Partida Rol por web

- Creo que esta noche no pagamos hospicio alguno -dijo Jack intentando aligerar la presión-. Jeje. ¿Qué le ha pasado al viejo? Eso no tiene buena pinta. 

-Algo así ocurrió - contestó a la pregunta de Alex - apenas me vieron vinieron hacia mi, y también decidí que resistirse no sería prudente. Empiezo a pensar que las cosas están bastante peor de lo que imaginábamos... 

Acababa de contestar cuando trajeron de golpe a casi todos sus demás compañeros, y apenas unos minutos después a Rislân en un estado lamentable. Aquello no podía ser una casualidad, no podían haberlos simplemente visto y decidido detener. Sabían que habían entrado y los habían seguido a todos para darles caza. Era evidente que alguien importante en aquella ciudad consideraba su llegada una amenaza... 

-¿Como está? - preguntó dirigiéndose hacia la celda de Alex, Hugh y Xelaver - ¿Parece que saldrá de esta? 

Habiéndome mantenido callado durante todo el camino hasta las celdas, no puedo evitar sorprenderme al ver a mis compañeros compartiendo nuestro mismo destino. Cuando los guardias nos dejen en la celda de Aiden, me giro hacia él para distinguir su rostro en la oscuridad creciente mientras le escucho.- Parece haber algún tipo de paranoia con los recién llegados. Nosotros descubrimos a un tipejo que nos había estado siguiendo desde que entramos en los barrios bajos. Probablemente muchas de las personas que comparten estas celdas sean nuevos en la ciudad como nosotros...- Me giro hacia la celda de enfrente tratando de distinguir a mis otros compañeros.-¿Qué tal vosotros, estais todos bien?

En ese momento la llegada de Rislan interrumpe mi charla. El estado del anciano me deja sin habla. Pobre hombre. En cuanto los guardias vuelven a marcharse, pego mi cara a los barrotes tratando de distinguir la gravedad de sus heridas.- ¡Por los Dioses! ¿Podeis ver si está grave? ¿Quién habrá sido el desgraciado que le ha hecho esto?- Termino con furia.

—Sí, un espía, exactamente lo mismo que a nosotros. Qué feliz coincidencia—gruñó Alex—. Supongo que en cuanto se dignen en mover el culo para "informarnos de qué se nos acusa" nos toparemos con que alguien ha urdido una creativa trola en nuestra contra o algo parecido. Alguien no quiere que metamos las narices.

Se asomó por la puerta haciendo megáfono con una mano para añadir con un sarcasmo más que notable, independientemente que los guardias que acababan de marcharse la oyesen o no:

—A menos, claro está, que hayan dejado de traer gente con cuentagotas.

Se volvió a meter en el interior de la celda. No sabía quién se le antojaba más miserable; si la guardia o quien mandaba a la guardia. ¿Qué clase de cretino arroja a un anciano apaleado a una celda mugrienta como quien arroja un saco de patatas? ¿Y qué clase de cretino lo permite? Ni que darle un poco de atención médica fuera a suponer un peligro primordial para el bienestar de la ciudad...

Cuando Hank habló, se agachó intentando vislumbrar algo.

—No veo nada, este agujero de mala muerte está demasiado oscuro. Pero intuyo que bastante aporreado, la sangre no me pareció suya cuando lo trajeron—contestó. Luego torció el gesto y, sin levantarse, volvió a mirar la celda de en frente—. ¿Tu dios te ha concedido sanaciones hoy Aiden? Aunque no tengo claro si te llegaría la mano desde ahí.

Como si de visiones futuras se tratasen, Hugh comprobó lo que, ya con su captura y la llegada de Aiden, sabía de seguro. Les habían apresado premeditadamente.

La llegada de Jagg, Hank y el enano la recibio con sobriedad. Al igual que su grupo y Aiden, estos venían por su propio pie escoltados por el carcelero y los guardias. Las conversaciones sobre lo sucedido comenzaron, cuando las puertas volvieron a abrirse y más guardias entraron.

Esta vez se sobresaltó. El hombre que venía estaba siendo arrastrado y en su grupo aún faltaba un integrante. Los guardias abrieron la puerta y arrojaron al hombre al piso. Rápidamente se apura a quitarse los guantes y comprobar el estado de salud del anciano mientras la muchacha daba voces a sus compañeros buscando indicaciones. Por desgracia la ausencia total de luz no le permitía ver nada. Ayudar al hombre o al menos descubrir que le había sucedido, por mucho empeño que intentaba poner, se le estaba volviendo una tarea casi imposible. -¡Más vale que no sea grave o estos mal nacidos van a pagar con acero el haber cometido semejante vejación!

Xelaver meditó sobre el hecho de que el Justicia de Puerta Plata se había ganado poderosos enemigos aquel día.

