Partida Rol por web

Al final la idea de Bran fue todo un éxito. Un pequeño grupo decidió quedarse para montar un campamento, mientras que el segundo decidió ir en busca de comida y agua. 

Si entre ellos estuviera Totodile, podrían conseguir el agua sin ningún tipo de problema, pero el digimon con forma de cocodrilo estaba tan cansado que había vuelto a su estado más infantil y no podía ayudar a sus compañeros como le hubiera gustado. Así que se limitó a buscar agua como el resto.

Finalmente llegaron a un pequeño manantial, con algunas cabinas de teléfono y una barca con forma de cisne. El lago no era muy grande, pero era de agua dulce, y cerca crecían una especie de palmeras de colores anaranjados que daban un extraño fruto que todos los digimons reconocieron como uno de los mayores manjares de ese mundo. Tan solo habría que trepar o volar para cogerlo y ya estaría el alimento servido.

"Fletchmon, ya has oído al narrador. Para conseguir la comida hace falta alguien que trepe o vuele y que tome eso ¿te ves capaz de llegar hasta ahí arriba, amigo mío?" le dice acariciandole la cabeza, como quien anima al un caballo o a un chuchorro tras una carrera. En verdad a Al le gustaría que le dijeran que no, para bajar esa especie de cocos disparando con su pistola. Tras recordar donde se dejó su seis-tiros, se retracta de tales pensarmientos... y se plantea DONDE conseguir una buena Colt Single Action Army. Y un buen whisky escocés si se puede.

Flabebé acompañó a Elen durante todo el trayecto. Volaba aquí y allá con su flor, disfrutando de la brisa, y de la momentánea tranquilidad. La verdad, inocentemente, ella pensaba que no habría más problemas que los agobiaran, pese a que había entendido perfectamente que aún había enemigos por ahí contra los que combatir.

—¡Oh!— exclamó al ver el lago, y fue hacia allí, sonriendo—. Mira, Elen.

Se metió en el lago, y disfrutó de su tacto, recorriéndole incluso la flor con la que volaba. Se sentía fresca, como nueva.

—¡Comida!— dijo, después, y voló hacia el campo de flores.

Con una boca tan grande como su cabeza, se metió todas las flores que pudo, y las masticó con fuerza, disfrutando de llevarse algo al estómago, después de bajar unas cuantas para los humanos, para que pudieran comer también.

—¡”Egtá” muy “icas”!— informó con la boca llena. Cuando tragó, miró a Elen—. Come, come, que seguro que estás hambrienta.

Tenía tanta hambre que no se dio cuenta de cuánto tiempo estuvo comiendo, y llenándose el estómago.

No echaría de menos a los demás, eso lo tenía claro. Estaba harta de tener que cargar con gente inútil, y, pese a que no se acordaba quiénes eran los realmente cargantes, era mejor haber quedado así: en un grupo pequeño para poder avanzar y buscar comida. Ya se encontrarían de nuevo… quizás.

Tenía tanta hambre que sus tripas no paraban de protestar. Miraba a Fennekin por el rabillo del ojo, controlando que el pobre digimon no lo pasara tan mal como ella.

Fue entonces cuando vieron el lago. ¡Y las cabinas de teléfono!

—¡Teléfono!— gritó, señalando a las cabinas, olvidándose por completo del hambre, pero, en lugar de ir a por ellas, cambió de parecer en el último segundo, y fue hacia el lago, donde se tiró de rodillas, y alcanzó a ver el agua, casi metiendo la cara dentro.

Estaba deliciosa, aunque algo terrosa, pero le dio igual. Bebió hasta que sintió el estómago lleno, y el agua se movía en su interior, como si fuera una cantimplora.

—Bebe, Fennekin— aconsejó Fénix, sonriendo—. Está buena.

Notó ahora un rugido de su estómago, el cual no estaba satisfecho sólo con agua, y fue cuando aquellas flores rojas podían ser ingeridas sin peligro.

Dudó al principio, pero, después, fue comiendo cada vez más rápido, sin parar casi para respirar, y se llenaba los carrillos de flores.

—Riquísimas— dijo después de agradecerle al digimon con la flor que les alcanzara las flores—. Muy buenas.

