Partida Rol por web

Grendel el Magnífico vio la situación y le parecía que había demasiados esqueletos.

-Habrá que hacer algo al respecto.-

Una vez más se concentró en su energia interna y cuando extendió su mano derecha tres dardos purpuras salieron en dirección de los tres esqueletos que estaban acosando a Rashid. Aunque lamentablemente sólo uno de ellos pareció hacer algo a uno de los no muertos.

-Mierda.-

Como su plan no había salido como quería se acercó al combate cuerpo a cuerpo. Cuantos más blancos hubiesen más posibilidades tendrían de aguantar todos. Aunque logró golpear a uno de los esqueletos no fue capaz más que hacerle saltar algunas esquirlas.
 

Kurgul-Grotak se desangraba. Sabía que aunque matase a Gronk éste sería su último combate porque probablemente algún otro humano acabaría con él. Así que se lanzó a la brava, sin protegerse, aguantando el dolor de su herida para intentar cercenar la cabeza de su oponente¹. Gronk se vio de pronto superado por un remolino de acero atacando a la desesperada. Su único consuelo era que el esqueleto que lo flanqueaba casi no pudo atravesar aquella orgía de tajos para intentar agarrarle².

El público se levantó de la grada aplaudiendo, gritando, animando a los orcos.

Los otros dos guerreros, al ver como los demás aclamaban a su compañero se animaron a intentar lo mismo y cargaron fieramente contra sus enemigos.

Por un momento el que atacaba a Tenshia parecía desviar su ataque torpemente, pero sólo fue un amago para que la lancera se confiase. En cuanto la mujer saltó hacia un lado el orco la agarró de la melena y tiró brutalmente hacia atrás levantando su hacha. ¡El golpe fue brutal y casi atravesó la carne hasta la clavícula!³

El tercer orco aprovechó que la mujer estaba casi en el suelo para intentar rematarla. Sin embargo se dejó llevar por la emoción y no logro alcanzarla, aunque lo intentó un par de veces⁴.

Gronk sintió el brutal golpe de su congénere y sonrió, dispuesto a devolvérselo, pero de pronto, las fuerzas comenzaron a fallarle y le costaba respirar y levantar el hacha. 

Y la furia, esa compañera, no llegó, algo no funcionaba dentro. ¿Qué había pasado? Quizá había pensado demasiado estos últimos días. Le habían contagiado. Malditos humanos. Pensar demasiado era terrible. 

Tenía entendido que aquellos huesos animados esos no eran demasiado rápidos y creyó tener cierto tiempo para ocuparse de los dos que tenía enfrente hasta que llegaran sus compañeros. Mas, para cuando se quiso dar cuenta, sintió un movimiento tras él y supo que tenía al resto de esqueletos encima.

Empezó entonces una danza mortal, donde un mal paso podía acabar en una fea herida o incluso la muerte del Rakasha. Concentrado cambiaba el peso de una pierna a otra, giraba el torso o se agachaba, evitando con pericia los ataques combinados de sus enemigos. Pero eran demasiados, y Rashid aún sentía las consecuencias de su reciente encuentro con el cocodrilo.

Sintió la punzada de la espada que portaba uno de los esqueletos y, con el dolor que recorrió su cuerpo, sintió también la furia creciendo en su interior.

Con terrible rapidez se echó hacia adelante y dio un potente manotazo a la cabeza de uno de los sacos de huesos que tenía frente así, separándola de su torso con un sonoro crujido y haciendo que cayera al suelo, rodando aún un par de veces hasta quedar inerte contra una roca cercana.

Rabioso y crecido por haber acabado con uno de ellos, Rashid sujetó con su otra zarpa el esternón del esqueleto que se encontraba a su izquierda. El guerrero Rakasha abrió sus fauces, rugiendo con ira en la cara del sorprendido esqueleto justo antes de tirar con todas sus fuerzas hacía sí y haciendo que el armazón óseo se deshiciera como un castillo de naipes al viento.

A los pies de Rashid solo había ahora un montón de huesos inertes.

