- Pero Rey: Laertes, si yo acepto las palabras de Embajador: Serchus como ciertas. Hasta el momento no hay pruebas que demuestren lo contrario, pero si los misiles incautados son reales, entonces podremos obtener mucha información de ellos.

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El Emisario Urban fue escuchando todo lo que iban diciendo las delegaciones de los distintos planetas que formaban el cónclave en la estación espacial Iculisma.

- “Rey Hades tiene toda la razón, debemos mantener la compostura e informar de todo lo que sabemos. Tanto por una parte como por otra.” – dijo haciendo un gesto a los persas y los mercs.

- “Has escuchado el resumen del embajador persa, ahora le toca a usted capitán Expurgare Melpurgis, defenderte de las acusaciones. Tal vez puedas revelar alguna novedad que desconozcamos.” –

El tecnomuerto observó al Rey Laertes de Atenas y al Gestor Omnios, coincidía con el rey de Atenas – “Opino lo mismo que el ilustre Rey Laertes de Atenas. No he visto ninguna prueba y mantener las pruebas ocultas no es digno de confianza.” –

El embajador de Gólgota se quedó mirando a todos los presentes con una serie mirada, no sabía cómo terminaría desarrollándose todos los acontecimientos que estaban por suceder.

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La advertencia de que nadie se acercara a la Cuna de Perros dejó algo trastocada a la Marquesa, aunque no mostró el menor atisbo de dudas hacia Melpurgis. ¿Por qué mostraba reticencias a que ayudaran a su gente y su nave? ¿Por miedo a que estuviera infectada por la Aniquiladora o porque ocultaba algo, como ya había insinuado Omnios y más tarde exponía el Embajador?

- Si los persas hubieran querido hubieran podido destruir vuestra nave, Capitán. Tranquilicémonos todos. Como os he comentado, al parecer La Cuna de Perros no contestó a sus advertencias y los espartanos, al responder a las mismas, no sufrieron daños. ¿Es así?- Preguntó a todas las partes implicadas: persas, espartanos y mercs. Ahora bien, quizá esa Aniquiladora haya interferido las comunicaciones. Era evidente que aquella IA, o lo que fuera, estaba poniendo a unos contra los otros. Era como si quisiera que todo estallara y ella no iba a permitirlo, no en sus dominios. Se esforzaría al máximo por relajar la tensión. 

La atención volvía a focalizarse en ella y era difícil, incluso para alguien de su naturaleza, mantener la presión de todas aquellas imponentes miradas.

- El embajador Zirus y yo mantuvimos una audiencia privada desde la última reunión en la que me dio las pruebas del supuesto ataque riteano.- Se cuidó mucho de seguir otorgando el beneficio de la duda a los riteanos para que, como indicaba Laertes, otros pudieran verlo con sus propios ojos. Con un gesto indicó a Caoban que mostrara las mismas.

- El análisis preliminar indica que, efectivamente, es armamento de Ritea, y que estaba apostado acechando en el interior del Laberinto.- Hasta ahí tampoco había nada nuevo que el Gestor Omnios no hubiera dicho él mismo desde la ridícula pantalla. Llegados a este punto, por un lado era imposible determinar quién disparó primero, si los Persas o los Riteanos. Lo indiscutible era que en el Racimo de Damocles el simple acto de apostar naves dentro del propio Laberinto se considera una emboscada y un acto de guerra, pues cualquier nave entrante se las encuentra de sopetón, sin casi tiempo a reaccionar ni espacio para maniobras evasivas. Cualquiera que se encuentrara con naves apostadas en el interior del Laberinto es probable que disparara primero y preguntara después, y dicha acción se consideraría completamente justificada en los usos y costumbres del Laberinto.

El otro tema con el que la interpelaba el Embajador era mucho más espinoso, a su juicio.

- Estamos analizándolas aún, me temo. -Se excusó. Necesitaba tiempo. Se quedó a al espera de si alguien más decía algo, ya fuera Melpurgis para defenderse de las acusaciones o cualquier miembro de la Alianza acerca de Ritea.

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Los ojos de Melpurgis no se apartaron del embajador persa, y escuchó con paciencia todas y cada una de las palabras de Ziro. Su rostro enmascarado seguía mirando hacia el embajador, pero su mente registró también las intervenciones que sucedían a su alrededor. Le faltaba cierta información de lo que habían estado hablando en su ausencia pero comenzó a hacerse una idea. Finalmente habló. -Ja. ¿De verdad? ¿El rey Jerjes os envía hasta Iculisma con esto?

Negó con la cabeza. -Me podría pacecer una broma, pero ¡me han destrozado mi nave! Así que pocas bromas... Vamos a ver, por respeto a los presentes y a la Marquesa, voy a evitar decir en voz alta lo que pienso de los persas, ya que al parecer unos cuantos de los aquí presentes que comparten mi opinión, han hecho lo propio. Veamos... ¿Me estáis acusando de que los mercs son piratas? En fin... Ha hecho un largo viaje para eso, ¿no? En primer lugar, no hablo en nombre de todos los mercs. Nadie lo hace. No voy a decir ahora que somos unos santos. Muchos de vosotros habéis sufrido robos o incursiones, y nos echáis la culpa de vuestros males. Hemos cometido atrocidades. Lo sé. Los mercs no somos queridos por casi nadie, puede que respetados por unos pocos... pero desde luego temidos por todos. Lo que me parece un insulto a la inteligencia de los miembros de la Alianzam es que Jerjes mande a un emisario para decir que los mercs están el el Racimo para asaltar y arrasar planetas. Hacemos lo que hacemos para sobrevivir. Nada más. No pediré disculpas por ello, aunque sí me gustaría recordarle al embajador Ziro Serchus que cuando quiera comparamos actos hostiles de los persas con los de cualquier otro bando aquí presente, incluyendo los mercs. Porque entre todos no hemos ni la mitad del daño que Jerjes en el Rácimo. Y además, solo uno de nosotros dos ha acudido con invitación aquí, y solo uno de los dos no ha abierto fuego a una nave que acudía para auxiliar. Así que lecciones de los persas no aceptaré ninguna.

