Partida Rol por web

Parpadeo asombrado ante la respuesta de mis compañeros. Sin previo aviso, van y deciden salir disparados a por el tipo que ha desaparecido tras aquella esquina. En fin...me encojo un momento de hombros, y luego centro mi atención en el hombre del flequillo. Avanzo hacia él de manera casual, hasta estar lo bastante cerca como para que pueda oir mi voz sin tener que gritarle.- Eres un hombre ajetreado, pero nada discreto ¿Por qué nos estás siguiendo? ¿Acaso nos conoces?.- Le dedico una sonrisa maliciosa mientras me preparo por si el tipo sale corriendo.- Espero que no tardes en responder, mis amigos no son tan amables como yo. Sobretodo el enano...

—¡Venga ya!—resopló Alex como si acabase de escuchar un auténtico disparate—. Por favor... ¿qué callejones oscuros ni qué niño muerto? ¡Si quisiera causarte problemas te habría saludado con un puñetazo!

Miró el bar que le señalaban.

—¿Ahí? Vale, pues vamos a tomarnos esa cerveza.

Lo cierto es que no le hacía ninguna gracia aquello por algo que no terminaba de cuadrarle y dicha odiaba dicha sensación. Aquél tipo no les estaba siguiendo por casualidad y estaba mintiendo como un bellaco a la cara. Lo sabía. Estaba segura.

Al igual que estaba segura de ser capaz de adivinar lo que su hermano podría estar pensando en aquel momento al respecto. Lo conocía demasiado bien como para no saberlo. Pero por lo pronto, tendría que seguirle el juego a aquel cretino... así que se limitó a mantenerse alerta.

—¿Y qué te trae por esta parte de la ciudad?—comentó mientras caminaba. Aunque enseguida añadió la broma:—. Mira que si es el autógrafo no pasa nada, ¿eh? jajaja.

Xelaver se mantuvo en silencio: su hermana sabía lidiar mejor que él con tipejos como ese. Dejó que ambos caminaran unos pasos antes de acercarse a Hugh.

—Mantén los ojos abiertos —le musitó, aunque no creía que el explorador necesitara que se lo dijeran.

Se puso en marcha detrás, escuchando lo que el hombre tuviera que decir.

El enano soltó otra de sus extrañas carcajadas, más cómicas por la mueca que por la risa, cuando dijo lo de "peligroso". Era obvio que no le veía como tal y, probablemente no era él quien le había puesto meditabundo.

-"Bueno, los extranjeros son los más fáciles de culpar ¿no? Todo el mundo está dispuesto a creer que los mercenarios extranjeros vienen a nuestra ciudad a quitarnos el trabajo y las mujeres."

El enano escuchó la batería de preguntas, respondiendo a todas ellas aunque - Rislân era más que hábil de sobra para darse cuenta de ello - empezaba a sentirse un poco atosigado.

-"No llevo la cuenta de las desapariciones, pero la gente sí suele largar por aquí. Les gusta menear la húmeda. Se que desapareció una mujer en el camino ayer o anteayer, había unos muchachos buscándola. Supongo que es la última. Antes de eso... Hará una semana, dicen que la hija de un mercader de gemas y joyas fue secuestrada del jardín de su mansión durante la noche ¡en el distrito alto! Yo no se si creermelo... ¿A dónde iban a ir luego?"

Cuando el anciano pidió permiso para sentarse la desconocida se encogió de hombros y miró hacia otro lado. Llevaba la capucha muy calada y su rostro quedaba en penumbras, además de estar en un rincón particularmente sombrío; por si fuera poco la chica no parecía interesada en que viera su rostro, de modo que le fue imposible distinguir ni uno sólo de sus rasgos.

Cuando trató de romper el hielo con su filosofía, la mujer suspiró con hartazgo sin mirar en su dirección. Era obvio que no tenía mucho interés en él. O lo disimulaba bien.

El plano de la espada impactó de lleno en la cabeza del matón, quien bizqueó los ojos tambaleándose pero consiguió recuperar la vertical e, incluso, el equilibrio. Para ese momento Lilya había aparecido en el tejado, muy cerca de ellos y una nueva flecha voló hacia el todavía convaleciente asesino, iba alta para evitar a Aiden, lo justo para hundirse en un ojo del criminal que cayó de espaldas, tiñendo de rojo el barro del suelo en cuestión de segundos.

Los otros dos individuos pusieron cara de terror y se giraron de inmediato, echando a correr como arma que lleva el diablo.

-"¡Alynath!"  - gritó la elfa, visiblemente satisfecha de su acción. Luego se agachó.

