Partida Rol por web

Desapariciones en Puerta de Plata (Finalizada)

Capítulo I: La llegada a Puerta de Plata

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03/04/2014, 15:17
Futura Duquesa Delacoure du Lis

Margueritte miró primero a Alex, aunque con su nariz aún alzada como si de un mástil se tratara. Tenía un brillo divertido en la mirada y la boca torcida en una media mueca de hilaridad.

-“¡Vaya!, mujer, eres descarada y lenguaraz, a fe mía. Ya me lo habían dicho. Debes ser la hija de la Alondra. Por ti y tu hermano es por quien me han avisado algunas almas, agradecidas a tus progenitores por hazañas de antaño, y que me hallo aquí ahora.” – hizo una pausa muy breve, antes de que Aiden pudiera hacer su alegato y, sorprendentemente, sin perder de vista tampoco a Gogri que se acercaba vacilante y nervioso – “pero tus refrescantemente bruscas palabras, son muy acertadas, y el propósito que expones, loable. Es cierto que la ejecución aleatoria de gente de aspecto peligroso es inmoral, aberrante, injusta, cruel y muy poco eficaz. Claramente desproporcionada y que, a medio plazo, generará una desagradable y molesta rebelión del populacho que, de hecho, ya bulle y me preocupa. No. Mi nuevo sistema de justicia es mucho mejor. Algún día será la norma.”

 

En ese momento Aiden aportó su visión, con más calma y palabras más suaves, la noble le escuchó atenta pero distinguiendo a la vez cómo Gogri también se agarraba a los barrotes unos momentos antes de volver a la oscuridad, visiblemente aliviado porque otros hubieran tomado la iniciativa de las conversaciones.

También escuchó a Hank, mientras asentía a Aiden aunque sin mostrarse especialmente conmovida por su alegato, que tomó la palabra para refrendar lo dicho por sus dos compañeros, antes de volver a hablar. Cuando lo hizo fue mirando alternativamente a todos, dejando claro que se refería no sólo a ellos, sino a todos.

-“Me alegra sobre manera que seáis inocentes. Espero que sea cierto: debéis entender que, aunque mi propósito general es que haya justicia, las circunstancias me han colocado en ésta ocasión como vuestra defensora. Eso significa que mi propósito será hacer que vuestra pena sea la menor posible, idealmente, ninguna en absoluto. Para ello es útil que me digáis la verdad, si sois culpables trataré de que vuestro castigo sea el menor posible, incluso que salgáis libres, si fuera posible esconder los hechos… Por mal que me sintiera haciéndolo.” – hizo una pausa, parecía haberse puesto un poco triste con esas palabras, pero que apenas le habían afectado – “Por suerte, dado que parece ser que sois inocentes, os juzgará el Justicar. Es importante que entendáis que, en su presencia, necesitaréis una voluntad de hierro para mentir y, si la conseguís reunir, su capacidad humana para detectar las mentiras es, en una palabra, sobrenatural. Así que mi consejo principal es: no le mintáis. Si debéis, porque pudiera implicaros o malentenderse algo, ocultad la información, usad dobles sentidos, no digáis nada o no habléis pero, sobre todo, no mintáis al Justicar. Es el elegido del dios de la justicia en el mundo y, al aceptar el juicio, ponéis vuestras vidas en sus manos.” – dejó un tiempo para que esas palabras calaran en sus mentes.

-“Me preocupan un poco esas ‘peleas con la autoridad’. Suena bastante mal. Mal que nos pese, aún mi sistema legal no está extendido y la autoridad es la autoridad, con o sin razón: Puerta de Plata es el señor feudal de la ciudad y juez, jurado y verdugo de primera y segunda instancia de modo que sus deseos son, en cierta medida, ley. ¿Os importaría extenderos en el tema? También me gustaría saber si hay algo más que debiera saber, concerniente a la acusación de ser cómplices y/o partícipes y/o responsables de los secuestros y desapariciones que están acaeciendo en Puerta de Plata. Tened en cuenta que el juicio consistirá, básicamente, en que narréis vuestra versión de la historia, que el Justicia Puerta de Plata narre la suya y que él, yo y el Justicar, si quiere, hagamos preguntas a vosotros ocho o al acusador, que será el propio Justicia, para aclarar puntos o orientar el parecer del Justicar a nuestra versión.”

