Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Forja de libertad

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29/06/2009, 18:45
Leonard Roster

Una frase bastó para que mis ojos se abrieran de par en par ...

-Y si Bernard ... fuera también un Zeerath ...

Me quedé mirando a Kane esperando una respuesta ...

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29/06/2009, 19:21
Kane

Eso es imposible

Si, era imposible, no había dudas de que el viejo no era uno de aquellos perros, porque no tenía tal poder, lo veíamos claramente, cosa que a su mascota, no. No se parecían en nada. Era imposible.

No guarda ninguna similitud con un Zeerath, es imposible que sea uno de ellos.

Luego desvió la mirada nuevamente a la mujer que se escondía tras un disfraz de chiquillo.

Estaría más tranquilo si supera que esta panda de locos no pudieran hacernos daño.

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29/06/2009, 19:55
Majud Dahatsy

Levantó la vista para mirar a ¿su padre? Enarcó una ceja y tragó saliva mientras se sentaba en una esquina de la mesa a ver saltar a la joven aquella. Majud se encogió de hombros, se secó las lágrimas, si iba a cumplir un destino, lo iba a cumplir ya pasara lo que pasara. Asintió brevemente con la cabeza, miró a la joven Gerhardine, tan bonita y dulce, quizás fuerte pero al fin y al cabo, criada como cualquier mujer. Mujeres humanas... Majud volvió a sonreír, se ató el cabello que se había caído a los lados de su cara; se acomodó la espada poniéndose en pie y terminando por arreglar su ropa. Una última mirada a su padre y una media sonrisa cargada de dolor, de recuerdos y de odio hacia una madre que le había abandonado se le mirara por donde se le mirara.

-Si vuelvo, hablaremos. Haced que os vean esa herida. Sophie, que preparen mi caballo. Señores, señoras, cuando gusten.

Se sentó en una esquina a esperar por la decisión de la gran myoría.

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30/06/2009, 23:49
Zack Shermann

Zack permaneció pensativo todo el tiempo. Aún no era capaz de creer lo que allí estaba escuchando. Parecía estar en un sueño del que pronto le sacaría el canto del gallo. Y como en un sueño, comenzó a divagar y mezclar cosas, ideas que tenía en la cabeza.

- Vaya... después de todo, el encierro de Majud sí que tenía una salida secreta. Aunque no creo que fuese algo así lo que ella esperaba. ¡Y ese chico es una chica! ¿Los invasores ahora son aliados? Todo esto no tiene mucho sentido. Además si yo soy uno de esos "elegidos"... ¿Por qué tardaron tanto en "cuidar" de mi? ¿por qué me dejaron a merced de esos soldados que tanto daño nos hicieron?... No sé... no me creo nada de todo esto. -

Entre pensamiento y pensamiento el herrero no perdía detalle de todo lo ocurría en la sala desde un segundo plano. Ni siquiera cuando Majud pidió compañía hizo ademán de levantarse, aunque en su interior algo pegó un brinco, ningún músculo se movió, como el que observa un sueño en tercera persona y no es capaz de intervenir aunque quiera.

Las conversaciones continuaban. Se hablaba de semidioses y, más extravagante aún, se les emparentaba con ellos. - No, mis padres eran campesinos. - Cada vez parecía estar más claro que aquello era un error, al menos en lo que a Zack concernía, pero no era capaz de alzar la palabra para enmendarlo. Quizás por respeto a los demás o quizás por cohibición ante los exaltados ánimos de la sala.

Una nueva frase llamó su atención sobre las demás:

Cita :

De hecho, Sadicer irá con vosotros para guiaros.

Sadicer y Majud eran de los primeros en unirse a la comitiva, junto a la chica disfrazada y la guerrera invasora y su séquito. No había mucha más gente viva que le importasen más que aquella pareja. Quizás su anciano padre era el único que había por encima de ellos, sus dos únicos verdaderos amigos. Esto le hizo replantearse la situación y fue entonces cuando Majud volvió a intervenir:

Cita :

Señores, señoras, cuando gusten.

Zack lo había decidido. Si todo aquello era un sueño, no tenía nada que perder, tarde o temprano despertaría. Y, si no lo era, desde luego no iba a dejar a sus amigos solos en lo que, aparentemente, iba a ser una peligrosa tarea a la que se les había invitado sin pedirlo. Además, se sentía en deuda con ambos por tantos favores, ayuda y compañía que sería muy rastrero dejarlos solos en ese momento.

Con todo esto en mente, el herrero se levantó de su asiento y se dirigió a un lugar más cercano a Majud, Sadicer, Dhan y Gerhardine. - Bien. Iré con vosotros. No sé si seré de mucha ayuda pero, al menos, puedo cargar con cosas o... con gente... - Un risa algo forzada se mostró en el rostro de Zack, tratando de aliviar un poco la tensión del ambiente. En realidad no tenía mucho de lo que alardear después del ridículo que había hecho durante la reciente invasión de Ròdennos.

