Partida Rol por web

Desapariciones en Puerta de Plata (Finalizada)

Capítulo III: Rastreando a los secuestradores

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05/01/2016, 18:55
Hugh Triond

Lamento entrometerme en esta disertación sobre el futuro de unos insignificantes libros teológicos.  Dijo desesperado explorador. Pero hay vidas pendientes de nosotros. Cogedlos o dejadlos. Pero no os demoréis más. Terminó mientras emprendió el camino hacia el lugar de qué proceden los gemidos. Esperando por fin dar con el paradero de su querida hermana.

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05/01/2016, 19:24
Rislân del Valle

Rislan cogio la bolsa que los contenía y la colgó de sus fuertes hombros.
No dejaría allí algo maléfico y tampoco destruiría una fuerza de poderoso poder al tun tun.
El era un erudito y el conocimiento del poder era una de sus metas. Su mente era fuerte y no le temía a la magia oscura que envolvía ese poder.
Continuemos, ya discutiremos más adelanté lo que haremos!
Como bien dice Hugh, quizás nuestros familiares estén en esa habitación esperándonos!

Notas de juego

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06/01/2016, 10:23
Gogri Grimhammer

Gogri enarcó la ceja, algo que, dada su espesura, no cambió mucho su expresión.

-¿Yo qué voy a oír susurrar a unos libros? Por los cuernos de Hrassh y las mamas de Adhkrim, qué ideas más raras tenéis. Quemadlos si es vuestro gusto, pero yo diría que poco mal nos van a hacer ya, y bien dicen que estamos ya tan cerca...esos sí son los susurros a los que debemos prestar atención, Aiden.

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11/01/2016, 14:26
Director

Rislân pudo sentir en su cabeza a los libros celebrando su inteligencia y previsión, prometiendo conocimientos nunca vistos por el ser humano que le ayudarían en sus propósitos.

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11/01/2016, 14:40
Director

El grupo se apresuró por el pasadizo desde dónde venían los sollozos y lamentos, tras recoger los libros. El aroma se hizo acre, a sudor, a miedo, a suciedad, a descomposición y… a piso de arriba de burdel barato.

La sala a la que llegaron estaba débilmente iluminada por quinqués humeantes de vacilante luz que no dejaba percibir plenamente los detalles… por lo que dieron gracias.

Había un gran número de personas allí, todas mujeres, humanas en su mayoría, aunque también había alguna semielfa e incluso una elfa y una enana. Muchas, la mayoría estaban embarazadas en diversos grados, algunas más tenían bebés de pecho con ellas. Estaban desnudas, o casi, con los restos de vestidos arrancados sin miramientos que podrían resistir tras semanas, meses o incluso años de llevarles puestos. Todas estaban alimentadas, pero sucias y con claros signos de maltrato, aunque no siempre reciente.

Todas tenían un punto de locura en el porte o la mirada, incluso estaban idas. Las que menos perdidas estaban, eran la fuente de los lloros y los gimoteos. Ninguna hizo ademán de notar su llegada. Pero sin excepción evitaban un rincón en el que había un foso, un vistazo superficial mostró que estaba lleno de huesos y cadáveres bastante podridos.

 

Justo enfrente pudieron ver a la heredera del duque Delacoure du Lis… o lo que quedaba de ella en su cuerpo maltrecho: sus caros y ampulosos ropajes eran jirones que cubrían básicamente la parte superior de su cuerpo, su ropa interior – al menos las enaguas - había sido desgarrada y arrancada. Tenía moratones por toda la cara, hasta hacerla difícil de reconocer, así como otras partes dónde la piel era visible; los muslos ensangrentados y arañazos profundos en brazos y piernas.

Tenía los ojos muy abiertos por la locura y el terror, sin parpadear ni una vez, la boca y el rostro crispados como si estuviera en mitad de la contemplación de un fantasma aterrador. Sus músculos estaban tensos como si estuviera paralizada y no respondía a ningún estímulo.

