Partida Rol por web

Desafíos en el Norte.

Desarrollo de Pashma

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25/01/2013, 20:18
Director

Esta escena es para personalizar, desarrollar a tu personaje, también para apuntar cosas que tu PJ sabe y que no quieres que el resto de compañeros lo sepa.....

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10/02/2013, 03:34
Pashma

La historia que Pashma cuenta es... imaginativa. Pero es falsa.

Lo cierto es que los primeros recuerdos de Pashma son en una granja dirigida por un antiguo clérigo aventurero, seguidor de Lathander. Pashma fue criado allí, pero cuando preguntaba al viejo patrón sobre su origen este le respondía con un simple "te dejaron en mi puerta".

Pashma fue criado con bondad y ternura, pero no como un hijo. El viejo clérigo se llamaba Jazón y tenía sus propios hijos, y además de estos una buena cantidad de criados. A Pashma se le enseñó a leer, y como todos los criados tenía que asistir todas las mañanas a los ritos a Lathander que su patrón realizaba. Cuando Pashma terminaba sus tareas, lo que solía ser con el sol ya casi cayendo, solía pedir permiso a su patrón para leer en su biblioteca, buscando en aquellos volúmenes alguna pista sobre quién era él y su posible origen.

Fruto de aquellas lecturas, y ya desde muy chico, comenzó a esbozarse una historia de sí mismo en la que su patrón lo había encontrado en realidad sobre un campo de batalla en la que orcos y no-muertos -enemigos tradicionales del patrón- habían arrasado una cultura minotaura y él era el único superviviente.

El viejo clérigo, viendo que el minotauro sería aventurero a la larga, comenzó a enseñarle los fundamentos del oficio, al tiempo que le daba innumerables charlas sobre el Señor del Alba, esperando que el muchacho abrazase su fe y encauzándolo por la senda del bien. Sin embargo, el primer día que le dio una espada de verdad, el muchacho demostró una familiaridad y una maestría en su manejo tal, que Jazón supo que algún dios de la guerra le había dado su bendición y por lo tanto no había sido Lathánder. Aunque el muchacho seguía rezando al dios del sol, era algún otro dios de naturaleza desconocida y caprichosa, quien le otorgaba sus bendiciones. Seguramente alguna deidad menor o algún semidios divertido al ver a un muchacho minotauro siendo educado por un clérigo servidor de la luz.

Cuando el muchacho le informó que se marcharía ese otoño tras la recogida de la cosecha, Jazón le concedió un valioso presente, una armadura mágica que en otro tiempo había servido a un semiorco y que probablemente le sentaría bien con pocos ajustes, así como varios libros de historia de las religiones e historia de las razas inteligentes, deseando con ello que el muchacho encontrase su camino en el bien y no en el mal. Esperaba que su propio ejemplo como patrón y tutor le apartase del camino del mal tan común entre los de su raza.

Pashma era tan solo un adolescente cuando decidió partir, y los presentes de su tutor y patrón los encajó en su propia y fantástica historia: la armadura era el legado que su padre moribundo le había dejado para su hijo, y los libros contenían pistas sobre su pasado y quien debía ser. Los leyó muchas veces, y consiguió averiguar varias cosas: su naturaleza era caótica y no se inclinaba ni hacia el bien ni hacia el mal, aunque de forma consciente trataba de inclinarse hacia el bien para honrar a su tutor al que admiraba como si fuese un verdadero padre. También entendió que ningún dios de los conocidos podía otorgar los dones que él mismo manejaba como clérigo, por lo que sin duda estos venían de algún dios minotauro no conocido en las tierras civilizadas y del cual quizás jamás encontrase pista alguna. Un dios imaginario al que poco a poco fue encontrando lugar en el pantemón, pues sin duda era un aliado de Tempus y al mismo tiempo mantenía un buen trato con las diosas de la curación. Por último, en un libro histórico sobre artefactos poderosos encontró ilustraciones de un par de objetos mágicos que le llamaron la atención y que creyó encontrar vagamente familiares, y que rápidamente incorporó a su fantasía: un bastón que permitía expulsar más veces a los muertos vivientes y un colgante que contenía los restos de un chamán que, como él, obedecía al caos. En su fantasía adolescente, y sabiendo que él era un gran curador y que esos objetos le serían de enorme utilidad, los incorporó a su propia fantasía como pistas que su tutor le había dejado en esos libros y que debían ser objeto de su búsqueda, quizás porque como la armadura eran los últimos restos de su antaño poderosa tribu.

Aunque Pashma lo ignora, en realidad no hay ningún dios de la guerra y la curación que sea un dios olvidado de los reinos minotauros. Probablemente más de un dios escucha sus rezos, uno probablemente sea el caprichoso Tempus o quizás su sirviente la semidiosa Caballero Rojo, quien le da los poderes de la guerra divertido ante la idea de un minotauro que quiere ser bueno pero de naturaleza guerrera, y que reza a un dios imaginario y a su tutor Tempus por considerarlo aliado. Y la otra muy probablemente es la semidiosa Lurue, protectora de las bestias inteligentes y descastados, y conmovida por el afán curador del muchacho y que, indirectamente, también recibe sus rezos pues ella es otra de las aliadas del dios imaginario. Quizás Pashma llegue a saber algún día qué dioses le bridan su protección, pero no es lo bastante inteligente para extraer ese conocimiento de los libros que heredó (y que prácticamente se sabe de memoria de tanto releerlos), pero mientras eso no ocurre reza a su imaginario dios y en los planos exteriores dos dioses muy diferentes pero de naturaleza caprichosa han decidido darle sus bendiciones.