Los ataques de esos orcos la estaban machacando. Una y otra vez intentaba aguantar, pero eran dos contra uno y se coordinaban para no darle ni un respiro.

Agotada solo podía seguir aguantando hasta encontrar un resquicio en su defensa, algo, cualquier que le permitiera clavar su lanza y deshacerse de al menos uno de ellos...

Grendel estaba apunto de ir en ayuda de Gronk, pues veía al semiorco realmente mal, cuando se fijó en la amazona. Apenas se aguantaba en pie, y los dos orcos que tenía al lado seguían sedientos de sangre.

-Mierda. Si es que no doy a basto para todos.-

Finalmente decidió, contra lo que su sentido común indicaba, atacar salvajemente al orco que tenía al lado. Su lanza se movió rápidamente como si en realidad hubieran muchas. No obstante el orco parecía evitar todos sus embites, y el único que pareció alcanzarlo fue repelido por su armadura.

-Mierda-

La cosa se había puesto jodida.

Rashid no tenía problemas para enfrentarse a los dos esqueletos que quedaban en su zona. Intentaron atacarle pero el hombre tigre se libró fácilmente de ellos.

Aún así el grupo de gladiadores estaba en una situación realmente precaria...

El público estaba enloquecido por el olor de la sangre. Los favoritos estaban pasando uno de sus peores momentos a manos de aquella horda de criaturas y parecían castigados por los dioses, fallando sus mejores golpes. Aquel combate, que se había anunciado como el último de las Jornadas de Juegos, parecía que realmente sería el último para los héroes...

La amazona vio como llegaban los refuerzos y eso le dió un respiro para posicionarse en una vez más y plantar batalla. Pero no había manera de acabar con esas moles verdes. La herida en el hombro le estaba haciendo mella y por muy certeros que fuesen sus golpes, la armadura de los orcos era una muralla de metal...

Todavía intentaba escapar de uno de ellos para ganar algo de espacio para usar su lanza, pero piso el hueso de alguno de esos esqueletos perdiendo el equilibrio...

El ataque de Tenshia fue desesperado y el orco parecía preparado para recibirlo. Mientras la gladiadora retrocedía, con la mala fortuna de pisar los restos de un esqueleto, los orcos aprovecharon para intentar rematarla. La fortuna, sin embargo, quiso que el ataque del orco pasase a escasos centímetros de su cara¹.

Pero esa fortuna no parecía suficiente para detener el embite de los orcos. Aprovechando que con el traspies Tenshia no podía ponerse a la defensiva² ambos volvieron a encararse a ella. Uno se precipitó muy rápido y la amazona se hizo a un lado³, pero el otro lanzó un arco ascendente con su hacha que desgarró a la mujer de abajo a arriba, haciendo saltar trozos de cuero, carne y sangre. Malherida, aturdida y a punto de caer Tenshia veía como el mundo se nublaba frente a ella⁴.

Al otro lado de la arena la batalla mortal entre Kurgul-Grotak y Gronk se aproximaba también a un final. El caudillo agarró por la coleta a un aturdido Gronk para clavar salvajemente su hacha en el estómago y luego serrar con su filo. Ver aquellos dos orcos con sus tripas de fuera mientras seguían luchando era un espectáculo realmente aterrador, que ninguno de los presentes olvidaría jamás⁵.

El público aullaba sediento de sangre, como si aquello no fuera bastante.

Gronk no pudo aguantar el golpe del orco, todo se volvió rojo y cayó al suelo. Los humanos le habían infectado, era lo último en lo que pudo pensar. 

Cuando Kurgul-Grotak hubo terminado con Gronk cercenó limpiamente su cabeza para alzarla triunfador.

Los gritos del público hicieron retumbar el estadio.

Uno de los elegidos, quizás el más duro, había caído.

Rashid continuaba en una especie de borrachera de ferocidad, lanzando zarpazos a diestra y siniestra. Sus objetivos eran los dos esqueletos animados que se encontraban a su lado. Se ensaño con ellos, arrancando astillas y desarmando sus armazones óseos.