 

 

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12/01/2016, 01:46
Aiden Stendahl

Cuando los lloros empezaron a hacerse claros aceleró el paso. Los músculos se le tensaron y el corazón se le aceleró. Habían llegado, las habían encontrado. Gina estaría allí, estaría bien, la recuperaría…

Entró rápidamente en la sala y por un momento entró en shock. La escena que se encontró no se parecía en nada a la que había dibujado en su cabeza. Aquello era mucho peor que lo que podría haber imaginado. Buscó con la mirada a Gina, no la encontró, y por un momento eso fue un alivio para él. Luego su mirada se detuvo por un instante en el foso, y tragó saliva. No, no podía estar ahí, era imposible.

Caminó por la sala buscándola, buscando su cabello rojo como el fuego, buscando sus ojos verde esmeralda. Pero no estaba allí. Estaba seguro, no estaba allí. ¿Había sido aquello en vano? No, no era en vano. Todas aquellas mujeres les necesitaban. 

-Tenemos que sacarlas de aquí… - declaró entonces con decisión – a todas… y quemar este lugar, hasta los cimientos… que no quede nada…

Avanzó hasta la heredera del duque, se agachó a su lado y con suavidad le acarició el rostro con suavidad.

-Mi señora… ¿Cómo se encuentra? – preguntó, aunque no hubo respuesta.

Torció el gesto y la tomó en brazos.

-La sacaré de aquí – se dirigió hacia la salida. 

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13/01/2016, 15:48
Hank Daggerfell

Durante unos segundos eternos, lo que contemplé en aquella sala me dejó helado. Tanto sufrimiento y dolor, tanta muerte, desolación y locura reflejadas en los cuerpos y rostros de esas mujeres me superaba. Y lo peor de todo: ¿estaría Mara entre estas pobres criaturas? Al no verla entre ellas, mis ojos se dirigieron instintivamente hacia el foso. Entonces lo vi: entre los restos de carne y huesos putrefactos y carcomidos, un fragmento de sus brazales de ante alrededor de su antebrazo amputado. De alguna forma, la duda que me había carcomido durante toda nuestra búsqueda se confirmó en un instante, y la pena me inundó incontenible desbordándose en lagrimas surcando mi rostro.

No fué hasta oir la voz de Aiden que volví en mi, y como un autómata comencé a ayudarle a sacar de allí a esas pobres mujeres, sin mediar palabra con nadie y de forma fría y distante. Con cada una que ayudaba a salir fuera de allí, mis ojos se volvían hacia el foso de cadáveres, como esperando que en algún momento mi querida Mara se alzara viva de nuevo y me abrazara entre bromas y risas. Algo que ya nunca pasaría...

 

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15/01/2016, 09:23
Gogri Grimhammer

Gogri no dijo nada. Su boca se descolgó y su barba se convirtió en una pesada losa de silencio. Pocas veces alguien ha visto nunca llorar a un enano. Los ojos se anegaron hasta rebosar de lágrimas densas, antiguas, igual que las que siglo tras siglo crean las columnas de piedra de las cavernas. No hubo más sonido que el chapoteo de su lento caminar. Se olvidó el enano del hacha, dejó atrás su habitual porte de guerrero y se encaminó a las mujeres. Buscó una a una, mientras avisaba a Rislân y a Aiden de las que veía en peor estado. Una vez solo se tapó la boca con la mano nudosa, una vez solo se escapó un sollozo. Allí, en una esquina apartada, temblando, creyó reconocer un bulto, o quizá eran su mirada líquida que lo engañaba. Tantas cosas ocurrían en su interior que indignarían a un orgulloso hijo de Groli. Pero allí dentro no le importaba nada que no fuera el estado de aquellas mujeres.

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15/01/2016, 10:12
Rislân del Valle

Rislân observo atonito que su dulce hija permanecia sentada en un grupo con la mirada perdida, balanceando su cuerpo de adelante hacía atras con movimientos suaves, la misma parecia tararear una canción apenas audible, acompañando sus movimientos.

El Monje se acerco, lleno de alegría y gozo por que había encontrado a su ansiada hija. Si bien unas lagrimas recorrieron sus mejillas al mirar a sus ojos y ver que ella parecía ida.