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03/07/2009, 06:41
Meredith Gailast

De todos aquellos que estaban en la habitación, Meredith parecía la única genuinamente desconcertada por todo lo que se estaba diciendo. Y la única que, de una forma u otra, permanecía sin reaccionar. Allí todos parecían estar movidos por los hilos de una voluntad que ella no conocía. De hecho, era tal la sorpresa y el azoramiento frente a las reacciones de los demás, que Meredith había permanecido con la misma expresión de quien es incapaz de comprender, y menos aún de creer. No podía saber qué les movía a aquellos dos extranjeros, que parecían haber estado decididos desde su misma aparición; pero menos aún podía saber qué movía a los otros. Cómo es que luego de todo aquello una persona se abraza al portador de un delirio agradeciéndole, y cómo dos mujeres toman tan a la ligera la determinación de abandonar sus vidas por completo sin más aliciente que tres o cuatro frases de dos hombres o bien desconocidos, o bien que habían pasado mintiendo toda su vida. Tampoco entendía la predisposición del herrero. No los entendía, y no compartía en absoluto su determinación.

Las manos de Meredith se volvieron garfios en el respaldo de su silla. Flotaban en el aire una cantidad de cosas sin sentido, palabras que revolvían en su pasado hasta el punto de querer hacerle vomitar. Su reacción frente a la idea de los Zeerath fue de más desconcierto aún, si cabía, negación absoluta de semejante sugerencia; pero frente a la mención de su anciano mentor, aquel que había dejado atrás y sobre la tumba del cual se había levantado para darse a conocer, le sumieron en una profunda depresión instantánea. Se recordó como era, se vio a sí misma con las manos alzadas y los ojos brillantes, tan joven, tan lejos. Se vio gritando, agotando su voz, sin saber que luego eso la dejaría muda para siempre.

Y sus recuerdos viajaron al doctor Folson. Aquella mujer no sólo se había llevado su corazón, si no también el de aquel hombre ahora frente a ella, que intentaba que otra mujer no terminara de romperle la vida. Le vio, recordó su mirada desprovista de todo, excepto del amor por su arte. Se vio, reflejada en sus ojos, contemplando su propia indiferencia, la resignación. Meredith miró al Senescal un largo tiempo, hasta que la mirada de la mujer fue lo suficientemente firme como para hacer arder la nuca de Wolfgan. Cuando él se volvió en su dirección, ella bajó la mirada casi de inmediato. El único segundo en que sus ojos se cruzaron, se desplegó entre ellos lo único que podían compartir dos seres tan distintos: el entendimiento del dolor. La resignación.

Frente a la serie de pronunciamientos, Meredith se sintió compelida a decir algo, pero no lo hizo. No quería levantar la cabeza y decirles a todas esas personas que todo estaba muy bien, en lo referida a ellos, que todo debía ser así si querían creerlo. Pero que ella no creía tener nada que ver con eso, y además, tampoco creía en nada de lo que se había dicho. Que la sugerencia de semejantes cosas como semidioses, líneas de sangre, profecías, dones de la curación y todo eso, le parecían como toda la adivinación le había parecido siempre: un conjunto de fórmulas suficientemente amplias para que cualquier elemento, en cualquier momento, puedan caber en ellas. ¿Cómo podían esperar que ella, justo ella, tuviera algo que ver con eso? ¿Es que no se daban cuenta que aquello era imposible?

Al final, se sintió tan presionada a hablar, que no pudo soportarlo más y lo hizo.

- No entiendo nada de lo que está sucediendo, pero estoy segura de algo... yo no puedo ayudarlos - sentenció, y su voz no trasmitió ni miedo ni cobardía. Trasmitió una genuina sinceridad. Si querían el don de la medicina, o de lo que fuera con eso, tendrían que ir a buscar a Folson. Ella no podía hacer nada por ellos. Mucho menos, por el mundo.

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03/07/2009, 07:53
Gerhardine Hallberg

-Yo no se cuánto hay de cierto en todo lo que se nos ha dicho o qué tan real y efectiva pueda ser la intervención de cada uno de nosotros -la voz de Gerhardine fue alzándose poco a poco, comenzó primero como un susurro audible tan sólo para quienes más próximos a ella estaban, hasta llegar a los oídos de todos en esa sala-... Creo en lo que he visto, creo en esta rabia, este odio que siento. Creo en el dolor que sentí al ver mi ciudad destruída y el tener que contemplar, impotente, cómo la vida de la mujer que me crió desde que nací y a la que quise como a una madre, terminaba de extinguirse en mis brazos... Creo en mi juramento, en la promesa que hice de vengar a mi pueblo... Esos... dioses... esos falsos dioses que más que dioses lo que son es demonios, ellos son los culpables y no me importa el precio que deba pagar si con eso tengo aunque sea una oportunidad de vengarme...

Acabado de decir eso Gerhardine se puso de pie y caminó directo al lugar en el que estaban Kane y Leonard.

-Imagino que desean marcharse e ir por aquellos a quienes vinieron a buscar desde tan lejos -cerró los ojos y meneó la cabeza-. No se si fue el destino, alguna fuerza divina o demoníaca la que cruzó nuestros caminos, pero sea lo que sea está claro que ahora tenemos mucho más en común que antes: quiero destruír a Bernard y a Drumlak tanto como ustedes -volteó ahora a mirar a los demás y les habló, aunque en realidad sus palabras iban principalmente dirigidas a Meredith-... Ya hemos perdido demasiado tiempo y cada segundo que pasa es un segundo que esos seres tienen a su favor, verdad o mentira ya lo sabremos, pero lo que está claro es que ellos son los culpables de lo que ocurrió allá afuera... háganlo por ellos -miró a Sadicer-... Mercader, por favor, ya no retrasemos más este asunto, muéstrenos el camino.