-"Sólo a un pánfilo con muy poco seso como tú se le ocurriría venir a ésta ciudad precisamente ahora. Y sólo después de que ese poco seso se le derrita y le salga por las orejas, se le ocurriría vagabundear sólo por éstas calles con cara de perdido." - no había nadie más en el callejón, que él viera, de modo que tenía que estar refiriendose a él

El viejo insistió sin llegar a ser brusco. Era raro ver a una mujer sola y que, bueno, no tuviese los modales de Alexandra ni su rapidez con la lengua. Así, que de nuevo conciliador, la trató como se hace con los niños pequeños: la ignoró unos minutos mirando la taberna y bebiendo ligeros sorbos del brebaje enano para luego volver a preguntar:

- ¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte en algo?

-"Estoy perfectamente, de modo que no. No puedes ayudarme en nada. Gracias" - la voz de la mujer era fría y átona, no dejaba transmitir una emoción clara y hacía difícil leer sus emociones - "¿Qué es lo quieres, anciano? No soy muy locuaz y no me gusta que me molesten." - fría y directa. Desde luego no se parecía en nada a Alexandra. Bueno, tal vez un poco.

La reacción brusca no sorprendió demasiado al clérigo y tampoco quería causar una mala impresión, pero pensó que tal vez la mujer necesitaba una explicación así que se la dio.

- Una persona sabia pasa la mayor parte del tiempo callada, escuchando, y sólo habla cuando lo que tiene que decir es más importante que el silencio. Por eso he pensado que si pasas mucho tiempo aquí, quizás hayas oído algo o visto alguna cosa que pueda ayudarme en mi... nuestra búsqueda. Busco a una muchacha, un ser querido para mi. Si la encuentro creo que Puerta de Plata descansará en paz pues también hallaré al que secuestra a las mujeres... al de verdad, no a los pobres desgraciados que cuelgan sobre la muralla. Cualquier ayuda es bienvenida...

Dicho esto sólo la mujer podía decidir si quería ayudarle o no, así que hizo ademán de levantarse y marcharse a preparar las habitaciones, esperando algún tipo de pista.

Desde que el tipejo había señalado hacia aquella ventana, no había quitado el ojo de la misma. Claramente, el hombre tenía algún interés en acercarse a ella. Y Hugh quería averiguar cuál era, antes de que ello pudiese ponerles en peligro.

Xelaver se le acercó y, por lo bajo, le sacó de su concentración diciéndole que estuviese atento. Y eso precisamente era lo que hacía. 

Se agachó y aflojó el nudo que amarraba el hocico de Silent, de modo que el animal pudiese deshacerse de él con facilidad. Luego comenzó a seguirles hacia su destino, pero a falta de unos metros para llegar. -¡Eh, esperad!.- Dijo en voz alta para que los tres se detuviesen. -¡Quedaos por aquí! Yo iré a por las bebidas. Concededme el placer, y el honor, de invitaros.- Aunque era una petición educada, su tono no daba pie a réplica. Alex y Xelaver incluso podrían haber llegado a pensar que, indirectamente, les estaba dando una orden. Tras sus palabras, aprieta el paso y se dirige a la ventana. Donde al llegar, pide cuatro cervezas y observa con disimulo el interior de la misma.

Jagg adelantó a Gogri antes de llegar a la esquina, la carrera repentina de los aventureros espantó a buena parte de los lugareños, muchos se alejaron hasta estar seguros de que no iban a por ellos y otros se encerraron en sus puertas. El propio hombre del flequillo salió corriendo aterrado.

Primero Jagg y unos pasos por detrás Gogri doblaron la esquina para encontrarse en un callejón lleno de trastos viejos y cajas abandonadas, si tenía salida no podía verse detrás de todo aquello, había algunas ventanas cerradas, pero ninguna puerta. Una teja rota yacía en el fondo del pasadizo, junto a algunas cajas apiladas que podían permitir llegar al techo de la casa cercana o pasar más allá de la barricada, tal vez. Era difícil asegurarlo sin subir. De lo que no había ni rastro era de la figura que perseguían.

Mientras Hank tuvo que apresurarse para llegar al otro individuo. Por un momento temió que tendría que separarse de sus compañeros y lanzarse a una persecución problemática por mitad de los barrios bajos de una ciudad desconocida; pero tuvo suerte. El hombre trató de entrar en un portal, pero la vieja que había estado tejiendo en la puerta era una de las que decidió atrincherarse cuando empezó el jaleo, cerrándole la puerta en las narices.

Cuando el hombre se dio la vuelta, Hank pudo hacer sus preguntas.