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06/04/2014, 16:56
Alexandra

La espadachina tensó ligeramente el músculo de la mandíbula. Como a quien le acaban de meter un cubito de hielo muy frío por el cuello.

Soy Alex—corrigió. Sin brusquedad, pero era evidente que le resultaba incómoda la situación.

Aquella mujer no sólo hablaba por los codos si no que hablaba demasiado en general. A Alex siempre le habían dicho que se parecía a su madre pero nadie había asociado tanto aquello hasta ahora.

«¡Será bocazas!» maldijo para sus adentros.

Era cierto que era la hija de la Alondra de Puerta de Plata, pero no quería que se la conociera como tal. No quería que la fama de sus padres la precediera. Tanto ella como sus dos hermanos se labrarían su propia fama con su propio mérito. El mérito de Alexandra, Sharyn y Xelaver, no el de "los hijos de Alondra y Filo Sombrío".

No se preocupe, no necesitaremos voluntad de hierro para mentir—añadió—. Porque no vamos a necesitar mentir. No hemos hecho nada. Lo único que tenemos que ver con los secuestros es que cada uno de nosotros ha sufrido uno, el de un ser querido. Razón de más para que queramos ayudar a resolver el misterio.

Miró a Rislan. Sabía que el anciano se había liado a guantazos con los hombres del conde pero no había sido por la imagen de matón liante de taberna que seguramente le querrían endosar, había sido ante una situación de abuso de la autoridad. O así se lo había contado a ellos y la espadachina no tenía motivos para no creerle.

No es que apoyase la actitud, claro, pero en el juicio, decir la verdad con respecto a eso seguida de una disculpa iría en todo caso en detrimento de los hombres del conde, no de él. Y era evidente que no estaba orgulloso de lo ocurrido. ¿O a caso ahora se colgaba a la gente a la que aun encima le daban una paliza por intentar mediar para proteger a un civil?

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07/04/2014, 17:19
Rislân del Valle

El místico se había perdido en sus pensamientos. Intentaba limpiar de su mente las sucias recreaciones que había vivido tan intensamente como su creador, el carcelero, y que le molestaban aún. Cuando recuperó la claridad mental abrió lo ojos de par en par tomando aire, escuchando la última parte de las palabras de la futura Duquesa y de Alexandra.

Se incorporó al sentirse aludido por la Duquesa en la conversación. Si la carga que él mismo se imponía al haber empleado la violencia contra la supuesta justicia de la ciudad era grande, más aún lo sería si aquello imposibilitaba la salida de la cárcel de aquellos jóvenes. No se lo podría perdonar.

— El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor. Por eso yo me he equivocado y asumiré todas las culpas del daño que he podido causar, Duquesa. — dijo, con la mirada agachada y ciertamente avergonzado.

Luego rememoró de nuevo lo sucedido, y lo contó tal y cómo él lo había percibido:

— San Curthberth es una enorme luz, un faro, en la oscuridad que vela los ojos de la justicia en esta ciudad, mi señora. Hace bien su merced acogiéndose a su sabiduría.De nuestra boca, creo que hablo por todos, no saldrá mentira alguna ante el Justicar, pues es evidente, tan obvio, el abuso de la autoridad realizada en Puerta de Plata, que sólo puede combatirse con la fuerza de la verdad.

Rislân se acarició la barba, larga y ahora sucia, y relató lo ocurrido de nuevo:

 

— Los soldados amenazaban tener a un extranjero peligroso en la posada dónde íbamos a alojarnos, antes de cambiarla por estas celdas — dijo con un amago de sonrisa — y sabiendo que preguntaban por mí, salí y requerí cuál era la razón por la que se me buscaba... Eran cuatro soldados, armados con alabardas y bastante protegidos. Su líder no se dignó a dar explicaciones e intentaron apresarme. No me pareció justo ni la forma adecuada. Simplemente ser de fuera de la ciudad no le hace a uno mejor ni peor. Los muchachos vinieron a por mi y decidí defenderme. Quizá fue un error, pero acostumbro a viajar solo y el desamparo es tal en los caminos, que endurece el espíritu y a veces, nubla la razón, respondiendo a los modales con cortesía y a la violencia con golpes. Su manera de actuar no era la que se esperaría de unos sirvientes de la ley, incitándome a dejarme vapulear. Me defendí como pude hasta que caí al suelo... Creo que consideran a cualquier extranjero como una amenaza potencia y eso... mucho me temo, señora, que no lo podrá corregir su nuevo sistema de justicia, pues los prejuicios están anclados mucho más dentro de las personas.