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03/07/2009, 09:13
Kane

Parecía que poco a poco las personas que allí no tenían otra cosa que hacer que charlar y charlar estaban tomando una determinación. Ya era hora, pues el tiempo perdido no se podría recuperar. ¿Que mas daba todo lo que estaban contando? ¿Que suponía el poder contarlo por el camino y no aquí, encerrados y perdiendo el tiempo? Aún recordaba como había tomado el mismo camino que Bernard con desición, sin pensarselo, tal y como hacía las cosas siempre y cuando no hubiera alguien que le guiase, y ahora, se estaba viendo encerrado, atado de pies y manos en un mundo que no era el suyo, y con gente que le gustaba más gastar saliba que una buena bala. Todo le resultaba tan absurdo, tan lleno de leyendas estúpidas que necesitaba un poco de aire fresco.

Además, la idea de matar a alguien de los que allí se encontraba aún le rondaba la cabeza, Leonard no había dicho que si ni que no, por lo que aquello podría ser una aprovación. Sin darse cuenta, eso es lo que buscaba, una aprovación de alguien que no era nadie para hacer algo que él estaba pensando que era lo correcto. ¿Y si se producía lo de siempre? Tenía que averiguarlo, estaría más tranquilo.

El aire fresco vino con el levantamiento de Gerhardine, que se situó delante de ellos y habló sabiamente. Por fin unas palabras que desafiaban a todas las demás. Kane asintió con la cabeza, efectivamente había perdido más tiempo del que disponían y tenían que partir enseguida.

Al otro lado de la mesa, otro grupo se estaba reuniendo, queriendo partir enseguida. Eso estaba bien, serían muchas personas, mucha gente, muchas más posibilidades de muerte.

Tenemos que irnos ya. Me importa una mierda todo lo que estais diciendo.

Miro a Gerhardine, luego a Leonard y por último al otro grupo concentrado.

Quien quiera venir que venga, y quien no, que se quede a charlar. ¿Vamos de una puta vez?

Esperaría el momento más adecuado para matar.

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06/07/2009, 10:14
Sadicer

El mercader asintió levemente cuando observó que la mayoría, por unos motivos u otros, aceptaban la situación y mostraban el valor suficiente para enfrentarla.
Hizo un repaso mental y contó el número de integrantes que formaría la comitiva: los dos extranjeros, Majud, Zack, Dhan, Gerhardine y los dos hombres que la acompañaban...estos se habían puesto en pie casi al mismo tiempo que ella, por lo que era de suponer que no permitirían ser dejados atrás.
Sadicer miró con curiosidad a uno de ellos, el más alto de los dos. La mujer no le observaba, por lo que no podía ver la mirada que este tenía clavada en ella. No había duda. Ese hombre no retrocedería jamás.

Al menos no necesitarían de guardias que les acompañaran en los caminos. Se trataba de un grupo bien nutrido de guerreros que no tendrían problema alguno en alcanzar el Valle del Olvido...despues sería algo muy distinto.
Pero su atención se centraba, en gran medida, en Meredith. Ella era la única que no se había movido de su sitio, expresando con sus gestos, al igual que con sus palabras, que no les acompañaría.
Suspiró. Deberían intentarlo de todas formas, aunque eso mermaba sus ya pocas probabilidades. No tenían otro remedio.

Se giró hacia Wolfgang, el cual permanecía sin moverse en el mismo punto en que había ayudado a levantarse a Majud.
El fondo de sus ojos mostraba, al mismo tiempo, tal angustia y orgullo que casi hacía doloroso el mirarle. Tenía que llamar su atención, pues la mezcla de sentimientos tan contrarios podría llegar a abatirle sin remedio. Y le necesitaban...no ellos, pero sí toda la gente que quedarían en Ródennos cuando se fueran. Precisaban de alguien fuerte que les guiara tras los sucesos ocurridos recientemente...y también que les preparara para aquello que podía llegar en el futuro si fracasaban.

Wolfgang, - le llamó, atrayendo así la atención del senescal - precisaremos de los mejores caballos que tengas, así como de provisiones para el camino. Tendremos que movernos rápido, pero aún así tardaremos un par de días en llegar hasta allí.

El senescal asintió y pudo, por fin, ponerse en movimiento. Se dirigió hacia la puerta por la que habían entrado. Sus pasos se arrastraban levemente, como si durante los últimos minutos hubiese envejecido diez años de golpe...Sadicer tendría que hablar con él antes de irse.
Wolfgang cruzó varias palabras con un guardia que se encontraba apostado fuera de la sala, el cual se alejó rápidamente para cumplir las órdenes encomendadas. - Seguidme, por favor. - les indicó antes de seguir el mismo camino que había emprendido el soldado.

Sadicer fue el único que no se movió en la dirección del senescal, sino que lo hizo hacia la mujer que permanecía sentada, tomando la silla que se encontraba a su lado y depositando su cuerpo junto a Meredith.
Los ojos del mercader se clavaron profundamente en los de ella. No intentaría convencerla, pero debido a lo que se jugaban se veía con el deber de explicarle lo que pasaría - Estás en tu derecho de elegir no acompañarnos. - su rostro se mostraba muy serio al dirigirle la palabra, pero enseguida se distendió dejando aflorar una leve sonrisa. No quería que ella supusiese que se mostraba ofendido por lo que acababa de hacer.
Meredith era, quizá, a la que menos conocía de todos ellos. La había seguido los pasos, por supuesto, pero intuía que ella era incluso una desconocida para sí misma. - Estoy casi seguro de saber lo que piensas de aquello que he contado. - continuó - Sé que es difícil de creer que uno mismo pueda ser elegido para algo de estas proporciones, pero en tu caso no debes mirar únicamente hacia un futuro incierto, sino hacia el pasado. Eres una de los que han sido elegidos para este momento de la historia...historia que pronto puede finalizar para todo lo que conoces.
Si no quieres venir no haré nada para hacerte cambiar de opinión, pero no quiero tener, como último recuerdo tuyo, el atisbo de la derrota en tu mirada.

