Partida Rol por web

—¡Yo voy! —gritó White. 

Pero al darse cuenta del agravio ya que había decidido sin consultarle, bajó la mirada y se quedó más pequeña al lado de Lobo gris. Posiblemente buscando una disculpa, o quizás la aprobación de su dueño para que al menos pueda ir a ayudar con las exploraciones que estarían a cargo de alguien que la joven aprecia: Greeny. 

No tenía mucho para decir, menos para intervenir esperó la luz verde de su jefe para siquiera dar un paso más. Sentía miedo en su interior, quería evitar algún golpe por su atrevimiento. 

Ash deseaba tanto explorar las ruinas de los antiguos como cerrarle el hocico al Lobo Gris, por lo que se mostró a favor de la propuesta de Marlotte. Menos mal que tenemos una jefa capaz de poner en su sitio a ese animal.

—Siempre estoy dispuesto a participar en una expedición, especialmente si es por el bien del Arca.

Greeny asintió satisfecho con que White y Ash lo acompañaran; el uno era un mecánico competente, que siempre era útil ahí fuera, y apreciaba la compañía de la otra, había algo en ella que le atraía, y, además, estaba acostumbrada a hacer trabajos duros.

Aún así quizás 3 era un grupo demasiado reducido. Veríamos si alguien más se unía y quienes. Alfa era peligroso, pero era útil con sus perros, eso era innegable y mientras fuera él solo los otros 3 seguramente podrían controlarlo.

Sí, era un buen plan y si tenían éxito fortalecerían la posición de Marlotte que tenía los huevos de parar a Lobo Gris, lo que era bueno para todos.

Ahí estaba el engreído de Greeny hablado tonterías de dioses y memeces sobre cosas que le habían contado ¿dónde estaban los dioses? ¿Acaso iban a venir ellos a plantar cebollas?  

Ni siquiera se molestó en contestar a Alfa, ya saltaba a la vista las pocas luces que tenía. 

Aunque la idea de Lobo Gris le pareció adecuada. Al hablar Marlotte no insistió ya que si había alguien a quien respetaba en el arca era a ella.

- Yo también voy!…quizás se gaste alguna bala de más ahí fuera. 

Sin saber qué pasaba por la cabeza de Joe, Alfa asumió que se había acobardado y gruñó satisfecho de que nadie osara amenazarle a él o a su manada. Luego acarició las orejas de su sabueso, que jadeó de satisfacción, mientras uno y otro se mostraba de acuerdo con salir a cazar.

—Yo —añadió, alzando levemente la mano. Iba a salir igualmente de nuevo para ver si encontraba más perros salvajes, así que si de paso podía aprovechar y traer comida a casa, mejor que mejor.

El Lobo dedicó una mirada asesina a su esclava White cuando ella fue la primera en apuntarse a la partida propuesta por Greeny y apoyada por Marlotte. El puño cerrado junto a la pequeña cabeza blanca de White auguraba una dura reprimenda cuando estuvieran a solas, pero de pronto algo cambio. Lobo Gris se relajó y asintió con la cabeza. 

—Bueno, está bien, si es lo que queréis... Mi White irá con ellos para explorar todas las posibilidades. Pero si no encontráis nada se instaurará oficialmente mi plan —le sostuvo la mirada a Marlotte, que seguía sin estar convencida de que el canibalismo fuera a resultar una buena idea. 

Que Lobo Gris hubiese cambiado de parecer no debía extrañarles. Era una de esas personas que veían oportunidades en cualquier situación y que las aprovechaba agresivamente. Si había accedido a que White fuera con ellos en representación suya, sería porque tramaba algo. 

Hubiera sido interesante saber qué pensaba el jefe Johammed de todo aquello. Él también estaba presente en la reunión pero se mantenía en un segundo plano, en silencio y observando. Tampoco aquello era algo baladí, Johammed era también un oportunista, y si se mantenía en silencio era para ver cuál de las dos ideas salía con éxito y apoyarla así en el momento adecuado. Así, dos de sus rivales se enfrentaban y él conseguiría ganar una posición más favorable sin tener que hacer nada.

—¡Estupendo! Ya tenemos a cinco valientes que irán más allá de los límites de lo conocido para salvar nuestra Arca, internándose más allá de donde los merodeadores más valientes han ido jamás. 

Marlotte aprovechó el momento en que Lobo Gris apoyó la idea para hacerla oficial, convirtiendo aquella Asamblea en una pequeña victoria a su favor, nombrando a White como parte del grupo de exploración para impedir que Lobo Gris terminara cambiando de opinión e impidiera que fuera. 

—Partiréis de inmediato. Como el Anciano solía decir: "un día antes en que empiezas es un día antes en el que terminarás". 

Mientras Marlotte se llevaba los honores de aquella idea y convencía a todos los presentes de que aquel era su triunfo, Lobo Gris se giró hacia White con una terrible mirada y apretando los dientes se dirigió hacia ella tan enfadado que White temió que le golpeara allí mismo. 