Meneando la cabeza negativamente, y sin levantar aún la mirada, Rislân se volvió a sentar en el suelo. 

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08/04/2014, 15:38
Gogri Grimhammer

Desde la oscuridad, la voz del enano resonó, gruñona.

-Para mí, la vergüenza es haber rendido las armas sin más. Si llego a saber que un hombre que para vosotros es un anciano - Gogri señaló a Rislân - ofrece una pelea digna de contarse, yo habría provocado otra digna de ser estudiada. Pero ¡ay! paso demasiado tiempo en las tierras sin techo, y las costumbres humanas son como un río cuyo paso erosiona hasta la roca más dura.

La voz desapareció y, con la negrura, fue como si nunca hubiera sido pronunciada.

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09/04/2014, 21:04
Futura Duquesa Delacoure du Lis

La noble escuchó con atención las palabras de los convictos antes de irse, aunque con su actitud envarada, parecía muy atenta. Asintió a las palabras de Alex y una sonrisa le iluminó el rostro al contestarla. Aparentemente las miradas envenenadas de la chica le resultaban intrascendentes... O no era capaz de detectarlas.

-"Eso es bueno. Debería ayudarnos mucho, si mañana lo puedes decir en el juicio" -

El rostro se le ensombreció, en cambio, al oír el relato de Rislân, miraba con sorpresa, y un poco de preocupación, al anciano como si no terminara de creerse que el aparentemente frágil viejecito se hubiera enfrentado al ejército de la ciudad. Su respuesta fue más seria y menos alegre.

-"Eso, en cambio, no nos va a ayudar. Pero bueno, lo principal es evitar la sentencia de muerte. Esa nimiedad debería solucionarse con una multa, considerando las circunstancias... bien presentado podría ser menos terrible de lo que suena."

Cuando habló Gogri, la mujer forzó su vista intentando ver más allá de lo que iluminaba el candil, probablemente no distinguió bien al enano, a gusto y cómodo entre las sombras más oscuras con su visión superior, pero bizqueando por el esfuerzo también tuvo para él unas palabras, pretendidamente de apoyo.

-"Bueno, bueno, maese ¿enano, me pareció antes? Bueno, maese. Daremos gracias porque no provocara esa escabechina. Las cosas serían mucho peores ahora. Si. Sería bueno no incidir en las diferencias entre nuestros sistemas legales mañana, mostrar desconocimiento por las leyes no sería positivo, así que procuraremos no hablar de ello, para no tener que confesarlo."

Tras comprobar que nadie más tenía nada importante que decir se despidió de ellos hasta el día siguiente.

-"No desesperéis. Vuestra causa es justa y el Justicar es el más justo de los jueces. Os liberaré. Fuerza." -

E inmediatamente se dio la vuelta con una floreo de faldas y se marchó, con la nariz más alta que los ojos.

 

Notas de juego

Bueno, vamos a intentar adelantar, que siento que os estoy aburriendo de más. Dejo la escena abierta por si alguien quiere añadir algo, pero pasamos ya al día del juicio para empezar con la trama lo antes posible.

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12/04/2014, 02:43
Hugh Triond

Con la llegada de la futura Duquesa, llegó también la frustración y la rabia habitual que a él venía cuando se encontraba en la presencia de las élites sociales.

No hizo el mínimo ademán de saludar, ni de presentarse. Se consideraba una persona cortés y educada. Pero rehusaba, si podía evitarlo, de mantener tratos con personas que obtenían sus privilegios de clase a raíz de oprimir a los menos pudientes.

Aunque escuchando lo que la bella mujer tenía que decir, la cosa cambió ligeramente. No intentó en absoluto incluirse en la conversación, solo se limitó a observar y escuchar. Aquella persona había acudido con la intención de ayudarles por voluntad propia, cosa que le había sorprendido muchísimo y levantaba sus sospechas. -Todo esto suena muy bien para nuestros gaznates. Pero mi pregunta es... ¿Por qué?