Partida Rol por web

Lo que les gusta a los cronistas oír el sonido de su propia voz y para no decir nada útil, salvo lo que ya sabemos, que estamos divididos como siempre.

Greeny siguió con su comida y su bebida para aprovechar el breve descanso antes de continuar. Le gustaría descansar más tiempo, pero si lo hacían el sol estaría demasiado bajo para explorar otro sector más.

- Creo que deberíamos seguir al siguiente sector antes de que el sol empiece a bajar. – anunció a los demás entre bocado y bocado.

Alfa no dijo nada* de la llegada de la sanguijuela y sus libros. Se limitó a felicitar al sabueso por detectar la llegada del Cronista y a otear el roto horizonte en busca de alguna presa o enemigo potencial. Pero, tras unos minutos de escuchar toneladas de información, que a oídos del Adiestrador sonaban como molesta palabrería, se unió al resto y continuó hacia delante. Estaba claro que allí no había más que encontrar, y por supuesto él no iba a ser quien cargara con ese espejo.

—Coincido con el señor Greeny —asintió tras incorporarse de inmediato al oír la sugerencia del merodeador, echando nuevamente su mochila al hombro y haciendo unos breves pero enérgicos estiramientos de piernas—. La gente tiene grandes expectativas en este grupo, diría que hasta exageradas. Pero es imposible confirmar eso si no seguimos explorando con diligencia. El mundo más allá del Arca es un lugar extraño, je.

Ash tomó la nota del cronista y frunció el ceño. Tras levantar la vista para encontrarse un par de veces con la mirada de Leech, resopló con fastidio.

—Siempre me estás dando la murga con tu dichoso archivador. Tienes suerte de que me guste trastear con él.

Guardó la nota en uno de sus muchos bolsillos, como si quisiese desembarazarse de ella. Después se sentó junto al merodeador para picar algo de su ración.

—Oye, Greeny, me ha parecido ver una cosa interesante ahí atrás, ¿te importa si te la enseño? Solo será un segundo, es que tú tienes mejor ojo que yo para las distancias.

—Gracias por las buenas nuevas. 

Sólo eso le respondió a Leech mientras los demás estaban algo inquietos, al menos Greeny quería seguir explorando y lo vio oportuno, así que se apuntó mentalmente el hecho de que más tarde que pronto hablaría un poco más con su compañero ya que era un buen informante y le divertía escucharlo. No obstante más allá del silencio de Alfa, le sorprendió que Ash quiera llevarse al otro para ver algo. 

—Yo también veo bien. ¿Cuál es el misterio?—preguntó atenta, no con malas intenciones—. Los secretos ahora mismo nunca son buenos. 

Su jefe le había enseñado a estar atenta, ya que no era fuerte, ni tampoco demasiado habilidosa, se había enfocado en ser muy observadora en momentos puntuales. 

- Claro – contestó llanamente a Ash. Si su colega quería que le echara un vistazo a algo se lo echaría.

Se estaba poniendo en pie cuando White expuso sus suspicacias. Interesante.

La miró lánguidamente, sin decir nada. Luego volvió a mirar a Ash con un lenguaje corporal que indicaba que lo seguiría ni discutiría su decisión. Él le quería enseñar algo, él decidía quien les acompañaba.  

Ash se encogió de hombros y guió a ambos hasta un rincón apartado.

Aunque las gafas de soldador de Ash eran gruesas y oscuras, White y Greeny se percataron de que el mecánico había dedicado una mirada fugaz a Leech, aunque no comprendieron su significado hasta que éste les expuso sus verdaderas intenciones.

Entre susurros, les enseñó la nota del cronista:

—Ya sé por qué Leech nos ha seguido. Creo que conviene estar atentos. White, tú pasaste la noche con Alfa, así que no creo que tuviese tiempo de tramar nada contigo y Leech no parecía preocupado. Y no te ofendas, pero creo que Joe es mucho más peligroso.

Entrecerró los ojos cuando leyó la nota y agradeció la confianza, aunque en este lugar nunca se sabe quién está del lado de quién. 

—Si, estuve con Alfa. Así que puedo dar por sentado que él tampoco, además el odio que se tiene es evidente. Yo diría que observemos a los dos, al cronista y a Joe. ¿Que opinas Greeny?

Ash asintió.

—Dudo que Leech esté de parte de Lobo Gris, especialmente si nos advierte del peligro, pero es que además sé perfectamente que no traba al bruto de Lobo. Dudo que ningún cronista lo trague siquiera.

—Bueno, ya basta de cháchara. ¿Nos ponemos en marcha o qué? —dijo el arreglador con su impaciencia habitual. Para ser alguien que se ganaba la vida intercambiando mercancías era un poco bruto haciendo uso de la palabra. Miró a Greeny con impaciencia, esperando a que encabezara el grupo de una vez, y no pudo evitar una mueca de desprecio hacia el recién llegado —. Al final se nos va a unir media Arca...

Eso sí, Joe no había puesto pegas a aquel pequeño descanso que les había servido para echar un trago de agua y llenar un poco el buche. Escupió a un lado y recogió sus cosas. Listo para continuar.  

