Partida Rol por web

Jagg subió a la primera caja de un salto y a la segunda de otro, se agarró al tejado alzándose todo lo que pudo y, a puro brazo, se impulsó hasta el tejado cuando vio que más allá de las cajas sólo había el callejón de atrás de varios edificios, todos con sus puertas cerradas. Desde el tejado pudo ver que era fácil seguir y que, tras un salto sencillo (CD 10) se podía llegar a un mar de chimeneas, terrazas, tragaluces y altillos en los que era fácil esconderse e incluso escapar. Varias tejas estaban movidas en esa dirección, como si alguien acabara de pasar corriendo por el tejado.

Gogri mientras había subido a la primera caja de un potente salto, seguido de otro, como si de una rana se tratase, que le aupó a la segunda. Un tercer brinco le permitió asirse, con las puntas de los dedos, al alero del edificio y ahora pateaba con fuerza el muro ascendiendo casi como si tratase del suelo. En breve estaría con Jagg en las alturas.

Desde lo alto pudieron escuchar el sonido inequívoco de varias personas con armaduras pesadas a un par de esquinas de dónde se encontraban.

Rislân, desde el pasillo, pudo distinguir una voz clara, marcial, potente y exigente dirigiéndose al enano posadero. Podía sentir que había más personas con el que hablaba, varias, pero el número exacto se le escapaba.

-"Sí, enano, no te hagas el tonto: un viejo humano. Ha entrado aquí, nos lo ha dicho uno de los espías del Justicia. Si no quieres ver cerrada tu posada, más te vale que colabores. Tú sube a registrar por esa escalera." - pudo escuchar que decía el hombre, pues tal era su género sin lugar a dudas.

El pasillo en el que se encontraba no tenía ventanas ni más salida que la escalera por la que había llegado y que llevaba hasta los desconocidos. Aunque los cuatro cuartos que había visto tenían una ventana, en un segundo piso, eso sí. No había motivos para pensar que el resto de dormitorios fuera diferente.

Rebuscaba entre las monedas de la bolsa con el fin de pagar su deuda, cuando escucha repiqueteo metálico tras de sí. Observa por el rabillo del ojo como soldados armados se acercan. Pero sintiéndose bajo la seguridad que proporciona la inocencia, continua a lo suyo. Cuando una voz masculina resuena y, de pronto, se ve rodeado de puntas metálicas de alabarda.

-Shhh! Tranquilo Silent.- Dice al animal que ha comenzado a ponerse nervioso. -¡Caballeros!- Dice a los soldados aunque intenta un tono suficientemente alto para que llegue al mayor número de personas posible. -Desconozco cuales son los delitos de los que se nos acusa.- Alza y baja las manos suavemente buscando apaciguar los ánimos. -Pero estoy tan seguro de que se trata de un error, que estaré dispuesto a colaborar si garantizáis la integridad del animal, la muchacha y de su hermano.- Acto seguido, muy lentamente, desabrocha el cinturón del que penden su espada y su daga. Luego descuelga su arco de la espalda y, sujetándolos con la punta de los dedos, los entrega a los soldados.

Las palabras del hombre sacudieron al monje como si fuese un bofetón. Extraña era aquella ciudad, pues la descripción si que coincidía con él, pero no había cometido ningún crimen. La duda planeo un instante sobre la decisión de Rislân, pero no podía dejar que hiciesen daño al posadero o al local porque sería su responsabilidad. Así que sin más, se ajustó la túnica, la capelina y apoyado en el bastón salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí y dirigiéndose al salón común. ¿Qué podrían querer de él?

Gogri jadeó por el esfuerzo y escupió sobre una teja.

-¡Ja! -rió, exhausto -. Jamás hubiera dicho que escupiría sobre un tejado humano. Yo habría esperado abajo, Jagg, pero sabía que te podría la imprudencia. Te sigo, maldita sea, pero no olvidemos dónde estamos ni dónde se encuentra ese Hank. No es de buen enano dejar a un compañero solo.

De repente se detuvo.

-¡Espera! ¿Has oído? - Gogri bajó la voz -. Armaduras, pisadas de hombres armados. ¿Aquí? Esto es importante y raro. No parece éste un barrio donde abunde la gente en armadura. ¿Qué harás? Yo prefiero no perder a Hank. ¿Y si le sucede algo?

Jagg carraspea y se frota el morro. Tenía muy en mente que, si dejaba a sus compañeros atrás, tendría una oportunidad de coger a aquel gamberro, pero... su corazón no le iba a permitir hacerlo.

- Maldita sea, Gogri. Ya nos encargaremos de ese tipejo... -se consuela-. Veamos que ocurre con Hank.

Acto seguido, se asoma de forma discreta a ver qué son esos sonidos metálicos y si visualiza al pícaro.