Era un movimiento realmente estúpido. Era posible que los aventureros estuvieran sucios, carecieran de modales cortesanos y aparecieran en ocasiones cubiertos de sangre hasta los codos. Pero no era menos cierto que eran gentes hábiles, competentes, inteligentes y, por qué no decirlo, peligrosas. Personas así tienen sus usos para la aristocracia. Los nobles que había conocido preferían apatronar aventureros para solucionar alguno de sus problemas, o tal vez comprarles alguna antigüedad o pieza de arte que hubieran encontrado en sus aventuras. Los nobles de Puerta Plata, por lo que había podido ver, parecían tener un gusto irracional por ponerse un nudo corredizo alrededor del cuello y apretar.

Sólo cabía preguntarse por qué un grupo de aventureros no se había tomado la justica por su mano y lo habían matado. Probablemente porque el Justicia de Puerta Plata había tenido mucha... mucha suerte.

Y la suerte era veleidosa.

Aguzo la vista (uno de los dones heredados de mi madre elfa) para tratar de ver mejor la situación del anciano a pesar de la oscuridad. Quizá si veo algo pueda orientar a mis compañeros y conseguir que el pobre hombre despierte...

Lamentablemente, la situación me supera. Suspiro apesadumbrado mientras me retiro.

Hank era incapaz de distinguir con corrección lo que buscaba y las indicaciones de Alex le confundieron aún más, la chica veía demasiada sangre y la mente del pícaro se disparó con posibles traumas y contusiones que la muchacha era incapaz de encontrar. No parecía capaz de determinar el estado del clérigo. No sin acercarse a una distancia que las rejas le impedían.

Hugh se acercó entonces al cuerpo tendido del barbudo anciano, tanteando a oscuras y tratando de aguzar la vista comenzó a reconocerle y buscar sus daños para intentar tratarlos.

No encontró heridas abiertas, parecía más conmocionado que herido. La sangre que le cubría no era suya y las magulladuras de sus manos parecían más propias de haber golpeado él a otros que de recibir golpes; aunque tenía unos tremendos porrazos en la cabeza, el pecho y el vientre.

Por desgracia la falta de luz y el no tener claro el alcance de los daños, a causa de ella, le impedían poder hacer más por el viejecillo. Por suerte estimaba que recuperaría la consciencia en breve y que una noche de sueño reparador le dejaría bastante entero, aunque dolorido

Gogri se dejó inundar por el latido de la piedra y escuchó su eco. Se dejó caer plácidamente en una esquina y estiró los codos como si estuviera en un trono. Bajo su barba, suspiró y sonrió. Cuando la luz se fue, otra luz regresó, más pura, en su opinión, más sincera. El frío húmedo le sentó bien, su musculatura se contrajo y se relajó. No cerró los ojos para imaginarse en un lugar mejor. Allí no se estaba tan mal, después de todo.

Escuchó la conversación que mantuvieron los compañeros acerca de su propia experiencia y se preguntó en qué momento pudieron distinguirles los espías. ¿En la posada? ¿Ya en la ciudad? ¿Cómo los habrían seleccionado?

Sólo había una respuesta.

-Estoy de acuerdo. No quieren que preguntemos. La Justicia obra por su cuenta o por cuenta de otros con intereses propios. Eso está bien. Significa que nos han traído directamente donde están las respuestas. O al menos, donde podremos encontrar un rastro más fresco.

El enano aspiró el aire con fuerza. No le importaba el olor a mierda, a sudor y a miedo. Era el olor de la tierra el que buscaba, un olor a ocre.

Seguidamente vio cómo entraban a Rislân hecho un guiñapo y lo dejaban en una celda. El enano no se inmutó demasiado, había visto sufrir a gente de todas las edades y muchas de las razas. El viejo se había llevado su merecido por valiente y él lo respetaba por ello.

Bien hecho. Espero que vivas para enorgullecerte.

El enano se colocó al lado del semielfo y escrutó el estado del viejo con sus propios ojos. 

-Necesitará calor - añadió - el suelo está frío. Que uno de vosotros lo arrope con lo que pueda y separadlo del suelo.

Gogri regresó a su esquina, exhalando un suspiro de alivio cuando pudo posar su espalda en la fría piedra.

Tras una exhaustiva revisión del estado de su longevo compañero, se siente relativamente más tranquilo. 

-Está inconsciente, pero vivo.- Dijo en voz alta a la oscuridad, sin saber bien en que dirección hacerlo. -Tiene varios golpes pero ninguna herida externa. Deben de haberle dado una buena paliza.- Comprobó al palpar la piel de la cabeza del anciano, que mostraba varias inflamaciones. -Con esta oscuridad, poco más puedo deciros. Creo que lo mejor será dejarle descansar.

Desamarró el fajín de la cintura del hombre e hizo un ovillo con él para ponerlo bajo su cuello a modo de almohada. Acto seguido desabrochó el broche que le afianzaba su capa y la extendió sobre el suelo cerca de la pared. Sobre ella situó al viejo para aislarlo de la fría piedra.

-Xelaver... ¿Podrías extender la tuya sobre él?.- Dijo sin saber bien donde se encontraba su compañero.

Cuando el hombre queda bien arropado, se sienta cerca de Rislan. Apoyando su espalda contra la pared y poniendo las piernas extendidas de éste sobre las suyas, para favorecer su circulación.