Partida Rol por web

Después de un par de esfuerzos titánicos para sus patitas Trapinch finalmente pudo llegar a la orilla del lago, no quiso subirse al bote por estar metido en el agua y el y el agua no se llevaban. Se hubiera quedado temblando de miedo en la orilla del lago si no hubiera sido por que su humana lo levantó del piso con una inusual fuerza hercúlea y lo llevó al bote, eso si, tapándole los ojos para que no se moviera y pataleara en lo que abordaban.

Su querida Elhen le tapó los ojos con un pañuelo para que no viera el agua que les rodeaba y eso el arenero lo agradeció, ya tenia demasiado con el bamboleo que daba el bote en su marcha por el lago. Con la venda en los ojos y la pansa llena le entró un sueño muy pesado y no tardaría en quedarse dormido.

En ese estado era ajeno a todo lo que estuviera pasando y realmente no le interesaba, mientras su querida Elhen estuviera con el poco podía preocuparlo.

Elhena cogió a Trapinch para montarse en la barca. Tapó sus ojos para evitar que se asustara y les hiciera volcar a todos y así estuvieron todo el viaje. Hubiera deseado poder ir conversando con él, pero el pequeño se quedó dormido pocos minutos después de arrancar a pedalear, y la única conversación que parecía viva era la de Elen con Floette, así que se limitaba a escuchar las cosas que decían cada una de sus respectivos mundos.

Los ratos que la tocaba pedalear eran complicados, pues tenía a Trapinch entre sus piernas. Y, aunque algunos de sus compañeros le decían que lo llevarían ellos, ella se negaba. Era su compañero y, además de que dormía como un tronco, encontraría una manera de evitar molestarle. Y parecía que surgía efecto, pues no se alteró en ningún momento.

El humo naranja de la fábrica la sorprendió, pero no la atemorizó. Estaban en un mundo totalmente diferente. Así que quizá las leyes físicas no se cumplían como en el suyo. ¿O quizá la densidad de ese humo era tan pesada que hacía lo que le venía en gana? Esos temas se la escapaban, pero lo que no se la escapó fue la presencia de esos digimon.

Estoy con Fénix. No vayamos directamente hacia ellos. Desviémonos por si acaso lentamente, como quien no quiera la cosa. Trapinch, despierta, puede que dentro de poco te necesitemos.

Croconaw no lo quería reconocer, pero estaba algo cansado. El viaje había sido largo, y era de las primeras veces que estaba en esa nueva forma. Que Bran estuviera agarrado a él no le suponía ningún problema. Parecía que no pesaba nada y le resultaba agradable estar tan cerca de su compañero. De hecho, alguna vez que otra le hacía una aguadilla y se reía a carcajadas.

Lo peor del viaje era empujar la barca. No lo hacía mucho, pero eso sí que era cansado. Los niños y sus compañeros, más el peso de la barca era gigante, aunque estuviera en el agua.

El trayecto parecía eterno, pero divisaron la orilla. La fábrica con sus nubes no le impresionaron. Era algo más en ese lugar. Pero la presencia de los digimon no le gustaron nada. Sobre todo porque no sabía si podría luchar con ellos. Aunque defendería a Bran hasta el final.

A pesar de que Elen dijo de atracar en la orilla y confiar en que los digimons que allí se encontraban no fueran hostiles, las otras dos mujeres del bote no la hicieron caso y optaron por un camino más seguro aunque más largo. Finamente, y tras un par de horas más, llegaron a una orilla del lago mucho más tranquila. Había una densa vegetación, eran plantas alargadas y de tonalidades grisáceas, en la punta de los tallos había espinas de color dorado. Por fortuna no había ningún digimon cerca y pudieron atracar la balsa-cisne y organizar algún plan sobre como actuar.

Bran recuperó su ordenador y aún llevaba consigo el colgante que no había analizado. Estaba pendiente de hacerlo, pero quizá, por el momento, lo más sensato fuera descansar y esperar a que amaneciera. Y aquel lugar parecía tan bueno como cualquier otro.

Era mucho mejor aquello.

Fénix miraba con desconfianza la orilla donde los digimons campaban a sus anchas. Después de los acontecimientos que habían pasado recientemente, no se fiaba ni un pelo de ningún digimon. De hecho, estaba empezando a pensar que ningún digimon, salvo los que estaban con ellos, era bueno. Sylveon los había traicionado y dejado en el peor de los escenarios y después estaban aquellos digimons con las ruedas negras extrañas.

Todo aquello comenzó a rondarle a Fénix por la cabeza mientras se bajaba del bote una vez habían llegado a tierra firme.