Se inclinó hacia delante y la tomó de las manos - Tienes un don, por mucho que te niegues a admitirlo. Recuerda Meredith, sólo recuerda. Esta mujer que veo ahora ante mis ojos no es la mujer que fuiste hace años. Esa mujer sigue aún en tu interior y tiene la fuerza necesaria. Únicamente tienes que dejar un resquicio para que pueda surgir de nuevo. El tiempo de mantenerla encerrada ha pasado.
No importa que vengas con nosotros o te quedes aquí, pero sí importa, y mucho, que te permitas de nuevo volver a tener sueños y aceptes tu lugar en la vida.
Los sueños son esperanzas y, en los tiempos que nos esperan, las esperanzas serán necesarias para poder continuar adelante.

Dejó finalmente de sujetar su manos y se levantó, encaminándose hacia la puerta. Ahora emprenderían un camino que, desde el inicio, ya estaba destinado al fracaso.
El círculo no se había cerrado, pero aún así deberían intentarlo. No era momento de dudar o sumirse en pensamientos de derrota, pero enderezó la espalda y alzó la barbilla. Así es como se enfrentaría a la muerte que quizá le esperara más adelante.
En cierto modo agradecía que su fin no fuera el de un anciano languideciendo ante el paso de los años. Fue ese pensamiento el que le llevó a volverse y dirigirle unas palabras más a Meredith - Lo que has visto allí fuera sí eran personas muertas movidas por los deseos de otros...tú no eres como ellos, Meredith. Ha llegado la hora de que te enfrentes a la realidad y admitas, de una vez por todas, que estás viva.

Acto seguido se volvió para seguir a los demás.

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06/07/2009, 17:02
Leonard Roster

Lo único que me pasaba por la cabeza eran dudas y mas dudas ... no estaba acostumbrado a enfrentarme a algo que no pudiera ser demostrable ... tangible ... no hasta que conocí a Drumlak.

¡Maldita sea! me maldecía una y otra vez sin saber que decisión lógica tomar, todo eran profecías y cuentos ... historias ... mitos y seres con poderes fantásticos.

Me pellizqué varias veces, intentando despertar de ese macabro sueño en el que me había visto envuelto desde ya no recordaba con exactitud cuanto tiempo, pero quería despertar de una maldita vez, aunque quizás la única forma de hacerlo era enfrentándome a lo que parecía un destino preestablecido para cada uno de los presentes en la sala.

Me quedé mirando a Kane viendo como los demás se alejaban en busca de una montura para seguir el camino de la profecía ... parecía curioso que ya me empezara a dirigir a ella por un nombre que hasta el momento no existía en mi vocabulario.

Sin decir una palabras mas me dirigí unos metros en dirección al grupo no sin antes girarme y ver la intención que tenía Kane, que seguro que andaba tan perdido como yo. Finalmente seguí los pasos de los demás, la profecía continuaba ...

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08/07/2009, 19:04
Majud Dahatsy

Majud notó la hostilidad en las palabras de aquellos que no eran conocidos para ella, también notó el deseo de ser líder, de poder. Sencillamente no creía que una empresa así llegara a buen término; con tantos y tan ansiosos personajes por el poder, difícilmente conseguirían una victoria pero le daba lo mismo. Tenía todo perdido desde que se había visto reflejada en los ojos de su padre, del que creía que era su padre, reflejada entre mentiras y abandonos. Respiró profundo y se levantó de donde estaba enfilando hacia la puerta pero antes de cruzal el umbral se volvió, escuchando como Sadicer se refería a Meredith. Volvió sobre sus pasos y se encuclilló delante de ella.

-Escuchad, sé que es difícil y creedme, tampoco iría de no ser porque ya todo está perdido. Es mejor morir en el intento pero si decidís no venir, no seré yo quien os lo recrimine. Siempre habéis sido buena o eso he escuchado de vos, supongo que haréis lo correcto.

Le sonrió y se levantó volviendo al camino ya antes recorrido pero nuevamente volvió a detenerse, aquellas personas no eran dueñas de su tiempo y eran juntos un todo por mucho que no les gustara a ninguno; mejor esperar ahora. Corrió sobre sus pasos y abrazó a Wolfgan fuertemente, colgándose de su cuello, echándose a llorar. Siempre, por siempre él había sido su pilar y él el de ella, no importaba si no era su padre, cosa que no tenía muy clara aún; lo amaba como tal y no quería partir sin decirle aquello.

-Te amo, siempre serás mi padre...-se miró en sus ojos.-Si no vuelvo recuerda siempre que junto a ti, bajo tu cuidado, fui una mujer feliz, padre.

Sus palabras se quebraron un instante, soltó el cuello del senescal y tomó sus manos para soltarlas lentamente después en señal de despedida. Hizo una breve y ceremonial reverencia y luego se perdió, esta vez sí, por la puerta.