Jagg y Gogri volvieron atrás por el callejón, los pasos sonaban justo en la calle de al lado y, o mucho se equivocaban, o pronto quienes los estuvieran causando llegarían al cruce con su propia calle pero aún no eran visibles, también les parecía escuchar a esas alturas el sonido de monturas, caballos seguramente, mezclados con los sonidos metálicos de armaduras en movimiento rápido. Hank seguía donde le habían visto por última vez. Todavía sujetaba al tipo que les seguía por la pechera contra la puerta que le habían cerrado en las narices. La calle seguía desierta después del espectáculo que habían dado, aunque numerosos ojos curiosos miraban entre los postigos de muchas de las ventanas de los pisos altos en los cuchitriles que les rodeaban.

- Vamos, enanito -le indicó a Gogri con un gesto.

El cazarrecompensas se colocó en la linea de visión de Hank, pero sin aproximarse a sus asuntos, para indicarle mediante un par de señas que se podrían estar acercando guardias.

Esperó a perder de vista a los asaltantes antes de bajar las armas. De inmediato se acercó al cuerpo que acababa de recibir una flecha, parecía imposible que siguiese vivo, y a continuación pasó a comprobar el estado del herido*. 

-Yo también me alegro de volver a verte - contestó con cierta sorna girándose hacia ella mientras se agachaba junto al herido - Ha pasado mucho tiempo... - pasó a dirigir su atención al herido - Tranquilo, vas a salir de esta... - le dijo aunque en ese momento no pudiese escucharle. 

Tras apartar las armas que aun pudiesen quedarle, colocó la mano sobre su pecho y cerró los ojos durante un instante, buscando canalizar la energía suficiente para salvarle la vida a aquel pobre diablo. 

-Te agradezco mucho que hayas intervenido, pero no era necesario matar a ninguno - le reprochó a Lilya - Asustarlos habría sido más que suficiente... - hizo una pausa de unos segundos antes de continuar mientras trataba de discernir si el ladrón viviría. Sabía también que a Lylia seguramente no le gustaría lo que iba a decir, pero era la verdad - Estoy buscando a Gina... - su nombre casi se le atragantó - Ha desaparecido, aquí... y por lo que he podido ver en el poco tiempo que llevo, no es la única...

Rislân bajó las escaleras, casi desapercibido entre las voces profundas. Pudo ver primero al posadero que miró con disimulo en su dirección y sus ojos dijeron con claridad "eres idiota", cuando una voz un tanto chillona y excitada gritó "¡ahí!¡ahí! es él" el enano se tapó los ojos mientras negaba con la cabeza. De la mujer encapuchada no había ni rastro.

La frase había venido de un hombrecillo menudo, el mismo de barba picuda que había visto siguiéndole. Se mantenía medio oculto detrás de tres soldados vestidos con cotas de malla en cuya sobrevesta lucía el símbolo de la campana de plata que identificaba al Conde de la ciudad. Llevaban alabardas en las manos y le miraron a él cuando el fisgón gritó.

El que parecía el líder de la patrulla miró a Rislân con una expresión un tanto desdeñosa:

-"¿Ese? Es un anciano inofensivo. No podría secuestrar ni sus propios pedos." - obviamente no era el más refinado del lote - "¿Es que no sabes distinguir un ex-tran-je-ro-de-as-pec-to-sos-pe-cho-so, carcamal?" -

El soplón se humedeció los labios nervioso, mientras se retorcía las manos y con tono de protesta pero lastimero se quejó:

-"Pero, mi señor, los otros siguieron a los demás, y éste iba con ellos. ¡Lo juro! Gente de lo más sospechosa, con armaduras, espadas y arcos de guerra, incluso un enano, ¡hasta había una mujer guerrera, con su armadura, su florete y su descaro!" - 

El guardia lo miró con claro desprecio, casi con repugnancia. Pero hizo una seña en su dirección a los demás soldados y les dijo:

-"Que el Justicia decida si quiere saber algo de él o no. Prendedle, siempre hay tiempo de soltarle." - luego se dirigió a Rislân y le dijo:

-"Viejo, quedas arrestado en el nombre del Justicia de la ciudad para ser interrogado por las desapariciones aca... acon... acid... acaecidas en la ciudad." - dijo repitiendo unas frases que, obviamente, le habían hecho memorizar y no terminaba de comprender.

Los cuatro guardias estaban entre él y la puerta, en una situación que le era muy apurada.

