Partida Rol por web

Luisa recupera la tabla y la planchette, poniendo de nuevo sus dedos en ella.

Ante su pregunta, el espíritu responde:

N - O

De pronto nota una mano sobre la suya. Una mano que no puede ver y la planchette se mueve con rapidez y furia. Luisa podría decir que le duelen los dedos por la presión que ha sentido en ellos:

F - U - E - R - A

Daniel observó a Luisa haciendo el paripé de recoger la tabla y decir que se movió sola, a la vez que estaba pendiente de revisar la audiencia. No, si estaba claro quién había organizado todo para su canal. Lo dejó pasar, si total, era el día de Halloween. Lo único cierto era que estaban cometiendo unos cuantos delitos al estar ahí dentro. Los escalofríos eran más por el temporal con la camisa desabrochada que llevaba. El tablero guiado por la mano de Luisa dio las indicaciones.

—Shh, no gritéis que nos van a oír —musitó—. Dice fuera, ¿no? Eso es que debemos pirarnos ya.

Daniel miró extrañado a Luisa, parecía que el último movimiento le había hecho daño en los dedos.

— ¿Yo? — preguntó Luisa extrañada ante la pregunta de Sara — ¡Ha salido sola! — decía con una mezcla de risa e incredulidad, más por la audiencia que porque de verdad la sintiera —. Creo tenemos que seguir preguntando algo para concretar más. Ahora que sabemos su nombre...

Pero Luisa interrumpió un segundo lo que decía. Una presión en los dedos hizo que apretara los labios con fuerza, ahogando un quejido de dolor. Qué cojones. Todo se volvió un poco loco.

— ¡Eh, eh! — exclamó mientras enfocaba con el móvil la mesa —. ¡Joder! ¿Lo estáis viendo, chicos? — Luisa bajó la voz tapándose la boca con la mano libre ante la advertencia de Daniel —. Creo que si nos vamos ahora... será peor. ¿Nos quedamos? — dijo enfocándose desde arriba y enderezando la espalda para remaracar un poco su pecho —. Alberto, ¿cómo seguimos? — dijo apuntándolo con la cámara.

Las visitas y los likes suben sin parar. El chat en directo está a tope.

Alberto miró a Sara sin saber bien qué responder.

- Creo que deberíamos irnos - dijo algo pálido al ser consciente de que la planchette se había salido del tablero y se había roto la conexión. Colocándo el dedo de nuevo trató de finalizar la comunicación obligando a Guadalupe a despedirse - Ya nos marchamos. Por favor, despídete - pidió con el corazón en un puño esperando que el espíritu deslizase el marcador hasta el adiós del tablero -  ¡Despídete! - añadió con desesperación al ver que no ocurría nada.

Aprovechando un momento que la cámara le apuntó, Daniel volvió a mostrar su lado esquelético para hablar con la audiencia. Los números no paraban de crecer y eso significaba más dinero para el bolsillo de Luisa.

—Ah, ya veo, os gusta la tensión, ¿no? —sonríe—. Parece que el fantasma está fuera de control y Sara está asustada. Mejor si nos vamos a la posada, como quiere Guadalupe —vuelve a sonreír.

El móvil se movía en su tarea corriente para enfocar a todos y cada uno de los elementos de terror. Daniel se abrochó los cordones de los zapatos para salir por patas. Aprovechó para mirar las esquinas del cementerio y comprobar que no hubiese moros en la costa.

Esto se estaba saliendo de madre. Todos querían irse.

-Va, Luisa, nos damos el piro, creo que ya le hemos dado bastante a la audiencia, ¿no? -Luisa quería más, se le veía en esos ojos excitados, la conocía bien.

-Tía, ya no estamos controlando nosotros, es la tabla de mierda esa. O Alberto o tú -se olvidó de que estaban en directo. Lo recordó al momento - Eh, chicas y chicos. Que esto es en serio, nada de montajes, yo me estoy meando. 

Sara se puso en pie, nerviosa. Con su punto morboso por todo aquello, claro. -Venga, sí, Daniel, vámonos, lo estudiamos y si eso otro día seguimos.

Ni de coña.

Por un breve segundo miráis el chat y un mensaje os llama la atención. No por quién lo escribe, por lo que dice:

- ¿Quién el otra chica? La que está cerca de vosotros ¿Es nueva en el vuestro equipo?

— ¿Cómo nos vamos a ir ahora? ¡Vamos a cabrear más al espíritu! — advirtió Luisa, con el corazón más dividido por la audiencia que por otra cosa —. Vamos a hacer las paces, nos enteramos de la historia de Guadalupe y nos piramos, prometido.

Luisa miró de reojo como los "likes" fluían y el chat de comentarios petaba. Esto va a ser un buen pellizco. Pero tragó saliva al leer uno de los comentarios. Entornó los ojos, extrañada.

— Qué miedo... Joder iros de ahí... — decía casi arrastrando las palabras mientras leía comentarios de forma superficial —. Qué quién es... — Luisa tragó saliva —. ¡Muy buena, muy buena broma! — contestó al directo, un poco nerviosa —. ¿Qué quién es la otra chica que está aquí con nosotros? — preguntó en voz alta leyendo el comentario para que los demás lo escucharan —. ¿Quién dices?

Luisa miró alrededor suya.

-Joder, Luisa, ya te vale. Que la final nos va a salir un zombi, jajaja.

Sara quiso contrarrestar su miedo con bromas ligeras. Quería irse, pero Luisa estaba muy empeñada en sacar el máximo partido a la sesión. Era una adicta a los likes y a la pasta que le podría generar, y Sara confiaba en que repartiese con todos ellos. 

