Partida Rol por web

Los rayos del sol de aquel universo desconocido iluminaron los rostros de los aventureros. A pesar de haber decidido montar guardias se habían quedado dormidos. Muchos habían decidido dormir sin más, pero Fénix estuvo esperando a que la despertasen para hacer su turno y cuando abrió los ojos para ver a Iván éste se había quedado tan dormido como el resto.

Afortunadamente todos parecían estar en perfectas condiciones y tal y como había asegurado Sylveon no había pasado nada. Aún así, que hubieran caído dormidos tan rápido había sido, al menos, desconcertante. Pues seguían sin comprender como había sucedido, si parecía que hacía un momento aún estuvieran hablando de las guardias.

Sylveon les contemplaba erguido y más sano que nunca. Estaba sonriente y contento, a su alrededor giraban montones de corazones rosados. ¡Buenos días! Gritó por si aún quedaba algún perezoso. ¡Hoy por fin llegaremos a la fábrica! ¡Vamos!

Elhena no había dormido bien, había tenido pesadillas. En ellas, algo rosa y amorfo se abalanzaba sobre ella y Trapinch. Pero no era una pesadilla para despertarse gritando. Era una pesadilla que generaba angustia y malestar, nervios y sospecha sobre todo lo que había a su alrededor.

Se incorporó lentamente y buscó a Trapinch con la mirada. Acarició su cuerpecito mientras intentaba sonreir, pero no podía. Había algo que la perforaba la mente.

Klaus, ¿por qué no compruebas otra vez tu ordenador? A ver si han vuelto a escribir o algo. Creo que estaría bien establecer algún tipo de contacto.

Tras llenarse el estómago de aquellas maravillosas flores, aunque después soñó que había sido una caníbal y que había hecho mal en comer algo de casi su misma especie, y totalmente descansada, sintió una energía y un poder parecidos a cuando había ayudado el día anterior a Elen y el resto de los humanos. Sí, había digievolucionado a Flabébé de nuevo.

Bostezó, moviéndose en su hoja, agarrada con fuerza, sintiendo la ligera brisa balancearla como una barca en un lago, y miró a Elen, sonriente.

—Venga dormilona, ya es hora de levantarse— dijo, pululando a su alrededor, riendo de manera suave.

Escuchó a Sylveon hablar, y a Flabébé se le contagió su entusiasmo. También tenía ganas de llegar a esa fábrica y descubrir, de una vez por todas, qué era lo que estaba pasando con esos engranajes negros o lo que fueran.

—Sí, vamos, vamos— asintió la digimon, volando un poco más alto, mirando al resto del grupo.

Se acercó de nuevo a Elen, y ensanchó la sonrisa.

—Elen, si quieres comer algo, puedes tomar alguna flor más— sugirió Flabébé, agitando su propia flor.

Cuando estuvieron todos preparados, Flabébé suspiró, y se preparó para seguir con el camino que quedaba.

Junto a Fennekin, Fénix, se recostó en aquel colchón de flores, y miró el cielo durante un rato, pensando en si era diferente al cielo que tenían en el mundo humano. Quiso reconocer alguna constelación, pero después se dio cuenta de que ni siquiera sabía las de la Tierra, por lo que le pareció algo absurdo.

Dio varias vueltas, tratando de buscar una postura cómoda, pero no la llegó a encontrar, y todo el rato pensaba que algo los estaba mirando, espiando.

—Paranoica— se dijo de manera severa en un leve susurro, mientras notaba el calor de Fennekin, como si fuera una pequeña estufa.

Chasqueó la lengua, y negó para sí misma, pensando en que podría estar durmiendo para ahorrar energías para cuando le tocara hacer la guardia, pero no lo consiguió. Todavía le daba vueltas al mensaje del ordenador de Klaus, y también le daba vueltas al comportamiento de Slyveon. ¿Cómo podía confiar en una criatura tan maravillosa como ella, que había salido de la nada, herido, pero con capacidad de curar a los demás, encantador, y sabio? Lo buscó en la oscuridad, pero no logró verlo, y se recostó de nuevo, sintiendo las puntas de la hierba en su espalda.

Cuando se quiso dar cuenta, el día ya había llegado, y las palabras de Sylveon la trajeron a la realidad de nuevo. Se dio cuenta tarde de que Iván no la había despertado, y gruñó en su interior, aunque le gustó saber que no había pasado nada extraordinario mientras descansaban, por lo que pensó en lo que había dicho Sylveon la noche anterior, y se imaginó que había tenido razón. De nuevo, Fénix gruñó.

Y, justo en ese instante, la chica del pelo azul propuso aquello. Fénix se levantó de un salto, y asintió con la cabeza, convencida de que aquello era lo correcto.