-"El mismo de siempre. ¿No puedes correr simplemente?" - Aiden no supo decir qué había en la voz de Lilya - "Tú no les mates hoy para que puedan matarte mañana, quédate a esperar los problemas. Veo que has olvidado todo lo que te enseñé... Ni siquiera has visto al tipo que te sigue al menos desde que yo te he visto." - 

En ese momento el sonido de gente en armadura marchando a paso ligero sonó por la calle anterior a la que marchaba. Lilya miró en esa dirección, primero con sorpresa, luego con desagrado y por fin con rabia. Le miró ceñuda y le dijo:

-"¡Takasi! Demasiado pronto. Maldita sea, demasiado pronto" - masculló - "será mejor que te largues y pronto. Y no sólo de aquí, sino de la ciudad. Si no, no sólo habrá desaparecido tu preciosa y estúpida Gina. Tú serás un trozo de carne colgando de la puerta." - Lilya desapareció en su tejado, discreta, grácil y sigilosa como una gata. 

Estaba en un callejón sin salida y se preguntaba si sería capaz de llegar a la transversal antes que la gente marchando y si sería capaz de escapar en ese laberinto desconocido de callejuelas, callejones y corralas.

Situación complicada. Lo primordial para Rislân era no hacer daño a nadie, al menos a nadie que no lo mereciera. Podía entregarse, como mandaba la ley... al fin y al cabo ya había cumplido la tarea que le habían asignado: las habitaciones estaban preparadas y pagadas. Eso le recordó al posadero, al que miró con una chispa de divertimento en los ojos al comprobar su reacción... Por otro lado, aquello no eran formas adecuadas, y el anciano era muy partidario de la educación... ¿y si aquellos maleducados se dormían en medio de su servicio a la comunidad? Eran demasiados... dio un paso hacia atrás, procurando no parecer misterioso, mientras con su mano izquierda rebuscaba unos pétalos de rosa en su faltriquera, sutilmente y hablaba con serenidad:

- ¿Hay algún otro motivo, alguacil, además de ser extranjero por lo que puedo ser sospechoso de algo? No me importaría ir a hablar con el Justicia, como decís... pero a lo mejor estáis demasiado cansado para guiarme. ¿Verdad?

Gogri saludó sin más pretensión que dar a conocer su presencia. Al fin claro qué iban a hacer, se sentó en el tejado con la tranquilidad que daba la estabilidad enana sobre cualquier superficie. Sacó con tranquilidad unos frutos secos de un pequeño saquito y ofreció a Jagg. Luego comió los suyos. Escupió en la teja de al lado y gruñó, con impaciencia.

-A ver, atentos ahora. No queremos sorpresas. Vamos vigilando los accesos sobre todo por donde resuenan esos tintineos.

Oculta por la frondosa barba, la sonrisa ante la expectativa de un poco de acción animó al enano.

Me fijo en que Jagg ha aparecido y se mantiene vigilando a cierta distancia. Perfecto. Vuelvo a centrar mi atención en el tipo al que tengo retenido. Parece contar la verdad, y no deseo llamar la atención más de lo necesario.- Digamos que te creo, así que en principio puedes marcharte. Pero si vuelvo a ver tu fea cara, te aseguro que no pienso ser nada amable ¿te queda claro?.- Hago ademán de dejarlo ir, pero entonces me detengo.- Una última cosa antes de irte ¿que sabes acerca de esas desapariciones de mujeres que se están produciendo en la ciudad? Un fisgón como tú seguro que ha oido cosas. O al menos conoces a alguien que las sepa...- Trato de parecer menos tirante y adopto un aire preocupado, a ver si suelta algo...

El pobre hombre suspiró de alivio, puso una cara como si se hubiera mojado de gusto y sonrió ampliamente.

-"Gracias, tío, de verdad, gracias. No me verás más lo prometo." - se fue deslizando para alejarse mientras respondía a la última pregunta.

-"Nadie sabe mucho de eso, compadre. Sólo que los soldados del Justicia apresan a todo el que ven sospechoso, están como locos por detener las desapariciones." - se dio la vuelta para echar a correr, pero se frenó en seco y se volvió para añadir, sin estar seguro de que sirviera de algo pero, por lo visto, deseando ser útil - "No creo que tenga nada que ver, compadre, pero últimamente proliferan las perlas por aquí. Valen la cuarta parte que la primera vez que me dieron una." 

El truco del clérigo pilló a contrapie a los soldados, que no se lo esperaban. Rislân tocó la mente de un de los soldados, era muy fuerte poco menos de lo que el hechizo le permitía controlar, sintió un deje de desesperación al darse cuenta de que, incluso si aquella voluntad no muy fuerte cedía, no tendría poder para atacar a ninguno más y aún quedarían tres soldados con sus alabardas y sus cotas de malla. Aquello le jugó una mala pasada y el soldado sacudió la cabeza, gruñó un grito de alerta y se dio una bofetada a sí mismo, terminando de desesperezarse.

Rápidamente todos se precipitaron contra él entre maldiciones, insultos y gritos de "¡hechicero!" Mientras el tipo ratonil gritaba "¡Os lo dije,os lo dije, y no me creíais!"