-Podríamos acampar aquí. Fennekin- llamó a su flamígero digimon, sonriente-. Haz una pequeña fogata, por favor. Entraremos así en calor.

No lo pensó mucho. Quizá la luz del fuego podía atraer hostiles. La verdad que no lo pensó mucho. Sólo quería calentarse y echar un sueñecito.

El viaje le estaba encantando. Tenía muchos temas de conversación, y le gustaba intercambiar pareceres, opiniones y experiencias. Aunque ella no sabía mucho ni siquiera de su propio mundo, disfrutó sobremanera de todo lo que le contaba Elen, y quería aprender un montón de cosas para verlas de verdad algún día.

-Tu mundo tiene que ser un lugar fantástico- dijo Floette, bailando con su flor-. Me gustaría verlo alguna vez- deseó, feliz.

No quiso decir mucho más acerca de aquellos digimons que había en la orilla. Sabía que no todos eran malvados, pero llevaban muy mala racha, y podía entender que los demás humanos no quisieran arriesgarse. Aunque se llenó de orgullo al escuchar a Elen que estaba a favor de dar una oportunidad a aquellos digimons, yendo a atracar a la orilla. Le gustó el buen corazón que tenía Elen.

Cuando llegaron a la orilla a la que decidieron desembarcar, levitó unos segundos gracias a la brisa marina que se levantó, y sonrió feliz al saber que ya estaban en tierra firme.

-Ay, sí, algo de fuego para estar calentitos- secundó la opinión, y sonrió a Fennekin.

Tampoco pensó en que el fuego podía atraer a seres indeseables.

El viaje por la barca habia sido de lo más relajante. Si bien el agua no era precisamente su mejor amigo, era encantador sentir la brisa del mar en el techo del majestuoso cisne artificial. Una vez atracaron, le rondó en la mente a Braixen que hubiera pasado si hubieran tratado de socializar con los Digimon de have un rato. ¿Realmente era posible que fueran malvados? Era poco probable que todos ellos fueran tan sucios como aquel Sylvain traicionero,¿Pero y si todos ellos habían sido corruptos por las ruedas negras? Era mejor no correr riesgos innecesarios, aun con el poder de su evolución. Tras oír la propuesta de crear una hoguera para poder acampar, asintió con felicidad.

-¡Puedo crear todo el fuego que necesiten! Pero...¿Podrian traer algunos leños para mantenerla avivada?

-¡Gracias compañero!-

Fue lo primero que Bran dijo, saliendo empapado de su pequeño paseo en el lago, de inmediato tomó su ordenador y se sentó cerca de su amigo, armándolo con calma mientras hacía un rápido recuento de los hechos. Ya las experiencias con algunos Digimon los habían inducido a pensar que los desconocidos eran malos y por ello tal vez se privaban de unos excelentes aliados. Bueno, poco importaba ya, lo importante era conseguir información sobre el colgante.

Con un movimiento leve encendió el aparato electrónico y suspiró, esperando que se abriera mientras miraba el colgante entre sus dedos ¿Cómo iba a conseguir información al respecto? tendría que revisar primero las aplicaciones instaladas y ver si tenía suerte para conseguir algo.

Para mal las buenas intenciones de Elen fueron ignoradas. Si bien se había hecho mediante la democracia y por el bien del común no dejaba de molestarla un poco, igual no tenía otra que aceptar. Tampoco no hizo nada, demostró su inconformismo con el esfuerzo a medias a la hora de pedalear, tal vez por eso tardarían un poco mas.

Un tiempo después alcanzaron la orilla Elen se bajo del bote y ayudó a ponerlo en la orilla un par de metros tierra adentro. Hecho esto fue a reunir algo de leña de los alrededores, tarea fácil ya que su compañera usaba sus látigos para llevar grandes volúmenes de palos y troncos pequeños por lo que en cuestión de media hora habían traído madera para mas de 2 días a lo mucho. Ya con la madera el noble Zorro preparó la hoguera por lo que el campamento quedo montado.

Mientras Brand se ponía a investigar el amuleto Elen se acerco al grupo y sugirió:

-Gente, se que nos escondemos de los digimon's de la fábrica y esta bien, pero hace horas que no hemos comido nada.-suspiro cansada, como tomando confianza para animarse a preguntar-¿No creen que deberíamos buscar comida?.

Si bien los sustos del día habían asustado el hambre era un hecho de que aún cargaban con ella luego de la traición de Sylveon y como con sus mentiras literalmente los había hecho comer flores "de mentira", ilusiones vacías nada mas. Miró a su compañera y le pregunto con dulzura:

-¿Tu quieres venir conmigo Floette?