—¡Maldita! Ya te enseñaré yo a llevarme la contraria... Pero vas a aprender, oh, ya lo creo que vas a aprender. Ahora tendrás que hacer algo para mí en esa expedición —Le apuntó con un dedo directamente al rostro al tiempo que las palabras escapaban sibilantes entre sus dientes—. Y más te vale que lo hagas. Luego hablamos.

- Con las primeras luces del alba. – le corrigió Greeny que no iba a dejar que le marcaran los ritmos – De noche poco veremos y yo necesito descansar para recuperarme del esfuerzo de la caza esta tarde. – apuntó – Que cada cual aproveche la noche como mejor quiera para prepararse. No es poca cosa lo que vamos a hacer.

Al ver aquella mirada de Lobo gris y ese puño levantarse, White por mero acto reflejo debido a los tantos golpes que había recibido por aquel hombre, se cubre con los brazos haciéndose muy pequeña. Justo en ese momento que tenía toda su atención puesta en ella, lo miró con los ojos llorosos mientras asintió impregnada de miedo. No era novedad lo sometida que era la pequeña por su jefe, pero en esta ocasión sí que se notó más. 

Tal como surgió la situación, le respondió en voz baja y luego se incorporó para ir a rodear la cintura de Alfa con los brazos, dando la impresión de ser una niña. Ya su compañero estaba un tanto acostumbrado a esos acercamientos, así que por eso es que se fue con él, buscando un poco de apoyo. 

—¿Puedo... Puedo quedarme contigo hoy?—preguntó a Alfa, evitando la paliza—. Por favor...

Es que sino iría con Greeny, claramente. 

A Ash no le hacía demasiada gracia que Joe y Alpha se uniesen a la expedición. White no era una molestia salvo cuando se acercaba demasiado al taller, teniendo que aguantar con exasperación que lo toquetease todo sin poder decirle una palabra más alta que otra por si Lobo Gris se enteraba. El muy cabrón era más exquisito con sus esclavas que Alfa con su chucho.

Aprovechó la noche para prepararse. Le había estado dando vueltas a la expresión de Lobo Gris y se olía que podía tramar algo. Por suerte, Greeny era bastante avispado y probablemente se habría dado cuenta. Podrían andarse los dos con ojo, y el Anciano siempre decía que cuadro ojos veían mejor que dos.

El sabueso lamió la mano de White cuando ésta se abrazó al tipejo. Reconocía su olor, y la reacción relajada de su amo le hacía sentirse cómodo con la pequeña muchacha.

—Eh... claro, pequeñaja —cada fibra del cuerpo de Alfa se estremeció con el abrazo, dejando los brazos abiertos y limitándose a darle un par de palmadas suaves a la muchacha sobre la cabeza. Entendía por qué quería dormir con él, no dejaba de ser supervivencia pura y dura, pero la garganta se le secó con la idea.

—Por supuesto —dijo Marlotte mostrándose conforme con Greeny—. Partid mañana con las primeras luces del sol, pero no demoréis ni un segundo en establecer la ruta.

Marlotte hizo un gesto hacia uno de sus hombres, el matón Gullis, un tipo grande y con la piel tan dura como la piedra y que, de hecho, era del mismo color que los muros del edificio del Arca. El matón traía consigo unas cuantas latas de papeo. Solo eran cinco, pero les permitirían sobrevivir un día más fuera del Arca a cada uno de ellos. Les sorprendió el voto de confianza que Marlotte depositaba en ellos, hasta el punto de darles papeo para sobrevivir en el exterior.

—Esto es para vosotros. Son de mi reserva personal. Confío en que regresaréis con más.

La reunión se dio por finalizada. Lobo Gris parecía mostrarse conforme pero no dejaba de mirar a White con dureza y cuando la esclava fue a cobijarse bajo la protección de Alfa, el jefe se lo tomó como algo personal y fue hasta ella y la agarró del brazo zarandeándola para llevarla con él. El perro de Alfa gruñó y enseñó los afilados dientes, en respuesta, Lobo Gris hizo algo similar, sacó un afilado cuchillo y mostró sus dientes lobunos. El perro y el Lobo se quedaron mirándose fijamente, la tensión se palpaba en el ambiente. El animal estaba esperando la orden de Alfa para lanzarse sobre Lobo Gris, pero ambos pronto estuvieron rodeados por los fornidos matones de Lobo Gris.

—Tranquilo, perrero, ahora te devuelvo a tu novia —Lobo Gris sonrió mirando despectivamente a Alfa, y dio otro tirón del brazo de White para llevársela. La esclava no tardó en regresar con el grupo, y entonces los matones de Lobo Gris se retiraron con su jefe.