La mayoría de las veces, Fletchmon no entendía de lo que hablaba Al. Pero poco a poco se iba acostumbrando a su forma de hablar. Ahora había dicho algo de un Narramon. No sabía que digimon era ese, pero le hizo caso.

-Allá voy, vaquero. -dijo Fletchmon agitando sus pequeñas alas.

Intentó volar hacia lo alto de palmera, para coger, o dejar caer, las frutas.

Ahora que habían llegado a ese lugar, todo el cansancio cayó sobre los hombros de Bran. No lo había notado todavía, tal vez porque no habían dejado de estar en tensión.

Rápidamente fue al lago, puso las manos en forma de bol y empezó a beber agua. Como biólogo marino que era, tenía claro de que en esos laguitos había la posibilidad de que hubiese bacterias. Tendrían que hervir primero el agua. Pero no le importó. Incluso puede que en ese mundo funcionase diferente todo el tema de las bacterias. El agua estaba riquísima y más con toda la sed que tenía. 

-Oh, esto es gloria. ¿Tú ya estás bien hidratado, Totomon? -le preguntó a su compañero.

Luego, en cuanto Fletchmon alzó un poco el vuelo, se le hizo la boca agua de imaginar que dentro de poco comerían.

Tendría que hacer una lista de los nutrientes que nos faltarían en la dieta y sustituirlos por otros. No sería difícil. Aunque también le hacía pensar en que a lo mejor aquí funcionaba todo diferente y podía haber millones de nutrientes y proteínas diferentes.

Aun así no le preocupaba. Había dejado a medias la investigación en su mundo, pero por otra parte se le había abierto una oportunidad mayor. Investigar el mundo digital. Sería el primero en hacerlo, sería galardonado, me haría famoso y pasaría a la historia.

No había tiempo que perder, mientras intentaban conseguir comida, abrí mi ordenador otra vez y empecé a teclear con velocidad. Apuntando todos los datos que había conseguido hasta ahora.

"Esto es la gloria, Flechmon!" dice dándose un pequeño banquete y saciandose el dolorido estómago. Por supuesto, voy partiendo pedacitos para mi compañero: Con su pico tan pequeño quizá no pueda dar grandes bocados. Y de este modo lo voy alimentando: Parece una cría al fin y al cabo.

"Hey, vamos a mirar ese barco... Pokémons ¿Os suena ese tipo de animal?" Desde luego Al sabe lo que es un Cisne, pero lo cierto es que aqui no hay animales. No he visto ni mosquitos, ni ardillas ni nada. Todo son Pokémons. Quizá el origen de esta barca sea de nuestro mundo. Del mundo humano.

"A ver... es posible que sea de donde nosotros venimos ¡O que la haya construido alguien de nuestro mundo que haya venido hasta aqui!"

Elhena se había ido malhumorada, pero pronto los demás no tardaron en darla alcance. Al parecer, habían decidido separarse, cosa que la importaba un pepino. Ella tenía claro su objetivo, tanta tontería con votar cuando estaban en peligro... No quería ni pensarlo.

Su compañero iba a su lado, aunque no se prestasen mucha atención. Pero era curioso, sentía cómo simplemente con estar con él parecía calmar sus ánimos, templarlos, como si nada hubiera pasado. Para cuando llegaron al lago, ya se le había pasado. Casi. Porque volvió tras las primeras palabras de Álex

¿Narrador? ¿Pero qué demonios dices? y venga, otra vez enfadada. No conocería a ninguno de los allí presentes, pero ya tenía claro a quién no quería conocer. Puso los ojos en blanco mientras se alejaba. Tenía sed, desde luego, pero lo de la cabina le llama muchísimo más la atención. Fue hacia ella con grandes zancadas, mientras su estómago rugía al ver los frutos. Pero tenía que alcanzar su meta.

Llegó a la cabina y descolgó el teléfono con indecisión. ¿Tendría señal? ¿Podría llamar? Utilizaría los teléfonos gratuitos para ver si podían localizarlos.

Totomon iba dando saltos al lado de Bran. Pero no iba pendiente de su humano, iba buscando comida. Las piedras no eran para él, ya lo había intentando y casi se había dejado los dientes. Las flores le gustaban más bien poco, y no parecía haber frutos por ese sendero.