—Sí, sí— dijo, mirando a la chica del pelo azul, y al ordenador de Klaus—. Inténtalo de nuevo. A ver qué pasa.

Tan rapido habia cerrado los ojos no tardo en quedarse dormida la cansada Elen. No supo cuanto tiempo ni que paso pero al abrir los ojos por los dulces juegos de su compañera noto que ya era de dia y que su guardian ya los estaba animando a seguir. Ella todavia desconfiaba de el pero al verlo tan lindo y tierno con esos hermosisimos ojos que reflejaban el sol de la mañana simplemente no podia evitar rendirse a sus palabras.

Ante los animos de su ¿Flabébé?, habia evolucionado, rapidamente levantó con sus manos a su amiga y le dijó:

-Regresaste a ser Flabébé, que bueno, así me gustas mas, así eres todavia mas linda.

Regresando al ahora siguió las palabras de su compañera y comió algunas flores, no era cafe o huevos con bacon pero peor era nada. Mientras comia algunas compañeras de viaje alentaban a Klaus para revisar el ordenador, aún podia tener mas respuestas, rapidamente se puso de pie y dijó:

-Antes de partir no nos matara revisar el ordenador, quizas sea otro mensaje de otro grupo o asentamiento.

Habia sido un lindo sueño, arena y mas arena por doquier, luego varios Spinaraks atrapados en una trampa de arena y siendo deliciosamente triturados por las fauces de Trapinch, sus jugos vitales siendo drenados y decendiendo por su garganta hasta llenar su paladar de ese delicioso sabor aderesado con el miedo y terror que sentian las pobres arañas mientras se les devoraba sin clemencia, si, era un maravilloso sueño.

Luego toco el duro despertar, Trapmon abrió los ojos irritados sintiendose muy incomodo, la hierba fresca no era buen colchon para un arenero como el, preferiria dormir en una cama hecha de una roca. Se puso de pie y abrio las fauces con sueño, queria dormir un poco mas, ¡¡¡un momento!!!, el digimon se miró a si mismo y vió que ya era un Trapinch otra vez. Alegre fue hacia su compañera y le dijó orgulloso:

-Mira mi querida Elhen, soy un Trapinch otra vez, ahora si estoy al maximo de mis capacidades.

No lo decia por decir, en esa forma era posible volver a digi-evolucionar y ser un Vibrava otra vez, queria ver la expresión de su compañera al verlo tan duro e imponente. Iba a decirle eso cuando vió que ella estaba ausente, Trapinch se acerco a ella y la froto con sus fauces mientras decia:

-¿Que tienes mi querida Elhen?, ¿tampoco te gustan las flores como a mi?

No, realmente las flores en nuestro mundo no se comen como alimento... Quizá para darle algo de color al plato, o quizá para decorar, pero no nos alimentamos de ellas, por eso no me acostumbro contestó a su compañero mientras sonreía, aunque no con sinceridad. Seguía pendiente de que Klaus abriera el ordenador, necesitaba saber exáctamente quién había escrito y por qué

Klaus se despertó algo dolorido. No terminaba de acostumbrarse a dormir a ras del suelo a pesar de que aquella noche hubiera sido más sencilla que la anterior y de que las condiciones eran mucho más favorables. Abrió los ojos y se los frotó para tratar de despertarse. Cuando miró a sus compañeras se dio cuenta de que todas estaban pendientes de algo que no había llegado a comprender todavía. 

Se quedó unos segundos tratando de comprender y cuando así lo hizo llevó su mano hacia su mochila. Desde que el ordenador se había encontrado con aquel fragmento de rueda negra se había comportado de forma extraña, pero al menos funcionaba y eso era ya un gran avance.

La cara del muchacho de pronto se quedó pálida. Sus ojos estaban abiertos como platos y su mandíbula casi desencajada. ¡No puede ser! Gritó. ¡No puede ser, no puede ser, no puede ser! Repitió. No está. No lo encuentro. ¿Dónde diantres está? ¿Alguien lo ha cogido? Dijo refiriéndose a su ordenador que no encontraba por ningún lado.

Ivan había pasado la noche tranquilo, a pesar de que había cuadrado las guardias con Fenix no la desperto pues fue tan apacible el área que cayo dormido sin saber ni como ni cuando.

Más tarde el amanecer había llegado y fue el último en despertar tras escuchar los gritos de Klaus.

Que paso que sucede?

Larvitar, donde estas?

Fletchmon se había despertado muy temprano ya tenía rato rondando el área viendo que todo este bien, luego ve desde las alturas a Al despertar y decide bajar hasta este.

Buenos Días Al... descansaste?