—La próxima vez que me hagas un desplante como este te dejaré sin dientes. Y entonces no habrá que preocuparse por alimentarte —escupió el jefe, tratándola con el desdén que era habitual—. Escucha atentamente. Voy a dejar que vayas con ellos, pero vas a conseguirme algo. Ash, ese mecanicucho de pacotilla, lleva consigo un extraño artefacto que ni siquiera sabe para qué se usa. Quiero que se lo robes y me lo des cuando volváis. ¿Queda claro? Ahora vuelve con ellos.

La soltó del brazo pero antes de que se fuera le recordó lo que pasaría si fallaba en aquella misión que le había encomendado.

—Si no me traes ese artefacto, te convertiré en el primer trozo de carne para alimentar al Arca.

Asintió a las palabras de Marlotte. Eso podía hacerlo mientras estaba sentado en su refugio. Tomó las latas que les ofrecía Marlotte con un gesto serio consciente de lo que implicaba. Ella estaba corriendo con los gastos, querría beneficios, se estaba adelantando a cuando los otros jefes también quisieran decir que aquello fue idea suya. Entonces ella podrá decir “yo soy la que pagó su papeo”. Estaba apostando por ellos y Greeny no tenía intención de cagarla.

- Gracias, señora. – le dijo con respeto antes de girarse para marcharse.

Al pasar junto a los demás les dijo para que le oyeran.

- Os espero en mi refugio. Tendremos sitio para sentarnos y hablar de la ruta. – les propuso.

Se alejó andando un poco despacio por el cansancio que todavía sentía. Sentía la boca seca, la lengua como un trozo de papel o cartón. Necesitaba beber. Agua, iban a necesitar agua. ¿Tendrían los demás agua?

Ignoró la discusión entre Lobo, Alfa y White. Seguro que Lobo le ordenaría a White que hiciera algo durante la expedición, algo que no les gustaría a los demás, y luego pensaría en como hacerle pagar a Alfa la afrenta en que White lo había metido sin comerlo ni beberlo. Había tenido suerte de que White no eligiera esa noche para buscar refugio con Greeny. Bah, Alfa sabrá cuidarse de Lobo.

A veces White pecaba de tonta o inocente, vaya a saber, la cuestión es que al irse junto a Alfa, su jefe se lo había tomado muy a mal y las afrentas vendrían más pronto que tarde como eran de esperar. Por ello es que al sentir el tirón fuerte de su brazo, cayó al suelo y comenzó a ser arrastrada por el lobo gris. Estaba acostumbrada a ello, a que las piernas se le lastimen por esas brusquedades gratuitas. 

El asunto es que el lío estaba ahí, el perro de alfa y White diciendo que no a este mientras su jefe imponía su voluntad. Luego la apartó y conversaron, poco, pero lo hicieron y cuando volvió se la vio pálida como un papel mientras regresaba al grupo, con sus trapos más rotos aún de lo que estaban. Su mirada estaba puesta en el suelo, reflejando ese daño mental que solía hacerle—uno peor que el físico—y se quedó allí, asintiendo ante las palabras de Greeny. 

No podía hablar. 

—Lo siento, lo siento... —se disculpó en el suelo, con la cara sobre el zapato—. No lo haré más, lo siento. 

Y allí como estaba completamente en el suelo, se quedó escuchando la orden y no dijo más que un "lo haré" , sin dar demasiadas vueltas. Solo hasta que la devolvió con el grupo, ya aterrada. 

Alfa no era estúpido. De hecho, si había llegado hasta ahora sin que le clavaran un puñal en la garganta, era porque sabía elegir bien las batallas. Y apreciaba a White. Desde luego que sí. Era lo más parecido a una amiga que tenía en el Arca, y después de su perro, era a la única que salvaría el pellejo. Pero no iba a tirarse de frente a por Lobo Gris y sus secuaces por ella. Ella era una esclava, poco más que un objeto, y el tuerto podía perfectamente deshacerse de ella ahí mismo sólo por joderle. Se limitó a apretar los puños y quedarse ahí, clavándole la mirada mientras escuchaba el gruñido ronco de su sabueso, aún dispuesto a saltar sobre Lobo.

—Pasemos antes por la mía —le dijo a White cuando se volvieron a reunir. Tenía algunos trapos viejos y no iba a permitir que la chiquilla se muriera de frío ahí fuera. Además, olían a él y a su manada, cosa que jodería sobremanera a Lobo Gris. Era una pequeña venganza. Un aperitivo hasta que pudiera apretar su garganta con sus manos.

Poco después de hacer acopio de todo lo que pudiese necesitar en el exterior, Ash abandonó la seguridad de los talleres para reunirse en el refugio de Greenie con los demás. Aprovechó que había llegado pronto para enseñarle el artefacto al merodeador.

—Mira, Greenie, encontré esto en la expedición de hace unas semanas entre la chatarra que rescatamos —explicó, mostrándole un pequeño objeto con una esfera parecida a la de un reloj, pero con cuatro letras en lugar de números y una aguja doble que solo se movía cuando cambiabas de dirección—. La he examinado desde entonces en mis tiempos libres, pero todavía no sé para qué rayos sirve. ¿Te apetece echarle un ojo?