Melpurgis parecía haberse desahogado a gusto, aunque seguía molesto. -¿Defenderme? Primero me gustaría ver esas pruebas, o escuchar alguna acusación más concreta. Algo más que ... "arrasan planetas"... "provocan el caos". Si lo que trae este individuo son pruebas de planes o de acciones de los mercs en contra de los intereses de los persas, y puede incluso que en contra de algunos otros, pues ya os ahorro tiempo. Los mercs son culpables de muchas de esas cosas. Me imagino que por eso el gran Jerjes pensó que sería la forma más fácil de debilitar esta Alianza. Pero ni hay un plan elaborado detrás de lo que hacen los mercs ni somos peones de nadie. Eso os lo garantizo. Si algo valoramos es la libertad, y por eso nos temen los persas. Porque saben que aunque no tengamos ni planetas ni riquezas, somos muchos. No tenemos nada que perder. Y juntos podemos hundir a todo un imperio.

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La imagen de la pantalla ni siquiera se movió conforme la Marquesa avisaba de las conclusiones de su estudio, menos aún ante el ataque histérico de Melpurgirs, aunque como no era su objetivo, tampoco merecía la pena perder el tiempo con eso.

- Tomaos todo el tiempo que necesitéis Marquesa. ¿No os gustaría estar segura por completo?

Pregunto metiendo algo de presión extra que se traduciría en más y más pruebas si todo iba como esperaba.

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- "En realidad... Los Mercs nunca fueron formalmente invitados. Pero es cierto que en esta cumbre en principio podían participar todos los representantes de al menos un planeta del Racimo. Eso incluía a la dama Circe, gobernante del planeta del mismo nombre, aunque no se ha presentado." -

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Meyers entrecruzó los dedos de las manos a la altura de su boca mientras escuchaba lo que cada uno tenía que decir, protestar, sugerir, tergiversar o mentir. A todo lo que se decía él no tenía nada que añadir y correspondía a los líderes de cada uno de los planetas debatir y llegar a acuerdos, o desencuentros, de todo lo que se estaba tratando: alianzas. Para formar un frente común contra Persia o contra Terra, o por contra no hacer nada.

El vesperio, sin embargo, prestó especial atención a dos breves comentarios de la Marquesa y de Melpurgis. Y de nuevo se sumió en una recapacitación, no ya de posibles futuros sino del actual presente. A su entender había cosas más apremiantes que descubrir, entender, tratar y atajar. Y todo lo demás podía esperar.

Cogió su tablet y comenzó a teclear, escribiendo sus pensamientos.

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Seis horas transcurren en una dinámica diplomática que en nada aporta a esta reunión, viendo los disparos entre Persia y Ritea, sin que ninguno de los dos consiga poner nada en claro. Todo eso me mantiene cada vez más y más aburrido, hasta el punto de que Helicaón ve como mi postura comienza a relajarse cada vez más hasta el punto de que parezco casi recostado sobre el muro. Mi corta paciencia se ha acabado y el desinterés me ha invadido como según los persas, la Commonwealth terrana hará con el racimo.

Por suerte, por fin nos damos un descanso en lo que vuelve el capitán de los mercs. Utilizo ese tiempo para meditar, buscando un poco de paz mental para así poder soportar otra interminable sesión de acusaciones sin pruebas y defensas de palabras.

Expurgare vuelve y la tensión vuelve a aparecer de inmediato, cuando los Persas culpan a los Mercs de ser enviado de Terra para desestabilizar a las naciones del Racimo de Damocles, mientras que los Mercs niegan las acusaciones. La otra parte interesante es que las pruebas preliminares que hicieron a los misiles que entregaron los persas indican que sí fueron armas riteanas las que les atacaron dentro del laberinto. Omnios no está de acuerdo, pero en el fondo, no sé si confiar en la palabra de la IA.

"El Gestor Omnios no es alguien que inspire demasiada confianza, no realmente por sus actos sino por sus maneras. Confío en ellos como aliados pero, no pondría las manos al fuego porque no haya roto las reglas del laberinto en su afán por vencer a los persas."

La verdad es que el honor siempre ha sido algo presente para mí, fui programado y criado para vivir de forma honorable, pero no me he planteado realmente cuan lejos estoy dispuesto a llegar para proteger a mi mundo, cuando deshonrosos pueden llegar a ser los medios que empuñe para cumplir mi deber, llegado el caso de necesidad. Es algo que tendré que pensar.

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HORA LOCAL: 04:00.

El administrador Caoban se acerca a la Marquesa para susurrarle algo al oído.