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11/07/2009, 22:14
Gerhardine Hallberg

Gerhardine esbozó una sonrisa, agradecida, cuando sus dos amigos le dijeron que irían con ella. Los hubiera abrazado con esa espontaneidad que siempre había tenido con ellos de haber estado solos, pero habían allí más ojos y esa muestra de cariño de su parte no habría hecho sino incomodar a los dos guerreros y a ella misma, sin embargo ellos la conocían y podían ver en sus ojos lo que pasaba en su corazón.

Asintió cuando el mercader pidió a Wolfgang que les facilitara los mejores caballos que tuviera. Si bien es cierto a ninguno le agradaba tener que dejar a sus respectivas montas atrás, porque eran buenos caballos, los mejores de Rosslyn, éstos estaban cansados, extenuados y no serían capaces de soportar lo que se venía por delante. En Ródennos estarían bien cuidados, se repondrían de todas las exigencias a las que habían sido sometidos y, si los dioses así lo querían, volverían a ser montados por sus amos cuando todo eso acabara.

Y así fue como ella y los demás abandonaron la sala siguiendo al senescal, que los guiaba, unos cuantos pasos detrás de él. Sadicer no los siguió, tampoco lo hizo esa mujer, Meredith, era de suponer entonces que no los había seguido para poder conversar a solas con ella. En su fuero interno Gerhardine esperó que la convenciera de unírseles, si ella formaba parte de esa profesía era por algo y por mucho que dudaran de su efectividad mejor era no tentar al destino, no en esa oportunidad.

De pronto, como una exaltación, pasó corriendo por el lado de ellos Majud quien se abalanzó sobre el senescal. Lo que dijo no lo oyó, pues tuvo a bien detenerse e incluso retroceder un par de pasos, aquel era un momento íntimo entre padre e hija que merecía ser respetado y cuando éste hubo culminado y Wolfgang reemprendido la marcha, Gerhardine hizo lo propio para seguirlo hasta el lugar al que él les iba guiando.

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13/07/2009, 12:21
Kane

Todo el mundo comenzó a salir de aquella sala, algunos con más ánimo que otros, algunos más convencidos que otros, pero eso daba igual. La situación era extrema y todos tenían que arrimar el hombro. Era curioso toda aquella historia para niños, de profesías, padres y madres con poderes y viejas historias de pelicula de serie B, pero el caso es que funcionaba y aquella gente se movía por unos motivos que a él mismo no les parecía ni razonables ni adultos. Pero le daba igual. Lo importante es que se ponían en marcha.

Se apartó un poco para que Leonard se levatanra de su silla y se fuera hacia la puerta. Cuando noto su mirada, sintio un escalofrío en la nuca. Aquel hombre, odidado durante un tiempo se estaba convirtiendo en su bastón. Era curioso como giraba la historia de un polo a otro y que sin pensar ni siquiera, se dejaba arrastrar por ella, viendo lo negro blanco y lo blanco negro. Se encogio de hombros. Todo eso le daba igual.

Cruzo sus brazos sobre su pecho, se encorvó un poco más, dirigió su mirada al suelo y caminó hacia la salida, arrastrando un poco los pies y sintiendo incomodidad por saber que nuevamente se pondrían en camino a lomos de un animal que olía fatal, sudaba mucho y además, le poducía un dolor en el culo como si fuese perdido la virginidad. Odiaba este mundo.

Justo antes de salir, volvió la mirada hacia uno de los lienzos. ¿Que estarán haciendo los demás? Se encogió de hombros levemente y siguió su camino hacia afuera. Al fin se ponían en marcha.

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13/07/2009, 14:38
Zack Shermann

Zack siguió al grupo con paso lento y no muy decidido. Estaba claro que, aunque hubiese decidido acompañarlos a donde fuese que se dirigiesen, aún no estaba convencido del todo, aunque no se echaría atrás. En su lento caminar fue observando al resto. Esperaba que Sadicer convenciese a Meredith, pues la había visto curar a los heridos en la batalla y sabía que sería una gran ayuda en cualquier tipo de empresa contar son alguien como ella. Estaba relativamente contento de contar con los tres de Rosslyn, pues tenían pinta de estar curtidos en muchas batallas y el peligro del camino se reduciría considerablemente con ellos cerca. Y Sadicer estaba más que acostumbrado a vagar por todo el mundo, sin duda su experiencia les sacaría de muchos apuros. Sin embargo, el resto del grupo esa un tanto peculiar y no sabía muy bien como encajarlos en la campaña. Quizás Dhan o, más bien, Dhana, dominase el arte del pillaje de una forma provechosa, pero no estaba seguro de ello. Los dos extranjeros habían tenido una actitud muy distante y extraña durante todo el tiempo, no creía que fuesen dignos de confianza. Y él, ¿qué pintaba allí?, poco podría hacer lejos de su forja pero, desde luego, si había algo que pudiese hacer, lo haría lo mejor que pudiese. ¿Y Majud? no le cabía duda de que era una chica valiente y decidida pero, a parte de eso, había pasado toda su vida bajo la protección del senescal y de los guardias de palacio y los cuidados de su haya, ¿de verdad estaría preparada para ese viaje?