-"¿Yo? ¿Seguiros? No, no. No se qué estás diciendo. Yo no os conozco de nada ¿Por qué iba a seguiros?" - Hank notó el nerviosismo del hombre y su sudor. No estaba siendo sincero, probablemente en que no estaba siguiéndoles. No parecía demasiado intimidado, por otro lado.

La encapuchada seguía sin mirar a Rislân. Pareció reírse ligeramente, pero no hizo nada más. El clérigo se preguntó si habría decidido ignorarlo.

-"No soy muy parlanchina. Se bien el valor de la información. De eso vivo. Y si quieres respuestas será mejor que hagas preguntas, obviamente no se nada importante sobre los secuestros: hay una recompensa muy jugosa, que ya habría hecho por cobrar si supiera algo que mereciera la pena contar al Justicia de la ciudad. Pero como supondré que eres amigo de Jagg, si tienes alguna pregunta clara, tal vez te la responda gratis." - se cayó unos segundos para dar un trago y, antes de que Rislân pudiera decidir qué preguntar, añadió con voz traviesa- "O tal vez no." 

Cuando Alexandra admitió subir a la taberna el tipo se mostró algo más tranquilo y relajado. Incluso se permitió echar un vistazo disimulado a la figura de su interlocutora. Comenzó a caminar hacia allá, al lado de la chica y sin prestar preocupación porque Xelaver estuviera detrás.

Entonces Hugh cambió los planes y el tipo se sobresaltó, les miró con suspicacia, dando un paso lateral para dejar de tener al mago tras él y dijo

-"¿Qué? ¿Por qué no quieres que vayamos? ¿Vas a drogarme para poderme secuestrar? Como si en la taberna le fueran a dejar a un extranjero llevarse los picheles, ¿qué les vas a decir? ¿que ahora se los traes? Ya, claro" - parecía otra vez inseguro y nervioso, volvía a mirar a los guardias que ya estaban a poco más de una cuesta de ellos con cierta preocupación, aunque no podían saber si porque temía que llegaran o esperaba estar a salvo de ellos en su presencia.

Se puso contra una pared, sin perderles de vista, mientras Hugh se apresuraba a la pretendida taberna. Cuando Alex trató de tablar conversación con él, el tipo parecía más interesado en lo que hacia el explorador y seguía acercándose a él, aunque con pasos cortos y tranquilos, como si estuviera seguro de que quedarse allí no tenía utilidad y acabarían teniendo que subir. Contestó a las preguntas de la mujer sin prestar mucha atención, claramente distraído.

-"¿Cómo? ¿a mi? Ah! Vengo de mi casa en las afueras a trabajar cerca de la puerta del distrito superior, por eso subo toda la cuesta detrás vuestro. Me había parado en la entrada a tomar el desayuno." - no había mirado ni un segundo a Alex durante sus palabras para no perder de vista al otro, lo que hacía difícil decir si mentía o no.

Mientras Hugh había llegado hasta en frente del lugar que el tipo señalaba. Efectivamente era una taberna, coqueta y concurrida, cuya barra tenía una ventana lateral desde la que despachaban a la calle. Pudo apreciar que tenían tres tipos de cerveza distintos, además de varios pellejos, probablemente de vino y aguardiente.

El tipo escuchó la broma de Alex, aunque aparentemente no pilló la gracia:

-"¿Autógrafo? ¿Eres famosa? Yo no te conozco ¿Quién eres? ¿Una bailarina exótica? ¿Una cantante? ¿Actriz?" - durante poco más de cinco segundos miró a Alex muy atento, tratando de reconocerla, pero enseguida se impuso su paranoia.

Alexandra miró al tipo con una ceja más alta que otra y cara de no entender a santo de qué venía aquella reacción.

—Oye, ¿te encuentras bien?—soltó con toda la brutal sinceridad del mundo—. Es decir, ¿siempre acusas de secuestrador, asesino en serie, sospechoso de ser hijo de Asmodeo... o a saber los dioses qué mas a todo aquel que tiene el detalle de invitarte a una cerveza? Eso no está bien.

Se rascó la cabeza. La verdad es que lo decía en serio: aquel tipo era exagerado como él solo. Y aparte de exagerado, metiroso compulsivo, así que llegados a aquel punto le daba igual lo que dijese, siempre quedaba la sospecha de que no fuera verdad.

Cuando le hizo la pregunta sin embargo, puso los brazos en jarras

—Pues claro que no soy famosa, qué más quisiera. ¿Es que no te acuerdas de mí?—dijo—. ¡Vamos! Taberna del troll bailarín, mírame bien. No puedes haberte olvidado de mi cara.

Se señaló cada mejilla con un índice y sonrió de oreja a oreja.