Mi pobre niñita! Papa esta aquí! Iremos a casa! ya todo ha pasado.

Levantadola a continuación con facilidad como si fuera una automata, vio para su sorpresa que estaba en un estado de embarazo avanzado. Lo que hizo enfurecer al erudito maldiciendo: Malditas bestias!

De repente una voz, vino a su mente, una voz que le ofrecia ayuda, poder, conocimiento, le enseñaria que su descendiente no tenia porque ser una bestia, sería humano, mejor a los demás. Muy Poderoso, con libre albedrío, podia elegir su destino.

Todo eso se lo mostro en una visión uno de los poderoso tomos magicos. El otro permanecia en silencio.

Solo le pedia que no lo destruyeran, le decía: tus amigos me temen, el paladin me odia, me quiere quemar!! NO lo permitas! Protegeme, puedo ayudarte!  Servire a tu familia!!

El monje se atuso la barba, meditando. El era un hombre de mente fuerte y preparado! Algo le dijo que el libro a pesar de ser oscuro le dijo la verdad ante su futura destrucción. Le serviria.

Quizas había esperanza despues de todo. Penso Rislân.

Destruiría el otro Tomo si no se manifestaba!

Cogiendo a su dulce María salio de allí con el resto de sus hermanos de armas y las mujeres, curando antes a las que peor estaban mediante su poder divino e inciensos de curacion, y utilizando el poder a voluntad de sus oraciones que le permitian curar levemente.

Salgamos de aquí! exclamo a todos.

De repente vio que la mirada de locura en su joven y bella hija era mas tenue, el poder del libro parecía ayudarlo, luego esta abrazo su barriga, a modo de protección. Realmente el tomo quizas le ayudaba, tambien vio que el resto de mujeres parecian responder y levantarse para seguirlos, aunque seguían idas.

Vamos pequeña, cuidaremos de tu bebe! No temas!! Exclamo a su hija.

Saliendo de aquella cueva en busca del primer guardia de la ciudad!!

 

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18/01/2016, 19:16
Hugh Triond

Cuando entraron en la sala tuvo que contener, aunque no con mucho éxito, su gesto. Mezcla del impulso de la impaciencia con el desagrado del desolador panorama que encontraron en ella. El nauseabundo olor del lugar tampoco ayudaba en demasía.

Al igual que el resto de sus compañeros, se internó en busca de su anhelada hermana. Agachándose cuidadosamente en mitad de la sala para recoger su tiritante cuerpo, hasta que se da cuenta de que no se trata de ella. Sino de una, en otrora, bella muchacha. En ese momento, ésta comienza a agitarse espasmódicamente y a expulsar una espumosamente consistente baba verdosa por sus orificios nasales y boca.

Asustado, deja a la muchacha y continúa cautelosamente mirando una a una a las mujeres allí ubicadas. Sus sentimientos eran confusos. Esperaba no encontrar a Lea allí, en aquel lamentable estado y habiendo sido sometida a "solo los dioses saben qué". Sin embargo, la alternativa de hallar a su pequeña hermana muerta en aquel foso, era algo a lo que tampoco se quería enfrentar.

Comenzó a emprender el camino hacia el agujero cuando, entre la oscuridad, divisó unas piernas que asomaban en la esquina contraria a la ubicación del foso. Dirigió sus pasos hacia ellas, comenzando a oír unos sollozos de mujer que procedían de dicha dirección. La oscuridad empezó a mostrar una túnica negra, bajo la que se discernía una figura humana. Aceleró el paso y al llegar, apartó levemente la tela que cubría la cabeza de la muchacha. Era ella. -¡LEA!- Dejó escapar en signo de grata sorpresa abrazándola con sus brazos mientras pensaba. -¡Estás viva! ¡Estás viva!- Las lágrimas cayeron por sus ojos y se perdía en su frondosa barba mientras abrazaba y mecía a su querida hermana en su regazo.
 