Sus pensamientos y paso errático le llevaron a pasar cerca del senescal cuando ya casi alcanzaban su destino. Le miró de reojo e hizo algo que nunca se habría atrevido a hacer, pero la expresión del hombre hicieron que no lo viese como el senescal y actual regidor del feudo sino como un prbre hombre atormentado. Zack no podía saber lo que era perder a una hija o un hijo, pero sabía lo que era perder a una madre y a un tutor, por lo que su ponía que sería algo parecido pero más doloroso si cabe. Por ello le dio al senescal unas palmaditas en el hombro en señal de apoyo y, seguidamente, un pequeño apretón con su mano derecha. - Cuídese esa herida... ambas... - Y tras eso adelantó el paso.

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14/07/2009, 11:22
Sadicer

Los preparativos llevaron algo más de tiempo del esperado, pues además de preparar las monturas y los suministros que necesitarían durante el camino, no todos se encontraban lo suficientemente pertrechados para acometer un viaje incierto como aquel en que se encontraban inmersos.
No hubo restricción alguna. Si Ródennos disponía de cualquier tipo de arma, armadura u otro objeto que desearan llevar, se les proporcionaría sin ningún problema.
Lo único que debían tener en cuenta era su propia comodidad y necesidad, sin que eso repercutiese negativamente en la tarea que deberían afrontar.

Cuando todo se encontró dispuesto, y ellos subidos en sus monturas, Sadicer les guió lentamente por las calles de Ródennos, en una dirección que les llevaría fuera de la ciudad sin pasar por el lugar donde había tenido lugar el combate.
La elección de este itinerario se debía a tres motivos:

No quería que la gente de Rosslyn tuvieran que enfrentarse nuevamente a sus muertos.
Las calles que ahora transitaban se encontraban más desiertas, habiendo sido atraídos los curiosos por los sucesos que habían terminado con la muerte del regente de Ródennos.
Y por último, que este camino les llevaría a un camino más recto hacia su destino.

Ante ellos tenían por delante tres días de viaje. Podría haber sido menos si hubiesen decidido cargar con caballos de refresco, pero eso también habría provocado que sus movimientos llamaran más la atención por los caminos que debían recorrer.
Al final el grupo se componía de la siguiente forma: Sadicer marchaba al frente junto a Dhana, la cual parecía dispuesta continuamente a salir al galope, por lo que el mercader se encargaba de controlarla dentro de los posible.
Justo tras ellos cabalgaba una silenciosa Majud, con el herrero justo al lado. Zack le dirigía, de vez en cuando, unas miradas que creía que pasaban desapercibidas para el hombre que les servía de guía.
Para Sadicer era claro que el muchacho no estaba convencido, en absoluto, de nada que se hubiese hablado con anterioridad, pero al menos proseguía hacia delante. Desde luego no le faltaba entereza al joven.
Meredith se encontraba justo detrás de Zack, junto a uno de los caballeros de Rosslyn, del cual no conocía ni siquiera el nombre. Era un hombre poco hablador, pero sus ojos se movían rápidamente de un lado a otro, vigilando el entorno. Presto a ponerse en movimiento ante cualquier eventualidad.
Gerhardine y Arnvald cabalgaban a continuación. Se dirigían hacia un lugar desconocido, pero la sed de venganza se adivinaba en sus miradas.
Arnvald mostraba, además, signos de preocupación momentáneos, los cuales se apresuraba a ocultar rápidamente.
Por último, cerrando la comitiva, se encontraban los dos extranjeros, a los cuales les costaba un poco mantener el paso lento del resto de la compañía.
Su desconocimiento de las monturas les llevaba a necesitar más esfuerzo para mantenerlas en la hilera que a los demás, pero poco a poco se estaban haciendo con ellas.

En el transcurso del día, sólo se detuvieron momentaneamente para descansar un poco y tomar una frugal comida.
Las montañas que se definían contra el horizonte no parecían acercarse por mucho que avanzaran. Quizá fuesen un poco más grandes que al principio del viaje, pero no podían asegurarlo.
Desde esa distancia parecían un obstáculo insalvable. Un muro contra el que chocarían impidiéndoles el avance. Sin embargo, Sadicer parecía muy seguro de la dirección tomada, por lo que ninguna duda fue planteada durante la jornada.

Poco a poco el tono carmesí del cielo se fue apagando. Clara señal de que el día estaba tocando a su fin.
Únicamente en ese momento Sádicer alzó la mano deteniendo el avance de la comitiva - Debemos acampar. Los caballos necesitan descanso y nosotros también. Busquemos un lugar propicio.

Hasta el momento habían cruzado campos de labranza, pero estos se habían ido distanciando, cada vez más, los unos de los otros.
Llevaban un par de horas en los que la mano del hombre había dejado de tener presencia. Los campos eran tal y como los había diseñado la naturaleza.
Los bosques se veían más densos, aunque por el momento no habían tenido necesidad alguna de sumergirse en ninguno de ellos.
Así era el lugar donde se encontraban en aquel momento. A la derecha un bosque que se tornaba cada vez más oscuro debido a la falta de luz. Podía escucharse en su dirección el sonido del agua que fluye, dando a entender que allí se encontraba un río o quizá un arroyo.
A su izquierda se alzaba una loma adornada por diversas clases de flores silvestres y matorrales, mientras que hacia delante el camino que habían seguido se difuminaba. Estaba claro que, a partir de aquel momento, el viaje no sería tan sencillo como hasta ahora, pues la naturaleza había ganado terreno a un sendero que había sido utilizado asiduamente en la antigüedad, pero que ahora no parecía excesivamente transitado.
Puede que los únicos que lo hicieran fueran los leñadores en busca de una buena madera a la que sacarle un precio razonable.