Bran, tengo hambre. ¿Tienes comida? le preguntaba de vez en cuando por el camino, aunque la respuesta siempre era negativa. Era como un niño pequeño.

Al llegar al lago, los ojos de Totomon se iluminaron. Saltó como un poseso y fue el primero en llegar al lago. Se zambulló y tardó un buen rato en salir.

Salió totalmente empapado, y se abalanzó contra Bran para empaparle a él también.

Estoy fresquito dijo contento pero tengo hambre. ¿Tienes ya comida, Bran?

"¿Y nadie se acuerda de mi? A mi tambien me apetece ¿Nadie me puede bajar algo de esa frutita rica?"

Fennekin, un tanto triste por la falta de atención, siente su tripita rugir, pues lleva bastante tiempo sin comer nada, aun con todos los combates, persecuciones y lios

"Fénix. No es que te haga feos al agua, pero... soy de Tipo . Mucha agua me puede sentar mal ¿No har nada más nutritivo?"

"Tengo hambre..."

Realmente, la fruta estaba deliciosa, y si se podía acompañar de una rica y refrescante agua, la cosa no podía ponerse mejor.

—Qué rico— canturreó Fénix, mientras devoraba otra de las frutas.

E iba a apurar otra, cuando escuchó la voz lastimera de Fennekin. Abrió mucho la boca, y emitió un grito ahogado. Después, lo abrazó con fuerza, notando su calor. Era como abrazar un radiador. Aguantó todo lo que pudo, y, lo miró.

—Lo siento, Fennekin, lo siento— se disculpó, y le acercó unas cuantas frutas cerca de sus patitas para que pudiera comerlas—. Es que como, y pierdo el norte.— Era realmente una glotona.

Sonriente, y algo avergonzada aún por el despiste, miró a Fennekin cómo comía, y movió los pies mientras seguía devorando alguna fruta más. Tras hacer todo aquel ejercicio, necesitaba reponerse.

 Fue entonces cuando vio a la muchacha del pelo azul meterse en una de las cabinas. Por un momento, se había olvidado completamente de ellas, y se preguntó si funcionarían.

Se levantó, sacudiéndose el polvo del trasero, y trotó hacia la cabina donde estaba Elhena.

—¿Funciona?— preguntó, mientras se metía una fruta más en la boca—. ¿”Jay jono”?— dijo, con la boca llena, cuando quería decir, claramente, si había tono en el auricular que indicara que podía hacerse una llamada. 

"Ricoooo!" dice abalanzándose sobre la fruta que Fénix le ha traido

Fennekin no deja de ser un zorrito. Un animal carnivoro, y sus colmillos son buena pista de ellos. Le gusta comer otros animalitos como algún pidgey, mankey o incluso un Mew si está indefenso (¿Que? Los zorros son canes y los mew son gatos) Pero no le hace ascos a algo de fruta dulce. Sobre todo cuando se tiene hambre
¡Y sobre todo cuando es algo tan dulce como esto!

"¿Tu conoces cajas azules, Fénix? Nosotros las llamamos "TARDIS" pero no sabemos usarlas" dice refiriendose a las "Cabinas"

Sonrió ampliamente a Fennkin, aliviada por que el pequeño digimon se hubiera tomado tan bien su descuido. Realmente, Fénix no había cuidado nunca de otro ser vivo, y cuando de pequeña tuvo peces, éstos murieron por falta de alimentación. No podía cuidar a nadie. De hecho, siempre había sido cuidada, no cuidadora. Pero tenía muchas ganas de hacer aquello bien, y no pensaba volver a repetir algo así. Estaría pendiente del pequeño zorrito siempre.

—Me alegro que te guste, Fennekin— dijo Fénix.

Fue entonces cuando prestaron atención a las cabinas telefónicas. Fénix seguía mirando a Elhena, esperando a ver si había alguna respuesta a su pregunta, y miró a Fennekin cuando dijo aquello.

—¿TARDIS?— repitió Fénix, y rompió a reír—. ¿Y cómo conoces tú la TARDIS, Fennekin?— preguntó, arqueando una ceja. 

