Partida Rol por web

La radio decide regalaos un bonito momento rancio de música country, mientras os dirigís hacia la granja de los Pritchett. Conforme salís de Devil's Gate la tierra es cada vez más baldía y seca. Ahí es difícil que se pueda cultivar nada, por lo que es lógico que no haya ninguna granja cerca de la granja de los Pritchett. Lo que no es normal es que él tenga terrenos por ahí y pueda vivir de ellos.

El tiempo no parece acompañar pues el cielo se está nublando y adoptando un color grisáceo con pinta de pocos amigos. Si llovía mucho aquel camino podría convertirse en un lodazal y quizás no consiguierais volver al pueblo. Atrapados en medio de la nada. No tardáis mucho más en acercaros y encontrar cerca de la granja, en ese mismo camino, un coche. Parece un viejo sedán.

La casa y el cobertizo parecen tener bastantes años y estar en condiciones mejorables, pues las pintura está desconchada. Pero lo que más llama la atención son las ventanas tapadas con maderos clavados. Además parece que se ha montado alrededor de la casa un "campo de minas" casero con alambre de espino y a saber qué más.

Miro el cielo grisaceo sin atreverme a decir "¿que puede salir peor?". No me apetecía nada quedarme atrapada en mitad de la nada, pero no era plan de volverse. Aprieto el cigarro entre mis labios y lo acabo de una calada profunda, antes de tirar la colilla por la ventanilla, para luego cerrarla antes de que se cuele mas tierra en el interior del vehículo. 

- Si empieza a llover mucho nos vamos a quedar atascados con el lodo, esperemos estar de regreso pronto - le empiezo a decir a Nix, cuando comenzamos a ver el sedan y un poco más alla la granja. - ¿Qué coño...? - lo que me llama la atención de primeras es la granja y su estado - Que yo sepa, eso antes no estaba así....

Nix resopló al ver el estado de la granja. No es que estuviera descuidada. Es que estaba transformada.

Y no era la primera vez que veía algo así.

Los locos parapetados podían dar muchos problemas. Algunos solo eran depresivos que acababan por sí mismos con el problema. Pero otros eran sectarios, terroristas, locos anarkistas o secuestradores. No del tipo de secuestrador de banco, sino del demente que encerraba a su familia durante años y vendía su vida a tiros antes que permitir la liberación.

El instructor de Nix en negociación de rehenes había estado en Waco, cuando la batalla de los davidianos. Ese era un caso que se estudiaba en la academia, en Quantico. Los errores cometidos y los aciertos. Y la psicología del sectario, del loco parapetado.

Y por eso resoplaba Nix. Esperaba no tener que encontrarse con un caso de ese tipo.

—Precaución, detective—previno.— Esperemos antes de avanzar.

Primera norma: no entres en un campo de minas ni te conviertas en un blanco fácil. Un colgado podría estar apuntando con un rifle desde cualquier ventana, esperando a que cualquier ciudadano entrara en su terreno para coserlo a balazos.

—Intentemos saber si hay alguien dentro antes de acercarnos. ¿A voces? ¿O con la megafonía? Mejor lo primero, no queremos asustar a nadie.

Yo no iba a entrar a ninguna parte, a estas alturas de la película se me habían quitado las ganas de hacerme la maldita heroína en la vida. No estaba pagado, ni agradecido. Simplemente avanzo algo mas con el coche, por la linde de la carretera, hasta una posición que nos dejé más a mano con la granja sin estar metidos en el terreno. De lo contrario, a voces nos iban a oír poco. 

- Bueno... - le acabo diciendo Nix, ante su idea, deteniendo el coche y saliendo de su interior, siempre manteniendome tras la cobertura  del mismo. A todas luces este tipo había perdido al cabeza y la podía emprender a tiros. - ¿¡Señor Pritchett!? - interrogo, alzando la voz. 

Si hay alguien dentro, nadie parece contestar. O no oyen, o hacen oídos sordos.

Aquello está lleno de hilos con campanillas colgando de ellos, agujeros , tierra removida tras la que se ha debido enterrar algo. Sin duda aquello tenía muy mala pinta. Recubrían todo alrededor de la casa y era una especie de campo minado de más de seis metros entre la puerta de la casa y la valla que contenía aquel lugar.