Tras descender del edificio con el decepcionante espejo y la llegada del cronista Leech, el grupo decidió descansar un rato para comer y beber algo de agua, conscientes en ese momento de que la sed se aferraba a sus gargantas mezclada con el polvo de aquellas ruinas y de que el hambre hacía rugir sus tripas. Aunque aquella última sensación no era nada nuevo tras días de hambruna en el Arca. Una vez descansaron y recargaron fuerzas se volvieron a poner en marcha. No quedaba mucho para pasar aquella zona de viejos edificios residenciales, tan solo tenían que cruzar un viejo parque que anidaba en el corazón de un pequeño conjunto de edificios que formaban una especie de círculo entorno a la zona arbolada.

Con el paso de los años y la falta de cuidados, la vegetación del parque se había vuelto salvaje, saliéndose de la zona delimitada e incluso trepando y conquistando terreno por los propios edificios. Unas bonitas flores de intensos y variados colores predominaban entre la vegetación. Eran flores grandes, de pétalos vistosos coronados en su centro por estambres o pistilos con variadas y peculiares formas.

Empezaron a atravesar el jardín cuando Greeny se dio cuenta de que algo iba mal. A su alrededor, y ocultos bajo las grandes hojas de la vegetación, pudo ver huesos desperdigados por doquier. Era difícil decir si se trataba de huesos de animales o de algún otro humano como ellos, pues le pareció ver una calavera bastante humana. ¿Serían restos de los Antiguos?

—¡Ah, fascinante! —exclamó el cronista mientras se agachaba para recoger un cráneo que había divisado entre la maleza—. Bien puede ser que estemos parados sobre un antiguo campo de batalla. ¡Cuidado al pisar!

Ya erguido de nuevo, miró a su alrededor en busca de alguna señal de conflicto que apoyara su teoría. Las reliquias militares de los Antiguos eran un bien preciado entre los cronistas, por más que fueran tan inútiles e insignificantes como un botón que pudiera haber pertenecido al uniforme de un anónimo conscripto en los tiempos pasados del mundo.

Greeny extendió un brazo instintivamente para indicar que se parasen todos en cuanto descubrió el primer signo de peligro.

- No os mováis. – susurró – Primero hay que saber que es y cómo nos puede herir, luego ya veremos si lo podemos matar. – detalló observando agazapado su alrededor. Cogió uno de esos huesos que tenía cerca para inspeccionarlo, comprobar si tenía heridas de dientes o de golpes. La amenaza podría ser cualquier cosa, desde otros animales más grandes, la Descomposición o que aquellas plantas pudieran envenenarlos de alguna forma, ya fuera tocándolas, pinchándose o de otra forma que ni siquiera era capaz de imaginar.

Ash hizo caso al merodeador y se detuvo bruscamente. Las palabras de Leech eran tan agoreras como el hecho de estar rodeados de cadáveres sin identificar, aunque no era capaz de discernir nada entre las enormes plantas salvajes del jardín.

—Esto no me gusta ni un pelo —tragó saliva—. Pero, espero que el causante de esto sea un animal al que podamos dar caza.

Ante la advertencia de Greeny, se quedó observando la zona con más detenimiento. White era bastante precavida así que no avanzaría si no estaba segura y por esa razón es que se quedó en alerta, expectante mientras los demás también estaban a la espera de saber que podría ser. 

El grupo se detuvo siguiendo las indicaciones de Greeny, algo no iba bien allí. El merodeador estudió los restos de los huesos y comprobó que no había signos de violencia en ellos. La causa de la muerte de aquellos pobres infelices, bien fueran Antiguos o no, era otra distinta. Se fijó entonces en las flores, con sus vivos colores y sus formas extravagantes y llamativas, y se le ocurrió que las plantas fueran las asesinas, atrayendo a sus víctimas como si fuesen insectos para hacerlas caer en su trampa. 

Alzó la vista hacia las plantas, y se percató que justo cuando Leech y él tocaron los huesos, parecieron ponerse en tensión, como aguardando a su siguiente víctima. Pero White se dio cuenta de más. Había escuchado al Anciano hablar ya de aquel tipo de plantas, las llamaba flores de pesadilla. Según lo que el Anciano le había dicho, las flores exudaban una nube tóxica de esporas capaces de noquear a un elefante (aunque ella no supiera que era eso), y luego, las espinosas enredaderas de la planta se encargaban de alimentarse del cuerpo absorbiendo su sangre. Una imagen bastante desagradable. 

- Las plantas. Son las plantas. – indicó mientras retrocedía despacio aún con el brazo extendido para que nadie prosiguiera y fueran moviéndose hacia atrás con él – Están tensas, esperando que crucemos para atacar de alguna forma. Los huesos no tienen ningún signo de violencia. Deberemos buscar un camino alternativo. – informó a los demás.

—Vaya, vaya. Vegetación asesina, sorprendente —advirtió fascinado a la par que hacía nuevas notas y garabatos en su libreta—. A saber cuántos salvajes en los últimos años fueron de camino a saquear los Millenium Mills y terminaron muertos a manos de esta barrera natural. Una bendición velada, sin dudas.

Fue retrocediendo un par de pasos, por precaución, aunque su deber científico era demasiado fuerte como para simplemente darle la espalda a aquel fenómeno. Registrar la mayor cantidad de detalles acerca del tema iba a ser un aporte más que bienvenido por la comunidad de cronistas, sobre todo por los especialistas en flora exótica.

Tras retroceder varios pasos, Greeny observó a su alrededor. El Anciano decía que los animales no eran estúpidos, que aprendían a evitar el peligro. Si era verdad, y no tenía motivo para dudar del Anciano, habría marcas cerca indicando por donde se movían los animales en esta zona evitando esas plantas asesinas.