¿Cómo? gritó Elhena, sorprendida de lo que decía Klaus ¿No tienes tu ordenador? Sus ojos se movieron por todas partes, pero algo le decía que estaba cerca, si es que aún estaban todas las piezas. ¿Alguien ha cogido el ordenador? repitió las palabras de Klaus, sorprendida de que pudiera pasar lo que estaba pasando. Nerviosa, caminó por todas partes, moviendo a todos, buscando el ordenador en cualquier lugar de ese pequeño campamento.

Propongo que retrocedamos. Necesitamos ese ordenador
 

Totodile se estaba mordiendo la cola, ya que Nagisa seguía dormida. No entendía nada de ordenadores, pero sintió los nervios que había a su alrededor. Los gritos de Klaus eran para poner histérico a cualquiera, y parecía haberlo conseguido con la del pelo azul.

¿Cómo huele esa cosa? Quizá podamos rastrearlo terminó su frase pegando la nariz al suelo y olfateando.

Nagia despertó en un sobresalto, con aquellos gritos, parpadeo un poco aclimatándose al ambiente mientras bostezaba tranquilamente al percatarse de la razón de los gritos.

-Búscalo por aqui mismo, seguro que lo extraviaste entre algunas flores. 

Le indico al rubio, pensando que tal vez entre tanto arbusto, plantita y flores era fácil extraviar un objeto. Ella misma a modo previsor se tanteo el tobillo, buscando primeramente su inseparable cuchillo de buceo luego subió la mano hasta el pecho para tocar el colgante de coral rojo que siempre ostentaba en el cuello.

Respiro aliviada y todavía en su lecho matutito rio un poco divertida mirando a Totodile hacerlas de perrito de rastreo. 

De pronto una idea la obligo a incorporar el cuerpo apoyada en los codos le preguntó.

-¿Lo tenías anoche antes de dormir verdad?

Treecko hecho un ovillo dormitaba aun, había pasado una noche regular, ni buena ni mala. Tal vez porque al menos estaban entre plantas, cosa grata a su personita, pero aquella sabana tan plana sin arboles le causaba cierto recelo.

Abrió un ojo indiferente a los saludos matutinos, observándolos a todos de reojo, tras finalmente abrir el segundo ojo cuando Klaus termino de espantarle el sueño gritando.

Para él era indiferente aquel aparato, no entendía nada de mensajes  ni textos ni ordenadores así que simplemente bostezó dandoles la espalda aprovechando remolón un ratico más para descansar.

Miró extrañada a todos los humanos, y al resto de los digimons también. ¿Por qué no seguían el camino? ¿Qué era lo que pasaba?

-Gracias, Elen- respondió Flabébé, volando en su flor-. También soy más fuerte- añadió, sonriente, y fingiendo petulancia.

Dejó de bromear en cuanto se percató del problema inicial, de lo que se preocupaban el resto. Un ordenador. El de aquel chico rubio.

-Yo no lo he visto- respondió la digimon, ladeando la cabeza, y esperando que una brisa ligera pudiera levantarla para poder otear mejor aquel campamento particular.

Tenía muchas ganas por saber qué nuevas tendría el ordenador de Klaus. Para ella era importante poder seguir en contacto con quien quiera que estuviera en el otro lado.

Ansiosa, miraba a los demás, casi ya soñando que les iban a dar la solución no sólo de esos engranajes negros, sino también de cómo volver s casa. Sólo era cuestión de tiempo.

Fénix siguió con la mirada cada movimiento de Klaus, y sintió que se le paraba el corazón al ver que el hombre se ponía nervioso.

-Pero, ¿qué...?- dijo, totalmente perdida, sin comprender lo que estaba pasando.

Cuando escuchó que el ordenador no estaba, que había desaparecido, Fénix montó en cólera. Notó como la ira crecía en su interior, y pasaba al resto del cuerpo, como si fuera veneno.

-¡Sylveon!- gritó, señalándolo con un dedo admonitorio, llegando a su altura-. ¿Has sido tú, verdad?- preguntó, aunque no dejó tiempo para responder-. No querías que nos comunicáramos, y por eso has cogido el portátil.

Iba subiendo el tono casi sin darse cuenta.

-Dáselo. Deja de jugar a esto, y dale su ordenador.

Casi lo exigía, totalmente enfadada.

-No eres tan inocente como quieres aparentar, digimon rosado- murmuró, volviéndolo a señalar.

Las palabras que Elhena no se había atrevido a soltar salían por la boca de Fénix. A pesar de que la muchacha había sufrido mucho en su pasado, con aquellos locos en su infancia, tenía toda la razón. Elhena había soñado cosas extrañas y sabía que tenían relación con aquel pokémon.

Se acercó lentamente para posicionarse junto a Fénix. Definitivamente, no se fiaba de ese pokémon. No le había gustado nada cómo había desperdiciado la oportunidad de que los chicos contactasen con otras personas.

¿Lo has cogido tú, Shylveon?