El arenero dormia a pata suelta mientras se movían por el lago. Iba babeando, soñando con comer más de esos deliciosos cristales de arena, montañas de ellos donde poder nadar a placer, en ese sueño iba nadando como un pez dando brincos y piruetas. En el sueño se metió mas profundo en aquel mar, se metía en cuevas de ónix y curioseaba en las hendiduras en búsqueda de peces y criaturas varias, para su mala fortuna un pulpo enorme de vidrio lo envolvió y empezó a apretarlo con el fin de matarlo.

Trapich despertó en la realidad aterrado lo cual fue a peor pues vio que estaba a oscuras, pataleo como loco y exclamó:

-AYUDAME QUERIDA ELHEN, ESTOY CIEGO.

Por fortuna su humana logro calmarle mediante caricias y diciéndole contenta que solo tenia una venda en los ojos. Un poco más tarde por fin llegaron a la orilla lo cual Trapinch dio gracias infinitas al dios Arceus, su querida Elhen lo bajo con suavidad en tierra y le quitó la venda de los ojos lo cual lo tranquilizo más, ahora sabía que no estaba ciego.

Nuevamente los humanos hacían cosas de humanos a lo que el arenero se conformó con estar junto a su humana, en espera de alguna indicación.

Hasta que no llegaron a la orilla y Croconaw no paró de nadar, no notó lo cansado que estaba. Se dejó caer junto a Bran y resopló tranquilo. Ya habían llegado a esa orilla, ahora sólo quería comer y descansar.

Aún así, no pudo evitar observar a su compañero mientras buscaba el significado del colgante. Alzó la cabeza y se puso a mirar también el ordenador.

¿Qué buscas, Bran?

Elhena sonrió ante la reacción de Trapinch. Era como un niño pequeño: Dulce y adorable. Tras tranquilizarle, no dejó de acariciarle mientras seguía pensando. En algún momento volverían a su mundo, ¿no? ¿Y qué ocurriría entonces? ¿Tendría que dejar a Trapinch allí para siempre? Sus ojos se nublaron, pero con un cabeceo alejó ese pensamiento de su cabeza. No era el momento de pensar en cosas tristes.

Llegaron a la orilla y bajó a su compañero con cuidado. Le quitó la venda para que volviera a poder ver tranquilamente y sonrió, echando sus manos hacia atrás. Se respiraba tranquilidad en aquel lado, como si hubiesen dejado todo lo malo en la otra orilla.

Sí, tenemos que comer afirmó Elhena a las palabras de Elen Os acompañamos también a buscar, ¿verdad Trapinch?

Braixen no tardó ni un momento en prender una hoguera para que todos pudieran acampar a su alrededor y organizarse para trabajar en el futuro plan. Habían pasado todo el día en el lago, por lo que primaba descansar, pero Bran aprovechó para encender su ordenador e investigar sobre el colgante. A pesar de que no había internet en aquel lugar, el ordenador, gracias a lo que había sucedido al colocarle el fragmento de la rueda negra, reconoció el colgante.

Un hombre anciano salió por un lado de la pantalla y rápidamente le explicó que el colgante debían llevarlo puesto uno de ellos. Y que solo así lograría conseguir que su compañero llegase a su máximo nivel de evolución. Con el colgante puesto alrededor del cuello, tan solo tendría que vivir una situación de peligro, o de extrema necesidad para que su digimon alcanzase el máximo nivel. Estaba relacionado con la evolución y el vínculo que los unía. Debía ser una especie de catalizador que servía para potenciarlo.

Elen y Floette se encargaron de conseguir la leña que Braixen había solicitado y así armaron una enorme llama que los calentó a todos. Pero en esa oscura noche, pudieron escuchar el grito de un digimon que parecía haberse despertado. El humo o el fuego habían llamado la atención de algún digimon. Así que no estaban seguros allí, y lo mejor sería prepararse para un posible ataque. Esas ruedas negras hacían del mundo digimon un lugar hostil, y ninguno de ellos estaba acostumbrado a una situación así, ellos siempre habían vivido en paz y armonía y sabían que Sylveon tendría que andar detrás de todo eso.

Croconaw se zambulló en el agua, durante su incursión por el lago pudo ver algunos peces cuyo tamaño podrían servirles de alimento. Eran extraños peces, pero no eran inteligentes como los digimons, así que comérselos sería menos duro que si fueran seres como ellos. Por eso, el digimon de Bran logró una buena cena para todos, que gracias al fuego de Braixen pudieron cocinarlos todos.

Fénix aplaudió como una idiota infantil al ver el fuego que había conseguido hacer su compañero. Estaba muy orgullosa de él, y se acercó para abrazarlo con cariño.