La noche que se avecinaba se presentaba algo fría, como así lo atestiguaba la brisa que provenía del bosque y que provocó más de un escalofrío.
Necesitarían de una buena hoguera.

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14/07/2009, 12:20
Dhan

Dhanna era todo entusiasmo desde la noticia, ya no ocultaba su aspecto y lucía su rostro sin suciedad y su pelo rubio también había sido debidamente limpiado.

Desde el abrazo con Sadicer no lo dejaba ni a Sol ni a sombra, le seguía a todas partes y parloteaba con él como si fuera un eco sin fin.

A veces éste se quejaba, la regañaba o la evitaba, pero Dhanna tenía tanta ilusión, alegría y esperanza que ni eso podría hacer mella en su misión. Como ella lo llamaba... SU MISIÓN.

Tras los preparativos, en los que se adecentó y cambió sus ropas ligeramente, además de comer bien y recoger todo lo que pensó sería necesario, volvió a ser la sombra del comerciante, con el que cabalgó al inicio de la comitiva. Siempre dispuesta a adelantar el paso y servir de rasteradora.

Seguía como siempre hablando de ella en masculino, algo que no podía ni quería cambiar, pero sus ojazos azules relucían ahora demasiado con su rubio pelo y su fino rostro como para engañar a nadie, aún así se comportaba como un jovenzuelo libre y sin preocupaciones, más que cumplir SU MISIÓN.

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14/07/2009, 13:23
Leonard Roster

La marcha se había detenido al acercarse la noche que parecía caer poco a poco sobre nuestras cabezas. Me bajé de la montura y pisé suelo firme con cierta alegría en el rostro. Me estiré un par de veces por completo doblando la espalda hacía adelante y hacía atrás ya que está hacía rato que me dolía aunque no había dicho nada por no detener la caravana. Era evidente que no estaba acostumbrado a estar todo un día montado a caballo no como toda esa gente que parecían estar frescos y enteros como cuando había empezado la marcha.

Me giré alrededor mio y miré el paisaje observándolo por completo, era tan igual ... y a la vez tan diferente al de nuestro mundo.

Me dirigí hacía donde se encontraba Kane que aún no había desmontado de su montura y le tendí la mano ofreciéndole mi ayuda.

-¿Como va? le dije en un susurro ...

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14/07/2009, 20:08
Majud Dahatsy

Majud iba en completo silencio, no se sentía ni fuera de lugar, ni dentro de él. Saber que al lado tenía a una buena persona como Zack, le calmaba de algún modo; a los demás, casi no los conocía pero les tenía confianza, el mercader y Meredith eran personas excepcionales y ella lo sabía. No necesitaba más para confiar en ellos. Los otros... Bueno, los otros eran eso para Majud y evidentemente, aunque tenían una tarea en común, sabía que la prioridad no sería salvar a uno de Rodennos si se veían en peligro.

-Da igual, cómo si tuviéramos muchas posibilidades.

Pueblos que se unen no era la especialidad de la joven, después de todo había sido hija única y nada sabía de unirse en alianzas con otros, sin embargo estaba intentándolo. No sabía de peleas, más que las pocas clases de combate que su padre había permitido le dieran y de estrategia aún estaba más confundida pero resuelta a hacer lo que fuera por cualquiera de ellos. Lo perdido estaba perdido, había que encontrar lo encontrable. Podía sentirse devastada y no servir ni de bulto pero no estaba por la labor, tampoco sería la líder, esas cosas no se le daban bien y además, no quería robar lugares que evidentemente ya habían sido tomados.

Cuando llegó la hora de descansar, se apeó del caballo y se sentó en un rincón con el rostro pegado a sus rodillas, en silencio, sólo observando. Si ella no era más que la hija de un senescal, un humano... Cualquiera pensaría: "Una buena para nada mimada". No pudo evitar pensar en su padre y en el dolor que tenía en su rostro, sintió un nudo en la garganta. Por años viviendo un engaño que desencadenaría en una peor realidad pero ya estaba dado el paso y a su ver, pronto tendrían un final.

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15/07/2009, 06:47
Gerhardine Hallberg

Gerhardine aprovechó el tiempo utilizado en los preparativos para engrasar su espada y darse un rápido baño. Nada de agua caliente ni nada, agua fría, bien fría, necesitaba reactivar su cuerpo, despejarse y, además, no estaban las cosas para remilgos de niña bien, así que ni siquiera lo pidió.

Cuando se reunió con el grupo otra vez, su cabello lucía mojado, pero lo llevaba recogido como de costumbre (un tomate) así que no le molestaba en lo absoluto. Ayudó con las cosas que faltaban, pese a que sus amigos le dijeran que ellos se encargaban, Gerhardine nunca había sido de dejar que hicieran las cosas por ella y ésta no iba a ser la excepción.

La cabalgata inició y ella se situó junto a Arnvald en la penúltima posición de la comitiva. Hablaron poco y nada, él, al igual que ella, se mostraba especialmente preocupado por lo que ocurría en el entorno, imposible no hacerlo, habían viajado durante tanto tiempo, confiando en nadie salvo ellos mismos que estar en constante estado de alerta era algo casi incosciente.