La marcha habia sido algo, algo, bueno, solo algo cansada. El arenero de los desiertos iba con su frenetica compañera humana que no paraba de hacer comentarios que Trapinch solo catalogaria como los de un Xatu que ora a Arceus con fanatismo religioso. Cualquiera se preocuparia por eso pero el arenero francamente le daba igual, su compañera podia ser lo que quisiera y hacer lo que quisiera siempre y cuando pudiera pelear con Pokes malos.

Por fin despues de mucho marchar y tanto andar por fin llegaron a un oasis con cabinas que Fennekin siempre llamaba TARDIS por algún motivo, quizas por que le gustaba dormir en ellas o quien sabe. Miró a su compañera que no dejaba de demandar peticiones al dios invisible de los humanos y le dijó:

-Oye Querida Elhen ¿tienes hambre?, descuida que yo me encargo....

Dicho esto Trapich tomo velocidad y se fue sobre los arboles frutales dandoles una feroz embestida, esperaba que bajaran frutas y no enemigos con esta acción pero habia que arriesgarse, despues de todo ellos no podian vivir de rocas como el y debian tener hambre.

Elen caminaba con su compañera con paso tranquilo, le alegraba que ella ya se sentía mejor y ya podía volar por si misma. Mientras marchaba de vez en cuando miraba sus rodillas, mirando sus jeans todos raspados y descoloridos aparte del ardor que la molestaba en esa parte. A pesar del daño a sus jeans favoritos y el ardor en sus rodillas el ver a su compañera feliz mientras volaba al viento le sacaba una sonrisa de satisfacción, había valido la pena.

Después de mucho marchar por fin habían llegado a un hermoso Oasis repleto de comida y agua. Ante la invitación de su compañera de comer flores Elen sólo le sonrió y le dijo:

-No, gracias. Yo no me siento de humor de comer flores como nos hizo creer Sylveon, además no creo estar tan desesperada como el Rey Nabuconodosor.

Miró de un lado a otro buscando algo que comer para humanos y entonces vió frutas en lo alto de los árboles, ricas y jugosas frutas. Ya que su compañera hubo comido algo se acercó a ella y le pidió:

-Esos frutos en los árboles se ven muy ricos ¿puedes bajarme unos por favor?.

Pero cuál fue su sorpresa cuando vió que ella ya había bajado fruta para ellos en los momentos en que Elen estaba abstraida mirando el Oasis, sin pensarlo dos veces fue hacia la fruta y comió con ganas, estaba muy sabrosos aquellos frutos que no conocía el nombre.

Mientras los aventureros y sus digimons estaban tomándose un descanso, Fénix y Elhena se dedicaron a investigar una de las cabinas de teléfono. Rápidamente, otra de las que estaba junto a ellas, a unos cinco metros comenzó a sonar.

El timbre alertó a todos, ya era casualidad que sonara una cabina diferente a donde se encontraban las dos chicas, pero así fue. El sonido del teléfono llamó la atención, pero no fue lo único que sucedió. Instantes después, en el centro del lago, alguien parecía gritar pidiendo auxilio. A lo lejos se podía ver como una especie de brazos se ahogaban y pedían socorro para que alguien les ayudase. ¡Alguien o algo se estaba ahogando!

Elen estaba comiendo algo de esa deliciosa fruta fresca, muy rica por cierto, cuando su escasa tranquilidad fue tumbada por un sonido de timbre, rápidamente se volteo para ver de donde venia el sonido, era una cabina telefónica.

Sin perder tiempo Elen fue hacia la cabina y por instinto básico de oficinista contestó el teléfono. Se aclaro la voz y contestó:

-Bueno, ¿quien habla?

Estando ocupada con la cabina no notó que había alguien ahogándose, solo esperando respuesta del otro lado.

El arenero estaba muy agusto comiendo algo de frutita, la cual había venido de ese bendito árbol, como un milagro del cielo. Mientras comía repentinamente se escuchó un feroz chapoteo en el lago ¡¡¡habia alguien ahogándose!!!, sin pensarlo 2 veces Trapinch fue corriendo hacia la orilla para meterse al agua pero cuando una de sus patitas toco el agua este sintió calosfrios, regreso a la arena y se metió en esta como si fuera un manto protector.

Alguien tenia que salvar a ese Pokemon pero no seria Trapinch, a el no le gustaba en agua.