-Eres el mejor- le murmuró con estrellas en los ojos-. El mejor.

Tras aquello, se sentía tan agotada por los acontecimientos pasados aquel día que se tumbó cerca de la hoguera, y cerró los ojos para descansar un rato.

Aún se sentía fría por la caída al agua, y tenía el pelo húmedo, por lo que esperó a que el calor del fuego de la hoguera pudiera calentarlo y secarlo.

Mientras tanto, escuchó lo que se sucedía a su alrededor, y entreabrió un ojo, apoyándose en el codo después, al escuchar la explicación de aquel viejo extraño acerca del colgante.

Enarcó una ceja sin entenderlo del todo, y se volvió a tumbar con los ojos cerrados, y dijo:

-Pues el colgante para quien lo haya encontrado sentenció sin acordarse de quién era el legítimo dueño.

Se desperezó en cuanto escuchó aquel ruido, y notó el corazón darle un vuelco. Miró a su alrededor, y chasco la lengua, impaciente.

-Habrá que tener cuidado- dijo, algo nerviosa.

Comió con mucho gusto la comida que pudieron preparar al fuego, y agradeció a todos los digimon su labor.

Sin embargo, aún sentía que algo malo iba a pasar de un segundo a otro.

Por supuesto que quería ir con Elen. Cuanto más tiempo pasara con ella, mejor, y no pensaba perder una oportunidad como aquella.

Estuvieron caminando mientras hablaban. Floette ansiaba conocer más cosas del mundo de Elen, y ella no paraba de contarle cosas acerca del mundo digital. Aunque muchas de ellas no se las sabía del todo, por lo que o bien negaba y se encogía de hombros, o bien tiraba de un poco de inventiva a base de suposiciones o deseos propios.

Con la ayuda de su látigo cepa, cogió un par de ramas gordas secas, y con un poco más de fuerza, cogió un leño que era más grande que ella, pero aseguró que podía llevarlo.

Su orgullo le salió algo caro, pues cuando llegaron al campamento improvisado, se sentía a punto de desfallecer, pero orgullosa consigo misma por haberlo conseguido.

Dejó de aprovechar la corriente que llegaba para descansar en el suelo, junto a Elen, cuando escucharon aquel grito horrible.

-¡Ah!- se asustó Floette, mirando despavorida a todos los lados temiendo que llegara el digimon autor de aquel ruido.

Al ver que sólo había sido eso, un grito en la oscuridad, se alegró de que fuera una falsa alarma, y decidió comer de aquella deliciosa comida que olía tan bien haciéndose en el fuego.

Cogió un poco una vez estuvo hecho, y, tras desear un buen provecho a todos, mordió. Estaba delicioso. Se daba cuenta en ese momento del hambre que tenía, y poco le importó aquello del colgante, el viejo y el dueño. Sólo quería llenarse el estómago y tener una noche apacible.

Para fortuna de Elen y su compañera Floette no hubo necesidad de salir a la maleza pues el digimon de Bran había traído truchas para cenar. La escritora ayudo a empalarlos en la boca y a colocarlos en la lumbre, mientras lo hacia no dejó de mirar a los peces a detalle, eran de color rojo vivo y la mirada de este era vacía como si este careciera de todo ápice de conciencia. Llamó a su compañera y le preguntó:

-Floette, ¿como se llama este pez?-dio otro vistazo al pez y agregó-¿Es posible que semejante pez pueda sobrevivir en la naturaleza?.

Curiosa por semejante ser saco una pequeña libreta de mano y usando su pluma fuente de galantería empezó a bocetearlo, encontraba aquella mirada vacía y carente de inteligencia fascinante, como deseaba ver a uno de ellos vivo. De repente un grito sonó por el aire, este provocó que Elen perdiera la concentración y diera un rayón que arruinó su dibujo, esto no le importó ya que el grito la puso de pie y mirando a todos lados en busca del origen.

-¡¡¿Que ha sido eso?!!

Miro de un lado a otro en busca de la víctima pero no logró encontrar nada. Este hecho le recordó que estaban en un mundo vivo con sus pros y sus contras, con cazadores y también presas.

Poco después de semejante susto Bran había dado con la función de dicho amuleto, era una suerte de potenciador que hacia aun mas fuerte a los digimon a la hora de evolucionar. Miro a su Floette con simpatía y le dijo:

-Yo no creo que lo necesites Floette, ya eres perfecta como eres ahora. Así que yo no necesito.