Xelaver vio su oportunidad cuando observó la atención de aquel individuo estaba concentrada en su hermana y en el supuesto comportamiento sospechoso de Hugh. Metió las manos en las mangas de su túnica, bajó la cabeza y masculló entre dientes una frase ininteligible.

Hechizar Persona. TS Vol CD 15 o se convierte en mi repentino amigüito del alma querida.

Gogri escupió al suelo para disfrazar su cansancio de rabia.

-¡Demonios, Jagg! ¿Es que puedes ser más lento? Esa sombra se nos ha escurrido en las narices, con tu manía de reírte de todo. En fin, dejemos a Hank tranquilo con el otro. Y no me mires así, jovencito. Sabes que no me gusta cazar presas seguras cuando hay otra más difícil - gruñó, con los brazos cruzados, echando ya de menos la pipa que había dejado en el suelo -. Que el chaval del flequillo nos vea, si quieres, pero no estorbemos el trabajo de Hank. Él sabrá tratarlo...digo yo.

Gogri resopló y se sentó en unas cajas tras asegurarse de que resistían su peso.

-Me hago viejo - masculló -, como la piedra, mi cabeza se desdibuja y se llena de liquen. En fin...

No juegues conmigo...- Ahora mi expresión es seria, y clavo duramente mis ojos en el tipo.- Llevas siguiéndonos desde que entramos en el barrio. Te he visto en el mercado, en la plaza, en la taberna...siempre detrás nuestro.- Doy un paso hacia el hombre para estar cerca de él.-Ahora me vas a decir la razón, o el que va a dejar de ser amable voy a ser yo...- Y dejo entrever la hoja de uno de los puñales que llevo en la manga.

El tipo seguía nervioso, más pendiente del entorno que de los hermanos. Se fijó en la cara de Alex y sus tatuajes con cara de extrañeza y negando con la cabeza.

-"No se de qué hablas, no te conozco, te recordaría esas" - señaló a las marcas de su cara - "son muy peculiares. Además aquí no hay ninguna taberna de ningún troll. Te digo que me confundís con otro. ¿Vamos a por esa cerveza? A vuestro amigo no se la va dan a dejar llevar." -

En ese momento Xelaver finalizó su conjuro. El tipo estaba distraído y ni siquiera se dio cuenta de lo que hacía, aunque no podía estar seguro de que ninguno de los lugareños que miraba la discusión con ávida curiosidad y morbo le hubiera visto.

Entonces el hombre del sombrero dejó de mirar a los soldados, que estaban ya a poco de girar y encarar su calle, así como lo que hacía Hugh y si le echaba algo a la bebida. Incluso dejó de mirar a Alex. Y, extrañamente, su cara pasó a mostrar preocupación, sincera preocupación. Miró con desagrado a la muchacha que lo acosaba y dijo:

-"Déjame en paz. Tengo que hablar de algo importante con mi colega." - y apartándola sin violencia pero con decisión, trató de llevarse a un lado a Xelaver para hablar en secreto con él - "Ven conmigo, compañero, hay una cosa importante y urgente que debemos hablar tú y yo a solas." - volvió a mirar hacia arriba, en dirección a Hugh y los caballeros torciendo el gesto.

Gogri sabía que si quería seguir al misterioso acechante debería darse prisa. Sobre todo él que era bastante más lento que un humano a la carrera. Había una remota posibilidad de que hubiera entrado por una de las ventanas, suponiendo que la hubiera forzado en un tiempo increíble y luego se hubiera molestado en cerrarla. De lo contrario tendría que haber subido por las cajas, bien para pasar al otro lado o para subir al tejado. Cualquiera de las opciones a Gogri le complicaba, su estatura más corta le haría más difícil subirse rápido a las cajas y aún más al tejado.

Jagg tenía el mismo panorama, salvo porque las cajas estaban a la altura perfecta para treparlas con rapidez, casi sin perder ritmo. Ambos pudieron ver que detrás de ellos Hank había atrapado al otro tipo, el del flequillo llamativo, y lo arrinconaba contra una puerta, siseandole amenazas.

El acechador más torpe abrió mucho los ojos cuando le enseñó las dagas, tenía cara de miedo y comenzó a temblar visiblemente.

-"¡No me hagas daño! ¡Por favor! ¡Yo sólo quiero unas monedas! No iba a haceros daño, ni siquiera pensaba acercarme, sólo quería teneros vigilados y saber por dónde vais. Déjame ir y me largaré corriendo, será mejor para los dos, de verdad, deja que me vaya, no os seguiré más." - la voz del tipo tenía un punto histérico, era muy aguda como si estuviera a punto de llorar.