Las pocas veces que se detuvieron antes de acampar, Gerhardine intentó hablar con Arnvald, pero él se mostraba especialmente cerrado al diálogo y aquello la tenía desconcertada. Sin duda, de haber tenido unos cuantos años menos, como cuando lo vio por primera vez, y de seguir siendo una niña caprichosa y malcriada acostumbrada a tenerlo todo porque sí, habría insistido e insistido hasta que, por cansancio, Arnvald terminara diciéndole las cosas, pero hacía mucho, años, que había dejado de ser esa criatura odiosa y en la actualidad respetaba demasiado a Arnvald como para insistir respecto a algo que estaba claro él se negaba a hablar.

Y cayó la noche, y llegó la hora de acampar. Caballos y jinetes necesitaban descanso así que todos, unos más otros menos, se pusieron en la labor de buscar un lugar idóneo.

Encontrado el lugar Gerhardine se puso en la tarea de reunir leña y hojas secas para alimentar la fogata que habrían de hacer, no pidió que la acompañaran, mejor dicho no pidió a Arnvald que la acompañara, aunque hubiera deseado hacerlo, sin embargo sabía que ninguno de sus amigos le quitaban el ojo de encima. Tan acostumbrada estaba a que ellos la cuidaran que a veces olvidaba que existían cosas que por mucho que conocieras a la gente había que decirlas, como por ejemplo un simple te quiero.

Dejó la madera recogida junto a la hoguera que ya estaba encendida y volvió a alejarse del grupo, esta vez para internarse en el bosque, en dirección al sonido del agua. Deseaba agua fresca, pero además quería un momento de soledad, un momento para ordenar sus ideas y pensar.

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15/07/2009, 08:58
Dhan

Una vez se dio el alto para acampar, Dhanna bajó del caballo como una exhalación, no le gustaba demasiado tener sus pies tan lejos del suelo. Prefería correr, adoraba saltar y brincar, como un saltamontes.

Bajó sus cosas del caballo, en Ródennos habían sido tan amables de atender sus peticiones: una armadura ligera, para poder cargar con ella y que estuviera lo más comoda posible, una daga y la posibilidad de adecentar su vieja espada, la que su Maestro le diera en fiel legado.

Una vez dejó todo apoyado en las fuertes raíces de un gran árbol, liberó al caballo de su montura para que pastase fresco atado unos árboles más alejados. Odiaba ver cómo se cargaban en exceso los pobres animales y se les obligaba a trabajar día y noche. Cuando ella podía andar kilómetros y kilómetros sin cansarse, pero no dijo nada, simplemente le acarició y le habló suave para que se relajara y descansara, el duro viaje no había hecho más que comenzar.

Una vez libre y en contacto con la Madre Tierra, fue la primera en buscar leña y traer un par de viajes para encender una fogata. Una que diera luz y calor a tan extraña comitiva.

Después desapareció, como sombra en la noche y volvió más tarde llena de arañazos y rasguños, con hojarasca en el pelo y la sonrisa más grande que su cara pudiera albergar.

- Hay moras. sonrió, adoraba cualquier baya, pero las moras... ummmm... eran tan deliciosas, tan jugosas... Abrió sus manos y entre cortes y tintes morados, se hallaban varios frutos jugosos y oscuros.

Sus comisuras denotaban que ya las había probado, y tras el veredicto de culpables de exquisito sabor y dulce aroma, había decidido traer a sus compañeros, mas solo se atrevió a dar un par de ellas a Sadicer, su fiel compañero. El resto fueron depositadas sobre una piedra cerca de la hoguera para que las vieran los demás y las tomaran en caso de querer probarlas.

Mientras se sentaba cerca de Sadicer y le ofrecía las moras silvestres encontradas, le comentó que había más y que si quería podía ir a buscar más, no era lejos y recordaba perfectamente el lugar exacto. Le sonrió de nuevo mientras trataba de peinar su alborotado y hojarascado pelo.

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15/07/2009, 09:10
Kane

Había intentado controlar la montura durante todo el trayecto. Aquel animal era más terco que él y cada vez que Kane intentaba orientarlo para no perderse demasiado, el animal demostraba quien mandaba allí, y hacía nuevamente lo que él quería. Menos mal que no intentó separarse mucho del resto de sus compañeros durante el vieja, era como si aquellos animales estubieran acostumbrados a ir siempre juntos y en aquel orden.

Cuando llegaron al lugar donde acamparían, por la cercanía de la noche, sentía su cuerpo molido, destrozado. Le dolía el trasero, los brazos, la espalda y las piernas. Soltó un suspiro, que más que un suspiro era un bufido y sintió la presencia de Leonard a su lado, tendiéndole la mano. Kane miró con extrañeza, más por constumbre que porque su compañero hubiera realizado alguna acción impropia.

Estoy hasta los huevos. Este animal va a conseguir lo que no ha conseguido el perro faldero de tu padre.

Ayudado por Leonard, consiguió bajarse del caballo, no con tanta gracia como lo hacían aquellas personas que ya estaban andando hacia todos lados, como hormigas trabajando. Se sujetó la columna vertebral, la sentía dolorida y dío dos pasos antes de sentarse en el suelo y dejarse caer todo lo largo que era.

Estoy molido. Esto es horrible. Estoy acostumbrado a ir en coche para cualquier cosa, esto es una mierda. Además, huelo mal y estoy sin pintar.

Giró la cabeza hacia Leonard.

¿Has pensado en lo que te comenté? ¿Cuando vamos a hacer la prueba? Necesita saberlo, no me siento seguro.