-¿Qué pone? -Una chica. Le entró escalofríos, así, de pronto. Después entendió que sería de alguien cachondo -Oye, que bastante mieditis tenemos como para que os burléis, jajajaja.

Tras el último comportamiento de Luisa, definitivamente toda esta historia era por subir las visitas de su canal. En los alrededores del cementerio no parecía que hubiese ningún alma más que ellos cuatro y la supuesta chica que decían ver los suscriptores.

—Pero si acabo de mirar y no había nadie, jaja, ni siquiera el guardia. Yo no veo nada, esto está vacío —dijo a los que estaban al otro lado de la cámara—. A ver, ¿dónde está? —Pensando en que se trataba de un filtro de vídeo, se dirigió hacia donde habían visto a la chica—. ¿Guadalupe? ¿Eres tú?

Hacía falta estar un poco bebido para ver alucinaciones. Quizás era eso lo que se dejaron en casa: con un par de litronas en sangre estarían bailando con cualquier espíritu.

—Va, la fantasma querrá hablar con el tablero, sentémonos a ver qué más nos cuenta y demos fin —dijo, no muy convencido de que acabaría pronto tratándose de Luisa.

- Esa chica -dice alguien en el chat, - la que tiene un maquillaje muy parecido al de luisa y está detrás de ella.

Luisa leyó los comentarios en voz alta, pero no tuvo el valor suficiente como para darse la vuelta. Sabía que había muchos trolls en el chat, pero después de todo lo que había pasado, estaba comenzando a acojonarse.

— Quién... ¿Quién hay detrás mía...? — le preguntó a los demás, sin querer darse la vuelta.

-Ayúdame...
La voz es apenas un susurro que surge de alguien que no puedes ver.

Alberto comenzó a disociarse de la situación y apenas escuchó lo que el resto decía porque su atención estaba completamente centrada en el tablero. La panchette no se había movido al punto que el había pedido y eso lo tenía preocupado. En otras circunstancias quizás se lo habría tomado más a broma pero despues de que el marcador de madera se elevase del tablero y cayese de nuevo estaba seguro de que realmente habían cruzado la línea. Por lo que él había leído sobre sesiones de espiritismo era de vital importancia que la planchette no saliera del tablero y, de ser así, se debía reanudar la conexión lo antes posible y obligar al espíritu a marcharse, despidiéndose. Era indispensable que Guadalupe se despidiese.

- ¡Vamos!¡vamos! - se decía una y otra vez para sí sin quitar los ojos del tablero. Finalmente levantó la cabeza para mirar a Luisa - Guadalupe ¿Estás detrás de Luisa? - preguntó escrutando la oscuridad.

El aire se vuelve gélido. Un brisa sopla cada vez más fuerte y se convierte en viento. Todos los adornos florares salen disparados. Los pocos nichos o tumbas que tienen jarrones u otros adornos salen disparados. Todo el suelo se llena de restos, tanto de flores como de cerámica y plástico.

Vale, ahora estaban ocurriendo cosas imposibles de controlar por Luisa, ni siquiera por el gran Alberto. Fue una casualidad enorme que justo cuando los del chat dijeran que había alguien más, el temporal decidiera darles un susto de muerte. Maldita sea, se suponía que iba a hacer bueno esta noche y ahora empezaba una tormenta. Daniel se frotó los hombros embutidos en su camisa festiva, era un frío extraño, lleno de escalofríos.

—Ostras... se ha puesto mal tiempo de repente —dijo, prestando más atención al chat del directo que a los jarrones cayendo por la fuerza del viento—. No sé, hay un viento que flipas... La única que da miedo aquí es Sara, jajaja.

Luisa se giró súbitamente cuando notó como alguien le susurraba al oído.

— Qué... ¿Qué te ayude? — preguntó Luisa mirando a los lados, intentando averiguar se había sido una broma de alguno de sus compañeros.

Pero no fue así, y, prueba de ello, fue que todo comenzó a volverse loco. Eso no era cosa del temporal, no era el viento de la noche. Algo estaba pasando. Luisa enfocó a todos lados, emitiendo como las flores y los jarrones estallaban en todos lados. Comenzaba a sentir un miedo real, de que algo estaba ocurriendo, pero todavía se veía capaz de alargar aquel "show" sin demostrar que no le estaba empezando a gustar el tema.

— ¡Guadalupe! ¿Cómo te ayudamos? ¿Nos vamos de aquí? — se enfocó de cerca con el móvil preguntando a su audiencia — ¿Queréis que nos vayamos? ¡Si llegamos a 5000 likes en menos de cinco minutos seguimos preguntando a Guadalupe! ¡No está muy contenta!

Volteó el móvil hacia el cementerio y cómo había quedado. Tragó saliva, ahora que no se estaba enfocando.

-Aquí no hay nadie, tíos -Sara miraba ojiplática para todas partes en la cada vez más negra noche.

La única asustada de verdad parecía ella, o sus amigos lo ocultaban muy bien. 

-¿Con quién hablas? -le preguntó, espantada, a Luisa.
Todo esto, todo el ritual y broma, y lo que sucedía, estaba superando sus nervios. No tenía pinta de montaje, ¿o podría ser que sí?

Luego llegó el frío y el viento que arrastró flores y objetos. Sara soltó otro grito y se puso en pie de un salto.

Daniel trató de bromear.

-Será que doy miedo del susto que llevo encima. Que esto no es el tiempo, Daniel, aquí pasa algo. No debimos venir. Vámonos.

Giraba la cabeza de aquí para allá, buscando a esa presencia y controlando que ningún jarrón se le viniese encima.

-Luisa, Luisa, deja eso, tía. Que esto es chungo.