Al lado hay un gran granero, el cual no parece protegido por este tipo de trampas.

Camino vedado.

—Mal asunto.

Nix sabía muy bien qué era lo que no tenía que hacer: avanzar. Incluso si todo aquello fuera solo parafernalia, el agente federal conocía el protocolo. No te metas en la boca del lobo.

En un país donde la casa de todo hombre es su castillo, las posibilidad de que te lleves un tiro por entrar donde no debes siempre tiene que ser valoradas. Sobre todo cuando te encuentras con un loco parapetado. El protocolo de actuación era claro. Lo primero era tomar contacto y conseguir indicios de seguridad. Solo así puedes empezar a pensar en dar un paso adelante.

Y, visto lo visto, a lo mejor primero tenían que llamar a los artificieros.

El silencio que sigue a la llamada de la detective le hizo dudar. ¿No había nadie? ¿No había nadie vivo? ¿O estaban escondidos, apuntando con una escopeta desde no se sabía donde?

Quedaba la opción de esperar pacientemente, de irse, o de aventurarse. Al granero, quizá. Porque a esa puerta, en esa situación, seguro que no.

—¿Sabes si el señor Pritchett está especialmente tarado, Perkins?

La pregunta de Nix me saca de mi hilo mental. Yo empezaba a pensar que si este loco del coño había montado esto, quizá tuviera mucho más que ver con la desaparición de su mujer e hijo de lo que parece. A veces, gente aparentemente normal pierde la cabeza, algo hace click, y todo cambia.

- Hasta donde yo sabía, no. Pero está claro que ha perdido la puta cabeza. - aun tengo cara de "what the fuck?" - Parece que el granero no está minado, podemos probar por allí... cogiendo cobertura. No me fío por si nos está apuntando con un arma. 

Nix asintió, molesto. No esperaba que tuviera que andarse con esas en un caso como aquel. ¿Tan pronto y ya tenía que sacar el arma? En realidad, poca veces un federal tiene que sacar la pistola, por mucho que digan las películas. Los agentes del FBI analizan, preguntan e imponen ya solo con la corbata. Toman decisiones, atan cabos y, cuando llega la hora de la violencia, se acompaña uno de un grupo para detener al sospechoso. ¿Las grandes redadas? De eso se encargan las fuerzas de asalto.

Negaba, molesto, mientras sacaba el arma y la comprobaba. Todo en orden. Engrasada, limpia, cargada. No hizo ostentación de ella ni la mostró al aire. Pero la tendría en la mano mientras se acercara al granero, hacia el que caminaría algo agazapado, por si las moscas.

Lo último que esperaba de aquel día era que un paleto le vaciara la cabeza con un fusil de francotirador de los que regalaban en Marcy's con la segunda hamburguesa por 1 dólar más.

—Adelante.

El granero no tiene ningún tipo de defensa estrafalaria como parecía haber puesto alrededor de la casa. Al abrirlo, que no estaba cerrado, podéis ver un vehículo tapado por una lona. Al mirar bajo la lona podéis ver un antiguo coche escarabajo, que Perkins reconoce enseguida como el vehículo personal de la desaparecida.

El supuesto coche con el que se había ido del pueblo con su hijo.

Hacemos un movimiento de acercamiento al granero sin bajar la guardia, aunque aquel cuartucho parecía desprovisto de tanta seguridad. Eso no quitaba que el monguer estuviera apuntándonos desde su casa y nos volara la cabeza en cualquier momento. Evidentemente hacía milenios que no me enfrentaba a este tipo de cosas y era, a todas luces, un soplo de aire fresco en mitad del hastío... 

Y ¡BANG! No, no es un tiroteo, pero lo que se descubre bajo la lona activa mis alarmas y miro al federal en consecuencia.

- Joder, este es el coche donde supuestamente se fue desaparecida con el chiquillo... - hablo en tono quedo, sin poder evitarlo. Inercia.

El mismo vehículo que el denunciado como desaparecido. Nix resopló, cansado antes de tiempo. Menudo marrón. Un posible secuestro podría convertirse en algo todavía peor.