Al final no tuvieron que ir a por comida, cosa que Elhena agradeció. Aunque sabía que Trapinch estaba descansado y podía evolucionar, a ella no le apetecía combatir. Ya habían tenido suficiente y, aunque sabía que no iba a cambiar nada, quería tomarse un poco de descanso.

Se aproximó a la orilla y recogió unas cuantas piedras. Las colocó alrededor del fuego creado por Braixen, ya que lo había visto en películas, y se sentó orgullosa a contemplar su obra de arte. ¿Has visto, Trapinch? le dijo a su compañero que estaba junto a ella, acariciándole la cabeza una vez más.

Creo que hoy podemos descansar todos, no nos van a atac... El grito de ese digimon siniestro cayó a Elhena e hizo que sus pelos se pusieran de punta. ¿Otro más? ¿Estaría yendo a por ellos? ¡Por qué! ¡Si no habían hecho nada a nadie! Apesumbrada y temerosa, cambió su frase Eso, que hacemos guardias para estar atentos y no nos pase nada. Trapinch ha descansado en la barca, podemos ser los primeros dijo y, aunque se intentaba mostrar valiente, estaba aterrorizada.

Por suerte para ella, se distrajo con la caza de Croconaw. Ese digimon salía del agua a soltar peces y se zambullía a gran velocidad. Aunque ella sabía nadar, jamás le había gustado, y tampoco se pasaba largas horas en una piscina. Pero le impresionaba todo lo que hacían los amantes de ese medio.

¡Gracias! le dijo al digimon de Bran cuando los peces estaban ya cocinados ¡Están muy ricos! Seguro que con esto cenamos de maravilla

Cuando el viejo del ordenador empezó a hablar, Croconaw se quedó sorprendido. ¡Había un Bran de viejo dentro del ordenador, y hablaba! Con una de sus garras, sin dañar la pantalla, empezó a darle golpecitos, pero el anciano no parecía reaccionar a ellos

¿Cómo has hecho eso, Bran? ¿A quién tienes ahí guardado? No se parece a ti reconoció tras mirar con más detenimiento. No lo entiendo

Se limitó entonces a escuchar el significado de ese colgante y a asentir sin entender nada. Sólo fue cuando Fénix habló que reaccionó.

El colgante lo cogí yo de ese digimon que nos atacó, ¿Verdad Bran? Así que el colgante es para mí dijo feliz y sonriente. Y se fue corriendo de nuevo al agua, ya con más energía.

Debió ser el único que no escuchó el grito del digimon porque estaba muy interesado en ver lo que ocurría bajo el agua. Croconaw giraba y giraba entre otros digimons acuáticos, hasta que vio un banco de peces. Pensó en Bran y en lo hambriento que seguramente estaría. Y fue pescando y sacando los peces para que todos pudieran disfrutarlos.

-Con gusto querida Elhen.-Musitó contentó.

El arenero entonces estiró las patas y se disponía a seguir a su humana hacia los bosques, no le caería mal ir de cacería, esperaba que a los humanos les gustara los Rattata triturados. Ya se iba emocionando con la idea cuando Croconaw se había ido a bucear y trajo Magicap\'s y otros digimon pez para la cena. Trapinch apretó los dientes disgustado, ya no podría ir de paseó con su querida Elhen.

-Oye no es justo Croconaw, ya íbamos nosotros a buscar la cena.-musitó disgustado.

Trapinch entonces se echó al piso malhumorado. Poco después los humanos descubrieron algo interesante, algo que hizo pararse al arenero y preguntar:

-¿Que es querida Elhen?, ¿es bueno?, ¿acaso duele?

Braixen había encendido con la rama de su colaboración la hoguera al tener su preciada madera. Miro por un momento con tentación a las ramas, pues aun le tenía algo de aprecio a su forma anterior y el sabor de las ramas. Al encender la primera ascua y ver como el fuego se esparcía, no podía sentirse más que orgulloso de si mismo. Esa sensación de triunfo se intensificó cuando su querida Fénix le abrazaba con cariño. 

Se habían sentido tan bien las caricias que había perdido su consciencia por la comodidad. Tras esto, se acomodo cerca de Fénix para descansar luego de un día agotador. Salían de su boca humaredas enanas miéntras dormía. El grito del fondo del bosque lo despertó de su placentero sueño a la par que su ama. 

-¿Eh?... ¿Y-ya esta el pescado?..- Comentaba con una notoria pereza provocada por su sueño mientras se rascaba los ojos. Abrió su mandíbula para bostezar, casi olvidando el grito que lo había despertado. Al ver que el pescado había quedado, inco sus dientes para saborearlos, estaban deliciosos. Tras un rato solo quedaban huesos hirviendo.