Tan concentrado estaba en su propia pelea, que no se percibió de lo que sucedía a su alrededor. Apenas percibió que la amazona se encontraba en problemas. Que la mujer posiblemente no saldría de aquel combate por su propio pie, era un pensamiento que no podía permitirse en ese momento.

El ver caer a Gronk entristece a Grendel. Era un buen guerrero, digno de pelear junto a él. Se le echará de menos. Claro que si no acababan rápidamente con aquellos orcos no iba a ser el único en caer. De hecho la amazona estaba apunto también.

-Tendré que solucionarlo yo todo como siempre.-

Aprovechando que los orcos habían dejado abierta la guardia, Grendel el Magnificó apuntó a la cabeza de uno de aquellos animales para tratar de acabar con él. Pero su tozudez era legendaria, y no pudo hacer tanto como habría querido. Aún así toda herida era bienvenida.

El golpe de Grendel dejó al orco aturdido momentáneamente, pero era un tipo duro, muy duro¹. Aquello pareció enfurecerlo más que derribarlo y la verdad es que los orcos en general se estaban viniendo arriba.

Y luego estaban los esqueletos, que no es que fueran peligrosos en si mismos pero sí molestos como apoyo a aquellos brutos. El que había atacado a Gronk se lanzó a la carrera hacia donde estaban los demás, concretamente hacia Tenshia, quizás atraído por la sangre².

Como si la cercanía de su compañero lo reactivase el otro esqueleto que seguía al lado de Rashid reaccionó³ y se lanzó fieramente sobre el hombre tigre⁴. Éste no se esperaba aquella reacción repentina, demasiado ocupado en comprobar los movimientos de los orcos, y por un momento se mostró confuso ante la situación⁵.

Los enemigos se habían enfocado en ella ya fuera por verla como una amenaza o por quitársela de en medio cuanto antes. La cuestión es que estaba agotada, malherida y apunto de perder la consciencia. A duras penas tenía fuerzas para mantenerse en pie y no rendirse. Pero en el fondo sabía que este era su final. Miró hacia las gradas, ya tenían lo que habían pagado para ver, sangre y muerte...

Los orcos estaban obcecados en hacer caer cuanto antes a los enemigos ya heridos para tener menos oposición. Aplastar y vencer era su lema. El orco que había acabado con Gronk, aún con su estómago abierto, se dejaba llevar por el ansia de muerte y destrucción y corría, como podía, a ayudar a sus compañeros. Tenshia se vio abrumada ya por la cantidad de enemigos. Kurgul-Gotak venía dispuesto a rematar a otro de los gladiadores y hacerse con el título de campeón¹.

Puede que la amazona estuviera ya en las últimas pero le quedó la satisfacción de esquivar el golpe mortal del orco y otorgarle una segunda muerte. Por desgracia le llovían ataques por todos lados. Y aún así resistía³. ¡Resistía!⁴ En una danza mortal y frenética Tenshia, moribunda, se reía ante las fauces de la muerte. Los orcos estaban desesperados. ¿Por qué no se moría aquella tozuda mujer?

Cuando el esqueleto intentó alcanzarla con sus garras la mujer aún se permitió dar un giro para golpearlo con su lanza apartándolo⁵.

El público estaba de pie. Y gritaba enfebrecido:

—¡Tenshia! ¡Tenshia! ¡Tenshia!

De pronto aquella mujer, en su danza mortal, sabiéndose vencida pero peleando hasta el último momento, se había convertido en la favorita de la grada.

El orco había aguantado su lanzazo, como tenía que haberse imaginado Grendel. Aún así seguían increpando a la amazona. Como chacales a la sangre. Pero aquello les había salido caro. Tenshia era mucho más dura de lo que pensaban.

-Bien hecho mujer. Sigue así. Ya les tenemos donde queríamos, justo a nuestro alrededor.-

La resistencia de la amazona había conseguido tiempo para Grendel, por lo que no dudo en aprovecharlo y atacar nuevamente a la cabeza del orco que tenía delante.

-Joder. Si te estoy dejando más guapo con todos esos cortes-