Si Nix tuviera un par de décadas más de experiencia en el FBI, quizá pudiera ver aquello como una buena noticia. Si no es desaparición, es que están por ahí cerca. Fiambres o secuestrados en la propia casa. Es decir, una misión rápida y sin complicaciones. Llamar a las autoridades locales y que se hagan cargo de todo. Menos días para perderlos en el culo del mundo. Aún tendría tiempo de mirar la agenda y buscar a la protagonista del próximo sábado noche en NY.

Pero no. Nix todavía tenía savia fresca en el cuerpo y encontrar aquel coche no le supuso ningún alivio. Porque eso podía significar lo peor. Un loco parapetado con dos cadáveres inocentes en el sótano. Un niño, un pobre niño.

—Joder...

Levantó la lona por completo para inspeccionar el coche. Quizá hubiera algún indicio en su interior o en el maletero.

Las piezas comenzaban a encajar en mi cabeza. Si el tipo había declarado que la desaparecida se había ido con el coche y el niño... El hijo de puta les había mentido y no era tan inofensivo como decía ser su cuñada. Aprieto los dientes y barajo por momentos proponerle a Nix llamar a refuerzos, pero cuando empieza a inspeccionar el coche comprendo que de momento no lo tiene en los planes.

¿Y si este fuera el caso que relanzara mi carrera? ¿Me supondría salir por la puerta grande de este tugurio? Mi cerebro no lo piensa dos veces. Es así como acabo uniéndome a Nix en la busca de pistas en el interior del coche. 

El coche parece que por dentro no tiene nada extra, sangre incluida. Ni objetos de valor, ni nada más allá de alguna bolsa usada de la compra entre sus asientos olvidada. El maletero tampoco tiene ninguna maleta, que pudiera indicar que alguien trató de marcharse.

Ese coche ha sido cubierto con la lona sin más y hace días que no se usa.

- Nada - le digo a Nix, todavía en voz queda, cuando al final en el coche no hay signos de nada. Igualmente la cosa estaba más que clara - Sea como sea, el tipo han mentido... Quizá a organizado toda esta mierda porque sabía que acabaría acudiendo la policía. Quizá el tipo está atrincherado esperándonos...

- Podemos saltar el alambre, pero no descarte que no esté esperando en una de las ventanas escopeta en mano - le digo a Nix. - Quizá, si avanzamos lejos de posibles puntos de tiro, podemos llegar a la casa. Pero ante esta evidencia deberíamos pedir refuerzos.

Nix asintió. Si les pegaban un par de tiros, y no dudaba que en aquel paraje cada casa tendría tres escopetas de caza y un subfusil para vestir los domingos, estarían vendidos. Y es posible que nadie les echara en falta durante horas o incluso más de un día. Y sin saber dónde habían acabado.

Ahora bien, ¿qué refuerzos? Los patanes compañeros de la detective Perkins eran los únicos en aquella comarca. Era lo que había.

—Su jefe estará encantado de saberlo—le dijo. Ella se encargaría de los suyos, mientras él sacaba el móvil para dar aviso a la central estatal del FBI. No le iban a mandar refuerzos sin más en ese momento, pero convenía avisarles. No se fiaba de los catetos del lugar.

Perkins estaba en lo cierto, claro. Había que buscar puntos ciegos en los que no pudieran ser disparados para poder acercarse desde ahí, esquivando el alambre en lo posible.
 

El comentario de Nix me remueve algo por dentro. "Su jefe estará encantado de saberlo"... ¿Se reiría de ella o trataría de apartarla del caso porque el asunto ha tomado un cariz importante como para que lo lleve una mujer? Entrecierro los ojos y miro como el federal para a saber qué. 

Me muerdo la lengua y busco puntos ciegos, lejos de ventanas y puntos de tiro, por el que podamos saltar la valla y avanzar hasta la casa.

El móvil de Nix se ha quedado sin batería, algo extraño porque juraría que salió con él cargado de casa. Tampoco se había dejado ninguna aplicación abierta ni anda por el estilo, pero si trata de encenderlo no lo hace porque ni siquiera da destellos mínimos para decirle sin batería.

Nadie sabía que estaban allí y no había refuerzos posibles al parecer, se tenían el uno al otro.

No hay muchos puntos ciegos en los que esconderse pero podéis tratar de acercaros a la casa con cuidado por el camino.