Su hermana estaba viva. Pero no fue hasta que vio a su fiel amigo Silentz lamer las piernas de su hermana, que no se dio cuenta de aquel precio. La mitad de la cara de su hermana se hallaba llena de cortes y arañazos, rasgando parte de uno de sus párpados. Y por sus piernas, donde el lobo había comenzado a lamer, bajaba un grueso hilo de sangre seca. Hugh de alarmó y levantó la túnica, que anteriormente había servido a la muchacha como uniforme en la ermita, para apreciar como el cuerpo de su hermana había sido sometido a toda clase de vejaciones. Su vientre, ligeramente hinchado, realizó un extraño movimiento en ese instante.

Dejó caer la túnica y abrazó con más fuerza aún a su hermana. Levantándola en brazos y levantándose él con las fuerzas que le quedaban del fatigoso viaje. No articuló palabras, no le salían. Puso dirección a la puerta por la que habían entrado viendo como sus compañeros, de una forma o de otra, habían vivido destinos similares. Una angustia más azotó su corazón. Habían sido buenos y leales compañeros, ninguno merecía nada de lo que estaban viviendo.

En su cabeza solo había una idea, fuera lo que fuera lo que le había hecho aquello a su hermana, no quedaría impune...

Notas de juego

Lamento la demora. Un mal golpe en la mano y la falta de acceso a mi ordenador me han limitado a la hora de postear.

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18/01/2016, 20:20
Director

Y así fue como emprendieron viaje de regreso a la civilización. Fue trabajoso, pues las mujeres más dispuestas, se dejaban guiar, andando como zombis pero deteniéndose si no eran dirigidas, a otras las tenían que ir moviendo ellos, unos metros de cada vez para no dejarlas atrás.

Para cuando emergieron a la iglesia ya era de día, aunque el sol sólo salía un metro por encima del mar. Estaban en aquel pueblo infernal de sectarios que entregaban mujeres fértiles a monstruos marinos para propósitos aberrantes, éstos debían olerse algo, pues estaban inspeccionando y no tardaron en congregarse con horcas, tridentes y palos en su derredor.

A la mayoría les cubrió el velo rojo de furia, no permitirían que las mujeres - y menos los seres queridos de los que los habían encontrado - volvieran a caer en manos de aquellos monstruos con cara de persona. Tampoco los cultistas les permitirían escapar y, aunque menos hábiles en combate, eran más numerosos y fanáticos.

Pero el día ya había llegado, y viejos pasos habían derribado chinas en el camino que ahora eran una avalancha. Una larga columna de un centenar de jinetes ligeros con lanza y arco compuesto descendían desde el norte en fila de a uno a buen ritmo, la unidad militar - pues eso era sin duda - lucía el estandarte de Gugein, dónde habían tomado un almuerzo ese mismo día,. Fuera porque cualquiera con un mínimo prejuicio hubiera tomado el mismo partido, fuera porque algún jinete reconociera a los aventureros, improbable que lo hiciera a la prima de su señor, inmediatamente se acercaron a la orilla y alteraron el curso de la batalla descargando andanada tras andanada de flechas que diezmaron a los degenerados.

No acabó ahí, pues tan pronto como les trajeron de vuelta, interrogaron en presencia de clérigos y, finalmente, les atendieron y sanaron, las tropas del Conde de Puerta del Duque, con los batidores de Gugein y los héroes entronados asaltaron a los supervivientes. En meses posteriores, con magos y mercenarios, atacaron también las guaridas submarinas de los hombres pez, sus monstruosidades aliadas y sus conjuradores, con notables bajas pero suficiente éxito para hacer huir mar adentro a los pocos que sobrevivieron.

Incluso rastrearon y cazaron como ratas a la red de delincuentes que se dedicaba a secuestrar mujeres en origen y que ellos habían diezmado, en una iniciativa agridulce, dado que daba muestra de que una duquesa valía más que un centenar de plebeyas. Venganza vana, en cualquier caso, pues Margueritte nunca volvió a ser la misma, sus planes de justicia universal se perdieron con su cordura en el convento del que nunca salieron ni ella ni su retoño.